Durante los ochenta, en plena era de Reagan, los yuppies,
la adicción al trabajo, el nacionalismo belicista, Michael
Jackson,
Secretaria ejecutiva e intolerancias en general, parte
de el arte norteamericano
deambuló por caminos lejanos a los medios y la cultura
oficial, radicalizándose en las pequeñas libertades
de sus reducidos circuitos alternativos.
Así como musicalmente el hardcore y el hip-hop exponían
las miserias del sueño americano conservador mediante fórmulas
sonoras novedosas y escritores como Bret
Easton Ellis
y Dennis Cooper tanteaban los límites de la libertad de
palabra, un reducido grupo de cineastas radicados en su mayoría
en el Lower East Side, el en ese entonces peligroso barrio bohemio
de Nueva York, decidían arremeter con todas sus fuerzas
contra todas las convenciones, tanto académicas como morales
del cine, y hacer escandalizar a cuanto espectador se pusiese
frente a una de sus películas.
El
resultado fue una serie de obras destinadas a horrorizar, asombrar,
asquear, excitar y fascinar, es decir, a tratar de conmover al
espectador por todos los medios. Mientras el mundo sonreía
al compás de la perfecta dentadura de Tom Cruise y las
películas de Luis Buñuel se convertían en
atracciones de museos e instituciones en contra de las cuales
fueron filmadas, personajes como Nick Zedd, Richard Kern y Tommy
Turner hacían borrosa la frontera entre arte y vida real
y volvían sus cámaras hacia el lado feo de Estados
Unidos, consiguiendo una serie de provocativas estampas del infierno
que irradiaban maldad, violencia y belleza ocasional, en un cine
que pretendía ir más allá de todas las fronteras
establecidas por la sociedad.
Una mujer,
interpretada por un hombre, pega una imagen de Cristo en la
pared de un baño, luego se desviste y se introduce en la
bañera, donde se corta las venas. Luego llega su novio,
quién entra en el baño para usar el inodoro, sin
percatarse de la presencia del cadáver. Después
de defecar y al no encontrar papel higiénico se limpia
con la imagen de Cristo. Con los pantalones aún bajos descubre
el cuerpo de su novia en la bañera y procede a practicar
una fellatio con la boca de la muerta hasta eyacular. Fin.
Este es, a grandes rasgos, el argumento de Thrust in Me
(Introduce
en mí),
colaboración entre Nick Zedd (quien interpreta a la mujer exceptuando la
escena del desnudo) y Richard Kern, y forma parte de la colección
de historias cortas The Manhattan Love Suicides (Los
suicidios de amor de Manhattan, 1984) de Kern, una de las obras fundamentales de
lo que ha venido a denominarse como "Cine de la Transgresión" y que se trata básicamente de
una serie de obras realizadas por un grupo de cineastas neoyorquinos
durante los años ochenta, producidas con medios irrisorios
y exhibidas de forma subterránea.
Fácilmente atacable tanto por sus aspectos técnicos
y por su deliberada intención de provocar, el Cine de la
Transgresión hizo de estos defectos sus rasgos distintivos,
convirtiéndose en un equivalente visual de lo más
radical del punk-rock, con el que se relaciona directamente,
a la vez que continuaba la provocativa tradición del cine
underground norteamericano, en particular las obras de
Jack Smith, Kenneth Anger, Andy Warhol y John Waters, condimentandolo
con un mucho mayor grado de obsesión por el sexo y la muerte.
Surgido inmediatamente después del movimiento conocido
como No Wave, corriente musical neoyorquina que se caracterizaba
por su extremo nihilismo y la deliberada fealdad de su música,
el Cine de la Transgresión se nutrió con integrantes
de la No Wave como Lydia Lunch y se mantuvo fuertemente
relacionado con las bandas subterráneas del Nueva York
de los ochenta, en particular de las bandas del Lower East Side,
que conformarían movimientos más o menos definidos
como el Scum Rock o el Noise.
