El corto camino al infierno
Aquello de muere joven y sé
un cadáver bonito, se ha establecido como un tétrico lema,
asociado al también conocido sex, drugs &
rock & roll, grito
de guerra de cualquier rock-star que se precie de tal,
(y de muchos que no lo son también).
Resulta casi inevitable pensar
qué hubiera hecho tal o cual artista
si hubiera vivido más años: en caminos
creativos tan cortos y fructíferos cabría
pensar qué más le quedaba por dar artísticamente
si
hubiera tenido algunos años más para vivir. Cierto es también
que
casi nadie imagina a aquéllos que fueron alcanzados muy temprano por
la guadaña, ¿cómo se verían viejos?, sus imágenes eternamente jóvenes
han quedado fuertemente estampadas en la memoria de quienes aprecian
la obra de ésos ídolos que se marcharon físicamente para siempre de manera tan
imprevista. Y así es como son recordados, sin arrugas, con un
futuro por delante que jamás llegaron a disfrutar,
(¿alguien podría imaginar a Jim Morrison hoy?, canoso, arrugado, y transitando vaya a saber
cómo la sexta década de vida).
La edad de 27 años, ha
quedado patentada como el gran escollo a sortear para las estrellas
de rock. Mucho se ha escrito acerca del “mito de los 27”. Parece
cosa del diablo, pero desde hace varias décadas, éste viene metiendo
la cola en la vida de algunas luminarias musicales en ése momento de
la vida. El coletazo ha alcanzado no sólo a personalidades del
rock
sino también, a artistas de otras disciplinas. Además, en todo los
casos, nunca ha quedado del todo clara la causa del deceso, las
turbias circunstancias en las que se produjeron éstas muertes, la
falta de pruebas y testigos que acrediten de manera contundente
cuándo, cómo y debido a qué murieron, agregan un
misterioso paréntesis abierto que nunca ninguna exhaustiva
investigación pudo cerrar.
El antecedente más conocido es
un blusero
que murió cuando el
rock ni siquiera existía: Robert
Johnson. Su legado son apenas 29 canciones, y
de él
sólo se conservan un puñado de fotos. El halo de misterio sobre su
vida y obra lo convierte en un músico de culto
para las generaciones
posteriores, tanto en el blues y el
jazz como en el
rock.
La mayor leyenda en torno a Johnson es un supuesto pacto con el
diablo a cambio de que éste le revelara los secretos para ser el
mejor bluesman del mundo.
El músico dejó registrada su obra en sólo dos
sesiones de grabación entre 1936 y 1937; el diablo le cobró
aquél trato y una noche de 1938 se lo llevó de un modo particular
al infierno: un marido celoso le
habría envenenado el whisky; cosa de mandinga.
La década de 1960 y las cuatro Jotas
La década de
1960 fue sin dudas un
período bisagra en el siglo XX. Numerosos cambios, innovaciones y
conflictos se desarrollaron en esos años en los que el
rock se
establecía sólidamente en un territorio que estaba en las antípodas
de una moda pasajera como algunos habían pregonado una década atrás.
Se trataba ya de una cultura con sus códigos y valores, sus prototipos y modelos,
sus santos y pecadores. En éste sentido, el
rock, fue la banda sonora de una generación convencida de que un
cambio radical del mundo era posible. En Estados Unidos una nueva
forma de concebir la vida a través de la música y el arte comenzaba
a moldearse a mediados de la década de
1960: desde San Francisco
hacia el resto del mundo nacía, predicando paz y entendimiento, el
movimiento hippie. Varios músicos adoptaban la
filosofía hippie, que incluía, el consumo de drogas
como una forma de expandir la creatividad, el conocimiento y la
percepción. La liberación de los sentidos a través de sustancias
alucinógenas llevaba a un estrato más elevado de autosatisfacción
personal, no quedando claro,
innúmeras veces cuán
lejos se estaba del
suelo. En la segunda mitad de esa década la psicodelia era un
ingrediente trascendente en el rock.
Pero toda ésa felicidad y armonía, ése reino de paz y amor, en pocos
años acabaría por derrumbarse. El exceso en el consumo
y la exaltación exagerada de los efectos
benéficos de las drogas difuminaba los límites y hubo varios
que se “pasaron de rosca”. La
inocencia de la década de 1960 llegaría a su fin con
las trágicas muertes de algunos de sus máximos y más conocidos
exponentes; el sueño hippie de cambiar el mundo
se desvanecía y ahogaba en su propia utopía.
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Brian Jones, alma mater de los
Rolling Stones,
sería considerado la “primera J”
(la segunda si
tomamos en cuenta a Johnson), de una seguidilla de estrellas de rock
que incluían ésa letra inicial en su nombre o apellido, y que
morirían en un lapso de dos años, todos a la edad de 27 años.
