"In
many universities, it can be observed that students really appear
to
refuse to speak up. Their silence spreads. What's the use of
speaking if one is no longer being heard? (
) Creativity
is the act of reusing and recombining heterogeneous materials.
Meaning is tied to the significance that comes from this new
use. This meaning is nowhere stated for itself; it eliminates
all "sacred" value to which a given sign would be accredited.
It implies the rejection of every object said to be "noble"
or "permanent". (Michel De Certeau, Culture in
the Plural, 48-9)
El 6 de junio de 2000 apareció
en "El Búho" (órgano
de prensa del Centro de Estudiantes de Humanidades y Ciencias de la Educación
de Uruguay)
una asombrosa crítica dirigida a la enseñanza
de filosofía en la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. La adjetivamos
de "asombrosa" aunque bien pudiera ser considerada "milagrosa"
ya que no es usual que exista un diálogo crítico
entre los estudiantes de filosofía que permita comentar
y cuestionar el programa "filosófico" de la licenciatura.
Cuando
se da el caso en que los estudiantes dialogan respecto al interés
de acceder a más "filósofos" (raras excepciones que
han llegado a nuestros oídos), lo que sigue es la petición
de cursos particulares extra-oficiales, es decir, salir del ágora-FHCE
y pedir clases particulares sobre aquello que los estudiantes
"quieren" pero no reciben como "saber".
Esto indica que nunca se presenta la instancia de enfrentamiento
con el docente, y por lo tanto, nunca se interpela a éste
ni se le plantea que sería agradable poder leer (o al menos "hojear")
y
comentar (por
no hablar del temido verbo: "usar"), por ejemplo, a
Nietzsche, Shopenhauer, Foucault, Deleuze, Guattari,
Derrida, Baudrillard, Lyotard, Althusser, Zizek, Vattimo, De Certeau, Carlos
Vaz Ferreira, Arturo Ardao, etc, etc. etc.
El artículo,
escrito por Claudia, una persona que "QUIERE estudiar filosofía",
plantea esencialmente tres problemas: la falta de pluralismo a
la hora de otorgar información a los estudiantes, la ausencia
de una manifestación "explícita" del criterio
de selección de lecturas-programas, el sometimiento
del estudiante a la doctrina del profesor. Como resultado de esta
actividad, se plantea la "muerte del pensamiento o de
la reflexión". Las críticas que arroja
esta estudiante permiten abrir un espacio para discutir el sentido
que puede tener estudiar filosofía en Uruguay y qué se
puede hacer a la hora de adquirir el bello título de Licenciado.
Estos temas-problemas nos mantienen dentro de la cartografía
presentada por Claudia (contenido informativo) a la que nosotros
agregaríamos también la necesidad de dialogar en
torno a las posibilidades de ingresar al campo laboral en tanto
docente e investigador (aún
sabiendo que de ello no se va a subsistir). Esto último requeriría
de un cierto balance respecto a la cantidad de concursos, sus
requisitos y la imposibilidad de ganarlos (existe una obra de ficción en
la que el Espíritu Absoluto se presentó a concursar
por un grado uno en filosofía sin poder pasarlo, existe
otra obra de ficción en la cual se pensó en cerrar
el llamado a un grado cinco de teórica porque no existe
"en el país" una persona capacitada para hacerlo). Esto nos
envía entonces a cargos "inalcanzables"
donde la solución parece perfilarse a menudo hacia la
eliminación del grado por la incapacidad de quienes aspiran
alcanzarlo.
A veces
da la sensación de que la existencia de una licenciatura
en Filosofía podría constituir una instancia que
pudiera consolidar un cierto "habitus" traducible
en producción y discusión. ¿Cuál
es la producción filosófica de los licenciados
o profesores de la facultad, es decir, de aquellos que deciden
quién entra y quién no a ocupar cargos, a estudiar
en una maestría, a admitirles un proyecto de investigación?
