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XENOLOGÍA - PSI GAMMA - PSI KAPPA - "PAÍS DE LO OCULTO" - ESOTERISMO - OCULTISMO - PARAPSICOLOGÍA - GUÉNON, RENÉ - CHARLATANERÍA -

Xenología (una especie de manifiesto)

Carlos Atanes

El ocultismo engloba todas aquellas prácticas que pretenden conducir a la aprehensión de la realidad mediante procedimientos de tipo mágico o sobrenatural, esto es, desligados de la causalidad física y entroncados en la pura analogía: aquí nos encontramos con la Magia propiamente dicha, la Santería, la Astrología, el Satanismo, las diversas mancias y la comunicación con el espíritu de los muertos, o Espiritismo

El «País de lo oculto» es muy extenso y accidentado, y se halla dividido en regiones que no necesariamente están vinculadas directamente entre sí. Detractores, charlatanes, escépticos -entre los que se encuentran esos curiosos personajes que, aun no creyendo en absoluto, nunca permitirían la entrada de investigadores psicofónicos en su casa, por si acaso-, e incluso los propios expertos y estudiosos del tema, no han colaborado mucho en el esclarecimiento de los términos que designan las diferentes ínsulas del «País de lo oculto» contribuyendo, por esta razón, a un juego de confusiones que sólo beneficia a los confusionistas. Ya sabemos que «en río revuelto...»

Para empezar, enunciemos las tres grandes categorías temáticas que engloban, a grandes rasgos, la totalidad de volúmenes dispuestos en las estanterías de una de esas librerías de libros raros: el esoterismo, el ocultismo, y la parapsicología. Estas tres palabras, a pesar de lo que opinen muchos ciudadanos de a pie, no se refieren ni mucho menos a lo mismo. Vayamos por pasos.

El esoterismo -del griego: dirigido hacia el interior- hace alusión a la transmisión de un conocimiento antiguo y secreto a un limitado círculo de iniciados, mediante símbolos(1). A lo largo de esta breve descripción ya han desfilado los conceptos más importantes del esoterismo: Tradición, Simbología, Iniciación. El estudioso René Guénon concedía una importancia decisiva al primero de ellos: la Tradición. Negaba, así, la condición de esotéricas a todas aquellas agrupaciones que, aun autodenominándose de tal forma, no cumpliesen el requisito de garantizar, mediante una estricta jerarquía y un proceso de instrucción de maestro a iniciado, la enseñanza de una Tradición antiquísima que, según él, era -es- en esencia común a todas las sub-tradiciones esotéricas.

La práctica del esoterismo conlleva, pues, la iniciación del interesado en ese claustro del conocimiento -vedado a los profanos- y el firme compromiso de no revelar al exterior nada de lo comunicado allí dentro. El fin de esta participación es la consecución de un conocimiento simbólico que descubra los arcanos de la existencia y, consecuentemente, nos autorrealice y perfeccione. Dentro del esoterismo podemos englobar tradiciones como la Cábala, el Sufismo, el Gnosticismo, la Masonería o la Alquímia, algunas de ellas íntimamente ligadas a las grandes religiones monoteístas, constituyendo por lo tanto el reverso de la moneda exotérica, la doctrina accesible al gran público.

El ocultismo engloba todas aquellas prácticas que pretenden conducir a la aprehensión de la realidad mediante procedimientos de tipo mágico o sobrenatural, esto es, desligados de la causalidad física y entroncados en la pura analogía: aquí nos encontramos con la Magia propiamente dicha, la Santería, la Astrología, el Satanismo, las diversas mancias y la comunicación con el espíritu de los muertos, o Espiritismo -aunque no falte quien proponga hacer categoría aparte con esta última-. El ocultismo no se alimenta de la gran y primigenia Tradición de la que hablaba Guénon, y no busca una autorrealización(2).

