| MAL Y NEOMAL. RUDIMENTOS DE GEOIDIOCIA - IDIOTA
                  - DEMIURGO - IDIOCIA - GEOIDIOCIA - ILEGIBILIDAD - LENGUAJE -  HAMED, AMIR - 
 Geoidiocia
                  al día*
 Carlos
                  Rehermann
 | Si uno pudiera cometer un resumen, diría
                  que el conjunto de ensayos enlaza la biografía de Dios
                  con el manejo político de la idea del mal, el significado
                  de la pérdida de sentido del lenguaje articulado y, en
                  un brillante y epifánico ensayo final, el arco histórico y filosófico
                  del signo más lleno de significados de la civilización:
                  el dinero | 
              
                | Hace notar Martinet
                  que "es notable que las sociedades reprimen por medio
                  de la burla el soliloquio, es decir, el empleo de 
					lenguaje con
                  fines meramente expresivos".  El que quiera expresarse
                  sin temor a la censura, añade, debe encontrar un público
                  ante el cual representar la comedia del intercambio lingüístico.
                  Y termina diciendo que todo indica que la lengua de cada individuo
                  se corrompería si no existiera la necesidad de hacerse
                  comprender.
 De este asunto trata Mal y neomal. Rudimentos de geoidiocia,
                  un breve libro rico y complejo, compuesto por cinco ensayos.
                  En el origen griego del término "idiota",
                  que hoy asociamos con una tara, está el 
					lenguaje y la
                  idea de individuación. Y en el Occidente cristiano la
                  individuación es un tema que implica a Dios,
                  que como se sabe puede conjugar la primera persona del verbo
                  ser de tres maneras distintas. Hamed
                  define una divinidad con capacidad diferente, para lo cual recurre
                  a la concepción de Demiurgo (debida
                  a los gnósticos),
                  cumbre de la degradación del espíritu, y el lector
                  no tiene dificultades para identificar una de sus imágenes
                  en el presidente estadounidense. La ilegibilidad comienza en
                  ese lugar: el Demiurgo no sabe leer, no logra leerse, y se cree
                  magnífico. Desentrañar significados es leer; la
                  idiocia milita en pro de la ilegibilidad. Cómo actúa
                  la idiocia para producir ilegibilidad es el asunto de este libro.
 
 Como es característico en los textos de Hamed,
                  la forma es, más que una opción estilística,
                  un todo coherente con el fondo. La complejidad de los significados
                  reclama significantes complejos, y el lector displicente corre
                  el riesgo de experimentar la ilegibilidad que provoca la idiocia
                  en su propio acto de lectura de este libro.
 
 "En rigor", dice Hamed, "asistimos al
                  gangrenamiento del Logos. Si nunca se escribió más
                  -en pantallas, papeles, códigos de máquina-, pocas
                  veces se dijo menos; si el mensaje son los 
					medios, los 
					medios
                  están para la nada, o para "profundizar",
                  muletilla enquistada en las primeras planas para calificar cumbres
                  y políticas indolentes".  No poder leer puede
                  ser la consecuencia de una mala 
					escritura, pero es frecuente
                  la discapacidad del lector. Este punto es crucial, especialmente
                  en un tiempo en el que la máquina editorial, productora
                  de incesantes caducidades, le exige al lector abandonar la pretensión
                  de extraer sentido de los textos a la venta. Los textos de Mal
                  y neomal..., como los de su anterior libro de ensayos (Retroescritura) piden una lectura que disfrute el juego
                  prosódico, algo más característico de la
                  ficción y especialmente de la poesía, lo que probablemente
                  le gane la desconfianza de algunos lectores que prefieren, para
                  los textos de no ficción, una métrica adocenada.
 
 Si uno pudiera cometer un resumen, diría que el conjunto
                  de ensayos enlaza la biografía de Dios con el manejo político
                  de la idea del mal, el significado de la pérdida de sentido
                  del 
					lenguaje articulado y, en un brillante y epifánico
                  ensayo final ("Fin y monedas"), el arco histórico
                  y filosófico del signo más lleno de significados
                  de la civilización: el dinero.
 
 Mal y neomal... es un notable texto de prosa exigente
                  para el lector, que recompensa en la medida en que encuentra
                  un destinatario dispuesto a alejarse de las costas de la idiocia.
 
 * Publicado
                  originalmente en El país cultural 
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