El gobierno de George W. Bush está siendo dominado, en
forma creciente, por una agenda fundamentalista cristiana que
cree que América está siguiendo un mandato divino.
"Por siglos
hemos trabajado por la libertad. Esta noche estamos a la cabeza
del mundo al enfrentarnos con una amenaza contra el decoro y
la humanidad. Lo que está en juego es algo más
que un pequeño país, es una gran idea, un Nuevo
Orden Mundial, donde diversas naciones se unen por una causa
común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad:
paz y seguridad, libertad y el gobierno por la ley. Tal es el
mundo merecedor de nuestra lucha y digno del futuro de nuestros
hijos. (...) Sí, los Estados Unidos
cargan con una buena porción del liderazgo en este esfuerzo.
Entre todas las naciones del mundo solo los Estados
Unidos de América han tenido tanto la fuerza moral
como los recursos materiales para apoyarlo. Somos la única
nación en esta Tierra que puede reunir las fuerzas de
la paz. Esta es la responsabilidad del liderazgo y la fuerza
que ha hecho de América el foro de libertad en un mundo
en búsqueda (...) Que Dios bendiga a los Estados
Unidos de América."
De este modo el Presidente George H. W. Bush (Sr). legitimaba
el ataque de Estados Unidos a Irak en 1991, al tiempo que anunciaba
un "Nuevo Orden Mundial". Una década después,
su hijo, George W. Bush
(cuya historia privada -
su rehabilitación del alcoholismo a los 40 años
por inspiración divina - es ironizada por la prensa con
la frase Goodbye Jack Daniels, hello Jesus) hacia oír la misma
trascendencia, anunciando el comienzo de la "cruzada"
del bien contra el mal y estigmatizando a aquellos que no apoyaran
su país en su lucha contra el terrorismo.
Como se ve, el comportamiento
beligerante de Estados Unidos
durante las últimas administraciones republicanas ha sido
avalado por una retórica de connotaciones mesiánicas,
que presenta sus intervenciones como episodios de una historia
sagrada: un "Nuevo Orden" a comienzos de la década
de 1990, la lucha contra el "eje del mal" (Corea del Norte, Irán, Irak-Libia,
Siria, Cuba) que
legitimó el operativo bélico "Libertad Duradera"
contra Afganistán y el concepto de "Guerra Preventiva"
que determinó la reciente invasión y ocupación
de Irak. Estas acciones han sido analizadas desde diferentes
puntos de vista; hay quienes sospechan que las consignas en que
parecen sustentarse son eufemismos tras los cuales se pretende
camuflar la avidez por controlar riquezas (petróleo,
etc). También
de índole economicista es el argumento según el
cual estos operativos obedecen a la necesidad de mantener la
actividad y potenciar el funcionamiento de la industria armamentista(1).
Sin embargo, frente
a este discurso apocalíptico, algunos analistas (aún sin descartar aspectos económicos
y/o geopolíticos),
han subrayado las motivaciones religiosas que animan las excursiones
bélicas. Nos enfrentamos entonces a una situación
paradójica: hay una guerra
o una serie de guerras cuyos agentes
(una nación que nació
en pleno Iluminismo, que durante siglos ha sido vista desde fuera
y desde dentro, como emblema de la Modernidad) presentan una defensa de la Libertad,
la Civilización y la Tolerancia, contra fundamentalismos
de carácter religioso. Pero esa guerra
es una guerra santa.
Rumbo a Bagdad en
el Mayflower
A comienzos del S.XVII
(1620) un grupo de puritanos ingleses, subvencionados por una
sociedad anónima londinense, cruzaron el Atlántico
a bordo del Mayflower para establecerse en Plymouth,
Massachusetts y luego en Connecticut, con el fin
de establecer allí una colonia cuyo gobierno debía
apegarse estrictamente a los fundamentos de la moral cristiana.
A criterio de estos pioneros, dichos principios habían
sido dejados de lado por la negligencia y la corrupción
de las autoridades políticas y religiosas de Inglaterra.
El término Puritanos, que designa a este grupo de religiosos,
había sido usado al comienzo de modo despectivo, para
señalar a aquellos que pretendían purificar a la
Iglesia Anglicana de ciertas prácticas que la alejaban
de los valores cristianos y la acercaban al catolicismo, del
cual se había escindido en el S.XVI, bajo el reinado de
Enrique VIII, y al cual se enfrentó más radicalmente
al asimilarse al Calvinismo.
