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JUEGO DE SUMA CERO - JUEGO DE SUMA NO-CERO - JUEGOS DE OPOSICIÓN PURA - JUEGOS DE OPOSICIÓN - JUEGOS DE COOPERACIÓN - VON NEUMANN, JHON LOUIS - MORGENSTERN, OSKAR - RUSH, BENJAMÍN -

La creencia en el juego de suma cero y las relaciones interculturales (I)


Patrick Imbert

Esta concepción de la vida como juego de suma cero es reforzada por una ideología que considera el territorio, y particularmente el territorio nacional, como el punto de referencia que valida la identidad. En efecto, el territorio nacional es lo que impone referencias limitadas. Además, en el ámbito de la propiedad, el territorio está sujeto a una imposibilidad: la de ser dividido infinitamente


Resumen

La creencia de que la vida es un juego de suma cero no tiene nada de típicamente canadiense. Pero resulta interesante su impacto sobre las argumentaciones identitarias en un contexto canadiense. La creencia en el juego de suma cero implica que si alguien aumenta su capital económico o simbólico, otra persona verá disminuir el suyo. Este mundo homeostático necesita desarrollar discursos argumentativos que controlen los deseos de desarrollo individuales y colectivos según un orden que hace prevalecer lo burocrático comunitario sobre la creatividad y la expansión. Creer que la vida es un juego de suma no-cero, es pensar que es posible acrecentar las riquezas y que por lo tanto éstas se extenderán sobre la población, ya sea por el juego económico liberal del trickle down, ya sea por la intervención gubernamental en forma de leyes sociales.

En un marco canadiense, esta creencia estereotipada en el juego de suma cero influye a la vez la información que concierne lo exterior, por ejemplo los potenciales competidores como México en el marco del TLCAN, y también el funcionamiento interno, por ejemplo el bilingüismo para los franco-hablantes.

Estudiaremos por lo tanto informaciones que, en la prensa, presentan los peligros que constituye la competencia económica mexicana y las pérdidas potenciales para los canadienses, luego los razonamientos que presentan los peligros del bilingüismo para los franco-hablantes, donde se ve que la creencia en la vida como juego de suma cero conduce por ejemplo a estar persuadido de que la población franco-hablante será asimilada necesariamente si es expuesta al inglés. Cuestionaremos esta creencia en la vida como juego de suma cero, que es contraproducente en
una sociedad donde lo que importa es la capacidad, no solamente de capitalizar a nivel económico, simbólico y del conocimiento, sino sobre todo de manipular el conocimiento por una parte muy importante de la población con el fin de ser competitivo y creativo en un mundo globalizado.

1) La concepción de la vida como juego de suma cero opuesta a la concepción de la vida como juego de suma no-cero


La concepción de la vida como juego de suma cero tiene implicancias mayores en los ámbitos culturales, lingüísticos, educativos, sociales y económicos. Los primeros elementos de esta concepción se relacionan con la teoría de los juegos de opuestos expuesta en 1928 por von Neumann, desarrollada posteriormente por von Neumann y Morgenstern desde 1944
(1). Un juego es de suma cero cuando los intereses de los jugadores son diametralmente opuestos, como en el caso del juego de ajedrez, por ejemplo. Sin embargo, es necesario diferenciar los juegos de oposición pura (que corresponden a duelos y en los que al ganar uno, el otro pierde), de los juegos de cooperación y de oposición. En este último caso, los jugadores pueden ganar o perder algo, ambos al mismo tiempo. También estos son juegos de suma cero en el sentido de que estas situaciones no conducen a la creación de riquezas, o de un excedente, como en el caso de los juegos de suma no-cero. Nos consagraremos aquí al primer caso, en el que hay oposición pura. El estereotipo del juego de suma cero representa la base de las evidencias que gobiernan los posicionamientos identitarios. Este estereotipo presupone gran cantidad de discursos que asumen la organización de las relaciones cotidianas.

2) Lógica territorial y juego de suma cero


Esta concepción de la vida como juego de suma cero es reforzada por una ideología que considera el territorio, y particularmente el territorio nacional, como el punto de referencia que valida la
identidad. En efecto, el territorio nacional es lo que impone referencias limitadas. Además, en el ámbito de la propiedad, el territorio está sujeto a una imposibilidad: la de ser dividido infinitamente. Tanto el nacionalismo territorial como los bienes raíces son del orden de la penuria(2).

De esta forma, cuando se busca permitir que los individuos vivan concretando sus aspiraciones de expansión
(lo que ofrecen en el siglo XIX las Américas y la 'frontier'(3) a los europeos que no pueden convertirse en propietarios en sus países de origen), siempre se plantea una relación de sustracción con respecto de los demás. Esta noción es resaltada por Benjamin Rush al subrayar que a medida que la población inglesa aumente, la población indígena va a disminuir. En su razonamiento, relacionado con un sentimiento patriótico y continentalista, la población indígena va a disminuir porque las enfermedades van a reducir la cantidad. En este caso, se puede esperar que los grupos autóctonos estén demasiado limitados para poder formular demandas válidas en lo que concierne a la propiedad de un territorio.

Ciertamente, se puede retener que él no afirma que la población indígena va a desaparecer, sino disminuir y que de esta forma el territorio quedará en manos de los ingleses. Dentro de esta lógica, similar a la lógica expuesta por Sarmiento en Argentina(4), tener más significa claramente haberle sacado a los otros, puesto que el territorio, incluso en los sueños de la 'frontier' del Oeste abierto, no es extensible hasta el infinito.

Notas:

(1) Von Neumann and Morgenstern, 1944, Theory of games and economic behavior. Princeton: Princeton University Press. (http://press.princeton.edu/titles/7802.html)

(2) Esto ha sido demostrado por Guy Ben-Porat en The Same Old Middle East? Explaining the rise and fall of the New Middle East, Department of Public Policy and Administration, Ben-Gurion University, Beer-Sheva, 84105, Israel. gbp@bgumail.bgu.ac.il . El autor muestra que un pensamiento del territorio sólo puede conducir a más conflictos. Por el contrario, un pensamiento de intercambio económico relacionado con la mundialización habría podido transformar las relaciones si hubiese sido lo suficientemente explicado y trabajado, mucho tiempo antes, para convencer a los indecisos. Esto debería haberse hecho por medio de una organización completa de los medios que actúan sobre las transformaciones culturales y paradigmáticas, como se ha visto en las Américas, por la producción de textos de vulgarización y publicidades que estimulan las transformaciones y la producción de significaciones múltiples en relación con el reconocimiento de la diferencia en el marco de la competencia y no en el del conflicto. Ver P. Imbert, Trajectoires culturelles transaméricaines, Ottawa, Presses de l'Université d'Ottawa, 2004.

(3) El término "frontier" en inglés no significa límite, sino que hace referencia a un espacio que es atravesable en el marco de un movimiento de expansión.

(4) Domingo F. Sarmiento, Facundo, Barcelona, Planeta, 1986.

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