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ISSN 1688-1672

 



URUGUAY - CANDOMBE - MURGA - ESTADO/MERCADO - ESTADO -

Uruguay, país africano*

Aldo Mazzucchelli
El estado y el mercado son dos fuerzas esencialmente repetidoras y conservadoras. El arte es una configuración que resulta de muchos factores que no se ven. El arte va por delante de todo, incluso de sí mismo


Es notorio que la cultura uruguaya está en un período de cambio inaudito. Tanto es así que uno ni siquiera se da cuenta de que algo está ocurriendo, porque desde hace unos diez años -me puedo equivocar por un lustro, más o menos, ya se sabe que en materia de Humanidades las cosas no son muy precisas- la sensación es que no pasa nada.

Pero pasa. Por ejemplo, hace 15 años no estaba oficialmente claro que Uruguay fuese un país cuyas manifestaciones artísticas más importantes son el candombe y la murga.

Ya se conocen todas las reacciones que provocó la presencia de imágenes de murga y candombe en el espacio concedido a Uruguay en la mega-transmisión televisiva de la noche de fin de siglo. Sobre esto vale la pena, entonces, ensayar hoy un par de ideas. La primera, que las reacciones a este programa parecen encaradas de un modo poco eficaz. Se asume frente a lo que ocurrió -una vez más- una actitud de policía cultural, y se habla de pedidos de informes, y se marca la responsabilidad del Director del Sodre en el tema. Puede ser que sea una medida legítima obrar en este sentido, pero lo que es seguro es que no tendrá ningún efecto positivo.

Al contrario. Tomar medidas tendrá los siguientes dos efectos:
a) exacerbará los ánimos y las razones de todos quienes apoyan en Uruguay la lamentable idea de que el arte uruguayo es un equipo de fútbol cuyos tres "puntas" son: Figari, Martha Gularte y Falta y Resto, digamos.
b) le hará creer, a los propulsores de la medida, que han hecho algo a favor de otras manifestaciones culturales.
La segunda consecuencia es peor que la primera. Si quienes no se sienten representados por el candombe y la murga creen que es yendo contra el candombe y la murga que van a cambiar esta desagradable "correlación de fuerzas" cultural, se equivocan de acá al Barrio Sur. A muchos nos hubiese gustado que apareciese Gardel, Nocetti y Peyote Asesino... Pero uno no siempre hace lo que quiere. Y en materia de divulgación cultural, no hace nunca lo que quiere. Sólo lo que puede.

La segunda idea tiene que ver con el origen de esas reacciones, que son casi reflejos. Siento que esos reflejos surgen, en el fondo, de una idea de lo cultural que le da una importancia injustificadamente pequeña a los factores que llamaría espirituales, y le da demasiada a los que llamaría 'de mercado' o 'de estado'.

Los argumentos 'de mercado' insisten en que lo único importante, a la larga, es quién vende, quién se impone de acuerdo a las reglas del comercio de lo artístico. Los argumentos 'de estado' dicen que éste tiene sobre sí la responsabilidad de intervenir favoreciendo las manifestaciones culturales. Para decirlo brevemente, creemos que estas dos visiones encierran el problema de lo representativo de un país en una dialéctica paupérrima, que además, no funciona. Ni el mercado es, ni ha sido nunca, ni puede ser el único que determina lo que representa culturalmente a una sociedad; ni el estado tiene prácticamente nada que hacer al respecto.

El estado y el mercado son dos fuerzas esencialmente repetidoras y conservadoras. El arte es una configuración que resulta de muchos factores que no se ven. El arte va por delante de todo, incluso de sí mismo. Después, el estado premia o ignora, consagra oficialmente o censura; el mercado selecciona, repite y vulgariza, o ningunea. Ninguno de los dos tiene nada que ver con el arte, y esa separación debe ser vista con claridad. Los que buscan sanciones para los responsables de nuestra pésima representación del 31 deberían atender más serenamente a lo que hacen todos y cada uno de los días de su vida por favorecer otra cultura que no reduzca todos nuestros iconos a una mera sucursal estética de una ideología en derrota.

* Publicado originalmente en Posdata Nº 104

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