H enciclopedia 
es administrada por
Sandra López Desivo

© 1999 - 2013
Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



LABERINTO - AÑO CERO -

1999 / 2000 / 2001*

Carlos Rehermann

¿Existe el año cero? No: el 31 de diciembre del año Uno, se cena en fin de año (Uno) y se tiran cañitas voladoras el primero de enero del año Dos. Ha pasado un año, el año Uno, y comienza el año Dos. Ha pasado un año, se festeja el año Dos

 

En el laberinto, llega un momento en que el caminante vislumbra un resplandor a lo lejos, una vaga luminosidad que le hace pensar que está próximo a la salida. Sólo debe recorrer unas decenas de pasos para llegar al recodo y encontrarse con la meta. Mientras camina, construye una teoría de los laberintos: no una teoría cualquiera, sino exactamente la teoría que necesita: la que establece que los resplandores señalan la salida.

¿Existe el año cero? No: el 31 de diciembre del año Uno, se cena en fin de año (Uno) y se tiran cañitas voladoras el primero de enero del año Dos. Ha pasado un año, el año Uno, y comienza el año Dos. Ha pasado un año, se festeja el año Dos.

Pasan cien años: un siglo. Estamos en la cena de fin del año Cien: el Universo cumple cien años. El primero de enero del año Ciento Uno se festeja el inicio de un nuevo siglo, el Siglo II. Ha pasado un siglo, se festeja el siglo II.

Pasan mil años: un milenio. El 31 de diciembre del año 1000 se cumplen mil años de la Era: el primer milenio. El primero de enero del año 1001 da comienzo el segundo milenio, el Siglo XI. Y si pasan otros mil años, llegaremos al 31 de diciembre del año 2000: dos milenios cumplidos, de modo que el primero de enero del año 2001 entraremos al tercer milenio.

Uno de los orígenes de la confusión proviene de los cumpleaños de las personas. Cuando el nene cumple dos años, terminó de vivir su segundo año: comienza el tercero. Pero cuando festejamos el año Dos del nene lo que hacemos no tiene nada que ver con lo que festejamos al final del milenio Dos. No festejamos la venida de años del nene, sino la ida. Bien podríamos decirle al nene: ¡Feliz Año Tres! Pero le decimos: ¡Feliz Año Dos! A la gente se le festeja el ciclo cumplido; a los tiempos, el Porvenir.

Si nos ajustamos al cumpleaños del que nos sirve de referencia para medir el paso de los años en nuestra cultura -y si no hubiera todo ese lío de los cambios de calendario y adecuación a las antiguas festividades paganas, que hacen que haya una semana de diferencia entre la Navidad y el Año Nuevo-, resulta que el primero de enero del año 2000 Jesús estaría cumpliendo 1999 años. Y que el primero de enero de 2001 cumpliría los 2000 años.

Pero como cualquiera puede entender este asunto, y de todas maneras la enorme mayoría de la gente se empecina en declarar que a fin de este 1999 comienza el siglo XXI, debe de haber otros motivos que la mera confusión. Los más educados dicen que hay dos teorías, cuando en estas cosas no hay teorías, porque apenas hay realidades. Lo que aquí ocurre es la Ansiedad. Quieras que no, la Cifra impresiona.

El milenarismo (que apenas si fue una silueta fugaz en el año 1000) tiene ahora motivos para instalarse entre nosotros, como una sombra ominosa. Después de todo, en este siglo que se va hubo masacres, hecatombres, holocaustos, torturas, asesinatos, violaciones, descuartizamientos, vejaciones, bombardeos y ejecuciones como pocas veces en períodos iguales del pasado. Tenemos motivos para sospechar que todo es posible. Tenemos motivos para entrar en pánico, mirando que quienes tienen el poder se entretienen en arrasar este o aquel país en nombre de los derechos humanos.

Hay motivos para apurar el siglo que viene, para pasar rápidamente a otra era, para ilusionarnos con que la nueva Cifra dejará atrás todo lo que de obsceno y repulsivo tiene este presente que se empeña en tener esperanzas. Un vago resplandor, a la vuelta del recodo.

* Publicado originalmente en Insomnia Nº 72

VOLVER AL AUTOR

             

Google


web

H enciclopedia