Alan Moore era en
1986 el guionista británico de comics más popular en Estados
Unidos principalmente gracias a Watchmen, una miniserie que había
redefinido el género de superhéroes y marcado nuevas pautas para
la narrativa dibujada. Pero desde unos años antes venía
escribiendo una serie en Inglaterra que pasaría desapercibida
hasta unos años después.
En 1983
la desaparecida revista inglesa de historietas Warrior,
comenzaba a publicar V de Vendetta (1); esta historia recién terminaría
en 1988, luego de 39 episodios, muchos altibajos. Escrita por
Alan
Moore
y dibujada por David Lloyd, V rinde tributo a clásicos
de la ciencia
ficción
y sufre una evolución muy particular a medida que va siendo
escrita.
En una ficticia Inglaterra en la que un estado totalitario controla
todo, se desarrolla la historia que comienza en 1997 y finaliza
en diciembre de 1998. Durante todo ese año, V, un rostro
escondido detrás de la máscara de Guy Fawkes (un insurgente que intentó
volar el parlamento inglés en el siglo XVII), practica
actos terroristas contra el gobierno. Al mismo tiempo se convertirá
en tutor de Evey,
(una chica a la que salva de ser violada en el primer episodio), enseñándole
su visión de la libertad y del verdadero significado de
la palabra anarquía.
En la historia
la "Cabeza" es el nombre del máximo órgano
de control, detrás está "el Líder".
Su figura resulta ser la contrapartida casi perfecta de V.
Aquél está enamorado del mundo de matemática
pura y fria que del computador que rige a la Cabeza, y que monitorea
todo Londres. V, a su vez, lo está del concepto de Justicia;
pero siente que su enemigo se la ha robado. Se desata un remedo
de guerra de pasiones entre ellos; y V responde conectándose
secretamente a la Cabeza, saboteando el sistema de control y preparando
su Vendetta.
La "Cabeza" y todos los organismos que de ella dependen,
llamados la "Boca", el "Dedo", la "Nariz",
los "Oídos", y, especialmente "La Voz del
Destino" con la que habla a la población a través
de parlantes en las calles, controlan absolutamente todo. Pero
finalmente colapsan; las piezas del dominó que V ha armado
desde el comienzo de la historia caen una tras otra. La población
descubre en él y en sus actos, el valor de la libertad.
La utopía comienza a tomar
forma, y se produce el Verwirrung, un estado de caos y desenfreno total
frente a la libertad obtenida de golpe y porrazo. Queda fuera
de la historia la llegada del Ordung, el verdadero y voluntario
orden.
Cuando
Alan Moore finalizó V de Vendetta en 1988, prometió
irse de Inglaterra junto con su familia. El país al que
tanto había amado presentaba una realidad cada vez más
similar a la que el escritor había descrito en su obra.
La aventura policial se había
convertido en ciencia ficción; y ésta en una involuntaria
metáfora de la realidad.
El género de la historieta ganaba así un nuevo puntal
y adquiría otra faceta al convertirse en vehículo
ideológico y artístico al mismo tiempo, todo de
la mano de quién dio a luz lo que muchos consideran el
mejor cómic de superhéroes: Watchmen.
1984 de George Orwell,
Un mundo feliz de Aldous Huxley y Farenheit 451
de Ray Bradbury; tres novelas en las que el común
denominador es la rebelión de individuos frente a estados
totalitarios que controlan todos los aspectos de su vida y pensamiento.
En V de Vendetta, la referencia a ellas es inevitable,
y es explícita.
Dichos autores no tuvieron quizá el mismo propósito
inicial que tuvo Alan Moore con V, quien reconoció
que al principio se había tratado de su primer intento
de iniciar una serie regular pero que luego la historia había
adquirido un nuevo sentido. La evolución que la historia
y los personajes viven, refleja la propia del autor, y también
un mayor compromiso con su propia visión de la sociedad
en la que vivía.
Aldous Huxley dijo en 1960, cuando publicó Regreso
a Un Mundo Feliz, que muchas de sus imaginadas truculencias
de Un Mundo Feliz (1931) se convertían
en penosas realidades con una rapidez que no había podido
soñar. En 1988 Moore escribía que había
pecado de ingenuo al creer que sólo un conflicto nuclear
llevaría a Inglaterra hacia el fascismo. Salvando las
distancias temporales, los dos autores habían vivido un
proceso muy similar con su obra; y lo cierto es que en esa nota,
el autor de V, dejaba muy en claro su dolor por Inglaterra,
y por la decisión de irse junto con su familia.
V, "el
Villano", como se lo presenta en el primer episodio, es un
rostro anónimo que se oculta tras una máscara y
ropas teatrales. Un rostro que nunca se revela, ni a través
de las investigaciones de la policía; ni por Evey cuando
se enfrenta al desafío de adivinar quién está
bajo la máscara. Luego de la muerte de V, Evey se coloca
sus atuendos y la máscara y continúa la tarea, lo
que importa en "el villano" no es su verdadera identidad, sino lo que representa
para la "Cabeza" y para el pueblo inglés.
De manera similar a lo que en la segunda parte del Quijote
ocurre con Sancho Panza; Evey, pasada la mitad de la obra, se
acerca a las ideas que su tutor le plantea, y comprende en carne
propia, luego de pasar por un campo de concentración,
la necesidad de sus obras. Llegado el final de la historia; cuando
Evey toma el lugar de V, una nueva interpretación de la
obra se hace posible. Deja de ser entonces, el individuo luchando
por sus ideales, y pasa a ser la encarnación de un ideal
utópico que cobra vida y real importancia en ese contexto.
Es la existencia de ese estado la detonante de la necesidad de
la presencia de V.
En 1933 el sociólogo Karl Mannheim afirmaba que en la sociedad
occidental se daría la integración entre lo que
se conocía como art engagé, el arte propagandístico,
y el arte por el arte. Este proceso no es
definido detalladamente por el sociólogo, quien considera
que de la mano de la democratización se irán tornando
más firmes y orgánicos los vínculos entre
los estratos intelectuales y la sociedad en general. V de Vendetta
es, desde ese punto de vista la realización de lo que
aquél anunciaba, ya que no se trata de arte por el arte
ni de arte propagandístico, sino que está en una
zona intermedia. Además de la increíble riqueza
en el uso de las posibilidades expresivas, tanto gráficas
como literarias, V tiene potencialmente una función
socialmente más orgánica, provoca reflexiones, siempre
ubicada dentro de un contexto histórico y social.
El dibujante David Lloyd, cuya carrera se ha deslizado, al igual
que la de Alan Moore, entre lo comercial y lo personal; logra
imprimirle a los personajes y ambientes una expresividad que
pocos han logrado usando sus mismo recursos de iluminación
y claroscuro. El aporte que los coloristas Siobhan Dodds y Steve
Whitaker hacen a la atmósfera de la historieta son determinantes
en el resultado estético final, logrando una ambientación
quizá sucia y opresiva, signo de una Inglaterra invadida
por el smog, cerrada y oscura.
V no es entonces
una obra excesivamente compleja, pero si densa. Estos factores
son los que hacen que resulte ser una de las obras mayores de
Alan Moore y de la historieta. Ideológicamente cuestionable
o no, lo cierto es que su lectura resulta imprescindible
dentro del género
1. V de VENDETTA,
de Alan Moore, David Lloyd, Steve Wihtaker y Siobhan Dodds. (dos
volúmenes)Ediciones Zinco, España 1989.
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