Puzzle refiere en su idioma
de procedencia, el inglés, a una pregunta o problema difícil
de entender o responder; también a un problema o juego
diseñado para testear el conocimiento, habilidad, paciencia
o temperamento de una persona; y también a un estado de
desconcierto, confusión o mistificación. Como verbo,
significa causar perplejidad, o hacer pensar intensa o profundamente.
Puzzle puede también
remitir a Paul Bowles, de varias maneras. Muchos de sus lectores sienten ante sus textos perplejidad
o confusión; muchos pasajes provocan una sensación
de extrañeza, que va de la repugnancia al anonadamiento
o la arrobación. Otros muchos han mistificado a la persona
Paul Bowles, o a la leyenda que (se) ha formado en torno a él;
incluso sus amigos han declarado que él era alguien difícil
de entender. Y el propio Bowles parece haber tenido y cultivado
una cierta actitud perpleja, distante y observadora ante todas
las cosas, como si éstas fueran algo diseñado para
testear la paciencia o el temperamento. Se puede decir que lo
que hay de genial en Bowles no reside exactamente
en las páginas magistrales que ha escrito, ni en la vida que vivió,
sino en algo fragmentario e inasible que está en el medio.
También puzzle se adapta o cuadra para esta nota,
que justamente está armada como una serie de piezas o
fragmentos de la obra y de la vida de Bowles, ordenados y unidos
más por algún tipo de asociación que por
concatenación, deducción o conclusión.
Sitio web auntorizado
de Paul Bowles: http://www.PaulBowles.org
"Arrodillado en una
silla y agarrado de su respaldo, yo miraba los objetos
en los estantes del cuarto. A la izquierda del reloj de
oro había un viejo recipiente de peltre. Cuando
lo había mirado durante un rato, dije la palabra mug (jarro) en voz alta. Se parecía
a mi jarro plateado, en el que tomaba la leche. Mug, dije
de nuevo, y la palabra sonó tan extraña
que continué diciéndola, una y otra vez,
hasta que me encontré perdiendo contacto con su
significado . Esto me asombró; también me
produjo una vaga sensación de incomodidad. ¿Cómo
podía mug no querer decir mug?
El cuarto estaba muy tranquilo. Estaba solo en esa parte
de la casa. De repente, el reloj sonó cuatro veces.
Tan pronto como cesó el ultimo tañido, me
di cuenta de que algo importante estaba pasando. Yo tenía
cuatro años, el reloj había dado las cuatro,
y mug significaba mug. Por lo tanto, yo era yo, yo estaba allí, y era ese preciso
momento y no otro. Poder decir todo esto con certeza
era una satisfactoria y nueva experiencia".
(De Without stopping. An
autobiography) |
Este es el primer recuerdo que Bowles dice tener de sí
mismo. La extrañeza ante una palabra que se convierte
en un objeto independiente no es rara, aunque sí precoz
viniendo de un niño tan pequeño. Las palabras
aparecen pronto en la vida de Bowles: a los cinco años
no sólo escribía sino que inventaba nombres para designar lugares
imaginarios, y hacía juegos de palabras entre ellos
(palíndromos como Notninrivo y O'Virninton).
La música apareció notoriamente
después: la primera vez que Bowles recuerda haber escuchado
música fue a sus seis años.
De todas formas, su precocidad parecía inquietante. "No
es normal para un niño de su edad pasar tanto tiempo leyendo",
"No es normal para un niño querer estar solo",
"No es normal para un niño de su edad tener labios
tan gruesos", eran algunas de las frases que Bowles dice
haber escuchado decenas de veces de parte de los integrantes
de su familia, conformada casi exclusivamente por adultos: padres,
abuelos y una numerosa galería de tíos, todos dispuestos
aplicar sus teorías sobre él. |
Aunque corresponden
a dos novelas distintas, estos dos pasajes parecen sucesivos
-y a la vez recuerdan de algún modo al primer "episodio"
de la vida de Bowles. Son de los pocos momentos luminosos dentro
de su obra, generalmente más dolorosa, agobiante u oscura
"como una película subexpuesta", según
Borroughs. Son momentos en que los individuos adquieren de repente
un vago conocimiento, momentos de cierta felicidad que parecen
devenir de la caída de una especie de barrera entre la
vida y quien la vive. Se trata de una suerte de anulación,
aunque sea parcial, del yo, que evoca la que se produce según
las filosofías orientales en el momento de la iluminación.