Los problemas
personales de Jones
con algunos miembros de la banda, sumado
a su
desacuerdo respecto al
rumbo que tomaba el grupo, provocaron su despido en junio de
1969. El 2 de julio, de
ese mismo año, Brian Jones es encontrado muerto:
se supone que había muerto mientras nadaba en la piscina de
su casa debido a un severo ataque de asma
que involucraba haber consumido drogas y alcohol.
Décadas después de la
muerte del músico, en
2005, el cineasta Stephen Woolley
lanza un polémico filme llamado Stoned, su ópera prima, en el
que muestra otra teoría, la del homicidio,
que cobra fuerza y adquiere cuerpo en el
asesino de
Jones, Frank Thorogood, un constructor que
se encontraba realizando trabajos en la casa de Brian. La relación entre Jones y Thorogood era muy mala. El
director entrevistó a los dos únicos testigos que podían decir algo
más: la novia de Jones, Anna Wohlin, y una amiga de nombre Janet,
quienes le contaron a Woolley que no había habido
una noche de
excesos previo a la muerte del músico.
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Apenas algo más de un año después,
y con diferencia de un par de semanas, la
muerte se cobraba las vidas
de Jimi Hendrix (18 de setiembre de 1970),
y de Janis Joplin (4
de octubre de 1970). Dos mazazos en
pocos días:
el rock no se
recuperaba del impacto de la muerte de Jimi, cuando debió digerir
la partida de la “dama blanca del blues”. A
Hendrix le faltó poco para llegar a los 28. Un letal cócktail de
pastillas para dormir y alcohol podrían haber sido la causa de su
muerte, ocurrida en la habitación de un hotel londinense. Pero
su
caso tampoco está exento de la sospecha de asesinato:
el manager de Hendrix, Michael Jeffery,
(quien era también manager de The Animals),
habría inducido al músico a consumir una mezcla
letal de drogas para matarlo y cobrar un suculento seguro cuyo principal
beneficiario era el propio Jeffery. Preocupado porque un inminente cese
del acuerdo entre ambos, finalizara, Jeffery
habría confesado en una noche de copas en 1971 a James Wright, un acompañante
de Hendrix en sus giras, haber asesinado
al músico con la mezcla fatal para
intentar cobrar los dos
millones de dólares del
seguro; Jeffery murió, en marzo de 1973, en un accidente de avión en
Francia.
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La mujer que supo partirle una
botella de whisky en la cabeza al mismísimo Jim Morrison, Janis
Joplin, moriría poco después tras
una larga sesión de grabación de su nuevo disco Pearl;
Janis al final de la grabación
había decidido irse de tragos para celebrar. La heroína que consumió
esa noche, poseía una llamativa pureza, muy superior a
la habitual.
Su cuerpo fue encontrado horas después en una habitación de un hotel
de Los Ángeles. Janis a sabiendas de lo peligrosa que era
la dosis, y
siendo una conocedora de las drogas
y sus enormes riesgos, igual la consumió;
nunca se
encontraron las jeringas que usó, especulándose que alguien más pudo
haber estado en el momento del terrible hecho. La versión oficial
determinó muerte por sobredosis de heroína.
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Exactamente dos años después de
la muerte de Jones, Jim Morrison también moriría. Desdeñando el circo rockero, el rey lagarto
decide irse a París a dedicarse de lleno a la que sentía su
verdadera vocación: ser poeta, pero además, en Estados Unidos,
Morrison estaba acusado de exhibicionismo, y eso implicaba
la
cárcel.
Un fatídico día de julio, fue encontrado muerto en la bañera de su
apartamento parisino, por su pareja, Pamela Courson, con quien
convivía. Un doctor de apellido Vasille,
(que se ha negado hasta hoy
a hablar del tema), declaró “muerte por paro cardíaco”. No se
realizó autopsia, y a pesar de que habría sido deceso por causas
naturales, no se le permitió ver el cuerpo a los padres de Jim. Fue
sepultado con inusual rapidez en el Cementerio Père Lachaise de
París. Sólo dos personas vieron a Jim muerto, Vasille y
Pamela (que pretendía ser diseñadora de moda, llegando a tener una
boutique, financiada por el propio Morrison). Pero Pamela murió de
sobredosis de heroína en 1974, irónicamente también a los 27
años,
alucinando con la imagen de Jim y sintiéndose en parte culpable de su
muerte. Una teoría afirma que Morrison no murió, y anda hasta
nuestros días, con otra identidad. Entre las pocas personas que
asistieron al funeral de Jim estaba John Densmore, baterista de The
Doors, quien para agregarle más misterio al asunto exclamó al ver la
tumba de su compañero:
“no puede ser, es muy corta”.