La parapsicología es una rama del conocimiento que estudia, con aplicación del -imperfecto pero útil- método científico, todos aquellos fenómenos inexplicables para la ciencia oficial. Su área de estudio abarca dos grandes materias: los fenómenos psi-gamma, o de índole subjetiva, y los fenómenos psi-kappa, o de índole objetiva. Los fenómenos psi-gamma son aquellos que no interactúan con el medio físico, y que tan sólo tienen lugar en la mente de un individuo o varios, tales como la precognición, la telepatía o la clarividencia. Los fenómenos psi-kappa sí ejercen una transformación del entorno físico. Podemos entender como tales: las teleplastias, la psicocinesis, el poltergeist, las psicofonías o el curanderismo.

A mi entender, el término «parapsicología» es inadecuado, al sugerir, y por tanto, inducir a la creencia en el origen psicológico o mental de estos fenómenos. Además, al quedar excluidos de su campo de investigación -por lo menos nominalmente- otros enigmas dejados de la mano de la ciencia oficial, tales como los que estudia la ufología o la criptozoología, surge la necesidad, para englobarlo todo, de acudir al uso, nuevamente, de términos difusos. Esto es lo que ocurre con «paraciencia» que, etimológicamente, no tiene el significado que habitualmente se le da: «estudio de lo que está al lado de lo estudiado por la ciencia», sino que significa «estudio que está al lado del estudio propiamente científico». No científico a su vez, por tanto.

Por otro lado, el uso del término paranormal conduce a necedades lógicas del tipo de este enunciado: «el origen paranormal del fenómeno es muy probable»(3). Veamos: un fenómeno puede parecer normal o paranormal, pero no lo es o no probablemente. Si la parapsicología quiere fundamentar su estudio en el método científico, como presume hacer, no puede pretender determinar la paranormalidad de un fenómeno. De ser así, nos veríamos abocados a una simple y llana tautología: estudiaremos la paranormalidad para certificar su paranormalidad. Es como si alguien nos señalara un fenómeno raro y nos dijera: mire qué raro es. Inmediatamente nos veríamos impelidos a responderle: ya vemos que es raro, no estamos ciegos, pero díganos algo más acerca de su naturaleza. Estoy seguro de que éste y no otro es el motivo de que, carentes de una hipótesis razonable hacia la que enfocar sus pesquisas, muchos de los llamados «investigadores» de lo paranormal sean en realidad «coleccionistas» de fenómenos paranormales. La acumulación de datos es, desde luego, un trabajo previo imprescindible, y alguien tiene que hacerlo. Pero nunca se llegará a nada si el método de investigación se limita a la catalogación y el análisis.

Se necesita, como se necesitó para explicar la caída de una manzana, una hipótesis falseable que dé sentido a la acumulación de datos
(4). Y la certificación de paranormalidad no es una hipótesis falseable. Con ella tan sólo se establece un bucle de realimentación -y de autosatisfacción- que no conduce a nada. Seamos tajantes: una ciencia -y la parapsicología, en principio, lo es-, ante el estudio de un hecho comprobado, sólo puede pretender clasificarlo de dos maneras: como «normal» -aunque «atípico»-, esto es, a fin de cuentas explicable dentro del marco de las leyes físicas conocidas o por conocer; o como «sobrenatural», esto es, inexplicable a la luz de las leyes físicas -un milagro, por ejemplo-. ¿Qué es entonces, lo paranormal?... Su uso como concepto intermedio es inaceptable. La fuerza gravitatoria, tan desconocida aún -todavía no se ha detectado el famoso gravitón- debería ser entonces, también, un fenómeno paranormal. Los físicos no la califican así, únicamente se limitan a elaborar hipótesis e intentar demostrarlas. A lo mejor los parapsicólogos deberían hacer lo mismo, y desterrar definitivamente la palabra «paranormal», por acientífica.

La propia denominación «parapsicología» debería sustituirse por otra. Sobre todo en el caso de los fenómenos psi-kappa, de naturaleza física, es evidentemente inadecuada: que la explicación del fenómeno poltergeist, por ejemplo, sea de índole psicológica no deja de ser una elucubración. Y una elucubración no puede dar nombre a una ciencia, sólo el fenómeno en el que se basa esa elucubración. Sólo las ideologías, y no las ciencias, toman su nombre de elucubraciones. De no ser así, la cosmología, actualmente, debería denominarse universoenexpansionología, porque la hipótesis cosmológica dominante en estos momentos es la de que el universo de halla en expansión imparable.