Los motivos de la migración
de los peregrinos del Mayflower son objeto de polémica
por parte de los historiadores. Hay quienes sostienen que eran
perseguidos por la religión oficial durante el reinado
de Jacobo I (1603-1625); sin embargo otros afirman
que este hostigamiento no era tal, pues el credo de los puritanos,
aunque no fuese la religión del estado, podía ser
ejercido libre y públicamente. En cualquier caso, el propósito
de los Puritanos al aventurarse al Nuevo Mundo habría
sido, justamente, el de fundamentar un Mundo Nuevo, alejado de
la supuesta corrupción anglicana y papista, una especie
de utopía cuyo gobierno se apegase
a los preceptos bíblicos en su versión calvinista.
En estas colonias protestantes establecidas en Nueva Inglaterra
los ciudadanos debían pagar el salario de los sacerdotes
mediante impuestos, y sólo los miembros de la Iglesia
podían ejercer el derecho a votar. De este modo, la ley
evangélica se imponía por encima de todas sobre
el Estado y la Iglesia. Esta
institución, si bien no gobernaba directamente, proponía
los instrumentos para hacerlo y para elegir a los gobernantes.
Entonces comenzó allí a desarrollarse un moralismo
rígido que se manifestaba en la persecución rigurosa
de adúlteros, bebedores, brujas y herejes; para algunos
articulistas esta tradición es el substrato que informa,
aún hoy, las acciones de cierta política interna
y exterior en Estados
Unidos.
Predestinación:
de la gracia a la guerra
Uno de los conceptos
más peculiares de la doctrina del reformador J. Calvino
(1509-1564), enérgicamente incorporados
por los puritanos, es la predestinación. Desde la eternidad
anterior al comienzo del tiempo, Dios
en su omnipotencia, determina la salvación de algunos
y la condenación de otros. Según esta idea, estrechamente
emparentada con la gracia y la providencia, los seres humanos
padecen -desde el pecado original- una "incapacidad moral"
para realizar buenas acciones; sólo los elegidos por la
gracia de Dios (ante la cual es imposible resistirse) son capaces de obrar bien.
Así, en el puritanismo de raíz calvinista, las
buenas obras no serán las que conduzcan al hombre hacia
la salvación. Hay aquí una inversión en
la relación causa-efecto respecto a otras versiones del
cristianismo: las acciones edificantes, las obras de gracia,
son una "sintomatología", una consecuencia o
un modo de manifestar la evidencia de que se es un elegido. Y
es justamente esa voluntad de exhibir los efectos de la gracia,
el deseo de mostrarse y mostrar la aptitud para controlar las
inclinaciones perversas, lo que hace a los integrantes de estas
comunidades particularmente activos y emprendedores, permanentemente
interesados en diseñar la sociedad y su gobierno con arreglo
a la voluntad de Dios
expresada en Biblia.
Si transponemos estas
creencias y actitudes a una perspectiva más amplia, a
una dimensión histórica y "macro", nos
encontraremos con la percepción que los descendientes
de aquellos puritanos tienen de sí mismos: se trata de
espíritus elegidos por Dios para revolucionar el drama
cósmico de la Historia e instituir un Nuevo Orden Mundial.
George W Bush ha mencionado la predestinación como fuente
de sus belicosas decisiones políticas: "Los planes
de guerra del Presidente
Bush son riesgosos, pero él no es un apostador. De hecho,
niega la existencia de la casualidad: 'Los eventos no son
causados por la casualidad ciega, sino por la mano de un Dios
bueno y confiable'. Desde el principio ha estado convencido
de que su presidencia es parte de un plan divino; cuando era
gobernador de Texas le confió a un amigo: '
Creo
que Dios quiere que me presente como candidato a presidente'.
Esta convicción se ha manifestado más abiertamente
después del 11/9"(2).
Y es necesario manifestar y actualizar permanentemente ese destino
irresistible concedido por Dios.
El destino manifiesto
Durante el S. XIX Estados
Unidos experimentó una prodigiosa expansión. La
población que en 1800 no sobrepasaba -se estima- los 5
millones, llegó, para mediados de siglo, a unos 23 millones.
El territorio se fue ensanchando hasta llegar al Pacífico.
Las determinantes económicas, demográficas y tecnológicas
de esa política expansionista (cuyo
diseño generó en su momento polémicas internas)
estuvieron también
avaladas por un discurso mesiánico y por la doctrina de
la predestinación.
