Lo que se vuelve evidente cuando uno termina de leer el Libro
del desasosiego es que se trata de un libro
que habla. Es decir, un libro que expresa sentimientos y pensamientos
que el lector ha atisbado y
no ha sabido expresar con la claridad con que los encuentra grabados
-inverosímil negro sobre blanco-
sobre la página.
Claro, todos hemos leído la Biblia o el Baghavad
Gita, pero de repente, ¡oh! una voz casi más
clara, tal vez menos humana.
Una de las preguntas con la que se satiriza el ser siquiatra es
inquirir al paciente: "¿ha sentido que la radio
o la televisión le hablaban a Usted?". Y siempre
me he preguntado qué diablos prueba la respuesta afirmativa
a esa pregunta, hasta que me topé con este libro de Fernando
Pessoa/Bernardo Soares. Al parecer esa sigue siendo la clave del
estar loco, es decir, que un libro, la radio
o la televisión nos hablen directamente a nosotros. ¿Qué
consideraría más grave mi eventual siquiatra? ¿Que
le dijera que la radio me habla a mí o que lo hace uno
de los heterónimos de Fernando
Pessoa? Cómo decirle que, habiendo abierto al azar
el libro por primera vez, mis ojos giraron enloquecidos al leer:
"Lo que sobre
todo hay en mi
es cansancio
y aquel desasosiego que es gemelo del cansancio,
cuando éste no tiene más razón de ser
que la de estar siendo.
Siento un recelo íntimo
de los gestos que podría esbozar;
una timidez intelectual
provocada por las palabras que podría decir.
Todo me resulta frustrante
por anticipado.
El hastío insoportable
de todas estas caras,
emblemas de la inteligencia o de su falta,
grotescas hasta la náusea de tan felices o infelices,
horrorosas porque existen,
marea apartada de las cosas vivas que me son ajenas...."
Un problema extra -para
lograr un diagnóstico absolutorio- es que el fragmento
citado más arriba -el 337- es, como todo el libro, prosa.
Y para agravar más el asunto, como poema, tal vez no sea
tan bueno. Pero así fue como lo leí y no pensé
"esto es poesía" sino "parece matemática".
Ahora que lo pienso debió ser por el ritmo, por la cadencia
de la respiración del texto. Y porque, de tan exacto, habla
muy claro al oido
de un lector predispuesto. Pero no sólo por eso me ha parecido
similar a una ecuación.
Al parecer, lo que expresa Bernardo Soares/Fernando Pessoa es
un sentimiento que muchos somos capaces de experimentar y compartir
y, por lo tanto, nada excepcional. Quien lea el Libro del desasosiego
y sienta que lo que allí expresado es excepcional, estará
equivocado. Lo excepcional está en la forma con que está
expresada la común peripecia de la náusea, lo espléndido
es que Pessoa haya encontrado una forma tan extraordinaria de
expresar ese sentimiento de hastío que acompaña
a la existencia. Y lo de las matemáticas tal vez esté
en consonancia con el sentimiento de hastío ya que no hay
lenguaje más austero, menos derrochador que el de los números.
Como si el cansancio fuera tan tremendo que solo concediera en
escribir lo imprescindible. Por ello tal vez el estilo
de la prosa acompañe en la forma lo que se dice en el contenido.
La función poética de la prosa de Pessoa en el Libro
del desasosiego reafirma su contenido, refuerza su eficacia.
Y tal vez ese sea el motivo por el que sentimos que el libro habla.
Uno no está
loco siempre que encuentre la forma de justificar de manera verosímil
su insanía. En el fondo, no estar loco simplemente se
trata de que no se note.
* Publicado
originalmente en Insomnia, Nº 137
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