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EMPRENDER -
 

Diccionario para los nuevos tiempos (IV)*

Sandino Núñez
 

EMPRENDER Una estúpida ética protestante de la autoayuda y del voluntarismo tipo sí SE PUEDE o DO IT BY YOURSELF, logra convencer a la masa de que pobreza y marginalidad tienen que ver con una CULTURA, con una actitud pusilánime, acobardada o resignada que debe ser contrarrestada por el pensamiento positivo


EMPRENDER. Tradicionalmente ABORDAR, ACOMETER, COMENZAR UNA ACCIÓN. La palabra, a través de sus voces EMPRENDIMIENTO, EMPRENDEDOR, y hasta
EMPRENDEDURISMO, adquiere un lugar central en el discurso global de la economía, los negocios y la empresa de los últimos veinte años.

Hoy, EMPRENDEDOR es EMPRESARIO. Pero no cualquier empresario: es aquel que toma el riesgo (no necesariamente económico, aunque la inspiración sea la economía) de comenzar una empresa (curiosamente, en este contexto a la empresa se le llama IDEA/EMPRENDEDOR es el empresario que tiene iniciativa, creatividad, astucia, ganas, voluntad, empuje. Trasposición de ciertos valores brutales, épicos o guerreros, de competitividad y conquista, EMPRENDEDOR, se diría, una palabra casi destinada exclusivamente al tercer mundo y a las zonas devastadas por la desregulación de economía, mercado y trabajo. Un sistema que produce pobreza y marginalidad se enfrenta al problema irónico de que esa pobreza y esa marginalidad endémicas empiezan a ser lo que obstaculiza e impide el buen funcionamiento del sistema. Así que hay que reinyectar capital en las zonas oscuras, heridas y dañadas. La solución, aunque de corto vuelo, es verdaderamente inspirada. Una estúpida ética protestante de la autoayuda y del voluntarismo tipo sí SE PUEDE o DO IT BY YOURSELF, logra convencer a la masa de que pobreza y marginalidad tienen que ver con una CULTURA, con una actitud pusilánime, acobardada o resignada que debe ser contrarrestada por el pensamiento positivo. El sistema pone oportunidades al alcance de la mano: el problema es que nuestro espíritu negativo nos impide reconocerlas. A escala nacional, el MITO DESARROLLISTA toca resortes psicológicos similares. En la última década del siglo pasado y en la primera de éste, los organismos multilaterales de crédito (FMI, BID, BM) o las instituciones o programas de cooperación para el desarrollo (PNUD, programas nacionales o regionales de asistencia al desarrollo de las naciones pobres, etcétera) movieron toneladas de dinero para la gestión y la asistencia a emprendedores, emprendimientos, cultura del emprendedurismo, microemprendimientos, etcétera. También aparecieron previsibles iniciativas de ligar el pequeño esfuerzo económico de autosuperación con cierto espíritu religioso perdido, organizando una nueva comunidad mística de microemprendedores (iglesias como Ondas de Amor y Paz, entre otras), o con el minoritarismo (emprendimientos de afrodescendientes, de mujeres solas, etcétera). Así, el sueño de dejar de ser un cuentapropista o un buscavidas por fuera de los aparatos estatales de regulación y pasar a ser un microemprendedor o un microempresario itinerante del sector ALTERNATIVE SNACKS (antes se llamaba GARRAPIÑERO) movió gran parte de las energías sociales en los últimos veinte años. Y lo que es peor: el sueño de ser uno su propio jefe, de flotar en el aire liberal de la flexibilidad laboral, de ser dueños del tesoro de nuestros propios medios de producción (subcontratación y outsourcing, teletrabajo, venta de servicios o de bienes inmateriales, contratos individuales, etcétera), trajo una especie de desproletarización masiva de la fuerza de trabajo. Ya no hay explotación, ya no hay antagonismo entre capital y trabajo, eso es parte de los tiempos oscuros del capitalismo industrial: hoy todos coordinamos nuestras energías emprendedoras para llevar la economía al desarrollo. Competitividad, agresividad, lucha no por los medios de producción sino por el territorio como condiciones de producción. Esto es, máquinas de sobrevivir, de obtener beneficios, de maximizar las potencialidades (capacitación, cursos, empoderamiento), etcétera.

 



* Publicado originalmente en Tiempo de Crítica. Año I, N° 10, 25 de mayo de 2012, publicación semanal de la revista Caras y Caretas.

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