Háblame, Musa, de aquel varón de religioso brío
y poderosa carga hormonal, que con dionisíaca gestualidad
y ditirámbica labia estremece las noches pelágicas
de la radio.
Hoy escuché sólo cinco exorcismos. ¡Sai demonio,
sai, sai, sai demonio! ¡Deixa livre esa povre criatura!
Con esto, en una batahola de alaridos, suspiros de agonía,
y lejanos ululares de la multitud estremecida en la platea, el
primer demonio abandonó el cuerpo
de una joven que, ya liberada, expresó: ah, ya fui revelada.
¿Se siente mejor ahora?, preguntó entonces el exorcista;
sí, ahora estoy perfectamente; aquello era imposible, la
verdad, respondió la desposeída. ¡Alabado
sea el Señor!, gritó entonces el técnico
en extracciones satánicas. Los otros cuatro demonios salieron
por efecto de trámites parecidos. Sai demonio, estoy revelada,
gracias; sai, sai, sai. Fue una noche intensa. Nadie sabe que
significa estar revelado, pero no importa. Son fotos.
Normalmente, escucho como máximo tres exorcismos cada
noche. Pero los tiempos son difíciles, el fin está
cercano, los demonios acechan debajo de cada baldosa suelta.
Los exorcismos se propalan en Montevideo a través de tres
o cuatro radioemisoras. En cambio, el hardcore de la fe se desarrolla
durante tres horas ininterrumpidas en una sola radio. Música
y alabanzas al Señor, con historias de milagros y conversiones
emocionantes a la fe verdadera. Como plato principal, un discurso
grabado de un eclesiástico.
Los temas son variados: Satanás
acecha en forma de culo sabroso; Satanás,
en forma de culo sabroso, acecha; Satanás, sabroso, acecha
en forma de culo; en
forma de culo sabroso, acecha Satanás; acecha Satanás
en forma de sabroso culo.
Quisiera poder expresar con justicia el color marrón viscoso
de sus discursos. El hombre comienza a hablar de lo poco que somos,
de lo enormemente pecadores que somos, dice que no servimos para
nada, pero que si confiamos en Dios,
está todo arreglado. Es una idea bastante clara. Luego
demuestra que el universo está en el error. En seguida
demuestra que él dice la verdad porque lo que dice está
escrito en la Biblia. Como se sabe, la Biblia dice la verdad,
porque la escribió Dios, a través de los profetas;
por lo tanto, la verdad
de la Biblia demuestra la existencia de Dios. Entonces hace
una pausa, ordena al público a repetir alguna frase importante
(por ejemplo: Dios es bueno
porque perdona nuestros pecados; ¡Más fuerte! ¡Dios
es bueno, Dios es bueno! Un aplauso para el Señor [sic],
amén), y
habla de los males de este mundo.
Este es el núcleo del discurso. Aquí se apasiona,
se encoleriza, lanza anatemas. Su idea, expresada con algunas
variantes, es que el sexo es un escándalo.
Es cierto: cualquiera que haya visto La vaca
y el pollito sabe que Satanás es un tipo rojo con el
culo al aire.
La composición escénica del jerarca de esta iglesia
radial ya fue descrita en el siglo XV por Juan de Mena en su Laberinto
de Fortuna:
Ya començava
la invocaçión
con triste murmuro y díssono canto,
fingiendo las bozes con aquel espanto
que meten las fieras con muy triste son,
ora silvando como dragón,
e como tigre faziendo estridores,
ora aullidos formando mayores
que forman los canes que sin dueño son.
Como los aristócratas
de la Iglesia medieval cuando describían con fruición
las perversiones que prohibían, los escritos inmorales
que excomulgaban, las imágenes miniadas que condenaban,
este hombre queda poseído por una pasión incontenida,
y de su boca brotan las más perturbadoras imágenes.
Si los críticos discuten sobre la definición de
pornografía, de
las diferencias con el erotismo,
si se pelean denostando a tal escritor, ensalzando a tal otro,
ante este hombre de la Iglesia llegarían a un acuerdo unánime:
es un pornógrafo, o mejor un pornólogo. El religioso
produce un estro general en el ámbito eléctrico
del templo, y en el último momento
aplica su técnica de retención, no se sabe si aprendida
en un seminario de sexología o si tomada de la mística
tántrica o taoísta: el caso es que la energía
destinada a la dispersión orgónica se reabsorbe,
sube por los chakras y se convierte en aleluya. Un auténtico
Divino Marqués, o Marquez.
* Publicado
orginalmente en Insomnia
|
|