Finalizaré estos comentarios con una propuesta: englobar el estudio de los fenómenos psi-gamma, psi-kappa, la ufología, la criptozoología, etc., bajo la etiqueta -imperfecta pero razonable- de Xenología, del griego «€evoç», que significa «extraño, insólito, raro sorprendente»(5), y que hasta ahora se ha venido utilizando para hacer referencia al estudio de una hipotética vida extraterrestre. Ampliemos el término, ya que la acepción vinculada a lo extraterrestre aún no está demasiado extendida, y todavía estamos a tiempo de apropiárnosla(6). Xenología: estudio de fenómenos extraños, pues -siempre nos quedaría Xenofenomenología, pero es un poco largo, ¿no les parece?-. Es sólo una propuesta, discutible y mejorable. Quizás alguien la haya alumbrado antes con este fin, lo desconozco.

En cualquier caso, es una propuesta que enmarco dentro de un llamamiento más general: invoco a los estudiosos de esta temática, a todos aquellos que no sólo han constatado la existencia de fenómenos extraños, sino que además anhelan un mayor rigor en su estudio, que dediquen algunos minutos a replantearse el uso que hacen de ciertos términos y contribuyan, en sus escritos, coloquios y declaraciones, al esclarecimiento de este mejunje ininteligible de equívocos y contradicciones en el que se debate el «País de lo oculto».

Si no, seguiremos asistiendo durante mucho tiempo al lamentable espectáculo de esos charlatanes y farsantes que aparecen en
televisión dándoselas impúnemente de «brujitos, parapsicólogos y expertos en mecánica cuántica», todo por el mismo tubo. Pongamos un poco de orden en este lío, que supone un verdero peligro y agresión constante contra la dignidad de los que ostentan una pretensión legítima de conocimiento.

APÉNDICE: Propongo la celebración -aunque sea en la virtualidad de un foro en internet, de momento en el ámbito hispanohablante-, de un encuentro abierto a periodistas e investigadores de «lo oculto», miembros de sociedades parapsicológicas e interesados en general donde se debatan los pros y los contras de antiguas y nuevas nomenclaturas, ya que el idioma, como todos sabemos, sirve para comunicarse, y por lo tanto se alimenta del consenso entre las partes.


Barcelona, septiembre de 2003

Notas:


(1) Definición que del término «esotérico» propone el diccionario ideológico Julio Casares: «Oculto, enigmático, incomprensible. Dícese de la doctrina que los filósofos de la Antigüedad no comunicaban sino a corto número de sus discípulos.»

(2) Definición que del término «ocultismo» propone el diccionario ideológico Julio Casares: «Ciencia que pretende investigar y utilizar las fuerzas ocultas de la naturaleza, y especialmente las de carácter misterioso o sobrenatural.»

(3) Comentario del profesor Hans Bender acerca de las psicofonías publicado en Parapsichology Review.

(4) El afamado Dr. J.B. Rhine, de la Universidad Duke, representa un modélico ejemplo de científico que justifica la masiva recogida de muestras bajo estrictas condiciones de control -a principios de los años 30 del pasado siglo efectuó 85.000 pruebas- en la demostración estadística de una hipótesis: en su caso, se trataba, simple y llanamente, de certificar la existencia o no de las facultades telepáticas. Aun siendo de otro color su pelaje, el millonario James Randi demostraría un rigor equiparable en su cacería de fraudes. Por lo que a mí respecta, la condición de «escéptico» de este último no menoscaba en absoluto su condición de «investigador de lo extraño» ya que pienso que el primer objetivo, y el más apremiante de todo «parapsicólogo» es desmontar la posible farsa oculta entre las bambalinas de un fenómeno aparentemente paranormal.

(5) Y también, en honor a la verdad: «extranjero, forastero, peregrino»...

(6) Además, en ese caso vuelve a bautizarse un área de estudio en base a una hipótesis no demostrada -existencia de vida extratarrestre- en vez de en una fenomenología comprobada, que sea objeto de estudio. Dado que parte de los fenómenos calificados hasta ahora como de «paranormales» sí conforman un corpus de estudio, están en su derecho de llevarse el gato xenológico al agua.

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