"soy un caprichoso
usador de palabras,
no un poeta. Ésa es la verdad."
(Dylan Thomas)
El gato persa que Dylan Marlais Thomas nunca tuvo restregaba
su lomo contra las patas de la mesa mientras amanecía
en el condado de Carmarthenshire. Efectivamente, aquella estevada
casa sobre pilotes, levantada a orillas de un estuario en el
corazón de Gales, carecía por completo de ratones;
y el poeta lo sabía, aunque de vez en cuando diera un
grito y se trepara a una silla ante la admiración de todos.
Cuando las crecidas invernales del río Towy anegaban el
jardín, tal vez se entretuviera apedreando los zarapitos
o entrelazando nombres que rimaran con cada una de las colinas
que se veían al este, en la margen opuesta del río,
pero esta mañana no había nadie en la galería
ni en el cobertizo, ni nadie sentado a la mesa garabateando nombres
sobre tan arrebatador paisaje. No, aquella habitación
estaba empolvada de silencio y sólo se inflamaba con los
ronquidos de un hombre pálido y resacoso, que en el milagro
de su impotencia, la noche anterior y sin saberlo, habría
comenzado a escribir dos de los poemas más hermosos de
la lengua inglesa de este siglo. Corría el verano de 1951.
Dylan Thomas
puede haber elegido la muerte de innumerables maneras a lo largo
de su falsaria vida, pero sólo una lo llevó a confesar:
"I
make this in a warring absence when
Each ancient, stone-necked minute of love´s season
Harbours my anchored tongue.."(1)
I. Hacia el comienzo
Bajo,
con el pelo rojizo ensortijado y los labios carnosos, ojos que
resaltaban la expresividad de una voz de histrión shakesperiano
con notables dotes de actor, Dylan Thomas, que a los cuatro años
ya declamaba de memoria versos de Ricardo II sentado en
las rodillas de su padre (una
obra que le ocuparía años después siendo
parte del elenco del Swansea Little Theatre), se propuso a sus diecisiete
años representar el más ingrato de los oficios:
el de ser poeta.
Nació en Swansea
(Gales del Sur),
una pequeña ciudad que conoció la prosperidad con
el auge del comercio marítimo a comienzos de este siglo,
en el número 5 de Cwmdonkin Drive y un 27 de octubre de
1914; quien "antes de nacer ya sufría" estaba
llamado a ser uno de los espíritus de su época.
Tan lejos del criticismo intelectual de T.S. Eliot, como de la poesía
social que en los años 30 liderara Auden en Oxford, su
poesía comienza a gestarse en el período de entreguerras
con la inédita influencia de un surrealismo inglés
y, en mayor medida, con el retorno de una religiosidad incandescente,
donde se mezclan por igual imágenes de rica tradición
celta con temas de ufano carácter bíblico o imbricada
simbología sexual.
Adelantándose a la tesis de George Oppen, el poeta embarca
sus sentidos -y a menudo pierde el rumbo- en develar la "significancia
cósmica de la anatomía humana". En una
carta a Pamela Hansford Johnson afirmaba devotamente que "todos
los pensamientos y los actos emanan del cuerpo. Por lo tanto,
la descripción de un pensamiento o de una acción
-por abstrusa que sea- puede ser comprendida llevándola
al nivel físico. Toda idea, intuitiva o intelectual, puede
ser imaginada y traducida en términos del cuerpo, su carne,
piel, sangre, nervios, venas, glándulas, órganos,
células o sentidos."
En
una atmósfera exaltada, rayano en la grandilocuencia y
la teatralidad, Dylan Thomas se deja manejar por las imágenes
con el único presupuesto de atenerse al objeto musical.(2)
El primer
verso irrumpe como un vivo fogonazo. "Should Lanterns Shine",
"Hold Hard, These Ancient Minutes in the Cuckoo´s Month",
"O Make me a Mask" o "If my Head Hurt a Hair´s
Foot". A partir de allí, el poema trabaja con una
sucesión de imágenes contrapuestas,
que aniquilándose unas a otras, se traslucen en sus primeros poemas
de un marcado carácter opresivo. Si de algo adolecían
entonces era de falta de continencia. Un esfuerzo que el Dr. Daiches
refiere como "el intento de comprimir demasiado en demasiado
poco espacio".
