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ISSN 1688-1672

 



SIMETRÍA - ESCRITURA - ESCRITURA BUSTRÓFEDA

Igual para los dos lados*

Carlos Rehermann

Hasta en los relatos insistimos en terminar con lo mismo que empezamos, para reafirmar, a pesar de la evidencia contraria, que la simetría, según puede leerse en la Enciclopedia Práctica Jackson, en su sección Decoración de Interiores, siempre es preferible


La simetría, según puede leerse en la Enciclopedia Práctica Jackson, en su sección Decoración de Interiores, siempre es preferible. Porque si bien todos esos artistas modernos han venido a decirnos lo contrario, pronto ha de verse que sus experimentos están claramente equivocados. Vaivenes de la moda, en fin.

Si no fuera por los cangrejos, por los perros sentados y por el fracaso de la escritura bustrófeda, la Enciclopedia Práctica Jackson tal vez mereciera nuestra aprobación. Pues no hay nada más cierto que todos los animales, en algún momento de nuestras vidas, soñamos con ejercer la simetría al menos en nuestros cuerpos.

Algunos animales parecen olvidar que son simétricos, como el cangrejo, que camina tratando de alejarse de su eje de simetría - no lo logra, sin embargo, y su sino es acarrear consigo la prueba de su obsesiva afición lateral -. Si nos resultará anómalo y contrario a la naturaleza esa negación militante de la perfecta especularidad del hemisujeto, que hemos fabricado un adagio: "camina para atrás, como el cangrejo": estamos convencidos de que romper la simetría es retroceder.

Luego están los que se cambian a sí mismos para evitar simetrizarse. Por ejemplo el lenguado, delicia plana, que nace como fusiforme simetría natatoria, ojos a los lados, perfil elevado, corte de torpedo, pero que pasando las edades comienza a explayarse, se difunde como una mancha viscerosa, uno de sus ojos comienza a desplazarse hacia el otro, y termina convertido en un monstruo asimétrico que usa uno de sus flancos como panza y transforma su boca en un rictus de desagrado perenne.

O los perros, que para sentarse ponen sus cuartos traseros en diagonal, manifestando una personalidad levógira o dextrógira según el caso.

Los griegos, que tomaron de los fenicios un grupo de signos que les permitió construir una escritura e inventar el oficio de filósofo, se sintieron molestos por la asimetría de algunas letras y por la necesidad de avanzar hacia alguna parte.

Ensayaron un trazado espiral (speiredon) para las líneas de lectura, luego transitaron un estilo vertical (kionedon), a veces jugaron con una cuadrícula en la que las letras se alineaban horizontal y verticalmente (stoijedon) y finalmente optaron por el bustrofedon, una escritura que iba primero hacia un lado y luego hacia el otro, como el arado en un campo.
Algunas escrituras bustrófedas daban incluso vuelta a las letras, como si se las mirara a través de un espejo, para manifestar la idea de simetría. Pero luego sacrificaron su perfección porque descubrieron el equilibrio dinámico. Las koré dejaron paso a las venus grácilmente sinuosas, los kouros a los apolos blandamente viriles, y las líneas de escritura comenzaron a ordenarse hacia un solo lado, como para ilustrar la idea de progreso.

Sospecharon tal vez que dentro de nosotros se esconde la verdad: vísceras amontonadas en un contubernio explícitamente asimétrico. Los riñones, los pulmones y las gónadas se acomodan como pueden en un entorno impar. Ni hablar del cerebro, que tiene dos partes tan disímiles que parecen pertenecer a dos personas separadas. Intestinos, hígado, páncreas, estómago, corazón, en fin, pruebas palpables de que por fuera decimos simetría mientras por dentro gritamos anarquía.

Hasta en los relatos insistimos en terminar con lo mismo que empezamos, para reafirmar, a pesar de la evidencia contraria, que la simetría, según puede leerse en la Enciclopedia Práctica Jackson, en su sección Decoración de Interiores, siempre es preferible

* Publicado originalmente en Insomnia Nº104

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