Una historieta muda
no es algo común. Cuando se las encuentra suelen resultar
historias ingeniosas notablemente bien contadas. Pero cuando se
encuentra a alguien que desarrolla todo un estilo y una atrapante obra en base
a la ausencia de palabras en un medio que se caracteriza por la
fusión de la imagen y la palabra, se está frente
a un caso muy particular que no puede ser dejado de lado.
Greetings from Hellville es el título del primer
álbum dibujado por completo por el suizo Thomas Ott que,
hasta entonces sólo había participado en antologías.
Dentro de su serie Brut Comix, la editorial española
La Cúpula publica las cuatro historias que lo forman,
dándole un tono opresivo y un encanto muy especial. Hellville
fue seguido por la aparición de Dead End, un segundo
álbum, esta vez con dos historias cortas.
El historietista suizo no tiene palabras para contar sus historias,
y estas de hecho no las necesitan. Las imágenes valen por
si solas, ellas mismas son las que conducen los hechos por intenciones,
sentimientos, ambientes y vueltas de tuerca hasta el desenlace.
Tres o cuatro cuadros (o viñetas) tomados al azar bastan para meter al lector al mundo de Thomas
Ott. La ausencia de palabras no molesta, ni mucho menos, sino
que por el contrario, es ahí donde radica lo encantador
de su arte.
Utilizando superficies negras y dibujando básicamente
con tinta blanca, Ott trae a la vida a excelentes actores, que
son los que nacen de su pluma. Y los hace vivir sentimientos
de venganza, codicia, envidia y ambición, metiéndolos
en ambientes opresivos, y acechados por una iluminación
brutalmente efectista. Los rostros lo dicen todo, las manos y
los cuerpos hacen el resto, Ott mueve a sus personajes como marionetas
de las cuales puede controlar hasta el más pequeño
movimiento y es allí en donde radica la credibilidad de
las historias.
No es extraño que Ott y su obra procedan del movimiento under,
ya que allí es donde pudo hacer de la historieta lo que
quiso y como quiso. Es que ha sido el under el lugar de
donde han surgido la mayoría de los renovadores del género. A diferencia de
los comics masivos, en el
under la libertad creativa no se ve limitada por criterios
editoriales,
establecidos por quienes sólo conocen de porcentajes y
se ven obligados a satisfacer la demanda de un público
muy definido.
El sensible manejo del lenguaje visual que ha logrado Ott surgió
de esa libertad para descubrir su propia visión de la historieta.
Gente como los americanos Al Columbia y Charles Burns, la española
María Colino, los uruguayos del grupo "El
Pasaje"
y el argentino Breccia, han incursionado por caminos similares
de libre experimentación. Cada uno con un resultado particular,
pero todos descubriendo su propio sendero dentro del género.
Como en
muchas otras disciplinas, las fuentes de inspiración parecen
ubicadas al azar, y sin embargo, de una forma o
de otra ejercen su influencia. La obra de Ott está inspirada
en la música de bandas que van desde Dinosaur Jr. hasta
Ministry (él
mismo toca en una banda pero ahora no se trata de eso). Sus principales
influencias en lo gráfico son Charles Burns, el argentino
José Muñoz, Giger (que no es más que otro suizo maldito)
y muchos de los comics de terror (p.e. Cuentos de la Cripta) que la compañía
americana E.C. editaba por la década del 50.
En Hellville, el lector se encuentra con una cita tomada de un
diálogo de Freddy Kruegger, con un graffitti que dice: "Charlie
Manson for president", con que Ott le dedica el álbum
a sus padres a quienes representa como dos calaveras; y en el
prólogo además se entera de que reconoce todas las
influencias arriba citadas. Y reflejando todos esos elementos
e influencias, las historietas de Thomas Ott, oscuras, violentas
por momentos sórdidas y de una hipnótica ironía
morbosa, se convierten a su vez en una influencia para otros artistas.
En
los dos relatos que forman Dead End: "The millonaires"
y "Washing Day", sentimientos como la codicia y la
ambición se combinan mágicamente en tramas básicamente
trágicas y con mucho humor negro.
En Hellville aporta cuatro historias : "The Job",
"10", "G.O.D." y "GoodBye!". En
este extraño cruce de caminos, se mezclan violencia, fenómenos
cuasireligiosos, fantasía surrealista, con ironía trágica,
pero no con justicia poética. En el mundo de Ott no hay
justicia. Poesía sí. Y de nuevo humor negro, mucho
humor negro.
No sólo
estos dos álbumes han sido publicados en español
En dos números de la revista española "El Víbora"
de 1991, se puede encontrar "Tales of error", su primer
álbum que data de 1989. O en la argentina "Lapiz Japonés"
en donde hay una historia (o
como se le quiera llamar)
titulada "10 ways to kill your husband.", en la que,
en diez cuadros pinta las correspondientes formas de asesinar
a un esposo, logrando una síntesis perfecta de causas y
consecuencias en una sola imagen.
En
un mercado tan invadido por productos estructurados sobre políticas
que apuntan simplemente al gancho comercial de acuerdo a recursos
utilizados hasta el hartazgo, la existencia de autores con las
inquietudes y producción de Thomas Ott reivindica la historieta
como arte.
Se torna harto improbable conseguir alguna entrevista a este suizo,
y por lo tanto conocer algo más de su opinión acerca
de los cómics, la música, el "under",
Freddy
Kruegger
y sus padres. Pero por ahora, a falta de sus palabras, están
sus historias.
HELLVILLE
y DEAD END, de Thomas Ott. Ediciones La Cúpula, serie
Brut Comix. Barcelona 1996 y 97.
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