La relación con el rock es esencial para entender los trabajos de
estos cineastas, en su mayoría cortometrajes en blanco
y negro, en los que en muchas ocasiones se limitan a retratar
personajes inverosímiles de la escena rockera del Downtown
neoyorquino, y que utiliza recursos en ocasiones emparentados
con el video-clip, sólo que con intenciones estéticas
radicalmente diferentes a las del material que se ve habitualmente
en MTV (no
obstante lo cual Richard Kern ha dirigido varios video-clips exhibidos
en MTV, incluyendo algún trabajo para ese payaso
provocador profesional que es Marilyn Manson).
El Cine de la Transgresión es también, y a pesar
de nacer en una de las ciudades más ricas del planeta,
un cine de la pobreza en el que las extremas dificultades de
exhibición, lo poco redituable de las pocas conseguidas
y la ausencia absoluta de auspicios y subvenciones han hecho
que la financiación de los mismos dependa de sus propios
autores o de sus amigos, utilizando película robada o
encontrada, en ocasiones rollos solarizados y descartados o filmaciones
documentales perdidas y utilizadas a modo de samplers
dentro de nuevos contextos, y filmando con actores no profesionales
(generalmente
ni siquiera actores).
Rechazadas por la casi totalidad de las salas de proyección,
incluyendo a las orientadas hacia el cine arte, estas obras terminaron
siendo proyectadas en discotecas, salas de conciertos e inclusive
lugares públicos, en arriesgadas exhibiciones ilegales.
A pesar de todas estas limitaciones y dificultades, el Cine de
la Transgresión logró la suficiente trascendencia
como para convertir sus películas en objetos de culto
y provocar la edición de varios estudios relacionados
con el tema, que han convertido a sus figuras más emergentes
(Zedd, Kern) en autores
reconocidos, aunque no especialmente populares, que han dejado
una perdurable influencia en el cine secreto de Estados Unidos
de los noventa.
Nick
Zedd
Ideólogo
básico y fundador del Cine de la Transgresión, Nick
Zedd es un personaje tan extraño como su obra. Nacido en
Washington D.C., Zedd tuvo una adolescencia solitaria y aparentemente
trastornada por el descubrimiento del dadaísmo y el surrealismo,
y por una temprana experiencia con L.S.D.
Después de filmar algunos cortos en Super 8, Zedd se mudó
a la ciudad de Nueva York, donde estudió arte y llevó
una vida errática y bohemia, relacionándose con
los circuitos cinematográficos subterráneos y llegando
a conocer a Jack Smith, el legendario autor de Flaming
Creatures (Criaturas
flameantes).
Su primer filme, They Eat Scum (Ellos comen basura, 1979), llamó la atención
con una historia delirante sobre rockeros en un mundo post-apocalipsis.
La película incluía varias escenas de canibalismo,
bestialismo y crueldad general que la emparentaba con el polémico
cine que Scott y Beth B. estaban realizando en esa época,
pero, además de hacer un hincapié mayor en los elementos
polémicos, la película exhudaba un nihilismo y un
humor totalmente distintos
a la velada corrección política de Beth B.
Su segunda obra The Bogus Man (El hombre falso,1980) sí
tenía elementos políticos más definidos
en un argumento confuso sobre el secuestro y clonación
del presidente de los Estados Unidos. Esa trama básica
se veía interrumpida periódicamente por la aparición
de una mujer gorda desnuda (en
realidad un disfraz que los espectadores descubren luego de algunas
apariciones)
bailando frente a una bandera norteamericana.
Dicho personaje, en un rasgo de humor autorreferente de Zedd,
repetía constantemente la frase "¿por qué
mis ojos tienen que ver esto?", algo que se repetiría
en su obra siguiente Geek Maggot Bingo (1983), en la que hacía decir al tambaleante
punk-rocker Richard Hell en medio de un decorado pintado
a mano sobre cartones: "¿Qué tal algo de
director Nick?" y advertía a mediados del filme:
"Váyanse ahora, esto no va a mejorar".
