La historia de las series
policiales
parece encontrarse, en mucho mayor medida que el cine, vinculada
a los deseos y virtudes de los productores antes que a las capacidades
de los directores. En ese sentido, la serie policial de "autor"
no habría que rastrearla entre la infinita lista de directores
responsables de igual número de capítulos, sino
en el "estilo" o "escuela" conque
cada productor ha marcado el género desde sus orígenes.
Uno de los más relevantes en ese sentido fue Quinn Martin
(1927 - 1987), productor
de las más importantes series de la década del
60 y los primeros setenta quien, apoyándose en muy buenos
actores para sus roles protagónicos y en sólidos
guiones para sus dramas sentó (es casi seguro que sin proponérselo) las bases
de las modernas series policiales.
Sus shows intentaron (y
en buena medida lograron) reproducir en forma fiel y atractiva tanto
las rutinas policiales como los motivos reales de crimen. Si,
como dijo Raymond Chandler, los libros de Dashiell Hammett
devolvieron el crimen a quienes lo cometen con algún motivo,
Martin hizo lo propio dentro de las series policiales de TV con
sus programas.
Tuvo además en común con Hammett una similar predilección
por el uso de los espacios urbanos como marco para el tratamiento
de la temática criminal. Aunque esto no siempre resulta
trasparente, las series policiales de la TV se adscriben a determinados
subgéneros dentro de ese amplio espacio conocido como
"lo policial": en primer término, a las series
detectivescas, con el clásico "private eye",
su secretaria y su contacto dentro del cuerpo de Policía;
en segundo lugar, al llamado "police procedural" o
procedimiento policíaco, esto es, la versión del
crimen relatada por los propios cuerpos del orden.
Pese a que dentro de la novela negra norteamericana (fuente indiscutida de
roles y modelos para las series policiales estadounidenses) existen otros
subgéneros como el "crime psicology" o relato
psicológico del crimen,, el "crook story" con
el protagonismo de la versión del criminal (al estilo de William Burnett en sus clásicos
Pequeño Cesar, Alta Sierra y La jungla de Asfalto) y hasta un
"penitenciary story" o relato carcelario, la TV ha
optado mayoritariamente por centrarse en la versión de
los "buenos" de la historia, a saber, la de quienes
están del lado de la ley.
Sin embargo, y sobre todo desde las series que Martin realizara
durante fines de la década del sesenta y en los setenta,
los personajes han adquirido corporeidad, verosimilitud y realismo,
llegando a cuestionar, en forma radical algunos de ellos, las
simplificaciones que caracterizaron durante muchos años
las historias de "policías y ladrones" en la
TV: no siempre el ladrón es el "malo" de la
historia y no son pocos los policías corruptos. Sin embargo,
y es justo decirlo, las series de TV en general han optado por
no llegar tan lejos como algunos personajes clásicos de
la novela negra en su denuncia de la complejidad del crimen.
Esos personajes (pensar
en los sádicos y brutales policías de las novelas
de Jim Thompson por ejemplo) han encontrado su lugar antes en el cine
que en la TV. Mas todavía, la pantalla grande parece ser
el espacio en donde el "crook story" se ha desarrollado
bajo su forma visual más acabada.
La búsqueda del realismo y la pérdida del maniqueísmo
en el tratamiento del problema del crimen en la ficción
televisiva es un proceso en donde a veces ambos aspectos aparecen
contrapuestos: mas verosimilitud en el trabajo policíaco
puede atentar contra la tensión y el suspenso que son
condición básica del género, y viceversa,
la búsqueda de mayor atractivo en la acción, puede
hacer perder el pie del argumento en lo que veracidad se refiere.
Encontrar este balance ha sido el norte de los más importantes
productores de series policiales de TV. De este proceso han surgido
algunos de los más notables ejemplos de comunicación
televisiva, entre los que se cuentan la docena larga de series
y filmes para TV producidos por Quinn Martin entre 1959 y 1980.
Puros y duros
Enmarcada dentro de lo que se conoce como "police procedural",
en el mes de octubre de 1959 la compañía CBS Desilu
realizó un piloto de dos capítulos de Los Intocables
(The Untouchables), una de las
series clásicas del género y, probablemente, el
punto de partida de la serie policial de TV tal como se la conoce
hoy.
