Es indiscutible que en las últimas dos décadas el
tango está resurgiendo a nivel mundial. Este género musical,
controvertido desde su génesis, perdió popularidad hacia la década
de 1960. La exposición en los
medios masivos, las competencias y
certámenes organizados por diversas entidades especializadas en la
cultura tanguera y las políticas estatales de incentivo, han
contribuido a que el tango se manifieste nuevamente como
música
vigente. Pero tal vez lo más interesante radica en la incidencia
que tienen los nuevos cultores, es decir, las personas que en la
actualidad se están acercando al tango.
Identidad y contexto
La música es un espacio de construcción de la identidad y en el
Río
de la Plata el tango se ha constituido como parte sustancial de
ella. Asimismo la danza, en tanto vehículo de comunicación humana,
ha sido siempre continente de significados; por esto es interesante
observar qué sucede con la danza del tango en la actualidad y qué es
lo que los nuevos cultores buscan con su práctica. Es decir, de qué
manera se enmarca en el siglo XXI una danza cuyas características
predominantes nos retrotraen a costumbres de principios de siglo XX.
Es necesario observar el ámbito de desarrollo de este género
musical. Si bien podemos encontrar cultores de tango en academias de
baile y milongas, existe una red de aprendizaje de la danza que toma
espacios alternativos. Muchas veces la enseñanza se realiza en casas
comunitarias de jóvenes estudiantes universitarios o en clubes
sociales barriales, con instructores que no necesariamente son
bailarines profesionales. Al mismo tiempo se observa que quienes
aprenden no son tangueros en el sentido tradicional. Son cultores de
otros géneros musicales, y en general no se adscriben a las normas
preestablecidas en cuanto al comportamiento de género, de modo que
existen permisos: una mujer puede sacar a bailar a un hombre y se
puede bailar en parejas del mismo sexo. El acercamiento al tango
comienza a través de su danza y se caracteriza, en principio, por el
aprendizaje de una sistematización compuesta por una serie sencilla
de pasos. Esto permite el aprendizaje rápido de una danza compleja
para un principiante. Además muchas veces el tango es una excusa
para establecer vínculos espontáneos e intergeneracionales. Un
ejemplo importante de este tipo de grupos es el colectivo “Avalancha tanguera”, destacable por el tiempo de permanencia -diez años
aproximadamente- y por la cantidad de personas vinculadas a sus
grupos de práctica de tango.
Un poco de historia
Tradicionalmente se afirma que el
tango es el resultado de la fusión
de la habanera y la milonga, aunque recientemente se reconoce
también su vinculación con el candombe. El
tango se define como un
género aparte en las primeras décadas del siglo XX y se ubica
geográficamente en el Río de la Plata a la vez que comienza a sufrir
un proceso de exportación e importación de modelos que aún persiste.
Su danza toma la estructura coreográfica de especies derivadas de la
contradanza –el vals, la habanera, la polca y algunas otras danzas
de moda de finales del siglo XIX y comienzos del XX- que se
caracterizan por conservar el tipo de toma de pareja enlazada.
Más allá de la vinculación de los primeros tangos con el ámbito
prostibulario y de la afirmación no comprobable de que su danza en
principio fue practicada por parejas de hombres, existe una
construcción mítica acerca de una sexualidad explícita que los
nuevos cultores parecerían replantear.
Resignificación
La última crisis económica, a comienzos de 2002, en la región
rioplatense produjo transformaciones sustanciales en algunos
estratos sociales. La música sirvió como importante vehículo para la
búsqueda de alternativas que hicieran frente a los cambios. Hay una
franja social que busca crear, a través del
tango, un espacio para
hacer frente a los cambios producidos por la crisis y a la posición
de la sociedad frente al proceso de
globalización. La música vehiculiza esa necesidad; pero los géneros nuevos parecen no colmar
totalmente las expectativas de una franja social que necesita
reacomodarse. El tango ha experimentado, a lo largo de su historia,
un continuo proceso de reconstrucción del sentido. Los actuales
cultores otorgan un significado diferente a la práctica del tango en
comparación con los cultores del pasado. En efecto, el proceso de
transformación no solo se reconoce en las particularidades de cada
estilo tanguero dentro del ámbito de la interpretación musical, sino
que su sobrevivencia también gira en torno a los cambios de discurso
que expresan los cultores en relación con la identidad. De modo que
el tango ofrece un espacio donde realizar readaptaciones y
resignificaciones y éstas se visualizan –entre otros- en el
comportamiento de los nuevos cultores, en lo que dicen del tango, en
lo que creen que significa, en lo que les aporta y en cómo lo
exteriorizan.
