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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



LIRICA - POESÍA URUGUAYA DEL SIGLO XX - GUARDIÁN OSCURO - EL PÁJARO QUE VINO DE LA NOCHE - CUNHA, JUAN


Juan Cunha, 1910 - 1985: la suelta del pájaro nocturno (I)*

Gerardo Ciancio
El lector de poesía se encuentra en la vasta obra del floridense con las fuentes de la creación, con las trazas más opacas y transparentes de la escritura, con un verdadero taller multiforme de poesía


La poeta alemana Hilde Domin se preguntaba desde el título de un libro de más de doscientas páginas ¿Para qué la lírica hoy?
(1975). Entre otras, ensayaba estas - más que justificadas - respuestas: " La lírica da sólo la esencia de lo que le acontece al hombre. Ella nos une otra vez con la parte de nuestro ser que no ha sido rozada por los compromisos, con nuestra infancia, con la frescura de nuestras reacciones [...] Y en cuanto la lírica nos une con nosotros mismos, con el propio yo, nos une también con los otros, nos devuelve la posibilidad de la comunicación. Esto es, creo, lo que la poesía ofrece: en grado más alto que cualquier otro arte y también que toda ocupación del espíritu."

Mirando estas vigentes palabras escritas hace veinticinco años y en un siglo ya concluido, a pesar de clamores afónicos ( y cacofónicos) de agoreros y demiurgos de barrio que anuncian el fin de la poesía, podemos asegurar que la poiesis continúa siendo hija del entusiasmo y de las musas -más o menos explícitas- que asaltan la función imaginante de los hombres de versos.

Componer poesía continúa siendo una necesidad antropológica de muchos uruguayos. Proponer la palabra sensible en clave de función estética, representar la realidad imaginada y emprender la factura textual del poema, sigue siendo una práctica empecinada de los poetas de estos lares. En el acierto o en el error, en el hallazgo o en el ripio, en la ideación deslumbrante del verbo metafórico o en la reiteración insistente de la tradición acumulada, los poetas y sus textos sobreviven en el desasido y desprolijo recambio de siglo.

Es en ese voluminoso y poco explorado corpus de la literatura uruguaya, que el universo poético propuesto en los versos de Juan Cunha deviene uno de los grandes ejes literarios que estructuran y dan sentido a la escritura lírica producida y recepcionada a lo largo de los últimos setenta años del siglo XX. El lector de poesía se encuentra en la vasta obra del floridense con las fuentes de la creación, con las trazas más opacas y transparentes de la escritura, con un verdadero taller multiforme de poesía.

Una vasta obra que sólo muestra en letras de molde la punta del iceberg, un acumulado trajinar por entre la busca y rebusca de la palabras, los ritmos, los tonos, los acentos y los registros emotivos adecuados, un saltar espiralado por entre los telares de la intertextualidad y por entre las voces de los poetas universales, regionales y nacionales, configuran el orbe lírico de más trascendencia en el marco de la literatura uruguaya contemporánea.

Desde 1929 la suelta del pájaro nocturno es un gesto sostenido de creación poética, una invitación a asumir la libertad de la palabra y la ilimitada potencialidad del lenguaje poético puesto en rotación:

yo lo vi alzarse de la sombra honda del pecho oh el verso [dolido

y lo sentí en la garganta como un pájaro que viene de volar la [noche

Algunos años después el poeta rememora ese despuntar alado de su discurso lírico adolescente, y enuncia :

"Llevaba pájaros del campo y los liberté sobre el agua"


El ave de Cunha vuela y sobrevuela los veinticinco títulos que constituyen su obra édita y los cuarenta y seis libros que descansan en su condición de palabra inédita, tan cabra y desmandada como la del resto de su poesía. En su acento poético anida el "el pájaro que el tiempo sobrevuela". La anidación de palabras sensibles le asumió muchos años, muchas tardes y muchos tiempos interiores de reflexión y contemplación de las propias representaciones del mundo y sus fantasmas:

Veinte años hizo ayer que yo llegaba
Del campo, con mis pájaros - qué lío.
Y aquí, de torre a torre, los soltaba
Con temblores aún de bosque y río.

