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CÓMIC - OTT, THOMAS - MALVENIDOS A HELLVILLE - DEAD END -


Dos de Thomas Ott: Malvenidos a Hellville y Dead End

Matías Castro
El sensible manejo del lenguaje visual que ha logrado Ott surgió de esa libertad para descubrir su propia visión de la historieta


Una historieta muda no es algo común. Cuando se las encuentra suelen resultar historias ingeniosas notablemente bien contadas. Pero cuando se encuentra a alguien que desarrolla todo un estilo y una atrapante obra en base a la ausencia de palabras en un medio que se caracteriza por la fusión de la imagen y la palabra, se está frente a un caso muy particular que no puede ser dejado de lado.


Greetings from Hellville es el título del primer álbum dibujado por completo por el suizo Thomas Ott que, hasta entonces sólo había participado en antologías. Dentro de su serie Brut Comix, la editorial española La Cúpula publica las cuatro historias que lo forman, dándole un tono opresivo y un encanto muy especial. Hellville fue seguido por la aparición de Dead End, un segundo álbum, esta vez con dos historias cortas.

El historietista suizo no tiene palabras para contar sus historias, y estas de hecho no las necesitan. Las imágenes valen por si solas, ellas mismas son las que conducen los hechos por intenciones, sentimientos, ambientes y vueltas de tuerca hasta el desenlace. Tres o cuatro cuadros
(o viñetas) tomados al azar bastan para meter al lector al mundo de Thomas Ott. La ausencia de palabras no molesta, ni mucho menos, sino que por el contrario, es ahí donde radica lo encantador de su arte.

Utilizando superficies negras y dibujando básicamente con tinta blanca, Ott trae a la vida a excelentes actores, que son los que nacen de su pluma. Y los hace vivir sentimientos de venganza, codicia, envidia y ambición, metiéndolos en ambientes opresivos, y acechados por una iluminación brutalmente efectista. Los rostros lo dicen todo, las manos y los cuerpos hacen el resto, Ott mueve a sus personajes como marionetas de las cuales puede controlar hasta el más pequeño movimiento y es allí en donde radica la credibilidad de las historias.

No es extraño que Ott y su
obra procedan del movimiento under, ya que allí es donde pudo hacer de la historieta lo que quiso y como quiso. Es que ha sido el under el lugar de donde han surgido la mayoría de los renovadores del género. A diferencia de los comics masivos, en el under la libertad creativa no se ve limitada por criterios editoriales, establecidos por quienes sólo conocen de porcentajes y se ven obligados a satisfacer la demanda de un público muy definido.

El sensible manejo del lenguaje visual que ha logrado Ott surgió de esa libertad para descubrir su propia visión de la historieta. Gente como los americanos Al Columbia y Charles Burns, la española
María Colino, los uruguayos del grupo "El Pasaje" y el argentino Breccia, han incursionado por caminos similares de libre experimentación. Cada uno con un resultado particular, pero todos descubriendo su propio sendero dentro del género.

Como en muchas otras disciplinas, las fuentes de inspiración parecen ubicadas al azar, y sin embargo, de una forma o de otra ejercen su influencia. La obra de Ott está inspirada en la música de bandas que van desde Dinosaur Jr. hasta Ministry (él mismo toca en una banda pero ahora no se trata de eso). Sus principales influencias en lo gráfico son Charles Burns, el argentino José Muñoz, Giger (que no es más que otro suizo maldito) y muchos de los comics de terror (p.e. Cuentos de la Cripta) que la compañía americana E.C. editaba por la década del 50.

En Hellville, el lector se encuentra con una cita tomada de un diálogo de Freddy Kruegger, con un
graffitti que dice: "Charlie Manson for president", con que Ott le dedica el álbum a sus padres a quienes representa como dos calaveras; y en el prólogo además se entera de que reconoce todas las influencias arriba citadas. Y reflejando todos esos elementos e influencias, las historietas de Thomas Ott, oscuras, violentas por momentos sórdidas y de una hipnótica ironía morbosa, se convierten a su vez en una influencia para otros artistas.

En los dos relatos que forman Dead End: "The millonaires" y "Washing Day", sentimientos como la codicia y la ambición se combinan mágicamente en tramas básicamente trágicas y con mucho humor negro.

En Hellville aporta cuatro historias : "The Job", "10", "G.O.D." y "GoodBye!". En este extraño cruce de caminos, se mezclan violencia, fenómenos cuasireligiosos, fantasía surrealista, con
ironía trágica, pero no con justicia poética. En el mundo de Ott no hay justicia. Poesía sí. Y de nuevo humor negro, mucho humor negro.

No sólo estos dos álbumes han sido publicados en español En dos números de la revista española "El Víbora" de 1991, se puede encontrar "Tales of error", su primer álbum que data de 1989. O en la argentina "Lapiz Japonés" en donde hay una historia (o como se le quiera llamar) titulada "10 ways to kill your husband.", en la que, en diez cuadros pinta las correspondientes formas de asesinar a un esposo, logrando una síntesis perfecta de causas y consecuencias en una sola imagen.

En un mercado tan invadido por productos estructurados sobre políticas que apuntan simplemente al gancho comercial de acuerdo a recursos utilizados hasta el hartazgo, la existencia de autores con las inquietudes y producción de Thomas Ott reivindica la historieta como arte.

Se torna harto improbable conseguir alguna entrevista a este suizo, y por lo tanto conocer algo más de su opinión acerca de los
cómics, la música, el "under", Freddy Kruegger y sus padres. Pero por ahora, a falta de sus palabras, están sus historias.

HELLVILLE y DEAD END, de Thomas Ott. Ediciones La Cúpula, serie Brut Comix. Barcelona 1996 y 97.

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