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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



EVOLUCIÓN - EVOLUCION BIOLOGICA - ANTROPOCENTRISMO - HOMO SAPIENS -


Quiénes fuimos, quiénes somos, cómo seremos*

J. M. Montero Perez
A pesar de todo, seguimos hoy perteneciendo al orden de los primates, al suborden de los antropoides, al infraorden de los catarrinos, a la superfamilia de los hominoides, a la familia de los homínidos, a la subfamilia de los homininos, al género Homo y a la especie sapiens


La vida sobre nuestro planeta surgió hace unos 3.800 millones de años. Surgió solo una vez y su continuidad porfiada, pese a los episodios de extinción, resistió con diversos y periódicos momentos de gran diversidad. Hoy estamos en uno de esos momentos.

El linaje de los homínidos al que pertenecemos como una especie más, remonta sus orígenes probablemente a poco más de 8 millones de años atrás. Si contrastamos esa cifra con la del parrafo anterior, caemos en la cuenta de que somos unos recién llegados.

Nuestra especie, Homo sapiens, apareció hace unos 200.000 años y recién hace 10.000 empezamos a abandonar el nomadeo, la recolección y la caza. Lo que llamamos "civilización", es decir construcción de ciudades, comercio, escritura, guerra, escalafón social, explosión demográfica y sistemática destrucción de los ecosistemas, lo iniciamos hace unos 5.500 años. Poco tiempo para semejante impacto.

A pesar de todo, seguimos hoy perteneciendo al orden de los primates, al suborden de los antropoides, al infraorden de los catarrinos, a la superfamilia de los hominoides, a la familia de los homínidos, a la subfamilia de los homininos, al género Homo y a la especie sapiens. Desde que tenemos consciencia de lo que somos, observamos, estudiamos, investigamos y medimos todo lo que tenemos a nuestro alrededor en función de nosotros mismos.

El antropocentrismo es inevitable y lo hemos expresado con tremenda autocomplacencia llamándonos a nosotros mismos "el rey de la creación", "el animal más perfecto y superior", "la cumbre de la evolución", "sapiens". Sin embargo, los procesos biológico-evolutivos por los que hemos llegado a ser lo que somos, no son únicos ni exclusivos de nosotros. Son los mismos que han operado en la generación de todos los seres vivos que componen la biosfera: bacterias, hongos, plantas y animales. Un proceso ciego, impersonal, resultado de un cúmulo de factores biológicos y ambientales.

Nuestro físico actual es el resultado evolutivo de la selección y no difiere del de nuestros antepasados cazadores y nómadas. Pero la vida en un ecosistema artificial urbano, sedentario y con un acusado trabajo intelectual que hemos elaborado, no detiene la evolución, que para nada está bajo nuestro control. Seguramente las nuevas condiciones creadas, que no van más allá de 10.000 años atrás, están forzando una adaptación a esas circunstancias. Sin entrar ni caer en la ciencia ficción, lo que es seguro es que ignoramos por completo que va a resultar de nuestra evolución.
Efectivamente, no podemos prever el futuro en ese sentido, pero sí tenemos la posibilidad de estudiar nuestro pasado.

Lo que sabemos hoy del linaje de los homínidos, tal vez por lo reciente, es una de las más contundentes pruebas paleontológicas del hecho de la evolución. El registro fósil de nuestros antepasados y de sus diversas líneas, muchas paralelas, muchas contemporáneas, representa una evidencia de primer orden.

Eso nos lleva a considerar que la
EVOLUCIÓN de nuestro linaje, en un sentido holístico, teniendo en cuenta las cadenas hacia atrás del árbol filogenético, que nos desprende de troncos comunes con los demás mamíferos, con los reptiles, con los anfibios y los peces y así sucesivamente hasta los unicelulares procariotas, nos hace concebir una evolución de creciente complejidad, impredecible en sus diversos momentos, que se caracteriza por contener procesos químicos, biológicos y culturales.

El proceso cultural es un derivado del proceso biológico y la discusión de si la cultura humana llegará a dominar y controlar a los demás componentes de la evolución, está servida.

Lo interesante de los actuales planteamientos en torno a la evolución, es que es justamente la cultura, el elemento que más se utiliza como argumento para proclamar nuestra diferencia fundamental con el resto de los seres vivos, la que día a día nos demuestra con mayor contundencia nuestra naturaleza animal. La biología molecular, posiblemente uno de los puntales actuales de la inteligencia humana y de sus capacidades de investigación, es la rama científica que apoyando a la paleontología, no sólo ha demostrado el hecho de la evolución, sino las similitudes y divergencias genéticas existentes entre los diversos organismos que muestran relaciones entre linajes y convergen en antepasados comunes.

Un ejemplo que nos atañe directamente en este aspecto, es la comprobada similitud entre grupos sanguíneos, proteínas y grandes segmentos del ADN de hombres y chimpancés. Es prácticamente idéntica, y demuestra que genéticamente y por lo tanto molecularmente, es decir evolutivamente, las poblaciones de chimpancés y bonobos están más cerca de sus primos humanos que de sus primos gorilas.

Combinando los datos moleculares con los datos derivados del estudio de los fósiles, podemos conocer el ritmo de los cambios evolutivos acumulados en las especies relacionadas, lo cual significa que podemos usar esos datos como "reloj molecular" y medir la distancia genética entre esas especies. Gracias a ello hoy sabemos con mucha certeza que el tronco de los homínidos se fue diversificando con la rama de los gorilas por un lado, hace aproximadamente 8 millones de años, y la de los chimpancés y bonobos hace unos 5 millones.

Posteriormente varias líneas paralelas y más o menos contemporaneas algunas, se expandieron por las sabanas orientales y sureñas de Africa. Una de ellas, desembocaría en el género Homo primero y en la especie sapiens después.

La vida es terca, perseverante, tenaz y persistente y su historia sobre este planeta ha ido demostrando que la evolución como la imaginaron los clásicos y muchos todavía en nuestros días, no es una progresión desde lo imperfecto a lo perfecto, ni de lo malo hacia lo bueno, ni de lo inferior a lo superior.

La evolución no trabaja con calificativos y menos con conceptos antropocéntricos, porque no avanza en ninguna dirección, no es un proceso lógico con intenciones ni conduce inevitablemente a algun lado concreto. No busca, no tiene "culminación".

Simplemente sucede, impredecible, con ritmos diferentes, es supervivencia en sentido lato; se produce de acuerdo a los cambios del medio fisico y su consecuencia es la diversidad biológica. La tierra sería eso, medio físico y medio biológico, aunados y cambiantes, formando un gigantesco ecosistema planetario autorregulable.

*Publicado originalmente en Insomnia

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