¿Cuál es el promedio de edad del "personal"
filosófico? ¿Cuántos jóvenes que
pretenden "estudiar" filosofía pueden pretender
ingresar al ágora del Instituto?
Las
respuestas a tales preguntas enviarían a una cierta cartografía
del ficcional habitus atrofiado que vive la licenciatura
en Filosofía que, en lugar de constituir una suerte de
programa analítico o enciclopedia del arcaico sujeto universal
moderno, debería ser capaz de crear un sistema crítico,
aún cuando se tiene en mente el problema del presupuesto.
En este sentido compartimos con Gerardo Caetano que el problema
del presupuesto no agota la cantidad de problemas que se deberían
debatir en la universidad. (La
Universidad, El Debate tras la Fachada, 1994, p.23)
La "facultad", en tanto instancia de "formación"
de futuros investigadores, parece asumir a veces una actitud
un tanto fúnebre con respecto a las nuevas generaciones,
lo que culmina en el hecho de perder de vista la funcionalidad
que el sistema académico "debería" tener.
Cuando se ingresa a Facultad sin estudios terciarios anteriores,
se recibe un bombardeo en el que el profesor acusa la ignorancia
estudiantil que, a diferencia de décadas anteriores, se
caracteriza por no tener una "buena formación"
(esto se
resume en la conocida frase de "estudiantes eran los
de antes", "¿¡qué han leído
ustedes!?, ¡Cómo no conocen esto! ¿qué
hacen ustedes? ¿solo miran televisión?! ). En tales
momentos, la tan benemérita lógica se desmorona
y comienzan a fluir paradojas ilusoriamente irresolubles, como
por ejemplo que si uno entra en la facultad es porque todavía
no la ha terminado y espera que las personas capacitadas para
formarlo le provean de la información que paradójicamente
le están pidiendo a uno que tenga.
Enfrentamos
con este tema la opinión que dio el profesor Juan Flo
al decir que el problema de la universidad debería plantearse
en términos del problema que enfrenta secundaria, que
al transitar por una fuerte decadencia, produce una ignorancia
que paga luego la universidad (La
Universidad, p.68). Este planteo nos enfrenta a una doble
situación inhóspita para el estudiante: recibir
pésima formación en secundaria que lo condena a,
entonces, recibir un rezongo por no saber, ya no solamente lo
de secundaria, sino lo que se proponía aprender en Facultad.
Agregando
un detalle más a las paradojas ilusorias, el problema se
agranda si nos invade un cierto deseo de novedad, de funcionalidad, de
acceder a un panorama amplio, es decir, de saber qué, además
de filosofía analítica, existe como producción
filosófica "interesante" en el mundo contemporáneo.
Esto es parte de lo que Claudia pide como estudiante y es un tópico
que nos conecta con lo que presentó Caetano en el contexto
de la polémica en torno a la universidad: "La Universidad
como cualquier otro centro de conocimientos, tiene que romper
con el concepto de monopolio que no se acompasa con los tiempos...Tal
vez hoy haya más posibilidades para profundizar el pluralismo,
la conciencia crítica ...Tal vez hoy los jóvenes
pueden encontrar en la Universidad -acorde con los tiempos- más
preguntas inteligentes que respuestas categóricas."
(Caetano,
ib., p.21-22)
Partimos
de la base de que un plan de estudios debería proponerse
como uno de sus fines, el otorgar un horizonte múltiple
de textos que el estudiante, en su práctica crítica,
evaluara, contextualizara y reutilizara, acorde con sus intereses.
Luego se podría pensar en una posible funcionalidad.