La poesía es "el ave que cantaba júbilos" y lleva en su vientre la posibilidad de la construcción de un futuro promisorio, cantado por aves que anuncien y exijan un tiempo más humano y justo, un lugar compartible por todos. El futuro se aloja en la poesía de Cunha en forma de pájaro fatal, porque es el fatum deseado, el destino más querible. El futuro es un lugar entrañable en la lírica del poeta de Sauce de Illescas, porque está en las entrañas de sus pájaros, alojado como posibilidad que podemos advenir en realidad si atendemos a las cosas que vale la pena atender:

Quise árboles donde canten pájaros fatalmente futuros
que no vacilen ante ciertas encrucijadas no muy precisas
o ante esos aires interceptados por tanta falsa luminosa [hazaña].


La proeza silenciosa y tesonera del poeta, su hazaña, ha sido, precisamente, la de propiciarle el lugar y el espacio adecuados al decir poético, la de preparar un nido de palabras sostenidas en la tradición de sus ancestros, en la red de creación verbal de sus contemporáneos, y sostén, al mismo tiempo, de las palabras poéticas de las nuevas generaciones.

El discurso lírico de Cunha es la voz escuchada por todos, la del poeta de consenso, que supo conjurar en cada uno de sus textos al "ave que siempre llega como buscando un raro / e imposible canto" .

No obstante, la dimensión heroica del Cunha hombre y poeta, está en su humildad y en su transparencia conceptual en el momento de definir o interpretar a los otros, a sus contemporáneos y extemporáneos. Esa doble conciencia de saberse poeta que representa un mundo con las palabras, una interioridad signada por la emoción, el recuerdo, el olvido y las posibilidades estéticas de la evocación; y, al mismo tiempo, asumirse poeta palabra en mano, pero palabra plural, multívoca, hija de una red polifónica, de un largo recorrido en la tradición lírica de los otros, que lo prefiguran y anuncian, es una constante a lo largo de toda la producción poética cunhana:

Poetas de mi patria: mis mayores;
los que me precedisteis, compañeros
cantores de los campos : los mejores.

Los que sabéis de infancia en los potreros:
La de "
Raíz salvaje", campesina;
El de "
Isla Patrulla", y aparceros;

El del Pájaro rojo en la colina;
El de "
Agua del tiempo" [...]

El canon literario uruguayo precedente y referente es convocado por la voz lírica en una suerte de conjuro de la palabra propia y de todos. Juana, Ipuche, Emilio Oribe, Fernán Silva Valdés son llamados al espacio del verso metonímicamente: es en sus obras el lugar de la cita. El lugar de la lectura, del placer, de la fiesta poética, pero también el lugar de la inspiración, de las fuentes, del intertexto. El verso cunhano actúa como aldabón, como espacio de la llamada, del "¡Ah, de la poesía!".

De Ilescas a Montevideo: poesía y verdad

La familia da Cunha Dotti tiene fuertes raíces encastradas en tierra floridense: Francisco de Asís da Cunha da Costa, padre del poeta, nació en Illescas el 4 de octubre de 1874. La madre de Juan, María Rosa Dotti Lauría, el 8 de agosto de 1884 en Molles del Pescado. Juan Cándido da Cunha Dotti nació en Sauce de Illescas el 3 de octubre de 1910.
Francisco y María se casan el 29 de julio de 1905: del matrimonio nacen once hijos. Juan Cándido es el segundo, la menor, Olga Eugenia, nace en 1929, el mismo año en que el joven recienvenido publica en la editorial Albatros, El pájaro que vino de la noche, dedicado, precisamente, a sus padres:

recordé que, entre Molles del Pescado
y el Sauce, está mi patria chica: Illescas
.

Juan y sus hermanos estudian en la escuela de Sarandí del Yi y luego con un maestro particular. Aquel ayuda a su padre en las tareas del establecimiento rural que la familia tiene en los campos de Illescas:

[...] la estancia
donde viví feliz, y campesino,
los embrujados días de mi infancia.

En 1927 publica sus primeros poemas en el periódico Trabajo de Nico Pérez, mientras se prepara para ingresar al banco, aunque no ceja en su firme voluntad de ser poeta. Su tío, Víctor Dotti, se interesa por la vocación poética de Juan, pero distancias ideológicas lo llevarán mucho tiempo después a abandonar su segundo apellido.