De todas formas, la impresión que nos queda a su lectura, más allá
del tratamiento técnico de un estilo que poco nos importa,
es la certeza, corroborada una y otra vez, de que aquel primer
verso permanece indemne, y que el poema se desarrolla tan sólo
como una posible interpretación de algo, de por sí,
ya bastante oscuro. Sin embargo, en sus últimos poemas
se avizora la claridad y la apertura como nota preponderante,
y es en ellos donde el poeta alcanza su máximo esplendor.
En
obras como: "In the white giant´s thigh", "Fern
Hill", "Poem in october", "Do not go gentle
into that good night", "Elegy", "In country
sleep" o "Poem on his birthday", recuerda y hace
evidente aquella notable premisa de Frost: "From Delight
to Wisdom".(3)
"Un diccionario de rimas, una pequeña selección
de objetos naturales y un don de dos centavos para enhebrar palabras
bonitas juntas, y uno puede escribir todo el día.
El hombre que dijo por primera vez Veo la rosa, no dijo nada,
pero el hombre que por primera vez dijo La rosa me ve expresó
una verdad maravillosa [...] en: "Mi sangre nace en
las venas de las rosas", le das a la rosa una vena humana
y les das a tus venas la sangre de la rosa, y esto es una relación.
"Soy su hijo" es poco comparado a "Soy
su carne y su sangre".(4)
En cuanto al tema todos sus poemas son monográficos: humanidad
en la naturaleza. Y cuando opta por la primera persona lo hace
de forma impersonal, alejado de lo cotidiano, conservando únicamente
cuento hay de sufrimiento, frescura o muerte en cada uno de los
hombres, sus hombres. Él nunca caracterizó la vida
privada en un poema, como lo hiciera por ejemplo Yeats en "The
Tower", sino que relegó sus datos autobiográficos
para ser revividos como fragmentos de prosa, con su genio para
la conversación, la improvisación de monólogos
e historias, tanto en una locución para la BBC, como en
una universidad norteamericana, un teatro o en el más
ruinoso de los tugurios.
II. Una obra en marcha
Para
aquellos que han crecido a la vera de una rica tradición
religiosa y cultural, rica en cuanto variadas son las posturas
dentro del protestantismo, desde protestantes-inconformistas,
metodistas-disidentes y predicadores salmistas que han hecho
tronar su reclamo en todas las capillas de Gales desde el siglo
XVII, podría resultar tentador y a veces fraudulento,
apostatar la fe religiosa para convertirse en bardos de una "nación
musical".
Una postura más cercana al paganismo, con su sincrética
visión del hombre y la naturaleza, ante el pasaje de las
estaciones, los ríos y la muerte, que a cualquier doctrina
teocrática. Hecho éste que por otra parte, significaría
retrotraerse a tiempos anteriores a Cromwell y la Reforma. Esta
recreación de una consciencia pagana en las primeras décadas
del siglo XX, marcó uno de los aportes de Dylan Thomas
a la poesía.
Precedido e influenciado por dos ilustres detractores de las "viejas
costumbres", como lo fueron su contemporáneo, y polémico
escritor anglogalés, Cardoc Evans, autor de varias novelas
y una obra de teatro (My Neighbours), que entre otras escatologías
afirmó: "Gales podría ser una tierra más
prometedora y cristiana si cada iglesia fuese quemada para construir
sobre sus cenizas una taberna"; y la primera persona que
tuvo consciencia de su enorme talento, ya en la temprana juventud,
y que posteriormente abarcaría una definitiva influencia,
posiblemente la única, en toda la obra de Dylan: su padre,
D.J. Thomas. Escritor frustrado, licenciado en filología
por la universidad de Aberystwyth, daba clases en la Swansea Grammar
School a la que asistió Dylan entre 1925 y 1931.