Con un parco y recio Robert Stack en el papel de Eliott Ness
y Neville Brand como su antagonista, Al Capone, el piloto se
basaba en la autobiografía que Ness había escrito
en colaboración con el escritor Oscar Fraley. Como resultado
de estos dos capítulos, la cadena ABC realizaría
la famosa serie entre los años 1959 y 1962, centrando
cada capitulo en la lucha sin pausa que Ness y sus chicos sostenían
contra una Mafia que tenía como blanco, muchas veces,
víctimas inocentes.
El narrador original fue Walter Winchell pero los televidentes
de habla hispana no deben dejar de recordar la nasal voz del
"periodístico" doblador que anunciaba las acciones
de Capone y los suyos sin inmutarse ante las decenas de muertos
que se acumulaban en la pantalla.
Ambientada en 1930, en la Chicago de la Ley Seca, la serie centraba
su foco sobre las acciones de la Mafia organizada del alcohol,
particularmente en Capone. Como señala el periodista Florian
Baumann, la serie se ubicaba en una época en donde "la
gente se encontraba dispuesta a pagar lo que fuera con tal de
poder beber alcohol. Y a veces pagaban con su vida".
Uno de los efectos colaterales del uso de la Mafia italiana como
fuente casi exclusiva de los problemas de Eliott Ness, fue que
a lo largo de toda su existencia, la serie tuvo que soportar
los embates de grupos Italo-americanos que protestaban por el
uso de nombres de ese origen para los maleantes. Como resultado
de esas presiones, los mafiosos terminaron llevando nombres como
Johnson y Jackson, mientras un tal Rico Rossi, interpretado por
Nick Georgiade, era miembro de Los Intocables.
En sus tres años de duración, Los Intocables
fue una serie plena de acción en donde Quinn Martin comenzó
a dibujar un perfil de producción propio. Martin, quien
fuera del género también incursionó en la
ciencia ficción con la notable Los Invasores (The Invaders,
protagonizada por Roy Thinnes como el arquitecto David Vincent), desarrolló
un estilo que privilegiaba la solidez actoral de sus protagonistas
y dejaba los libretos en manos de reconocidos escritores del
género.
También impuso un modelo de presentación de los
programas: cada uno de sus shows comenzaba con la música
de la serie y la voz de un narrador que anunciaba el nombre de
esta, agregando acto seguido la frase "a Quinn Martin Production",
marcando desde el comienzo la austeridad narrativa y visual de
sus programas.
Después de la producción de Los Intocables,
Martin realizaría su primer trabajo independiente, El
Fugitivo (The
fugitive),
con David Janssen como el doctor Richard Kimble. En esta serie,
emitida por la cadena ABC entre los años 1963 y 1967, Kimble
era un hombre inocente acusado del homicidio de su esposa. Acosado
por la policía, especialmente por el teniente Philip Gerard
(Barry Morse)
quien
estaba obsesionado por su captura, Kimble perseguía a su
vez al verdadero asesino de su mujer, un criminal conocido
como el "hombre de un solo brazo" (protagonizado por Bill Rasch).
La mayor parte de los capítulos de la serie no eran estrictamente
policiales sino situaciones dramáticas plenas del suspenso
y la tensión que la persecución de Kimble les otorgaba.
En el episodio final de la serie, un testigo permitía
a Kimble detener su fuga y a la vez misma vez mostraba al "hombre
de un solo brazo" morir mientras intentaba cometer otro
crimen. El Fugitivo fue la historia policial de mayor
audiencia en su momento, convocando durante la emisión
del último capítulo al 72% de los televidentes
de los EEUU.
Un año después de haber lanzado la serie que tenía
a Janssen como protagonista, Martin realizaría El FBI
(The
FBI),
con el actor Efrem Zimbalist Jr., quien había sido elegido
por el propio Edgar Hoover, director de ese organismo, como el
hombre indicado para hacer las veces de agente "tipo".
Los guiones de la serie, que fuera emitida por ABC entre los
años 1964 y 1974, se basaban en casos de archivo de la
agencia federal estadounidense y los federales eran siempre casos
extremos de patriotismo e integridad. Zimbalist Jr. es el responsable
de la famosa postura del agente que apunta con las dos manos
mientras grita "Alto FBI".
Viejos, gordos y feos
Los shows producidos por Quinn Martin marcarían los últimos
años de la década del 60 y los primeros setenta
con su estilo parco y recio (QM
Productions produjo en ese entonces mas horas de programas de
televisión por semana que cualquier otra productora independiente), apostando
en muchos casos al uso extensivo de locaciones urbanas, siguiendo
la línea de muchos clásicos de la novela negra
estadounidense que consideraban a la ciudad como el espacio privilegiado
para el ejercicio de la violencia y el crimen. Martin desarrolló
y perfeccionó la fórmula del drama televisivo de
una hora de duración: el número de actos, el número
de impactos de acción en cada uno de estos actos y una
notoria maestría para colocar interesantes "ganchos"
en la trama antes de cada tanda comercial, asegurando la permanencia
de la audiencia durante la duración de ésta.
