"Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la
imagen
a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la
apariencia al ser... lo que es 'sagrado' para él no es sino la
ilusión, pero lo que es profano es la verdad. Mejor aún: lo sagrado
aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la
ilusión, hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también
para él el colmo de lo sagrado."
FEUERBACH, prefacio a la segunda edición
de La esencia del Cristianismo.
CAPÍTULO I
La separación consumada
1 Toda la vida de las sociedades en las que dominan
las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa
acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se
aparta en una representación.
2 Las imágenes que se han desprendido de cada aspecto de la vida se
fusionan en un curso común, donde la unidad de esta vida ya no puede
ser restablecida. La realidad considerada parcialmente se despliega
en su propia unidad general en tanto que seudo-mundo aparte, objeto
de mera contemplación. La especialización de las
imágenes del mundo
se encuentra, consumada, en el mundo de la
imagen hecha autónoma,
donde el mentiroso se miente a sí mismo. El espectáculo en general,
como inversión concreta de la vida, es el movimiento autónomo de lo
no-viviente.
3 El espectáculo se muestra a la vez como la sociedad misma, como
una parte de la sociedad y como instrumento de unificación. En tanto
que parte de la sociedad, es expresamente el sector que concentra
todas las miradas y toda la conciencia. Precisamente porque este
sector está separado es el lugar de la mirada engañada y de la falsa
conciencia; y la unificación que lleva a cabo no es sino un lenguaje
oficial de la separación generalizada.
4 El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación
social entre personas mediatizada por imágenes.
5 El espectáculo no puede entenderse como el abuso de un mundo
visual, el producto de las técnicas de difusión masiva de imágenes.
Es más bien una Weltanschauug que ha llegado a ser efectiva, a
traducirse materialmente. Es una visión del mundo que se ha
objetivado.
6 El espectáculo, comprendido en su totalidad, es a
la vez el resultado y el proyecto del modo de producción existente.
No es un suplemento al mundo real, su decoración añadida. Es el
corazón del irrealismo de la sociedad real. Bajo todas sus formas
particulares, información o propaganda, publicidad o consumo directo
de diversiones, el espectáculo constituye el modelo presente de la
vida socialmente dominante. Es la afirmación omnipresente de la
elección ya hecha en la producción y su consumo corolario. Forma y
contenido del espectáculo son de modo idéntico la justificación
total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El
espectáculo es también la presencia permanente de esta
justificación, como ocupación de la parte principal del tiempo
vivido fuera de la producción moderna.
7 La separación misma forma parte de la unidad del mundo, de la
praxis social global que se ha escindido en realidad y en
imagen. La
práctica social, a la que se enfrenta el espectáculo autónomo, es
también la totalidad real que contiene el espectáculo. Pero la
escisión en esta totalidad la mutila hasta
el punto de hacer aparecer el espectáculo como su objeto. El
lenguaje espectacular está constituido por
signos de la producción
reinante, que son al mismo tiempo la finalidad última de esta
producción.
8 No se puede oponer abstractamente el espectáculo y la actividad
social efectiva. Este desdoblamiento se desdobla a su vez. El
espectáculo que invierte lo real se produce efectivamente. Al mismo
tiempo la realidad vivida es materialmente invadida por la
contemplación del espectáculo, y reproduce en sí misma el orden
espectacular concediéndole una adhesión positiva. La realidad
objetiva está presente en ambos lados. Cada noción así fijada no
tiene otro fondo que su paso a lo opuesto: la realidad surge en el
espectáculo, y el espectáculo es real. Esta
alienación recíproca es
la esencia y el sostén de la sociedad existente.
9 En el mundo realmente invertido lo verdadero es un momento de lo
falso.
10 El concepto de espectáculo unifica y explica una gran diversidad
de fenómenos aparentes. Sus diversidades y contrastes son las
apariencias de esta apariencia organizada socialmente, que debe ser
a su vez reconocida en su verdad general. Considerado según sus
propios términos, el espectáculo es la afirmación de la apariencia y
la afirmación de toda vida humana, y por tanto social, como simple
apariencia. Pero la crítica que alcanza la verdad del espectáculo lo
descubre como la negación visible de la vida; como una negación de
la vida que se ha hecho visible.