Fútil nos podría parecer, y hasta gratuito, querer
trazar un paralelismo entre Dylan Thomas y Henry James, si bien
es cierto que los dos escritores se dedicaron al ejercicio de
su Arte con la meticulosidad de un esteta, pero no siendo casualidad
que "el Maestro" concibiera el mundo ideal como un
hospital de lujo y que el poeta de gales muriera alcoholizado
en una taberna de Nueva York, confiamos en que el placer de elucubrar
nos lleve a golpe de inferencias desde un muladar hasta los salones
de Babilonia.
Pero en este caso, y sin pecar en la adocenada interpretación
que de la muerte de Thomas hacen la mayoría de sus biógrafos,
hay, es cierto, un claro paralelismo en el rol de sus respectivos
padres. Y esto es así, en cuanto que los inmediatos ascendentes
de ambos escritores hayan tenido una destacada influencia de
"liberalidad-religiosa" en aquellas mentes jóvenes
y receptivas, cuando éstas recién despertaban a
la complejidad del mundo.
En
pocas palabras, el padre de Dylan Thomas, al igual que el de
Henry James, tal vez no legaran la definitiva respuesta a sus
inquietudes de índole moral o religioso, pero sí
les dejaron, y esto es quizá mucho más importante,
la libertad formativa y la vasta herencia de una cultura. Algo
que el escritor norteamericano siempre supo agradecer; sumado
a la cuantiosa herencia que le tocara recibir de su abuelo, un
fiel seguidor de la iglesia presbiteriana -tres millones de dólares
de la época-, lo enfrentaba a la vida con la única
preocupación de un creador por su obra.
Es
decir, se completó con la tercera generación de
los James un círculo, que para mayor gloria del Dr. Maslow,
forman las necesidades materiales, las necesidades espirituales,
y las necesidades intelectuales y artísticas. Para desgracia
de nuestro doncel galés, su abuelo, Evan Thomas, fue,
es y será un pobre pastor congregacionista de la aldea
de Johnstown, y lo único que sobrevivió a su descendencia
bien puede haber sido una cierta pasión por la sopa con
picatostes. No le quedaba pues otro remedio que salir a venderse,
con toda su gracia y su moldura, sin un centavo en el bolsillo,
primero a Londres y luego a los Estados Unidos, donde completó
cuatro giras leyendo poesía en auditorios repletos de
quinceañeras enamoradizas y entomólogos jubilados.
De no haber sido así, probablemente no habría escrito
Under Milk Wood, pero tampoco habría asistido a
su última tertulia en la "White Horse Tavern".
Por lo evidente nos apresuramos a agregar que Dylan Thomas no
era un chico de Harvard como Eliot, y, para colmo de males, cuando
le tocó ir a Londres, allí ya no estaba Ezra
Pound.
Ya finalizada su formación básica, y sin demasiados
honores, a excepción de una destacada puntuación
en el examen final de lengua inglesa, Dylan abandona la Swansea
Grammar School e ingresa como reportero de un periódico
local, el South Wales Daily Post. Empleo éste que
obtuvo gracias a la mediación de su padre, quien por aquel
entonces ya se habría resignado en sus pretensiones de
enviar a Dylan a Oxford. Las ambiciones filiales no pasaban por
aquella ciudad, ni tampoco por el South Wales Daily Post:
Reportes funerarios redactados con la precisión de un
paisajista, críticas de cine y teatro alternativamente
insultantes y siempre cínicas, donde los personajes más
reputados de la escena galesa eran vapuleados hasta el cansancio,
hecho que normalmente sucedía mucho después de
que el involucrado soltara el periódico y empuñara
el teléfono, pidiéndole explicaciones al Editor
en Jefe, al Jefe de Reporteros y a las Doce Parcas.
Su breve y tumultuoso pasaje por el periodismo ha legado a la
posteridad sólo dos cosas: "The Antelope" y
su afición al escándalo. El primero figuraba entre
sus bares favoritos, cuando después de una jornada de
trabajo dejaba la redacción y se encaminaba hacia el puerto,
envalentonado y con un Woodbine en los labios, a escuchar la
retahíla de historias contadas por marineros ingleses,
entre tufaradas de alcohol y prostitutas avejentadas. La resaca
de tales borracheras le serviría de inspiración
tiempo después para escribir el cuento "La vieja
Garbo", que apareciera formando parte de su "autobiografía
provinciana": Portrait of the Artist as a Young Dog
(Retrato
del artista bribonzuelo) en 1940.