Contrariando la voluntad de su padre, viaja a Montevideo a fines del '28 para cursar estudios en el liceo y emprender la aventura de su sino poético. Se hospeda en el hotel Olascoaga de 18 de julio y Paraguay y comienza a vincularse con la bohemia de los creadores y con la literatura más reciente:

"Coincidió que cuando yo llegué acá cayó el poeta chileno Humberto Díaz-Casanueva y vino a vivir al mismo lugar, nos pusieron en la misma mesa y nos hicimos amigos enseguida. "

Según testimonia el mismo Cunha, es este poeta chileno quien lo acerca a la lectura de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Tentativa del hombre infinito, así como a los textos de Supiervelle y de Rimbaud:

"Yo venía de afuera. Vine conociendo tres o cuatro [autores]. Conocía a Oribe, conocía a Juana de Ibarbourou. Cuando llegué, frecuentaba las mesas del café Ateneo, de ese tiempo. Ahí conocí a Filartigas. A Juan Filartigas. A de Simone, el pintor... también iba ahí. Y después muchachos que no siguieron: Silva Vila, Ramón Díaz. Bueno, ahí fui conociendo gente que después sí fue muy importante: Pedro Leandro Ipuche. Conocí a Oribe, también a Sabat Ercasty. Esto hacia el año 28 o 29."

"Pájaro que se posa poema esperado"

En noviembre de 1929 aparece El pájaro que vino de la noche, edición costeada por cien pesos que le envía su padre. Pocas semanas después el libro es reseñado en las páginas de La gaceta, de La Cruz del Sur y de Alfar.
Los dieciséis cantos que componen el libro, fueron revisados y re-escritos por el autor
(quien suprimió, agregó y rehizo muchos versos) para la edición de En pie de arpa (1950).
El volumen del 29 anuncia en la página final un texto que nunca se editó: "Un viaje posible a la otra orilla del silencio". Asimismo varias de las dedicatorias que se inscriben en este libro fundacional, testimonian, desde la paratextualidad, las nuevas amistades montevideanas que el poeta cultivó:

A Pedro Picatto, espíritu enorme, asustante de cimas por estallar, doy lo mejor que haya en este poema (II)

Para Díaz Casanueva, que se conmovió de mis mendigas morenas llamando a la puerta del crepúsculo con los dedos finos de mi teernura triste" (V)

"Para Espínola, a quien 'gané una orejeada' con mi grito a tiempo de pájaros" (IX)

"Para Filartigas. Filartigas sintió la sana alegría del abrimiento madrugado de mi voz" (XI)

Los versos que clausuran el primer libro de Cunha, avisan de una "esperanza agónica" y de una "espera infinita": la escritura de la poesía, la inscripción de la palabra lírica, no eximen del sufrimiento, de la conciencia de no llegar a la concreción esperada, de la noción clara de que la "voz" creativa tiene la certeza de que la "armonía" absoluta no es posible. Esto forma parte de una postura estética, integra una poética explicitada en el papel:

la agonía de una esperanza se desangra en mi voz
ah la espera infinita de la armonía que nunca se alzará cada
[ vez más lejana]

El "verso dolido", la "música perdida", la "canción temprana", el "canto sonado en la garganta herida de mi recuerdo", "el poema anochecido de los crepúsculos" ; la voluntad enunciada en el performativo "guardaré la palabra más grande para amanecerla mañana fresca en los labios" , instalan el "vendaval de mi [su] canción", que irrumpe en el panorama de la literatura uruguaya, que suelta las palabras en los tiempos de la denominada generación del Centenario, ya calmados los despliegues tímidos de la primera vanguardia local.

El verso libre de largo aliento, la audacia de los tropos enclavados entre la vanguardia y la tradición, en el hallazgo de la fisura y en la conservación de un hálito neorromántico, provocan asombro y perplejidad en una Montevideo que vive en un impasse poético. Los horizontes receptivos se reorganizan para leer y asimilar la nueva propuesta estética de un poeta que cursa el ciclo básico de educación media, que viene de la campaña y que no tiene un background académico que lo sostenga.

Es, Cunha, el "niño poeta" que "ofrece el libro milagroso", escribía Romualdo Bruguetti, mientras lo estatuía entre sus 18 poetas del Uruguay
(1937). Es el "poeta cercano del niño" y que "nos revela inmediatamente la densidad de su efectividad y la trayectoria que ha seguido su temperamento para el ejercicio de su pensamiento simbólico", escribía en la legendaria Alfar, Díaz Casanueva.