Es sabido
que cuando Platón imaginó la República del
rey filósofo, fabuló con los tipos de discursos
que podían funcionar como verdaderos. En otra ocasión
y relacionado con esto, nos cuenta Borges la divertida historia de aquel
emperador que para construir su imperio mandó levantar
una muralla y quemar las bibliotecas. Ambos casos nos remiten
a la delimitación de una economía política
del discurso y de lo que se pone a circular como verdad, como
saber mayor, etc. Lo que intriga cuando enfrentamos la falta de
información en Facultad es si tales omisiones se deben
a que:
(a) existe
un programa cuando las exclusiones se crean (lo que sí es explícito
en el caso del rey filósofo en Platón; imaginable
en el emperador de Borges)
(b) los programas obedecen los caprichos de una mera negación
por lo contemporáneo no-analítico
(c) no se entiende, no se conoce, es decir, se ignora la producción
filosófica que se excluye
(d) no existe el más mínimo interés para
crear generaciones críticas e informadas que puedan adquirir,
o mejor aún, crear un habitus académico dinámico
que permita concebir a la filosofía como una máquina
terrena,
operativa, crítico-creativa y no como la propiedad privada
de algunos dioses alados en el olimpo del silencio.
El planteo de estos problemas tiene que ver con el modo en que
se entiende la circulación del saber y la funcionalidad
de éste. La inutilidad que algunos estudiantes perciben
respecto al plan de filosofía, reproduce, de algún
modo, la común creencia de que la filosofía "no
sirve para nada" o que "es cosa de algunos elegidos
e inútiles". Esta "inutilidad" refiere,
en nuestra opinión, a una opción que se refleja
en el modo de vincular o crear hiatos, entre lo que entendemos
por teoría y práctica. En un país que ha
reproducido una suerte de pánico hacia el pragmatismo,
la filosofía parece acompasarse y dedicarse a morir en
la imposibilidad de encontrar cualquier tipo de utilidad.
Algunos de los filósofos no admitidos de buena gana en
la licenciatura, como lo son los Michel Foucault y Gilles Deleuze
plantearon en un interesante diálogo que la teoría
debería ser concebida como una caja de herramientas, como
algo que funciona, que conecta, a través de prácticas
de uso (prácticas
que requieren antes de un paseo por corrientes de pensamiento
heterogéneas).
A esta idea le podemos agregar lo que los filósofos uruguayos
Ruben
Tani
y Sandino
Núñez barajaron en "La República de
Platón" en términos de antropofagia cultural
y analítica del barroco, como modos de
producción que irían más allá de la
cultura espejo que, sin embargo,
el programa de licenciatura en Filosofía, continúa
fomentando y reproduciendo.
El profesor
Flo planteó que la Universidad debería hacer más
uso de lo que implica la "autonomía" para poder
generar crítica (La Universidad,
El Debate tras la fachada 67). Debe agregarse que para hacer
uso de tal autonomía es necesario comenzar por convertir
la práctica docente en un sistema que deposite más
confianza en las generaciones venideras, lo que implica poder
ofrecerles una multiplicidad informativa que tenga un uso y que
genere, por lo tanto, nuevas prácticas.
Esto implica que se comience a poner en circulación una
masa de información plural y actualizada en varios sentidos,
que sea capaz de generar instancias críticas; también
sería interesante que se pudiera aceptar la novedad y
que se pudiera admitir el ingreso de docentes que no se dediquen
a lo que el personal del departamento de filosofía comprenda
bajo los rótulos de "filosofía analítica",
"lógica", "filosofía de la ciencia";
también nos gustaría que los propios docentes aceptaran
las limitaciones en caso de que no se comprendan determinadas
formas de pensamiento contemporáneas y que se demostrara
ello a través de la apertura a nuevos candidatos y al
ingreso de personas nuevas sin pretender que éstas posean,
al presentarse a un grado uno el conocimiento de un grado cinco
full time...
En
tanto grupo de egresados (de
diversas disciplinas de la FHCE) estamos interesados en abrir
una instancia de discusión acerca de intereses, programas
filosóficos en varias disciplinas, funcionalidad de intelectuales
en nuestro país, ....etc. Para enviar cualquier comentario,
dirigirse a:
egresados70@hotmail.com
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