Esta colección de cuentos nos presenta a un Dylan estereotipado,
con la divisa del adolescente que viviendo en la ciudad, hijo
de una clase media inglesa que en otra época nos diera
a los Keat´s y a los Browning´s, se vuelve al campo
en busca de inspiración y del lugar idóneo donde
concretar sus desaguisados. En un marco de granjas familiares,
animales silvestres que son sistemáticamente perseguidos,
cuando no exterminados, graneros, colinas y trifulcas de todo
tipo -una de ellas intitulada "La Pelea", contra el
músico Daniel Jones-, Dylan Thomas se explaya y nos lleva
a la emoción cuando contemplamos su inocencia desde la
perspectiva de una vida que resultará comparativamente
trágica.
Los diez cuentos que integran esta antología están
escritos sin afectación y con la magia característica
del autor, alternando con
desigual fortuna cada uno de ellos, entre la primera y la tercera
persona. Como ejemplo de su estilo bástenos citar este
fragmento de "Los Duraznos":
"Entramos
en el patio de la granja de Grosehill; resonaron los adoquines
y los establos negros y vacíos recogieron el sonido ahuecándolo,
de modo tal que hicimos alto en un vacío círculo
de oscuridad; y la yegua fue entonces un animal hueco, y me pareció
que nadie vivía en la casa hueca, al final del patio,
salvo dos palos con rostros tallados como nabos...
El frente de la casa era el costado de una concha oscura y la
puerta de arco un oído que escuchaba. Empujé la
puerta y salí del viento, entrando en el pasillo. Era
como si después de haber estado caminando por la noche
hueca y al viento, atravesara una alta concha vertical, hacia
la costa de un mar interior. Al final del pasillo se abrió
una puerta; vi los platos en los anaqueles, la lámpara
encendida sobre la mesa larga cubierta de hule: <<Prepárate
a reunirte con tu Dios>> bordado sobre la chimenea,
los sonrientes perros de porcelana, el castaño ennegrecido,
el reloj vertical, y entré corriendo en la cocina y me
eché en los brazos de Annie".
Una reseña aparte merecerían sus Relatos completos(5), y si hemos de
destacar alguno nos quedaríamos con tres. En "Los
Huertos", el autor, el héroe, un recolector de manzanas, sueña
con una mujer espantapájaros y su hermana de carne, una estaca, que
protege la colina donde se yergue su círculo de árboles
frutales. Ella le señala los árboles que arden y
los pájaros que vuelan. Al despertar, Marlais, el héroe,
emprende un viaje mítico a través de once huertos,
hacia el oeste y hacia el mar. Con el atardecer del tercer día
llega al onceavo huerto y merienda con las dos hermanas en un
círculo de manzanos, sobre una montaña de carbón.
El fuego que crepitaba en los árboles ya se había
extinguido y la amante del poeta era un espantapájaros
de púas.
En "El Visitante", la agonía de un hombre se
puebla de fantasmas. Desde el crepúsculo hasta el alba
de su último día recorre el valle de Jarvis en
brazos de un espectro, ve secarse los ríos que azogaban
las rocas, ve la crisálida detenerse en el aire. Al amanecer
le pregunta a su esposa por qué le cubre el rostro con
una sábana.
En "El Niño en Llamas", un clérigo comete
incesto con su hija y lleva al pecado de la carne para quemarlo sobre
un matorral de aulagas. La expiación es asumida con esta
frase: "la muerte recostó las flores oscuras".
Con dieciocho años recién cumplidos y tras año
y medio de trabajo en el periódico, el joven de Swansea
decide que ha llegado la hora de consagrarse de lleno a su "Arte
u hosco oficio"; dispuesto y apresurado, abandona el
empleo de reportero y literalmente se encierra durante los próximos
cinco meses en su habitación del Nº5 de Cwmdonkin
Drive.