11 Para describir el espectáculo, su formación, sus funciones, y las
fuerzas que tienden a disolverlo, hay que distinguir artificialmente
elementos inseparables. Al analizar el espectáculo hablamos en
cierta medida el mismo lenguaje de lo espectacular, puesto que nos
movemos en el terreno metodológico de
esta sociedad que se manifiesta en el espectáculo. Pero el
espectáculo no es nada más que el sentido de la práctica total de
una formación socio-económica, su empleo del tiempo. Es el momento
histórico que nos contiene.
12 El espectáculo se presenta como una enorme positividad
indiscutible e inaccesible. No dice más que "lo que aparece es
bueno, lo que es bueno aparece". La actitud que exige por principio
es esta aceptación pasiva que ya ha obtenido de hecho por su forma
de aparecer sin réplica, por su monopolio
de la apariencia.
13 El carácter fundamentalmente tautológico del espectáculo se
deriva del simple hecho de que sus medios son a la vez sus fines. Es
el sol que no se pone nunca sobre el imperio de la pasividad
moderna. Recubre toda la superficie del mundo y se baña
indefinidamente en su propia gloria.
14 La sociedad que reposa sobre la
industria moderna no es fortuita
o superficialmente espectacular, sino fundamentalmente espectaculista. En el espectáculo,
imagen de la economía reinante,
el fin no existe, el desarrollo lo es todo. El espectáculo no quiere
llegar a nada más que a sí mismo.
15 Como adorno indispensable de los objetos hoy producidos, como
exponente general de la racionalidad del sistema, y como sector
económico avanzado que da forma directamente a una multitud
creciente de imágenes-objetos, el espectáculo es la principal
producción de la sociedad actual.
16 El espectáculo somete a los hombres vivos en la
medida que la economía los ha sometido totalmente. No es más que la
economía desarrollándose por sí misma. Es el reflejo fiel de la
producción de las cosas y la objetivación infiel de los productores.
17 La primera fase de la dominación de la economía sobre la vida
social había implicado en la definición de toda realización humana
una evidente degradación del ser en el tener. La fase presente de la
ocupación total de la vida social por los resultados acumulados de
la economía conduce a un deslizamiento generalizado del tener al
parecer, donde todo "tener" efectivo debe extraer su prestigio
inmediato y su función última. Al mismo tiempo toda realidad
individual se ha transformado en social, dependiente directamente
del poder social, conformada por él. Solo se permite aparecer a
aquello que no existe.
18 Allí donde el mundo real se cambia en simples imágenes, las
simples imágenes se convierten en seres reales y en las motivaciones
eficientes de un comportamiento hipnótico. El espectáculo, como
tendencia a hacer ver por diferentes mediaciones especializadas el
mundo que ya no es directamente
aprehensible, encuentra normalmente en la vista el sentido humano
privilegiado que fue en otras épocas el tacto; el sentido más
abstracto, y el más mistificable, corresponde a la abstracción
generalizada de la sociedad actual. Pero el espectáculo no se
identifica con el simple mirar, ni siquiera
combinado con el escuchar. Es lo que escapa a la actividad de los
hombres, a la reconsideración y la corrección de sus obras. Es lo
opuesto al diálogo. Allí donde hay representación independiente, el
espectáculo se reconstituye.
19 El espectáculo es el heredero de toda la debilidad del proyecto
filosófico occidental que fue una comprensión de la actividad
dominada por las categorías del ver, de la misma forma que se funda
sobre el despliegue incesante de la racionalidad técnica precisa que
parte de este pensamiento. No realiza la
filosofía, filosofiza la
realidad. Es vida concreta de todos lo que se ha degradado en
universo especulativo.
