Cuenta el Mito Infantiloide que había una vez una nenita
que florecía sus quince primaveras robotonas como un melocotón
de los Alpes. En el cielo las estrellas y en la pradera los cabritos
retozaban al cuidado de la pequeña que dejaba escapar
de sus labios de rubí el viejo y legendario Olerí
olerí oleró chu guagua chu guagua. El club de Toby
se ponía como loco y todos querían ayudar a Heidi
a cuidar los cabritos en el valle Verde que te quiero verde.
El abue era un bricoleur
y pequeño empresario suizo, producía relojes pipí
cucú, quesos, chocolates cuya marca se hizo famosa: "Alpen
Garoten" y regenteaba un Spa con yacuzzi.
La vida de la pequeña
transcurría según el cielo climatérico de
la ecología hormonal
alpina, y soñando con el príncipe austro-húngaro
que la hiciera feliz para siempre. Su tierno coranzcito latía
con las soñadas promesas del Amor mientras el sano clima
de la comarca hacía maravillas con su anatomía.
Sus amorosos ojos azules vieron llegar el día en que tenía
que abandonar el pago para completar su educación en un
Fino Colegio para señoritas mantecas.
Pero hete aquí que debe dirigirse a un bello país,
San Remo. Añorando la montaña, llega a la estación
para ser recogida por la institutriz, bella Rivarola
finisecular. La dura realidad le permite conocer a dos dulces
y pobretones huerfanitos, Annie y Yeppeto.
Aparece satánico
y libidinoso, el fornega que regentea el Orfelinato, con pinta
de britón con mostachos de vodevil y se juna al toque
a Heidi.
Por suerte la institutriz
rivarolesca aparece a salvarla y la lleva como una gayina clueca
a un cachilón (Faetón
Misssubicho) junto
a otro manojo de ninias al Fino College. Qué le digo querido
lector que este tunante, el
fisgón Ludovico Locazzo le ofrece una golosina a una de
las blondas pequeñas ante los azorados ojos de la institutriz
¡Qué momento!
En el Fino Colegio, las
tiernas muchachas se divierten sanamente, estudiando poesía y mariposeando la prosa canyengue
del Parnaso y bordando delicado macramé pelotudo propio
de una Rivarola. Ejecutan además el dicho mente
sana y body posta al compás del ritmo aeróbico de
la Barcarola y el pasodoble. El curso que más entusiasmaba
a este manojo de mariposas de primavera era el posgrado: "Porristas,
Bastoneras, Modelos y Paquitas".
La vida tilinga al
margen del mundo de la vida les ríe y canta pero, un día
aciago llega a oscurecer la felicidad, sí estimado lector
caníbal, la guerra golpia a las puertas taraceadas del
Colegium Artium Rivarolium.
Desdichados, los hombres
que anegan los negros y humeantes campos de batalla y destruyen
la paz de nuestras heroínas, las beyas pequeñas
educadas. El terror aletea en la noche iluminada por los fogonazos
de las culebrinas y las bombardas feroces, chasqui-bombas que
hieren las entrañas desgarradas de la madre tierra.
Heidi debe abandonar
su esplendorosa vida curricular, nuestra frágil campesina
Tirolesa interrumpe el bordado y avizora el terrible mundo de
la Lebenswelt. Dejar el viejo caserón finoli, el
clavicordio y el jardín versallesco de esta pequeña
Unidad rocanbolesca, la enfrenta a la dura realidad Dickensiana
del Orfelinato del fornega y truhán de Locazzo.
Abandonar el Caserón
en un carromato celular tipo Keystone y llegar a un recinto niñame
de Terror. Soportar el fichoneo melaza del gandul y canalla de
Ludovico y lo peor de todo era saber que su futuro en manos de
este baboso era el Burlesque, el Varieté erótico
de la cabaretera de culebrón. Si amigo Ludovico Locazzo
era un cafirulo, un aplicado empresario del placer.
¡Oh Musas del Parnaso
Barroco! Vosotras
que chancleteais con túnicas transparentes la pasarela
del sambódromo griego, ayudad a la pequeña y rescatadla
de las manoseantes intenciones del sátiro de la mortadela.
Heidi ya se veía
con el unifrome de Bataclán aeróbico delante de
un público entusismado al paroxismo, mordiendo las butacas
y pidiendo un bis.
Por suerte la regenta
del Colegio, la madama Fifí Sorbón realizó
diligentes esfuerzos en la procura del paradero de las pequeñas
y utilizando los conocimientos de Francesco D'Orto encuentra
el Orfelinato y la rescata.
El amor
siempre triunfa porque el amor
es difícil, Madame Fifí es la dichosa promotora
de una Agencia de Modelaje Parnasiano y Heidi y sus amiguitas
son terribles modelos en la pasarela concheta del Glamour
Manteca. El corazón de Heidi aletea en una nube amorosa.
¿Se casará con Francesco D'Orto? Chi lo sa. Bisogna
fuggire il cattivo esempio. Io sono contento.
*Publicado originalmente en La república de Platón,
Nº 53
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