Comenzando una ininterrumpida labor con el lenguaje que le llevaría
a completar en dos años más de cinco cuadernos
de poesía y cientos de borradores, o como el poeta gustaba
llamarlos: "hojas de trabajo". Estos cuadernos se editaron
póstumamente bajo el título de "Poet in the
Making: The Notebooks of Dylan Thomas" (Ralph Maud, Dent 1968), los originales fueron adquiridos
por la Universidad de Texas.
Encapotado con una larga bufanda y un sombrero tirolés,
un joven de aspecto ensimismado viene bajando por las desoladas
rocas del Gower en una fría mañana de invierno,
allá por el mes de octubre de 1933; entre brezos y colinas,
serpentea el camino varias millas antes de ensancharse ante los
límites de la ciudad. Como Stephen Dédalus despertando
a un sueño entre almohadones y cenizas con un cancioncilla
en los labios: "Are you not weary of ardent ways...?"(6), nuestro joven
ansía llegar a su cuarto para esbozar en cualquier trozo
de papel, entre tostadas, mantequilla y moscas de la fruta, los
versos en que ha conspirado por igual una resaca, Dios y Gales:
"The
force that through the green fuse drives the flower
Drives my green age; that blasts the roots of trees
Is my destroyer.
And I am dumb to tell the crooked rose
My youth is bent by the same wintry fever".(7)
El resultado inmediato de este impulso fue que sus poemas comenzaran
a aparecer en las revistas más prestigiosas del momento,
Adelphi (en
la que colaboraban por aquel entonces escritores de la talla
de D.H.Lawrence, Tolstói y H.M.Tomlinson, entre otros); el suplemento
literario del periódico The Sunday Referee publicó
varios poemas suyos entre 1933 y 1935, en las revistas New
Stories, New Verse, Life and Letters Today,
The Criterion (dirigida
por T.S.Eliot)
se publicaron poemas y cuentos que luego ampliaría en
sus tres primeros libros: 18 Poemas (1934), 25 Poemas (1936) y, en agosto de 1939, El Mapa del
Amor.
En febrero de 1946 la editorial Dent saca a la venta
el libro Defunciones y Alumbramientos que incluye más
de veinte poemas, entre ellos algunos de sus textos fundamentales:
"A Winter´s Tale", "In my Craft or Sullen
Art" o "The Conversation of Prayer".
Obtiene el Poetry Book Prize en 1934, otorgado por el Sunday
Referee, en 1952 el Premio de Poesía William Foyle y en
1953 el Premio Internacional de Poesía Etna-Taormina,
que lo convertirían en el poeta vivo más importante
de Inglaterra.
III.
Hacia el final
"¿Funciona
este micrófono?, es uno de mis temores hablar a un micrófono
que no funcione, y aquí estoy, vocalizando en el vacío...
¡Ni un alma me escucha!, uno de esos sueños kafkianos que le ocurren a todo el
mundo, ¿podéis oír algo, o grito?, ¡No
pueden! ¡Lo sabía!, sabía que estaba destinado
a ocurrir algún día. Bueno, esto no es una lección,
sólo una lectura de poemas... (¿pueden oírme?,
¿está funcionando esta maldita cosa?, ¿se
supone que debe funcionar?; de acuerdo, voy a hablar para que
todo el mundo me pueda oír sin el micrófono, vamos
a hacerlo sin estos malditos aparatos) -aplausos-.
Esto es una lectura de poemas con algunos breves comentarios entremedio,
que de todas maneras podrían no ser necesarios. Hay suficiente
teoría poética ocurriendo aquí para que les
dure por todas vuestras vidas, pero no queréis eso de mí.
Tal vez podría manejar apropiadamente... preferiría
manejar inapropiadamente una lección sobre poesía
pero yo leo sólo los poemas que a mí me gustan,
y no digo que sean buenos, lo cual significa por supuesto que
tengo que leer muchos que no me gustan antes de encontrar los
que me gustan, y cuando encuentro los que me gustan lo único
que puedo decir es: aquí están. Todo lo que puedo
hacer es leerlos en voz alta, para mí mismo o para cualquiera
arrinconado voluntariamente como lo están ustedes... Voy
a leer algunos poemas de Yeats, Hardy, Auden, los he elegido porque
son directos y claros (espero que hayan sido oídos), y
gradualmente iré descendiendo en mí mismo... -risas-,
e incluso mi madre no podía decir que
mi mente estuviera lúcida, y cuando digo incluso quiero
decir especialmente mi madre -risas-. De paso, espero que nadie
se vaya... y, por favor, que nadie haga ninguna pregunta. No me
importaría contestar, pero no puedo. Inclusive a tan simples
preguntas como: ¿cuál es la relación entre
la poesía, la sociedad... y la era prehidrógena?