20 La filosofía, en tanto que poder del pensamiento separado y
pensamiento del poder separado, jamás ha podido superar la teología
por sí misma. El espectáculo es la reconstrucción material de la
ilusión religiosa. La técnica espectacular no ha podido disipar las
nubes religiosas donde los hombres situaron
sus propios poderes separados: solo los ha religado a una base
terrena. Así es la vida más terrena la que se vuelve opaca e
irrespirable. Ya no se proyecta en el cielo, pero alberga en sí
misma su rechazo absoluto, su engañoso paraíso. El espectáculo es la
realización técnica del exilio de los poderes humanos en un más
allá; la escisión consumada en el interior del hombre.
21 A medida que la necesidad es soñada socialmente el
sueño se hace necesario. El espectáculo es la pesadilla de la
sociedad moderna encadenada que no expresa finalmente más que su
deseo de dormir. El espectáculo es el guardián de este sueño.
22 El hecho de que el poder práctico de la sociedad moderna se haya
desprendido de ella misma y se haya edificado un imperio
independiente en el espectáculo solo puede explicarse por el hecho
de que esta práctica poderosa seguía careciendo de cohesión y había
quedado en contradicción consigo misma.
23 Es la más vieja especialización social, la especialización del
poder, la que se halla en la raíz del espectáculo. El espectáculo es
así una actividad especializada que habla por todas las demás. Es la
representación diplomática de la sociedad jerárquica ante sí misma,
donde toda otra palabra queda excluida. Lo más moderno es también lo
más arcaico.
24 El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden
presente mantiene consigo mismo, su monólogo elogioso. Es el
autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria de las
condiciones de existencia. La apariencia fetichista de pura
objetividad en las relaciones espectaculares esconde su índole de
relación entre hombres y entre clases: una segunda naturaleza parece
dominar nuestro entorno con sus leyes fatales. Pero el espectáculo
no es ese producto necesario del desarrollo técnico considerado como
desarrollo natural. La sociedad del espectáculo es por el contrario
la forma que elige su propio contenido técnico. Aunque el
espectáculo, tomado bajo su aspecto restringido de "medios de
comunicación de masa", que son su manifestación superficial más
abrumadora, parece invadir la sociedad como simple instrumentación,
ésta no es nada neutra en realidad, sino la misma que conviene a su
automovimiento total. Si las necesidades sociales de la época donde
se desarrollan tales técnicas no pueden ser satisfechas sino por su
mediación, si la administración de esta sociedad y todo contacto
entre los hombres ya no pueden ejercerse si no es por intermedio de
este poder de comunicación instantánea, es porque esta
"comunicación" es esencialmente unilateral; de forma que su
concentración vuelve a acumular en las manos de la administración
del sistema existente los medios que le permiten continuar esta
administración determinada. La escisión generalizada del espectáculo
es inseparable del Estado moderno, es decir, de la forma general de
la escisión en la sociedad, producto de la división del trabajo
social y órgano de la dominación de clase.
25 La separación es el alfa y el omega del espectáculo. La
institucionalización de la división social del trabajo, la formación
de las clases, había cimentado una primera contemplación sagrada, el
orden mítico en que todo poder se envuelve desde el origen. Lo
sagrado ha justificado el ordenamiento
cósmico y ontológico que correspondía a los intereses de los amos,
ha explicado y embellecido lo que la sociedad no podía hacer. Todo
poder separado ha sido por tanto espectacular, pero la adhesión de
todos a semejante imagen inmóvil no significaba más que la común
aceptación de una prolongación imaginaria para la pobreza de la
actividad social real, todavía ampliamente experimentada como una
condición unitaria. El espectáculo moderno expresa, por el
contrario, lo que la sociedad puede hacer, pero en esta expresión lo
permitido se opone absolutamente a lo posible. El espectáculo es la
conservación de la inconsciencia en medio del cambio práctico de las
condiciones de existencia. Es su propio producto, y él mismo ha
dispuesto sus reglas: es una entidad seudosagrada. Muestra lo que
es: el poder separado desarrollándose por sí mismo, en el
crecimiento de la productividad mediante el refinamiento incesante
de la división del trabajo en fragmentación de gestos, ya dominados
por el movimiento independiente de las máquinas; y trabajando para
un mercado cada vez más extendido. Toda comunidad y todo sentido
crítico se han disuelto a lo largo de este movimiento, en el cual
las fuerzas que han podido crecer en la separación no se han
reencontrado todavía.
