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ISSN 1688-1672

 



COMUNICACIÓN - TRANSMISIÓN - MEGAMÁQUINA GLOBAL -
 

Diccionario para los nuevos tiempos (V)*

Sandino Núñez
 

COMUNICACIÓN - TRANSMISIÓN -
Los púberes que subieron un video que los mostraba apaleando a una perra no comunican nada ni informan nada: transmiten. Y eso dibuja un problema mucho más siniestro y oscuro.


COMUNICACIÓN. Una de las pequeñas grandes palabras de la democracia liberal contemporánea. Es decir, uno de los fetiches de la utopía liberal contemporánea. Hay una "teoría de la comunicación" y unas "ciencias de la comunicación" que tramitan el perpetuo e ilimitado estado de comunicación de todas y cada una de las partículas del cuerpo social. La comunicación es menos el cemento que cohesiona a todo social (como decía Louis Althusser hablando de la ideología) que el lubricante habermasiano que permite el buen funcionamiento de la megamáquina y que nos proporciona el placer extra de sentir o vivir esa megamáquina global funcionando suavecita y aceitada, como una prótesis y una potenciación maravillosa de nuestro propio cuerpo. Somos terminales nerviosas en el gran sistema nervioso global. Cada uno se excita y comunica. Yeso compone la trama capilar de la enorme red informativo-expresivo-comunicativa. Es la consagración plena de la fantasía esquizofrénica deleuziana de una constelación sin centro y sin periferia, en la que estamos sin estar, en forma anónima, sin compromisos, sin filosofía, sin ideología y sin dogma. Sin religión y sin destino. Por fin liberados de nuestras estúpidas obligaciones civiles y de nuestras autoritarias identidades sociales. Una gota de agua en el océano nietzscheano del devenir. Sólo excitándonos y comunicándonos, de cuerpo a cuerpo. Es el mercado mismo.

TRANSMISIÓN ("broadcast yourself", eslogan de Youtube). Es la fase superior de la comunicación. Es el acto exaltado de la comunicación misma ante el espejo de la pantalla. Y es una reinyección de excitación a una comunicación que corre siempre el riesgo de aburrir o volverse monótona, contrapeso de la propia acción anónima de comunicar en una red impersonal y, esencialmente, siempre indiferente. Pues no es en absoluto lo mismo —aunque lo sea— comunicarme y transmitirme. Transmisión es la verdad masturbatoria absoluta de la comunicación: es un pliegue narcisista de la comunicación, el momento de gloria sobrenatural ante la cámara o el micrófono. Alguien preguntaba, con ironía, qué diferencia podría haber entre tener una relación sexual con mi pareja y utilizar a mi pareja como un dispositivo para masturbarme. Es la misma que hay entre comunicarme y transmitirme. En lo real de los cuerpos y los nervios no hay tal diferencia. Pero en significados y conceptos hay un abismo. Transmitir es superior a comunicar: es un paso más hacia la nada. Transmitir le pertenece plenamente a la publicidad como réplica obscena de la obscenidad del mercado. En los reality shows, por ejemplo, ya no se comunica: se transmite: cada uno es una fuente de broadcasting, cada uno el espacio de un esponsor. Los estúpidos pegotines de los autos en los que unos dibujitos simpatiquísimos muestran a los integrantes de la familia (una pareja, dos nenitos, un perrito, una tortuguita, etcétera) no informan ni comunican nada: transmiten. Los púberes que subieron un video que los mostraba apaleando a una perra no comunican nada ni informan nada: transmiten. Y eso dibuja un problema mucho más siniestro y oscuro.

 



* Publicado originalmente en Tiempo de Crítica. Año I, N° 15, 15 de junio de 2012, publicación semanal de la revista Caras y Caretas.

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