Nadie habrá dejado
de observar que un culo
no es lo mismo que unas nalgas.
Para empezar, el diccionario que contiene este inapreciable instrumento
informático a través del cual vierto vocablos a
una misteriosa memoria electrónica, no registra la palabra
"culo", indicio de lo cual es el coqueto subrayado rojo
que aparece bajo ella cada vez que la hago surgir en la pantalla.
Lejos de suponer que para la gente que compuso tal diccionario
no existe ni siquiera la taba, que, cualquiera sabe, puede caer
según la disposición denominada culo, amén
de otras, o que dichas personas no frecuentan la postura sedente.
En cambio, las nalgas son completamente insubrrayadas, adecuadas
para todo uso lingüístico, y ni siquiera en una forma
extrema (por ejemplo, escribiendo NALGAS, o nalgas, o aun
¡Nalgas!) su exposición al público
merecerá comentarios condenatorios.
Por lo demás,
aquí se permite el empleo de "culo" porque hemos
tomado la palabra como objeto de estudio, pero difícilmente
se aceptaría usarla como el resto de las aquí empleadas.
Se nos permite escribir culo mientras hablemos del signo y no
del referente. Bastaría una afirmación del tipo
Artigas tenía culo para dar movimiento a un ejército
de senadores, ministros, abogados, editorialistas y sociólogos,
con un costo estimado, por concepto de salarios, tiempo de antena,
valor del papel y los impuestos correspondientes, de varios centenares
de miles de dólares: el poder de una sola palabra.
El caso es que, según
ha sido escuchado, estamos en la Era de la Imagen,
por lo cual toda discusión acerca de la palabras peca de
delicuescencia. Durante el verano
se emitien programas de televisión donde se ofrece un panorama
de lo que ocurre en ciertos ámbitos de Punta
del Este. Sus infatigables creativos encuentran sana recreación
en la inserción periódica de culos femeninos tomados
en lo que técnicamente se denomina Primer Plano (PP) o,
a veces, en Primerísimo Primer Plano (PPP). Si pudiéramos
acceder a los guiones de tales programas ¿cómo encontraríamos
expresadas las tomas antedichas? Cabe exprimir el magín
hasta el extremo de "PPP NALGAS MUCHACHA ACOMODANDO SLIP",
pero probablemente sea más recomendable suponer que el
Director le dice al camarógrafo, en una formulación
de guión que ni Joris Ivens: "Carlitos, tomame culo
de la minita ésa".
El problema no radica en
abolir la afectividad que rodea una palabra. ¿De qué
valdría entonces la diferencia entre "culo" y
"nalgas"? El repertorio de los escritores
se vería tristemente limitado si todas las palabras fueran
igualmente neutrales, en relación con un estándar
que establece determinada cultura, y también el habla cotidiana
resultaría achatada, desleída y falta de energía.
Como, paradojalmente, resulta chata, desleída y cansina
toda la programación televisiva salpicada de culos postadolescentes.
* Publicado
originalmente en Insomnia Nº 11
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