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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



TEORÍA POSCOLONIAL - SUBALTERNISMO - CRÍTICA CULTURAL - LIBERACIÓN - ESTUDIOS LITERARIOS Y CULTURALES LATINOAMERICANOS -

Andanzas y vaivenes teóricos y epistemológicos en un mundo comunicado

Gustavo Verdesio
Las instituciones, el sistema de organización económica, las políticas culturales y un largo etcétera, son muy diferentes en el período imperial español que va de los siglos XV al XVIII a los de los imperios británico y francés más recientes.
Por lo tanto, cualquier aplicación imprudente o apresurada del corpus teórico poscolonial tendrá como consecuencia, casi con seguridad, un error de paralaje

Cuando uno ha estado varios años fuera del país y su objeto de estudio sigue siendo el Uruguay, se le plantean ciertos problemas. La índole de los mismos es diversa, pero aquí me voy a concentrar fundamentalmente en dos: los de tipo teórico y epistemólogico.

En el área de los estudios literarios y culturales latinoamericanos -la disciplina en que me muevo- los problemas aludidos son, matiz más, matiz menos, compartidos con los colegas de los otros países del área. Tanto para ellos como para mí, se plantea el siguiente dilema: qué modelos teóricos abrazar a fin de dar cuenta de nuestro objeto de estudio. Me voy a concentrar, brevemente, en uno de los modelos teóricos más en boga hoy en la disciplina: la
teoría poscolonial.

Si bien el origen de tal corpus teórico es asiático y africano, no es raro ver hoy a colegas latinoamericanos haciendo uso de sus categorías y conceptos. Las ideas de Homi Bhabha, Gayatri Spivak, Edward Said, son moneda corriente entre los latinoamericanistas. Como es fácil conjeturar, esta traslación de marcos teóricos pensados y concebidos para realidades sociales y culturales tan distintas a la latinoamericana no está exenta de conflictos.

Para los que nos dedicamos al área colonial propiamente dicha
(es decir, el período que va desde 1492 hasta fines del siglo XVIII), esos conflictos son acaso más claros que para los que se dedican a los siglos XIX o XX. Para empezar, las ideas de Bhabha y Cia. Intentan explicar una cultura surgida del imperialismo británico o francés en los siglos XIX y XX, modelos de dominación que poco o nada tienen que ver con los de la dinastía de los Habsburgo o la de los Borbones.
Quiero decir que las instituciones, el sistema de organización económica, las políticas culturales y un largo etcétera, son muy diferentes en el período imperial español que va de los siglos XV al XVIII a los de los imperios británico y francés más recientes.

Por lo tanto, cualquier aplicación imprudente o apresurada del corpus teórico poscolonial tendrá como consecuencia, casi con seguridad, un error de paralaje.
Por otro lado
(y esto no es menos importante), el lugar de producción de la teoría poscolonial, su situación de enunciación, su filiación institucional, es la academia norteamericana y, en menor medida, la inglesa. Con esto no quiero cuestionar un corpus teórico por su lugar de origen sino más bien destacar que sus practicantes y creadores están condicionados por ciertos datos de la realidad, que van desde la filiación institucional (con los consiguientes condicionamientos que cada institución impone a sus miembros) hasta las realidades cotidianas que deben enfrentar, pasando por su formacion académica previa.

De ahí que no sea extraño ver trabajos académicos en el área de los estudios literarios que se centran en temas o problemas que no tienen por qué ser relevantes en las sociedades en que se produjo el texto estudiado, aunque sí la tengan para los cultores de los estudios poscoloniales, ubicados u originados en la metrópolis.

Un ejemplo reciente es el de un trabajo sobre
cine latinoamericano donde se estudiaba la "mímica", un procedimiento subversivo o resistente usado por el sujeto poscolonial, según Homi Bhabha. Lo que ese tipo de trabajos pierde de vista es que en, el estado de desarrollo actual de las repúblicas latinoamericanas, el procedimiento de "mimar" la conducta y apariencia del amo de la etnia invasora es algo que, si alguna vez ocurrió, está perdido en la noche de los tiempos.

Lo que importa aquí es que tal vez el modelo teórico empleado nos lleve al estudio de pseudo problemas, dejando así de lado asuntos más relevantes para nuestras culturas latinoamericanas. Mucho más podría decirse sobre los problemas generados por la traslación y utilización indiscriminada de modelos teóricos pensados para y desde otras sociedades, si bien lo dicho hasta aquí alcanza para dar una idea de los peligros que ello implica.