El primero de los shows de la década del 70 fue Dan
August, producido para la ABC durante 1970. En ella un joven
Burt Reynolds protagonizaba a un teniente de policía de
un pequeño pueblo de California, apoyándose esencialmente
en la acción y apelando a la experiencia del actor como
doble. Según el propio Reynolds, el papel le fue otorgado
al responder en forma afirmativa a la pregunta de si sabía
saltar de un auto. La serie no supo aprovechar el humor y el carisma del
actor y fue cancelada al final de su primera temporada. También
en 1970, Martin produjo el filme para TV Travis Logan, D.A.
en donde el fiscal de distrito Logan intenta inclupar a un hombre
acusado de haber asesinado a su socio.
La segunda serie de Martin en los setenta fue Cannon y
en ella introdujo por primera vez un detective privado como protagonista
de sus series. Bajo la figura de un "private eye",
el actor y también productor William Conrad, narrador
de las series de Martin durante la década del sesenta,
protagonizaba a Frank Cannon, un ex detective de policía
que dejara el organismo después de la muerte de su esposa
e hijo. Entre los escritores famosos que escribieron guiones
para la serie se encuentra el prestigioso Bill Ballinger (autor del clásico
"La mujer del pelirrojo").
William Conrad (nacido
el 27 de setiembre de 1920, en Louisville, Kentucky y fallecido
el 11 de febrero de 1994 en North Hollywood, California) tenía
una larga historia tanto como actor como productor y desde comienzos
de la década del sesenta se encontraba fuertemente vinculado
a las producciones de Martin.
Desde sus primeros trabajos de mediados de la década del
cuarenta, Conrad había realizado múltiples tareas
como actor (The
Killers en 1946, Tension de 1949, The sword of Montecristo
de 1951, The naked jungle de 1954 entre otros filmes y
series), como narrador (en
el cómic Rocky y Bullwinckle y en El Fugitivo
durante los sesenta) y como director y productor de un
buen número de filmes. A comienzos de esa última
década, Conrad se hizo cargo de las presentaciones de los
shows de Quinn Martin y después de su actuación
en Cannon se convirtió en una suerte de icono de la serie policial,
siendo reclutado como protagonista de Nero Wolfe en 1981
y Jake and the Fatman en 1987. El último trabajo
de Conrad fue el de narrador en el filme Hudson Hawk (con
Bruce Willis)
del año 1991.
Durante cinco años, entre 1971 y 1976, la serie se mantuvo
dentro de los programas mas vistos de la cadena CBS. Después
del fracaso de la serie protagonizada por Burt Reynolds, en donde
Martin intentara centrarse en la acción y en un protagonista
joven, ya comenzaba a perfilarse como característica sus
producciones la preferencia por los antihéroes: sus protagonistas
iban a ser desde entonces viejos, gordos o feos. Esta tendencia
se vería confirmada con la aparición de Banyon
y Barnaby Jones.
La primera de estas duraría menos de un año, entre
1972 y 1973, y tenía como protagonista a Robert Foster
como Miles Banyon. Ambientada en el Los Angeles de 1937, la serie
evocaba los ambientes clásicos de la serie negra que el
propio Martin volviera populares en Los Intocables.
Inmediatamente después de Banyon, Martin lanzaría
Barnaby Jones, protagonizada por Buddy Ebsen, una serie
que en forma casi inadvertida se convertiría en una de
los programas de más larga duración en la pantalla
chica. Entre 1973 y 1980, Barnaby Jones, un detective privado
que volvía del retiro para investigar la muerte de su
hijo y sucesor en el negocio, confirmaría las características
atípicas que Martin proponía para sus protagonistas.
Estas características se verían reafirmadas en
los protagonistas de las dos series siguientes de Martin: tanto
Karl Malden en Las Calles de San Francisco (San Francisco Sreets) como Telly
Savalas en Kojak, no fueron elecciones casuales en la
intención del productor. La búsqueda de la solidez
interpretativa así como el intento de dar verosimilitud
a sus personajes, llevó a Martin a buscar buenos actores
que se adecuaran al tipo de un oficial de rango en la Policía.