Las siguientes películas de Zedd muestran una variedad
de intereses, abandonando progresivamente la narración
lineal, incluyendo obras como Kiss Me Goodbye (Bésame de despedida,
1986),
un corto sobre un beso que se va convirtiendo en un estrangulamiento;
la ya mencionada Thrust in Me y la semi-pornográfica
Whoregasm (Putasmo,1988), filmada en algunos
segmentos con un rollo de película solarizada encontrado
en un tacho de basura.
También filmó tres obras que son esenciales para
entender la estética del Cine de la Transgresión
y la complicada mente de Nick Zedd: Police State (1988) es básicamente y como
su nombre (Estado
policial)
lo indica una violenta crítica a la policía y a
las instituciones represivas en general, que cuenta la detención
y posterior tortura y mutilación de un joven en una comisaría,
en un acto de crueldad gratuita narrada en forma lineal e interpretada
por el propio Zedd.
La notable secuencia inicial, en la que una mano anónima
escribe el título de la película sobre la parte
posterior de una patrulla policial, fue filmada disimuladamente
frente a una comisaría y un error de cámara significó
que dos autos policiales patrullaran ese día con dicha
frase escrita en sus carrocerías.
War is Menstrual Envy (La
guerra es envidia menstrual, 1992) es la obra más ambiciosa
de Zedd y prescinde deliberadamente de diálogos para acumular
una serie de imágenes chocantes o estilizadas de extraños
personajes evolucionando sobre un fondo musical de hip-hop
y noise.
La película utilizaba varios freaks auténticos
como un hombre con el cuerpo y el rostro lleno de horribles quemaduras
y otro tatuado de pies a cabeza, y debía ser proyectada
en dos pantallas simultáneas, al estilo del Chelsea
Girls (1968) de Andy Warhol.
Sin embargo, posiblemente la más reveladora de las películas
de Zedd sea The Wild World of Lydia Lunch (El salvaje mundo de Lydia
Lunch, 1983), que es básicamente un documental
de un viaje realizado por el
cineasta con su entonces pareja, la cantante y performer
Lydia Lunch, y que registra el auténtico deterioro de la
relación, culminando con un mensaje telefónico de
Lunch que fue utilizado sin el consentimiento de la misma.
Con actos como éste, sumados a su intención de
subsistir en forma parasitaria de sus relaciones, no es de sorprender
que Zedd sea un personaje poco popular en algunos circuitos neoyorquinos.
Imposibilitado económicamente de realizar una nueva película,
Zedd escribió una autobiografía, Bleed (Sangra) que presentó
en una escandalosa conferencia de prensa en la que varias personas
se presentaron para reclamarle cuentas pendientes.
Desde entonces se encuentra inmerso en varios proyectos aún
no concretados por los mencionados problemas económicos
y realizando giras de exhibición de sus películas
por Europa, giras que más de una vez han terminado con
su detención y el secuestro de sus filmes, excesivamente
fuertes incluso para el liberal pensamiento europeo.
Richard Kern
Posiblemente
el cineasta underground más célebre de la
actualidad, Richard Kern es, a pesar del lapsus que significó
su período de adicción a la heroína, un
autor más prolífico que Zedd y aún más
provocador, habiendo conformado una nutrida obra en la que la
voluntad de escandalizar y chocar al espectador está siempre
presente. Kern, punk-rocker fracasado, comenzó
su carrera como cineasta con Goodbye 42 Street (Adiós a la
calle 42, 1983),
una fantasía sobre las trastiendas de las casas de pornografía
ubicadas en la calle 42, a lo que siguió con un par de
cortos sobre heroinómanos inyectándose y vomitando
a causa de la droga.
Conectado con Zedd y con su entorno, fue elegido por Lydia Lunch
para dirigir The Right Side of my Brain (El lado derecho de mi cerebro,
1984),
en la que la performer exponía verbal y físicamente
su particular vida sexual acompañada por personajes que
incluían a Henry Rollins, cantante de Black Flag,
y al propio Kern.
