| |
|
TECNOLOGÍA - FUEGO
-
¿Realmente
preciso esto?*
Aldo
Mazzucchelli |
En Inglaterra está ya desarrollada -aunque
no lanzada al mercado- una tecnología que adopta la forma
de un aparatito para sordos, que queda montado sobre el pabellón
de la oreja |
El mito de Prometeo se refiere a algunos de los principales temas
que caracterizan esta época, que aquel no inquieto por la
cacofonía llamará "era de la información".
No hay espacio para narrarlo aquí, pero basta con recordar
que debido a que el titán Prometeo robó del Olimpo
el fuego de los dioses, y oculto
en una caña lo sacó de allí y lo entregó
a los hombres, Zeus lo castigó con la pena de estar encadenado
a una roca por los siglos de los siglos. De día, un águila
terrible le come el hígado, y de noche éste se le
regenera para posibilitar lo infinito de la pena.
A su vez, para compensar, Zeus mandó a los hombres a Pandora,
una mujer irresistible acompañada de una caja -como ocurre
hoy en muchos supermercados y otros comercios. Abierta la caja,
se desparramaron por el mundo la necesidad de trabajar, junto
a todas las plagas y enfermedades imaginables, acompañadas
por el sentimiento de esperanza, macabro chiste final, que es
el mecanismo que permite a los mortales soportar todo lo anterior.
Dicho sea de paso, no sabría decir si 'prometer' tiene
alguna raíz etimológica vinculada con el titán
de marras, pero nadie negará que, si la tuviera, sonaría
muy adecuado.
El pecado del conocimiento -es decir la violación de una
prerrogativa divina, pero violación que fue, a su vez,
facilitada por un dios- trajo a los hombres una enorme cantidad
de trabajo, responsabilidades y contratiempos, y la esperanza
en que más adelante todo se arreglará...
Prometeo da pábulo así, desde hace más de 2500
años, al mito del progreso tecnológico
-simbolizado en el fuego- y al mito del individuo -simbolizado en
la violación a la norma divina y el robo del fuego. Son,
más o menos, los temas que están, una y otra vez,
detrás de las discusiones sobre la tecnología y su
impacto en la vida individual.
De acuerdo a lo averiguado en una conversación mantenida
esta semana con el ingeniero uruguayo Omar de León, en
Inglaterra está ya desarrollada -aunque no lanzada al
mercado- una tecnología que adopta la forma de un aparatito
para sordos, que queda montado sobre el pabellón de la
oreja. De allí sale, hacia delante y paralelo a la cabeza,
un fino brazo -digamos, del tipo de la patilla de unos lentes,
o un poco más grueso- que llega a la zona lateral del
ojo, en donde se curva ligeramente apuntando a éste.
Si el portador del adminículo va caminando verá, si
mira hacia delante, el paisaje que corresponda. Pero si gira la
mirada ligeramente hacia la punta
de ese aparatito, verá la pantalla
de su ordenador personal -al cual está conectado con el aparatito
sobre su oreja. La punta de ese brazo que hemos descrito dirige
precisamente a su retina la información necesaria para ello.
Fin de la pantalla, tal como la concebíamos en los últimos
50 o 70 años. Duró bastante, después de todo;
más que la vida del personal computer, cuya muerte
está promulgada, pero no ejecutada aún.
Obviamente, surgen las preguntas ¿precisa la gente realmente
poder ocuparse de lo que aparece en una pantalla incluso mientras
está caminando? Por supuesto que no asumo que la respuesta
es no. Es más, a cualquiera pueden ocurrírsele enseguida
tres o cuatro razones por las cuales debería ser sí:
aprovechar mejor el tiempo en general; cuidar el cuerpo caminando
más sin tener que ocupar tiempo debajo del techo para bajar
el correo electrónico; mirar un mapa de un territorio
que uno está recorriendo sin necesidad de llevarlo en
papel; saber casi telepáticamente si el mensaje de reconciliación
de la novia que motivó nuestra melancólica caminata
tecnológica arriba o no a tiempo a nuestra casilla de correos...
Otros dirán que el sujeto se está apartando cada
vez más de lo natural, y simplemente, que está
mal no seguir viviendo en paisajes salvajes y ejerciendo la actividad
de caminar -o de comer, o de dormir- sin sobreponerle otra actividad
encima...
Lo cierto es que los griegos -que ya se habían dado cuenta
de todo- ya se habían dado cuenta también de que
el fuego tiene en sí la propiedad de avanzar, comiéndose
en el camino no importa qué. Es su esencia. Mejor dicho,
uno es un esclavo de datos que no le interesan, pero tiene la
esperanza de que le interesen más adelante. Pandora.
* Publicado
originalmente en Posdata |
|
VOLVER AL AUTOR |
|
| |
|