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LISSARDI, ERCOLE - COMUNIDAD INTERPRETATIVA - ILEGIBILIDAD - RIVAROLA

Ercole Lissardi, un escritor ilegible

Gustavo Verdesio
En una comunidad interpretativa como la uruguaya, los textos que produce Lissardi se vuelven ilegibles. Sencillamente, sus miembros no pueden percibirlos. No
importa cuán alta sea la calidad de su prosa (infinitamente superior a
la mayoría de los escritores nacionales) o cuán inteligente y profunda su propuesta estética

Este texto fue escrito meses antes de que la segunda novela de Ercole Lissardi (Últimas conversaciones con el fauno) fuera publicada. Por entonces, la escueta iformación que se tenía sobre este autor, divulgada en las contraportadas de sus primeros libros, era que Lissardi (actualmente activo colaborador de H enciclopedia y autor de tres novelas más) era hombre muerto.

A fines de este mes será publicada la segunda novela del escritor uruguayo Ercole Lissardi (Últimas conversaciones con el fauno), hecho que me servirá de pretexto para reflexionar sobre la escasa difusión y repercusión de su novela anterior (Aurora lunar).

Se dice en los corrillos literarios que don Lissardi esta vivo
(contrariamente a lo que informan las solapas de sus libros
anteriores)
y que es meramente un seudónimo tras el cual se esconde un humilde escriba que, sin pretensiones ni tapujos, habla de algo que la literatura uruguaya parece tratar de soslayo: sexo.

El simple hecho de cobijarse en un alias indica una o dos cosas, según se lo interprete: a) que el autor es un paranoico que cree que la sociedad uruguaya (en especial la parte de ella que se dedica a la crítica y a la producción literarias) no está dispuesta a dar carta de ciudadanía a ese tipo de literatura que algunos llaman pornografía y que yo me abstendré de calificar, b) que el autor no es tan paranoico
y que, efectivamente, el ambiente cultural uruguayo es
considerablemente pacato y
rivarolesco.(*)

Estoy absolutamente convencido de que la opción b) es la correcta y a fundamentarla voy.

Partamos de una base: los seres humanos que viven en sociedad se agrupan en lo que alguien
(Stanley Fish) ha llamado comunidades interpretativas. Esto quiere decir que los miembros de dichas comunidades tendrán una tendencia a interpretar un mismo texto cultural de manera similar. De este modo, el texto que llamamos biblia será entendido de forma diferente segun lo interprete una comunidad católica apóstolica romana o un protestante seguidor de mi vecino Jimmy Swaggart.

De hecho, las diferentes formas de verlo, de leerlo, lo convertirán, a todos los efectos prácticos, en libros
diferentes para cada comunidad.

Con los textos que hablan sobre sexo ocurre lo mismo que con la biblia: para algunos son un preciado objeto de consumo; para otros se trata de entidades despreciables y groseras. El establishment cultural uruguayo es de ésta última opinión. Si repasamos las reacciones que el
humor subidito de tono provoca en un amplio espectro de sujetos interpretantes, veremos que es así. Basten como ejemplos
Marcelo Tinelli o Alberto Olmedo, de quienes se ha dicho todo menos que son finos. Y en esto están contestes no solo los culturosos de profesión, sino también humoristas locales
(el pontificante Ricardo Espalter), el grandilocuente Julio María Sanguinetti en su investidura de presidente uruguayo (ver entrevista en Posdata, donde trata a Tinelli de grosero) y muchos más.

Como los lectores ya habrán colegido, en una comunidad interpretativa de tales caractéristicas, los textos que produce
Lissardi se vuelven ilegibles. Sencillamente, sus miembros no pueden percibirlos. No importa cuán alta sea la calidad de su prosa (infinitamente superior a la mayoría de los escritores uruguayos) o cuán inteligente y profunda su propuesta estética.

Humildemente, desde aquí, insto al amable lector a cambiar el cristal de sus anteojos. De ese modo, acaso, podrá percibir a un escritor que, hasta ahora, ha sido desterrado al reino de lo
ilegible.


(*) El término "rivarolesco" (basado en las hermanas Rivarola, travestis que hicieron la pequeña épica blanco y negro de la televisión uruguaya), que define una actitud cultural pacata, decimonónica y cholula ante los fenómenos estéticos (en especial la "alta cultura" o "high brow"), fue acuñado por el Lic. Ruben Tani. 

* Publicado originalmente en Posdata en agosto de 1997

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