Luego de este filme, Kern realizó una de sus obras más
conocidas y tal vez la más emblemática del Cine
de la Transgresión, la ya mencionada The Manhattan
Love Suicides. La película consistía de cuatro
cortos referentes a violentas relaciones sentimentales, entre
los cuales, además de su Thrust in Me, su colaboración
con Kern, se contaban
I Hate You Now (Te
odio ahora),
un violentísimo mini-drama sobre asesinato y auto-desfiguramiento
protagonizado por el también cineasta transgresor Tommy
Turner y Stray Dogs (Perros
vagabundos),
protagonizada por el artista plástico David Wojnarowicz
que cuenta la historia de un homosexual enamorado de un pintor
que sigue al objeto de su deseo hasta su casa y, ante el rechazo
del mismo, se hace pedazos literalmente ante la mirada sonriente
del pintor que utiliza la escena para comenzar un dibujo.
La película se completaba con Woman at the Wheel
(Mujer
al volante),
también repleta de sexo y muerte, esta vez en clave automovilísitica.
A partir de The Manhattan Love Suicides, Kern produjo una
serie de películas orientadas a shockear al espectador
de forma explícita: You Killed Me First (Ustedes
me mataron primero, 1985) presentaba a la actriz-ícono del Cine
de la Transgresión, una joven de aspecto extraño
y personalidad próxima a la locura llamada Lung Leg, personificando
a una adolescente que tras haber
sido quemados sus dibujos por su madre, asesina en forma cruel
a toda su familia.
Submit to Me (Sométete
a mí, 1985) y Submit to Me Now (Sométete a
mí ahora, 1987) parecen confirmar la tésis sostenida
por Mike Hostench en su libro Pantalla de sangre
de que Kern no siempre busca la provocación deliberada
y que muchas veces se limita a retratar a su entorno del Lower
East Side, entorno por demás decadente para la óptica
media.
Estos dos filmes no-narrativos muestran una serie de actos sexuales
y performances sado-masoquistas, intercalados con escenas de sobredosis,
suicidios y muerte en general. La desaparición del argumento
o trama en estas películas lleva un paso más allá
lo expuesto por Kern de la siguiente forma: "Yo tomo lo
que me interesa de las películas y lo pongo en un formato
más corto para no aburrirme. Lo que le interesa al público
americano es el sexo, la violencia y el lado sórdido
de la vida".
Fingered (Dedeada,1986) es tal vez
su obra más conocida y es una nueva colaboración
con Lydia Lunch, y que narra una tormentosa relación de
una pareja de viajeros que culminan violando y asesinando en
una auto-estopista.
El lenguaje de la película es de un grado de obscenidad
tal que en una universidad un grupo de amigos realizaba "Fingered-parties"
consistentes en ver el filme y tomar un trago de cerveza cada
vez que se pronunciaba la palabra "fuck", terminando
la exhibición absolutamente borrachos.
En The King of Sex (El
Rey del Sexo, 1987) hizo transvestirse nuevamente a Nick Zedd
para narrar una fantasía sexual sin demasiado interés
pero bastante porno. Simultáneamente a estas
películas, Kern filmó videos para grupos neoyorquinos
como Cop Shoot Cop o los siempre atentos Sonic Youth,
a los que hizo personificar al Clan Manson para ilustrar su canción
'Death Valley 69' y participó en alarmantes performances
en las cuales simulaba asesinar a un miembro del público
durante conciertos de Lydia Lunch.
Después de un período calamitoso en lo personal
en el que Kern deambuló por San Francisco adicto a las
drogas pesadas y en compañía de todo tipo de criminales,
el director volvió a filmar, tras una difícil desintoxicación,
optando por cortos menos violentamente explícitos y más
estilizados como X= Y (1990), que consistía
esencialmente de una serie de mujeres hermosas jugando con armas
de fuego o Nazi (1991), strip-tease
de una bella bailarina vestida de S.S. que culmina saludando
a la usanza nazi a la bandera norteamericana.