Dificultades similares se presentan en el ámbito de lo epistemológico, en la forma en que se organiza una disciplina. Estoy pensando en discutir, a modo de ejemplo, una de las tareas fundamentales de cualquier área de estudio: la construcción de su objeto.
En estos tiempos que corren existen muchas formas de concebir el objeto de estudio: algunas son residuales, tributarias del paradigma de las
bellas letras, de la furia estructuralista o de la tontería New-criticista; otras son más recientes e intentan corregir ciertos defectos de que adolecían los paradigmas anteriores.

Me voy a referir a dos de ellos en concreto, sobre todo porque, a pesar de los reparos que me merecen, son los mas renovadores y progresistas. Comencemos con los estudios culturales. Se trata de una forma de concebir el objeto de la disciplina que difiere de todas las que la precedieron. En lugar de tener como centro la producción literaria que cumple con los requisitos establecidos por el modelo de las bellas letras, se concentra en el estudio de diversas manifestaciones culturales que nada tienen que ver con la literatura. De este modo se da cabida a fenómenos culturales a los que en el pasado se consideraba indignos de estudio. El arte popular y la cultura de masas, por ejemplo.

Este desplazamiento del interes académico es de por sí refrescante. Sin embargo, muchos de los teóricos de los estudios culturales tienen una fuerte tendencia a celebrar el carácter liberador o resistente de los productos de los medios de comunicación masiva, al tiempo que se apropian, en buena medida, de las producciones de la cultura popular. La celebración aludida tiene mucho que ver con cierta forma irresponsable de considerar la posmodernidad o al menos lo posmoderno como algo liberador. La aceptación de que el mundo posmoderno (cualquier cosa que esto sea) es una especie de progreso con respecto a la cultura moderna es una de las constantes detectables en parte de los practicantes de los estudios culturales latinoamericanos. La apropiación de lo popular a la que aludía se debe, entre otras cosas, a la incorporación a un modelo teórico que quiere ver en ellas una confirmación, en la mayoría de los casos, de la falacia siguiente: en la posmodernidad, por fin, los marginados pueden expresarse. Sin embargo, todas estas celebraciones pierden de vista, sistemáticamente las cuestiones de clase.

Quiero decir que los estudios culturales, en general, tienden a dejar de lado cualquier análisis de clase posible. Esto, en sociedades tan desiguales como las latinoamericanas, se parece mas a un pecado que a un error de perspectiva.
El otro modo de construir el objeto de la disciplinas es el llamado subalternismo. Surgido recientemente entre los estudiosos de la cultura latinoamericana, está inspirado en el grupo de investigadores hindúes autodenominado "subaltern studies group". La idea es enfocar las baterías de la disciplina hacia el sujeto subalterno. Es decir, a aquellos
sujetos marginales y sus producciones, a su forma de ver el mundo, a su perspectiva. Si bien se trata de un viraje saludable, no deja de tener sus problemas. Ante todo, el propio origen del grupo latinoamericano delata su carácter epigonal. Y aunque los orígenes de una idea no la convierten en mala o foránea, remito aquí a lo dicho sobre las limitaciones que conlleva la adaptación de marcos teóricos tomados de otras realidades sociales y culturales.

Los problemas que he esbozado, complejos de por sí, se vuelven más graves todavía en el caso de aquellos que publicamos regularmente en y sobre el Uruguay. En este mundo comunicado, a las dificultades para elegir marco teórico y para construir el objeto de la disciplina (aún en el caso de que las hayamos resuelto en forma ideal y perfecta), se suman las de presentar las conclusiones de nuestro trabajo en términos legibles y pertinentes para un lector uruguayo. Lejos de ofrecer soluciones en esta instancia, me limito a presentar los problemas y, sobretodo, a escuchar las sugerencias de ustedes.

Nota: Este trabajo fue presentado para el Proyecto Diáspora de Investigación y Edición. Jornadas para el 15, 16, 17 de agosto de 1997, con el fin de establecer la Red Diáspora de Investigadores, con participantes de Uruguay y del exterior. Organiza Ediciones Trilce. Coordinado por: Silvia Dutrenit, Gerardo Caetano, Adela Pellegrino, Ruben Tansini y Pablo Harari.

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