A pesar del impacto de su envión lírico, en 1931 regresa a su pago de Illescas y pocos meses después conoce a Cúneo quien, por ese entonces, estaba pintando ranchos con lunas en Florida. Es por esa época, que Cunha asiste a conciertos de Felisberto Hernández, lee a Andreiev, y funda una entrañable amistad con Castellanos Balparda, quien más tarde lo vinculará con Joaquín Torres García.

Nuevamente en Montevideo, en tiempos de ángeles oscuros, de terrismo de Estado, asiste con frecuencia a la tertulia de María V. De Muller y a los cursos que dicta Gil Salguero en el Instituto Normal. Lo acompaña en este recorrido de oyente académico, Luis Alberto Gulla, quien, según anota el poeta, "se chamuscó los ojos al leer" su libro de 1929, "poema oleante de llamaradas del alma".

No obstante, Cunha Dotti, poeta, no vuelve a publicar otro libro. Espera las musas y la oportunidad. Escribe arduamente durante el primer lustro de los treinta los poemas del que será su segundo volumen y muchos del tercer libro:

Yo creía entonces que la poesía tenía que venir sola, y como no venía ahí estaba: después me di cuenta que tenía que hacer como decía Supervielle: 'Yo hago la mitad del recorrido hacia la inspiración y ella hace la otra mitad hacia mí.

Luego de esos años de silencio autoimpuesto, sin editar libros, aunque publicando esporádicamente algunos poemas en la prensa, durante los cuales el poeta no cesa de escribir, de leer, de hurgar en los modos adecuados de la composición poética, en los ritmos convenientes, en las posibles significaciones de las palabras, Ediciones Alfa da a luz una colección de poemas escritos entre 1930 y 1935 , intitulada Guardián Oscuro (1937).

El libro está estructurado en ocho secciones, y es, precisamente, en la segunda, donde encontramos el poema intitulado "Nocturno del desventurado edificador". Es este un texto metapoético, una construcción cuasi teórica que intenta dar cuenta de los modos de componer literatura desde la perspectiva de Cunha. Un tópica de la obra del autor de Plurales se inscribe en la necesidad de explicitar los resortes de la escritura lírica en la propia escritura, de componer una Poética a la vista del lector, de reflexionar acerca del lenguaje de la obra de arte verbal desde el interior de la misma:

Yo encontré la substancia que convino a su nacimiento.

(Burlé a los guardianes de la sombra
que en las cuevas nocturnas
custodiaban sus elementos.)

Y escogiendo el momento más propicio de la noche,
Allí, extrañamente, yo la fui edificando.

Es también en 1937 que publica sus 3 cuadernos de poesía, donde las lecturas de los poetas españoles del '27 dejan su impronta. El volumen (que contiene un dibujo marítimo de Leandro Castellanos Balparda) consta de doce canciones escritas entre 1933 y 1936; diez sonetos de 1935; y una seccción intitulada "Seis cantos bajo el otoño y un canto sobre la muerte" escrita en 1936:

El río del crepúsculo,
morado y solo.
Yo soy el barquero

Los años treinta son de bohemia y trabajo, amistad y creación, incorporación de conocimientos a través del estudio de las tecnologías de la palabra lírica. Conoce a Torres García, Denis Molina, Casto Canel, Selva Márquez, Mario Arregui, Liber Falco. Su padre le asigna una mensualidad con la esperanza de que regrese al campo, mientras Juan se aloja en la pensión Catrufo del Parque Rodó. Asiste a las tertulias del Café Metro y se vincula con Onetti, Espínola, José Pedro Díaz, Enrique Lentini.
En 1939 se lo designa como Secretario de la Junta Local de Nico Pérez por la Intendencia Municipal de Florida, pero apenas toma posesión del cargo, renuncia. Regresa a Montevideo para vivir en una habitación de un pensionado de la calle Pablo de María.- Son tiempos de lecturas de poemas con sus amigos, de escritura febril, de su primer viaje a Buenos Aires.

Ese mismo año su padre lo ayuda en su primer emprendimiento "empesarial": la compra de la Imprenta Stella con su socio Casto Canel, ubicada en la Brito del Pino 810. Allí se editan algunas piezas bibliográficas míticas para la literatura uruguaya : EL pozo de Onetti y Cometas sobre los muros de Falco.

Dos años después incorpora la Imprenta a los Talleres 33 donde se imprimía Marcha. Por ese entonces comienza a trabajar en el semanario de Carlos Quijano como cobrador y corredor de avisos. Permanecerá en esta actividad hasta 1960.

* Publicado originalmente en Insomnia Nº 107

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