A partir de de las entrevistas realizadas a algunos de los nuevos
cultores se desprende que a través del tango se canalizan emociones
individuales que no se registran aisladamente, sino que se reconocen
en muchos de los participantes del grupo. Cuando se los interroga
acerca de sus razones para vincularse al tango, suelen aludir a
recuerdos ligados al ámbito sonoro de la niñez y primera juventud y
a figuras familiares referentes. Es decir, se manifiesta la voluntad
de mantener viva una memoria que los liga a un pasado ennoblecido
que casi siempre se cruza con el sentimiento de pertenencia a un
lugar geográfico específico: el territorio rioplatense.
El proceso de gestación del tango es coincidente con el proceso de
consolidación de las naciones, con un entretejido social que se
buscaba uniformizar. Al mismo tiempo, en la cercanía corporal que
genera esta danza, se ejerce un tipo de comunicación interpersonal
directa y poco frecuente en la actualidad. Quizá el tango es el
pretexto para una vuelta a una comunicación directa que a la vez
vincula a la gente con una época idealizada de certezas sociales e
identidades firmes.
La información recogida en el trabajo de campo y la interpretación
del discurso de los nuevos cultores, muestra que estaría implícita
una búsqueda de las raíces en la historia y esto revela una
reconstrucción de sentido. En efecto, ésta se da luego de todo un
proceso de exportación e importación del tango y se vincula
fuertemente con la visión que los nuevos cultores tienen de sí
mismos como representantes directos de la construcción identitaria
rioplatense.
Desde el comienzo el tango ha sido expresión de una clase social
determinada. Los primeros bailarines volcaron la intensidad de la
creación espontánea, propia de un estrato social que buscaba un
lugar dentro de una sociedad marginadora. Luego se consagró en
Europa como un baile exótico con fuertes connotaciones de
trasgresión sexual. Más tarde, a través de la impronta de bailarines
profesionales vinculados a técnicas de ballet clásico, sufrió
cambios de estética que lo alejaron de la expresión espontánea.
Actualmente los actores sociales renuevan los significados del
género musical, en muchos casos lo despojan de estereotipos y lo
convierten en algo diverso, más acorde al momento histórico y a las
maneras de sentir de los involucrados. Es decir, en la práctica de
la danza comienzan a plasmar una fuerte carga de significados
nuevos. Están utilizando este género musical como lo que el
sociólogo argentino Pablo Vila define como "matriz musical
conveniente". A través de ella se configuran articulaciones de
sentido sobre el concepto de tango en un proceso de “ida y vuelta”
de significados individuales y de aquellos que se plasman a nivel
colectivo.
Consideraciones finales
La nostalgia que producen los clichés de épocas pasadas tal vez sea
lo que motive a verter en el tango una fuerte carga simbólica
asociada con un período idealizado. El estrato social que se
identifica con el tango toma la danza como herramienta capaz de
realizar el ensamble entre los valores que quiere hacer suyos y los
que cree propios de su nacionalidad. Lo interesante es cómo a través
del cuerpo se pueden plasmar los discursos sociales y cómo el género
musical resignifica en función de los mismos.
Esta investigación ha permitido observar y aproximarse a una
respuesta al cuestionamiento de la vigencia del género. Si bien la
evolución de la danza del tango se observa solo en algunos sectores
de la sociedad, esto no debería hacer suponer que haya sufrido un
proceso de pérdida. Se puede afirmar que existen cambios en cuanto a
la posibilidad de invención de nuevos pasos, el recambio de cultores
y la existencia de bailes sociales. Es destacable que todo esto ha
permitido que el espacio tradicional del tango se transforme en un
lugar amplio en el que conviven diversas personas. En consecuencia
los nuevos cultores reconstruyen y reubican al tango dentro de la
sociedad y por esto se transforman en los responsables de su
vigencia.
Para profundizar
acerca de este tema se puede leer:
Mirza,
Juan Pablo et al. (2006), Avalancha Tanguera. Relatos de
un abrazo colectivo, Montevideo, La Encuadernadora.
Santos Melgarejo, Adriana, (2010), “La escena
alternativa del tango en la ciudad de Montevideo: una primera
aproximación”, en Tu tesis en Cultura, Montevideo: Ministerio
de Educación y Cultura.
_____________________,
(2008)
- Avalancha tanguera: estudio de un caso. Actas del VIII
Congreso de la IASPM-AL. Versión on-line
en
www.iaspm-al.org
* Publicado originalmente en la
edición 2012 del Almanaque del Banco de Seguros del Estado.
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