H enciclopedia 
es administrada por
Sandra López Desivo

© 1999 - 2013
Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



TECNOLOGÍA - FUEGO -

¿Realmente preciso esto?*

Aldo Mazzucchelli
En Inglaterra está ya desarrollada -aunque no lanzada al mercado- una tecnología que adopta la forma de un aparatito para sordos, que queda montado sobre el pabellón de la oreja

El mito de Prometeo se refiere a algunos de los principales temas que caracterizan esta época, que aquel no inquieto por la cacofonía llamará "era de la información". No hay espacio para narrarlo aquí, pero basta con recordar que debido a que el titán Prometeo robó del Olimpo el fuego de los dioses, y oculto en una caña lo sacó de allí y lo entregó a los hombres, Zeus lo castigó con la pena de estar encadenado a una roca por los siglos de los siglos. De día, un águila terrible le come el hígado, y de noche éste se le regenera para posibilitar lo infinito de la pena.

A su vez, para compensar, Zeus mandó a los hombres a Pandora, una mujer irresistible acompañada de una caja -como ocurre hoy en muchos supermercados y otros comercios. Abierta la caja, se desparramaron por el mundo la necesidad de trabajar, junto a todas las plagas y enfermedades imaginables, acompañadas por el sentimiento de esperanza, macabro chiste final, que es el mecanismo que permite a los mortales soportar todo lo anterior. Dicho sea de paso, no sabría decir si 'prometer' tiene alguna raíz etimológica vinculada con el titán de marras, pero nadie negará que, si la tuviera, sonaría muy adecuado.

El pecado del conocimiento -es decir la violación de una prerrogativa divina, pero violación que fue, a su vez, facilitada por un dios- trajo a los hombres una enorme cantidad de trabajo, responsabilidades y contratiempos, y la esperanza en que más adelante todo se arreglará...
Prometeo da pábulo así, desde hace más de 2500 años, al mito del progreso tecnológico -simbolizado en el fuego- y al mito del individuo -simbolizado en la violación a la norma divina y el robo del fuego. Son, más o menos, los temas que están, una y otra vez, detrás de las discusiones sobre la tecnología y su impacto en la vida individual.

De acuerdo a lo averiguado en una conversación mantenida esta semana con el ingeniero uruguayo Omar de León, en Inglaterra está ya desarrollada -aunque no lanzada al mercado- una tecnología que adopta la forma de un aparatito para sordos, que queda montado sobre el pabellón de la oreja. De allí sale, hacia delante y paralelo a la cabeza, un fino brazo -digamos, del tipo de la patilla de unos lentes, o un poco más grueso- que llega a la zona lateral del ojo, en donde se curva ligeramente apuntando a éste.

Si el portador del adminículo va caminando verá, si mira hacia delante, el paisaje que corresponda. Pero si gira la mirada ligeramente hacia la punta de ese aparatito, verá la pantalla de su ordenador personal -al cual está conectado con el aparatito sobre su oreja. La punta de ese brazo que hemos descrito dirige precisamente a su retina la información necesaria para ello. Fin de la pantalla, tal como la concebíamos en los últimos 50 o 70 años. Duró bastante, después de todo; más que la vida del personal computer, cuya muerte está promulgada, pero no ejecutada aún.

Obviamente, surgen las preguntas ¿precisa la gente realmente poder ocuparse de lo que aparece en una pantalla incluso mientras está caminando? Por supuesto que no asumo que la respuesta es no. Es más, a cualquiera pueden ocurrírsele enseguida tres o cuatro razones por las cuales debería ser sí: aprovechar mejor el tiempo en general; cuidar el cuerpo caminando más sin tener que ocupar tiempo debajo del techo para bajar el correo electrónico; mirar un mapa de un territorio que uno está recorriendo sin necesidad de llevarlo en papel; saber casi telepáticamente si el mensaje de reconciliación de la novia que motivó nuestra melancólica caminata tecnológica arriba o no a tiempo a nuestra casilla de correos...

Otros dirán que el sujeto se está apartando cada vez más de lo natural, y simplemente, que está mal no seguir viviendo en paisajes salvajes y ejerciendo la actividad de caminar -o de comer, o de dormir- sin sobreponerle otra actividad encima...

Lo cierto es que los griegos -que ya se habían dado cuenta de todo- ya se habían dado cuenta también de que el fuego tiene en sí la propiedad de avanzar, comiéndose en el camino no importa qué. Es su esencia. Mejor dicho, uno es un esclavo de datos que no le interesan, pero tiene la esperanza de que le interesen más adelante. Pandora.


* Publicado originalmente en Posdata
VOLVER AL AUTOR

             

Google


web

H enciclopedia