También comenzó a ser reconocido como fotógrafo,
medio al cual dedica actualmente la mayor parte de su tiempo.
Sin embargo sus últimas obras conocidas, My Nightmare
(Mi pesadilla,
1992)
y Sewing Circle (Círculo
de costura, 1992),
demuestraban que a pesar de las desintoxicaciones y cambios de
vida los demonios de Kern seguían latentes:
My Nightmare presenta a Kern masturbándose y fantasiando
sobre una modelo y Sewing Circle es básicamente
una filmación de la performer Kembra Pfahler haciéndose
coser los labios de su vagina.
Otros transgresores
Dentro
de un número considerable pero no excesivamente elevado
de directores seguidores de la estética del Cine de la
Transgresión, se destacan los nombres de Tommy Turner,
Casandra Stark Mele y Tessa Hughes-Freeland. Tommy Turner, amigo
de Nick Zedd y Richard Kern, ha producido una pequeña
cantidad de obras en solitario o en colaboración, entre
las que se destacan la nunca estrenada Where Evil Dwells
(Dónde
yace el mal, 1985), basada en un horripilante caso real
sobre un adolescente que asesinó a un compañero
de clase en el transcurso de un ritual satanista, y Rat Trap
(Trampa
de ratas, 1986),
que describe en forma paralela la vida de un drogadicto y la
disección de una rata.
Casandra Stark Mele es una especie de equivalente femenino (y feminista) de Nick Zedd
y ha producido un par de películas, entre las que se cuenta
We are not to blame (No
nos culpen, 1989),
que cuenta una historia de locura y muerte protagonizada por
dos hermanas que mereció reconocimiento incluso fuera
de los circuitos transgresores y que fue re-editada en forma
drástica por su autora después del estreno, haciendo
desaparecer a todos los personajes masculinos.
Tessa Hughes-Freeman es una directora inglesa ligada tardíamente
con el Cine de la Transgresión pero con ambiciones estéticas
más elaboradas que no impiden la aparición de escenas
impactantes en sus películas Dirty (Sucia, 1992), historia
de una borracha que pierde el control de sus funciones intestinales
y termina conversando sobre el concepto de lo desagradable con
un botones, y Nymphomania (1994), fábula mitológico-transgresora
sobre una ninfa que es violada por un fauno descomunal.
También se podría hablar de artistas y colaboradores
ocasionales como Lydia Lunch, David Wojnarowicz o el brutal performer
Joe Coleman (un
artista educadísimo y culto que ha devorado ratas vivas
durante sus performances) o de varias bandas musicales que formaron
parte del entorno creativo de este cine que, si bien ha ido desapareciendo
al desvanecerse su impacto original, continúa desarrollándose
de la mano de nuevos autores en los circuitos alternativos de
Nueva York.
Gran parte de las obras del Cine de la Transgresión pueden
parecer, apenas quince años después de su realización,
como infantiles y obsoletas en sus recursos para escandalizar,
pero prevalecen como registro de una mentalidad combativa y nihilista
que reaccionó contra todo lo establecido y pueden rastrearse
vestigios de su influencia en obras de cineastas actuales reconocidos
como Danny Boyle y Lars Von Triers (no en Contra viento y marea,
evidentemente).
Los cineastas de la transgresión no tuvieron la oportunidad
de ser domesticados y asimilados por el sistema porque la pobre
distribución de su películas, difíciles
de conseguir inclusive en Nueva York, y la radicalidad de las
mismas hizo que Hollywood no demostrara el más mínimo
interés en sus realizadores, de los cuales tan sólo
Richard Kern parece haber logrado una cierta trascendencia artística.
El Cine de la Transgresión le devolvió significado
a una palabra (transgresión) que se había
convertido en una etiqueta de marketing, llevándola
tal vez demasiado lejos pero ampliando a la vez el alcance del
concepto de libertad creativa y vital. Y pensar que en el Río
de la Plata todavía relacionamos a la palabra "transgresor"
con Marcelo Tinelli.
*Publicado originalmente
en Insomnia Nº58
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