Salvando las distancias, también recuerda al noumeno
de Kant, aunque en estos casos el fenómeno no estaría
asociado a un pasaje por los sentidos sino más bien por
el pensamiento. |
"Insisto demasiado en vivir mi propia vida", pensó.
El resto del mundo existía para que ella lo utilizara
cuando lo desease, pero siempre lo rechazaba en favor de su propio
y conocido microcosmos. Sólo algunas veces, cuando despertaba
de su sueño, se sentía de verdad viva, pero ello
se debía simplemente a que no había tenido tiempo
de poner en orden sus pensamientos, de convertirse de nuevo en
ella misma".
(De Déjala
que caiga)
Pero estos momentos son instantáneos,
no persisten: derivan en la locura, la pérdida
o intercambio de identidad -en el caso de
la protagonista del cuento 'Tú no eres yo'-,
o bien en una vuelta al estado anterior de infelicidad,
como en el personaje de Déjala que caiga, que
"cuando era feliz inventaba invariablemente alguna
razón para dejar de serlo". |
|
"Mientras
miraba el jardín en calma tuvo la impresión de
que por primera vez desde su infancia veía claramente
los objetos. De pronto la vida estaba allí; ella no la
miraba a través de la ventana, estaba adentro. La dignidad
que nacía de sentirse parte de su poder y de su grandeza
le era familiar, pero hacía mucho años que no la
sentía. (...) Pensó: 'Jamás volveré
a ponerme histérica'. Pensó que nunca más
en la vida volvería a sentir ese tipo de tensión,
ese grado de preocupación por sí misma."
(De
El cielo protector)
Tánger era también un lugar cuya filosofía
musulmana le iba bien. Relatado por él mismo, lo que tiene
de admirable la gente del norte de Africa es que dicen: "Este
mundo que vemos es tan poco importante y efímero como
un sueño. Tomarlo en serio sería absurdo. Pensemos
mejor en los cielos que nos rodean".
Cuando una vez le preguntó a un abogado musulmán
si la verdad objetiva no tenía importancia para él,
el abogado sonrió y respondió: "No de igual
manera que para usted. Ésa es la verdad oficial. Nos interesa,
sí, pero únicamente como un medio para llegar a
la verdad real que se oculta debajo. Para nosotros hay muy poca
verdad visible en el mundo en estos días".
Pero quizás la razón más importante para
quedarse haya sido que, después de haber viajado tanto,
podía por fin vivir en un lugar que era a la vez lo estático
y lo dinámico, lo normal y lo anormal. Porque Tánger
era su punto de no retorno -un concepto que actúa como
una suerte de leit motiv en la obra de Bowles, y vuelve bajo
distintas, innumerables formas; en este caso bajo su sentido
más literal. Porque vivir en Tánger era habitar
en un lugar permanentemente extraño. |
|
El abuelo
paterno de Paul Bowles había luchado en la Guerra Civil
y estaba orgulloso de haber viajado por todos los Estados de
la Unión. "Hubo unos años en los que nunca
dormía dos veces en el mismo pueblo", contaba el
abuelo a Bowles niño. "La vida perfecta, pensé",
escribió después Bowles. Y a eso se dedicó
durante años: primero, escapando, a Europa, luego recorriendo
Sudamérica, Africa, Asia.
Pero finalmente
se estableció en Tánger, donde terminó viviendo
la mitad de su vida, negándose incluso a mudarse de apartamento.
Muchos se han preguntado por qué. Las respuestas son también
muchas, y contradictorias.
Porque, como le hace escribir a uno de sus personajes, "todas
las ciudades son centros de infección,
como dientes picados. La hipersensibilidad de la cultura
urbana (su única virtud) es, en gran medida, una
reacción al dolor. Tánger no posee cultura
urbana, no posee dolor. Y estoy convencida de que nunca
lo tendrá. El nervio nunca quedará al descubierto".