Como ya apuntara Raymond Chandler en 1949, los policías
de la ficción debe tener el físico y la edad apropiados
para la tarea que deben cumplir.
En el caso de Kojak (emitida
por la CBS entre los años 1973 y 1978), la labor del calvo y duro
teniente Theo Kojak contenía bastante mas densidad que
la del policía de TV medio en lo que al trabajo policíaco
se refiere: Kojak tenía que rendir cuentas a su capitán
(Dan Frazer) y enviaba
los oficiales a su cargo (Kevin
Dobson como Crocker, Vince Conti como Rizzo, Mark Russell como
Saperstein y George Savallas como Stavros) a realizar el trabajo "sucio".
Con su paradigmático detective griego, que se empeña
en proseguir investigando el caso cuando ya todos lo han abandonado,
Savallas creó una de las imágenes mas perdurables
en la retina de los televidentes.
Mas allá del carisma del veterano actor, la serie sustentaba
su éxito también en sus muy buenas filmaciones
el locaciones de New York y sus notables guiones, algunos de
ellos a cargo del escritor Joe Gores quien ganaría un
premio Edgar (el
equivalente al Oscar entre los escritores de misterio) por uno de
sus capítulos de esta serie. Gores también escribió
varios capítulos de Columbo y, ya en los ochenta,
realizó varios guiones para Magnum P.I. y Remington Steele.
En Las calles de San Francisco, Martin se propuso reunir
al también veterano y ganador del Oscar, Karl Malden en
el papel del teniente Mike Stone con el futuro ganador del Oscar
Michael Douglas en el rol del inspector Steve Keller, apostando
a la calidad de ambos interpretes. En la pantalla, la pareja
trasladaba con vigor y credibilidad los casos que dos policías
de esa ciudad californiana debían resolver. Malden conocía
a su co estrella desde la infancia por lo que buena parte de
la notable química que ambos exhibían en la serie
puede adjudicarse a la relación tío - sobrino que
los vinculaba.
Filmada en locación en San Francisco durante los años
1972 y 1977, la serie repetía (y en algunos aspectos mejoraba) los estándares
de calidad y buena producción de los trabajos de Martin:
alto nivel de actuación, filmación extensiva en
espacios urbanos y una coherente descripción de la rutina
policial.
También en la década del setenta, Martin realizó
(con menor
impacto masivo)
las series Most Wanted, emitida por la cadena ABC entre
los años 1976 y 1977 que contaba con Robert Stack (el famoso Eliott Ness) como el capitán
Linc Evers, y The Manhunter, emitida por la CBS entre
1974 y 1975.
En la primera de estas, Dan Stoddard, mayor (intendente) de Los Angeles, California,
crea una unidad especial dentro del departamento de Policía.
La misión del grupo era capturar a los criminales más
buscados por la justicia. Todavía recio, Robert Stack,
apoyado por sus dos ayudantes, capturaba cada semana a un criminal
diferente.
Martin también produjo un filme para el cine: El vals
de Mefisto (The
Mephisto Waltz)
en 1971. Allí, Alan Alda hacia las veces de un pianista
camino a la fama, amigo de otro pianista famoso quee encontraba
al borde de la muerte. Sin que Alda lo supiera, su amigo era
un satanista que planeaba cambiar sus respectivas almas antes
de su muerte. Típica producción de clase B, el
filme no tuvo mayor repercusión salvo entre los fanáticos
del género o del productor.
Las últimas producciones de Quinn Martin fueron dos películas
para TV: La Ciudad (The
City)
en 1977 y The Aliens Are Coming, en 1980. En La Ciudad,
Robet Forster y Don Johnson interpretan a dos detectives, Matt
y Scott, que tratan de evitar que un psicho killer
(Mark Hammill
como Eugene Banks)
asesine a un famoso cantante country que lo golpeó
cuando era niño. El filme fue dirigido por Harvey Hart
y tenía, una vez más, la rica voz de William Conrad
narrando la historia.
The aliens are coming también fue dirigida por
Hart y era, siguiendo la predilección de Martin por los
subgéneros, un filme de neta clase B sobre invasión
extraterrestre. Como curiosidad, aparece Ed Harris protagonizando
a uno de los policías que defienden a la Tierra de la
Invasión.
Quinn Martin falleció en 1987, sin haber producido nada
durante sus últimos siete años de vida. Previamente,
y con su trabajo como productor durante más de dos décadas,
Martin se convirtió en uno de los principales responsables
de las bases del moderno drama policial de TV y de la serie televisiva
en general.
* Publicado originalmente
en Posdata
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