Por aquella época,
el historiador francés Alexis de Tocqueville (1805-1859),
autor de La démocratie en Amérique, escribía:
"En Estados Unidos la religión está inserta
en todas y cada una de las costumbres nacionales y en todos los
sentimientos nacionales que evoca la palabra
patria". Por entonces aparece el concepto de "destino
manifiesto". Fue usado por primera vez por el periodista
John L. O' Sullivan en un texto referido a la anexión
del territorio de Texas; allí se explicaba que la superioridad
política y económica de Estados Unidos no solamente
le otorgaba el derecho a expandirse sobre el resto del territorio
americano sino que esa supremacía era la evidencia de
que estaban destinados a hacerlo por gracia divina. En las palabras
que por esos tiempos pronunciara cierto senador Taylor se percibe
notoriamente esta soberbia propia de los iluminados: "Estamos
parados sobre el pedestal de la Tierra, del que somos señores,
y sobre nosotros no hay nadie excepto Dios". En el discurso
actual, que invoca la bendición de Dios para emprender
sus campañas, y según el cual sólo Estados
Unidos tiene la "fuerza moral", para lograr las "aspiraciones
universales", sobrevive el concepto de "destino manifiesto".
Jugando a ser Dios
"El nuevo filme
de Steven Spielgberg muestra al gobierno, dentro de algunos años,
encarcelando pre-criminales antes de que se comprometan o ni
siquiera piensen en terrorismo.
Esto puede no ser sólo ficción"
Nat Hentoff (Village
Voice, 10/9/02)
Otro de los ingenios
estratégicos presentados para legitimar la política
exterior estadounidense es el concepto de "guerra preventiva".
Se trata de atacar a aquellos países que en el futuro
podrían, presumiblemente, emprender acciones contra Estados
Unidos. Esta política ha sido relacionada por algunos
comentaristas con el argumento del filme de ciencia ficción
Minority Report (20th
Century Fox, 2002),
donde se muestra una especie de antiutopía en la cual
un implacable aparato jurídico y policial se encarga de
condenar preventivamente a futuros criminales. En la actualidad
el concepto de "guerra preventiva" también tiene
aplicación interna, ya que algunos ciudadanos son detenidos,
sin derecho a un proceso ni a abogados, como potenciales terroristas.
El 8 de agosto de 2002, el New York Times editorializaba:
"El gobierno de Bush parece creer, sin mucha autoridad
legal, que si llama a los ciudadanos combatientes en la guerra
del terrorismo los puede encarcelar indefinidamente y privarlos
de abogados defensores. Este desafío a las cortes repudia
dos siglos de ley constitucional y amenaza las libertades que
el Presidente Bush dice defender en la lucha contra el terrorismo".
Para el historiador Arthur J. Schlesinger, ex asesor del Presidente
Kennedy y dos veces ganador del premio Pullitzer, "
el
Vicepresidente Dick Cheney y el Secretario de Defensa Donald
Rumsfeld evidentemente se ven a sí mismos como los pre-cops
de Steven Spielberg, unos telépatas fisicamente equipados
para detectar crímenes que están a punto de ser
cometidos".
Según el concepto
de predestinación, tal como se ha expuesto, la historia
del mundo es una especie de libreto escrito por la infinita sabiduría
de Dios. En ese texto, no solamente cada hombre sino -en palabras
de Calvino- "todas las partes y partículas del
mundo" tienen un papel preestablecido, de acuerdo a
una "sabiduría incomprensible". Quizás
sólo a los que se consideran predestinados, a los tocados
por la gracia irresistible, les es dado conocer estos designios
sagrados. Sir Herbert Butterfield, historiador inglés
citado por Schlesinger, sostenía al respecto: "En
la historia, los golpes más duros del cielo caen sobre
aquellos que imaginan que pueden controlar las cosas de una manera
soberana jugando a la providencia no sólo para ellos sino
para el futuro lejano".
Notas:
(1) Cuando la guerra en Iraq
haya terminado, Estados Unidos deberá reponer todas las
armas que haya descargado sobre ese país ya devastado
por 13 años de embargo, para satisfacción de la
industria militar estadounidense. El reemplazo de esas armas
y todas las que se utilizarán o serán destruidas
hasta que termine el conflicto otorgará un enorme impulso
a la industria armamentista estadounidense, que no obtenía
una oportunidad de negocios tan grande desde la primera guerra
del Golfo, en 1991. El Departamento de Estado (cancillería)
predijo en su última "Justificación del presupuesto
del Congreso para operaciones en el extranjero" que este
año las ventas de armas estadounidenses superarán
los 14.000 millones de dólares, la mayor cantidad en casi
dos décadas, frente a 12.500 millones de dólares
en 2002. "Un indicador trágico de los valores
de nuestra civilización es que no existe un negocio más
grande que la guerra", comentó Douglas Mattern,
de la War and Peace Foundation (Fundación de
la Guerra y la Paz), con sede en Nueva York. Thalif Deen,
"IRAQ-EEUU: El gran negocio de la guerra", El Puente,
encuentro de las culturas. Abril, 15 2003.
(2) EVANGELIST BUSH ACTUALLY
BELIEVES WHATEVER HE DOES IS THE WILL OF GOD. 3.11.03 www.bushwatch.com
*Publicado
originalmente en la Guía del Mundo
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