Porque creía que Tánger era un lugar que había
cambiado, y cambiaría, menos que otras partes del mundo.
Porque, como dijo en una entrevista, "no quiero vivir en
ninguna otra parte ahora. No quiero volver a Estados Unidos,
porque ahora allí es terrible. No quiero ir al Lejano
Oriente. Y, ciertamente, no quiero ir, ¡uf!, a Sudáfrica".
Porque le gustaba ser espectador del caos tangerino, la violencia,
la teatralidad: "la impresión de confusión
y de locura; supe que nunca me cansaría de ver a los marroquíes
representar su parte", anota en su autobiografía.
Porque cuando se instaló en esa ciudad, los barcos de
pasajeros partían desde allí hacia todos los puntos
del planeta; una manera de que estuviera presente la posibilidad
de irse a cualquier otro lugar -sin usar el odiado avión-.
|
El yo invisible, transparente,
también aparece repetidamente a lo largo de la obra
de Bowles. Y constituye una de las principales características
de su estilo -a través de
distintos recursos que sería estéril enumerar
aquí. Bowles no sólo se pone en el lugar del
narrador omnisciente y ajeno, sino que describe los hechos,
los paisajes y los personajes, por más desgraciados
que sean, de un modo imparcial, elegante y distante.
De todas formas, el desapego bowlesiano no debe entenderse como
superficial ni insensible; tiene una cualidad compleja e inasible
que Borroughs ejemplificó citando estos verso de Edwin
Arlington Robinson: "¿Cómo es posible que
su encanto se revele / en algo como la superficie de un escudo?"
En uno de sus extremos, Bowles puede llegar a ser un fotógrafo
brillante, piadoso o divertido. Como en los muchos pasajes que
contraponen lo terrible y describen en cambio una vida displicente,
casi alegre, encantadora y aristocrática, en la que no
falta el humor y la ironía, de por ejemplo una marquesa
cuando brinda por los Estados Unidos diciendo "¡Qué
Dios bendiga sus inventos, grandes y pequeños! ¡Que
Dios bendiga el Frigidaire, el Tampax y la Coca-Cola!".
"En mi opinión, no hay nada más delicioso
que ser un extraño. Por eso me puedo mezclar con seres
que no son de mi clase, precisamente para ser un extraño
ante ellos".
(Fragmento de Las
mil y una noches usado por Bowles como epígrafe en
La casa de la araña) |
|
" [A los diez u once años]
encontré una manera aún más satisfactoria
de no existir como yo mismo, y pese a ello ser capaz de seguir
funcionando; era una fantasía en la que todo el desarrollo
de los hechos mientras yo los experimentaba era el invento de
una gran estación emisora telequinética. Cualquier
cosa que yo veía o escuchaba era simultáneamente
experimentada por millones de observadores. Ellos no me percibían
ni sabían que existía, pero veían a través
de mis ojos. Este método me permitió observar mi
propia existencia más que participar en ella.
(Mucho después leí a Gide, y entendí perfectamente
su sentimiento cuando escribió en su diario: "...Acepto
voluntariamente no tener una existencia bien definida si los
otros que yo he creado y extraído de mí mismo sí
tienen una)".
(De Without
stopping. An autobiography)
El lado positivo de la vacuidad también
está reafirmado en boca de ese mismo personaje, cuando
le dice a otro: "Tu vida está vacía. Y no
hay nada en ti que te dé un objetivo. La mayoría
de la gente no puede evitar seguir algún tipo de proyecto.
Lo hacen automáticamente, porque forma parte de su naturaleza.
Eso es lo que les salva, lo que les sujeta. No pueden evitarlo.