El vuelo del ángel rubio
La muerte de Kurt Cobain tiene
cabos sueltos por doquier, que involucran a su viuda Courtney
Love y a al amante de ésta, Eldon
“El Duce” Hoke, de la banda The
Mentors. El cadáver de Kurt fue encontrado por un electricista, un
tal Ary Smith, que hacía algunos trabajos en la casa de Cobain, el 8
de abril de 1994, tres días después de que, según la teoría más
difundida, se suicidara con un tiro de escopeta. Abrumado por la
fama, las giras, lo que implicaba ser una personalidad con una
exposición pública tan enorme, Kurt, en una carta encontrada poco
después de su muerte, confiesa que quiere abandonar
ese mundo fastuoso y
artificial de las estrellas de rock, ya que no disfrutaba de
eso, y se sentía devorado por el mainstream que tanto rechazaba;
quería dejar la música. Kurt consumió una alta dosis de heroína
antes de dispararse. Pero además, si Kurt había consumido una alta
dosis de droga (que según conclusiones médicas se estipuló en tres
veces más elevada de una que sería mortal), ésta pudo haberlo dejado
en un estado inconsciente
o al menos, casi,
¿y cómo pudo entonces
haber manipulado un arma pesada bajo el
contundente efecto de la heroína?, pregunta que se hacen
hasta los propios
investigadores. La escopeta utilizada,
que estaba cargada con tres cartuchos
(uno
sería suficiente para matarse, ¿no?), fue destruida, desaparecieron
las
fotos del cadáver,
los investigadores fueron a la casa de Kurt
a examinar la escena del deceso recién un mes después
del mismo. Hoke, confesó en abril de 1997 en
los mass media, y como testigo de una película que el director Nick
Broomfield estaba realizando, que Courtney le había hecho una oferta
a fines de 1993 de 50.000 dólares para que matara a Kurt, “y
pareciera un accidente”. Días después de lanzar la bomba
mediática, Hoke fue encontrado muerto en unas vías de tren
(¿un
testigo silenciado?). Como si
todo esto fuera poco, el padrastro de Courtney
afirmó en ése mismo filme
“estoy seguro que Courtney tuvo
algo que ver en la muerte de Kurt...”;
una tarjeta de
crédito del músico fue usada en los días
en los que éste ya estaba
supuestamente muerto. Courtney Love,
quien se sentía tan estrella de rock
como Kurt, había llegado a decir que ella sería la estrella más
importante de los dos: ¿pudo
haber muerto Kurt, tal vez, por una
una cuestión de egos? Antes de ser
encontrado muerto Kurt tenía planes de denunciar a Courtney por adulterio y
divorciarse, además de excluirla de su testamento. En el
medio estaba Frances, la hija del matrimonio, de la que era
posible que Kurt hubiera obtenido la custodia. La autopsia fue realizada por
un médico amigo de Courtney, Nikolas Hartshorne,
(así no
vale querida Courtney), quien dictaminó la muerte por suicidio; para
la policía eso fue suficiente.
Bonus Tracks
El 16 de junio de 1994, a poco
más de dos meses de la muerte de Kurt, moría, también a los 27 años, Kristen Pfaff, la bajista y segunda voz de
Hole entre 1993 y 1994,
nada menos que integrante de la banda de Courtney Love. Fue encontrada muerta por
un amigo que entró a su habitación. Su deceso fue por sobredosis de
heroína.
Richey Edwards, guitarrista y
compositor de los galeses Manic Street Preachers, desapareció el 1
de febrero de 1995. Su caso reviste misterio ya que no se
sabe qué fue de él luego de ése día, y recién en 2008 la policía
británica lo declaró como “presuntamente muerto”. Algunas
personas posteriormente
han afirmado ver a Richey. Al momento de su
desaparición tenía 27 años.
El pintor, artista
plástico y grafitero neoyorquino de sangre haitiana y portorriqueña,
Jean Michel Basquiat, amigo de Warhol, tuvo pretensiones de
ser músico, llegando a actuar en el CBGB´s, club del cual era
habitué. Murió a los 27 años, el 12 de agosto de 1988, de sobredosis de
heroína, otro más.
Atrás en el tiempo, el poeta
simbolista franco-uruguayo Jules Laforgue moría de tuberculosis, el
20 de agosto de 1887, cuatro días después de haber cumplido los 27
años.
Dos que se pasaron por poco:
Shannon Hoon, cantante y compositor de Blind Melon, muerto por
sobredosis de cocaína el 21 de octubre de 1995, tenía 28 años
hacía
menos de un mes.
El actor de cine y televisión
australiano Heath Ledger, murió en New York el 22 de enero de 2008.
La causa fue una accidental mezcla de medicamentos de uso común.
Tenía también 28 años.
* Publicado
originalmente en La Diaria / Montevideo - Uruguay |
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