26 Con la separación generalizada del trabajador y de
su producto se pierde todo punto de vista unitario sobre la
actividad realizada, toda comunicación personal directa entre los
productores. A medida que aumentan la acumulación de productos
separados y la concentración del proceso productivo la unidad y la
comunicación llegan a ser el atributo exclusivo de la dirección del
sistema. El éxito del sistema económico de la separación es la
proletarización del mundo.
27 Debido al mismo éxito de la producción separada como producción
de lo separado, la experiencia fundamental ligada en las sociedades
primitivas a un trabajo principal se está desplazando, con el
desarrollo del sistema, hacia el no-trabajo, la inactividad. Pero
esta inactividad no está en absoluto liberada de la actividad
productiva: depende de ella, es sumisión inquieta y admirativa a las
necesidades y resultados de la producción; ella misma es un producto
de su racionalidad. No puede haber libertad fuera de la actividad, y
en el marco del espectáculo toda actividad está negada, igual que la
actividad real ha sido integralmente captada para la edificación
global de este resultado. Así la actual "liberación del trabajo", o
el aumento del ocio, no es de ninguna manera liberación en el
trabajo ni liberación de un mundo conformado por ese trabajo. Nada
de la actividad perdida en el trabajo puede reencontrarse en la
sumisión a su resultado.
28 El sistema económico fundado en el aislamiento es una producción
circular del aislamiento. El aislamiento funda la técnica, y el
proceso técnico aisla a su vez. Del automóvil a la televisión, todos
los bienes seleccionados por el sistema espectacular son también las
armas para el reforzamiento constante de las condiciones de
aislamiento de las "muchedumbres solitarias". El espectáculo
reproduce sus propios supuestos en forma cada vez más concreta.
29 El origen del espectáculo es la pérdida de unidad del mundo, y la
expansión gigantesca del espectáculo moderno expresa la totalidad de
esta pérdida: la abstracción de todo trabajo particular y la
abstracción general del conjunto de la producción se traducen
perfectamente en el espectáculo, cuyo modo de ser concreto es
justamente la abstracción. En el espectáculo una parte del mundo se
representa ante el mundo y le es superior. El espectáculo no es más
que el
lenguaje común de esta separación. Lo que liga a los
espectadores no es sino un vínculo irreversible con el mismo centro
que sostiene su separación. El espectáculo reúne lo separado, pero
lo reúne en tanto que separado.
30 La alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado
(que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa
así: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse
en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia
existencia y su
propio deseo. La exterioridad del espectáculo respecto del hombre
activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no son suyos, sino
de otro que lo representa. Por eso el espectador no encuentra su
lugar en ninguna parte, porque el espectáculo está en todas.
31 El trabajador no se produce a sí mismo, produce un poder
independiente. El éxito de esta producción, su abundancia, vuelve al
productor como abundancia de la desposesión. Todo el tiempo y el
espacio de su mundo se le vuelven extraños con la acumulación de sus
productos alienados. El espectáculo es el mapa de este nuevo mundo,
mapa que recubre exactamente su territorio. Las mismas fuerzas que
se nos han escapado se nos muestran en todo su poderío.
32 El espectáculo en la sociedad corresponde a una fabricación
concreta de la alienación. La expansión económica es principalmente
la expansión de esta producción industrial precisa. Lo que crece con
la economía que se mueve por sí misma sólo puede ser la
alienación
que precisamente encerraba su núcleo inicial.
33 El hombre separado de su producto produce cada vez con mayor
potencia todos los detalles de su mundo, y así se encuentra cada vez
más separado del mismo. En la medida en que su vida es ahora
producto suyo, tanto más separado está de su vida.
34 El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación que
se transforma en imagen.
(sigue)
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