Pero tú estás a salvo de que te salven". |
|
"Se sentó
sobre unas raíces que se retorcían intricadas al
pie de un árbol y sacó el cuaderno que llevaba
siempre. La víspera, en un bar de Pedernales, había
escrito: 'Sistema para suprimir la impresión de horror
que produce alguna cosa: Fijar la atención en el objeto
o la situación dados de modo que los distintos elementos,
todos ellos familiares, se vuelven a agrupar. Lo espantoso no
es nada más que un esquema que no nos resulta familiar'"
(De Parada en corazón)
|
"Se recostó en
la cama, cerró los ojos y meditó un momento. Finalmente
los abrió y escribió: 'Existe algo en la estúpida
mente humana que responde hermosamente a la idea de lo insólito,
especialmente a lo insólito de condiciones capaces de
producir un fenómeno dado. Cuanto menos posibilidades
existen de que suceda una cosa, más maravillosa resulta
cuando se produce, por inútil o incluso dañina
que pueda ser. El hecho de que haya sucedido contra todo pronóstico
la convierte en un aconteciemnto precioso. No era justo que sucediera
y, sin embargo, sucedió; uno no puede menos de admirar
ciegamente la cadena de circusntancias que permitieron que se
produjera lo imposible"
(De Déjala
que caiga)
|
En Bowles lo
extraño alcanza también otras dimensiones: lo horrendo,
lo espantoso, lo violento; y lo insólito, o increíble.
A veces, la forma
de anonadamiento, de enajenamiento, de alienación: después
de un episodio feliz, o de un episodio violentísimo, los
personajes suelen sumirse en algo que sería un poco simplista
llamar locura.
Eso es lo que le pasa a Kit en El cielo protector, y eso
es lo que le pasa al profesor en 'Un episodio distante', por
citar dos ejemplos conocidos. Para Kit el desencadenante es la
muerte de su marido y el posterior momento de libertad que siente
cuando se baña; para el profesor el desencadenante es
el ataque de la tribu reguibat y el posterior corte de su lengua.
En ambos casos, después del climax los personajes permanecen
largo tiempo deambulando, siguiendo un tipo de existencia completamente
distinto al anterior, y hacia al final viven otro vuelco intenso,
de rebelión contra todo lo pasado.
Lo extraño
es muchas veces violento: Bowles ha declarado que encuentra belleza
en esa violencia. Con respecto a ciertos ritos bereberes ha escrito:
"Uno se tiende sobre el fuego, otro se da cuchilladas en
las piernas y los brazos, otro golpea con una piedra un hueso
afilado colocado sobre el muslo... luego, cubiertos de cenizas
y de sangre, cantamos y bailamos todos en alegre alabanza del
santo y del dios que pemiten que triunfemos sobre el dolor y,
por extensión, sobre la propia muerte".
|
Lo extraño
puede tener también un entorno más normal, remitiendo
a la incomunicación, a la separación (en el sentido
de separatidad de Fromm, la separación inevitable entre
un ser humano y el resto del mundo, los otros seres humanos).
Allí, a veces lo extraño aparece como atractivo,
luego como amenazante y luego como definitivamente peligroso.
Es en cierto
modo el caso en el cuento 'Páginas de Cold Point', y el
caso de Aileen en 'El eco', donde ese acercamiento tiene la forma
literal -y repetida en Bowles- de un paseo que empieza inocente
y termina temible, con consecuencias no buscadas que pueden ser
un castigo o una revelación.
La forma más
positiva de lo extraño es lo insólito, lo increíble:
"increíble" es la última palabra que
dice, en voz alta, el profesor de 'Un episodio distante', e "increíble"
es la palabra clave en el relato 'Merienda en la montaña'.
Allí el momento central, el que podría provocar
un cambio o la felicidad, se disuelve en el aire, en la tristeza
y la ausencia; probablemente se olvide.
|
"Todo está en los libros",
dijo Bowles ante una pregunta incómoda de un periodista.
"Si se analiza, en ellos se encuentra lo verdadero, lo esencial
del escritor como persona". Por eso quizás a él
no le importaría estar muerto ahora: su legendaria reserva
es ya definitiva, pero sus libros siguen existiendo; por cualquier
razón que sea, eso debería ser lo que importa.
O "esa es la ley; no todo el mundo la obedece". |
"A partir
de cierto punto, no hay retorno posible. Ése es el punto
al que hay que llegar"
(Aforismo de Kafka usado por Bowles
como epígrafe en El cielo
protector)
|
* Publicado
originalmente en Insomnia Nº 101
|
|