-risas-. Me gustaría ser capaz de responder preguntas fluidamente,
ser capaz de hablar con brillantez, templadamente -risas-, pero,
tan pronto como comienzo, tan pronto como... fantasmalmente, inarticuladamente
atascado me lanzo a mí mismo en una frase que sé
que no podré terminar nunca (como esta frase que ni siquiera
he hecho) -risas-.
Me descubro pensando en otras respuestas a otras preguntas, inclusive
más interesantes que las preguntas supuestamente en discusión,
de tal materia eh... Rilke y el patrón oro; Charles Morgan(8) , mi personaje favorito en ficción
-risas-; si cada hermafrodita o esquizofrénico ¿qué
mitad les gusta? -risas-; o la influencia de W.C. Fields sobre
Virginia Woolf -risas-..."(9)
Un hombre gordo y desaliñado ha irrumpido a grandes zancadas
en el escenario, cruzando una rápida mirada al público
inclina hacia atrás la cabeza y bebe un sorbo de agua.
Había venido desde el este y más allá del
este desde Gales, regando de poesía estos estados durante
los últimos cuatro meses, todos oirían hablar de
él y lo esperaban, de universidad en universidad, de colegio
en colegio.
Aquella noche en Los Ángeles, posiblemente al final de
su segunda gira, seguramente en la primavera de 1952, frente
a más de mil estudiantes y tras dos horas y media de lectura,
un inspiradísimo Dylan Thomas inventó a Thomas
Hardy y, con gran generosidad, le dio vida a W.H. Auden. Prodigando
su voz de tenor por todos los rincones recitó como si
educara a una nación de salmistas, transcribió
a Lawrence, rescató a los isabelinos y a los raros, leyó
a Yeats antes que a Eliot y a W.H. Davies antes que a Wordsworth,
prefirió los obscenos a los metafísicos, y, cuando
se dio vuelta, un año y medio después, se vio súbitamente
sentado en un aula vacía.
Dylan Thomas murió el 9 de noviembre de 1953 a las 12:40hs
en el Hospital St. Vincent de Nueva York, cuatro días
antes había entrado en coma etílico mientras se
hospedaba en su habitación del Hotel Chelsea. El 25 de
octubre, en el Poetry Center de N.Y., acudió al estreno
mundial de su comedia para voces Under Milk Wood. Dylan
Thomas, la primera voz, conmovió a un público entregado
hasta el arrobamiento, sacudiendo el auditorio desde un silencio
hasta otro silencio y como no quedara ya nada más por
decir, avanzó entre una muerte: "for as long as
forever is".(10)
Notas:
(1)
Adlitteram:
Hago esto en una reñida ausencia cuando/ cada antiguo,
pétreo minuto acogotado de la estación del amor/
fondea mi enraizada lengua...
(2)
Algo que la
catalogaría como melopea (o melopoeia) según los géneros
poéticos de Pound.
(3) Robert Frost, poeta norteamericano, haciendo referencia al
ideal movimiento de un poema: "del deleite a la sabiduría"
(4)v. Carta a Pamela H.J., Noviembre de 1933
(5) The Collected Stories (Dent, 1983)
(6)"¿No estás cansada de ese ardiente afán...?".
James Joyce, Retrato del artista adolescente.
(7)"La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor/ Impulsa
mis verdes años; la que agosta la raíz del árbol/
Es la que me destruye./ Y yo estoy mudo para decirle a la rosa
doblada/ Que dobla mi juventud la misma invernal fiebre".
(8)Novelista inglés autor de "Retrato de un espejo"
(9) Transcripción del Autor
(10)"por tanto tiempo como lo es para siempre"
* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 122
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