De los grandes personajes
de la cultura americana (ciudadano,
además, de la aldea global)
que construyeron el s. XX, que poblaron el imaginario
colectivo de metáforas y de modos de escriturar el
verso y la prosa, que postularon un mundo de palabras y de ideas
personalísimo y al mismo tiempo, universo de signos en
rotación plural y compartible, el mexicano Octavio Paz
(1914-1998), es quizás, uno de los que gozará
de mayor perdurabilidad en la memoria de los hombres venideros,
en las sintaxis creativas de los futuros "monos gramáticos"
que se abracen al (y se abrasen
en él) arte
de la poesía, en los discursos de las historias vivas que
los hermeneutas del tiempo se encargarán de alimentar:
"Todo
era de todos
todos eran todo
sólo había una palabra inmensa y sin revés
palabra como un sol
un día se rompió en fragmentos diminutos
son las palabras del lenguaje que hablamos
fragmentos que nunca se unirán
espejos rotos donde el mundo se mira destrozado"
Ese afán vital
de interrogar al lenguaje, a los signos del mundo y de los trasmundos
posibles, al amor y sus maneras de administrar el corazón
de las gentes, a las ciencias y a las filosofías de oriente
y de occidente; ese permanente cuestionar al conocimiento, al
arte, a la sensibilidad (pos)moderna, a los ideologemas de turno
presentes en los textos propios y ajenos; esa búsqueda
incesante de porqués, de sentidos, encarnada en una actitud
combativa, torbellinesca, apasionada, dicen de una personalidad
compleja, polémica, en irrenunciable estado de creación.
Hombre signado por la poiesis, Paz fue un volcán de erupción
perenne en vida, y es, su escritura, lava que se proyecta irreversiblemente
por todo el s. XXI.
Cuando cumplía sus jóvenes 80 años, Enrique
Krauze enunciaba estas palabras que intentan delinear un perfil
del hombre - poeta, del animal - político, del esteta -
enamorado:
"Imagínate un filósofo griego, un tribuno
romano, un humanista del Renacimiento, un poeta metafísico,
un sabio de la Ilustración, un revolucionario girondino,
un rebelde romántico, un poeta del amor, un anarquista
natural, un héroe de la razón, un politeísta
secular, un fervoroso socialista, un socialista desencantado,
un incómodo liberal, un crítico apasionado. Todas
esas corrientes de civilización, y muchas más,
asumidas, encarnadas, recreadas por una sola persona. Eso es,
aproximadamente, Octavio Paz"
El hijo del limo
Nieto de Ireneo Paz
Flores, un periodista amante de la lectura y de los libros, combatiente
contra las fuerzas francesas invasoras ("mi
abuelo, al tomar el café / me hablaba de Juárez
y de Porfirio / ... / y el mantel olía a pólvora
"); hijo
de otro periodista, el doctor en leyes Octavio Paz Solórzano,
zapatista de las huestes del Ejército Libertador del Sur
y precursor de la Reforma Agraria mexicana, y de una descendiente
de andaluces llamada Josefina Lozano, el futuro autor de Libertad
bajo palabra nació el 31 de marzo de 1914 en una casa
del barrio de Mixcoac ("tres
sílabas nocturnas / un antifaz de sombra sobre un rostro
solar"),
cuando aún esta barriada era un pueblo apartado, y los
vecinos del lugar decían "Vamos a México"
cuando iban al centro:
"Mis
palabras
al hablar de la casa, se agrietan.
Cuartos y cuartos habitados
Sólo por fantasmas,
Sólo por el rencor de los mayores"
Aprendió el inglés
en el exilio, a los seis años,
cuatro antes de la muerte de su abuelo "autor de novelas
históricas según el gusto del s. XIX", en una
escuela californiana, luego de que la familia se instalara en
Los Ángeles. Aprendió francés con Amalia
Paz, una tía solterona y muy culta que lo inició
en la literatura gala: Michelet, Rousseau, Víctor Hugo.
Incursiona en su lengua materna escuchando a sus ancestros, hablando
con sus amigos, leyendo a los clásicos. Una fuerte conciencia
lingüística, entramada en los embriones de sólidos
vínculos con el lenguaje y con el modo de pensar la palabra,
comienzan a echar raíces en su mente:
"El tejido
lingüístico revela historias diferentes: en España,
la persistencia de la pluralidad medieval; en América
el centralismo del Imperio Español y su final disgregación:
19 países (si cuento a una colonia, Puerto Rico, y a varias
pseudonaciones inventadas por las oligarquías nativas
y el imperialismo norteamericano). El español de España
está más pegado a la tierra y a las cosas, es un
idioma sustancialista. El de América, más que hundirse
en el suelo, parece extenderse en el espacio"
Al mismo tiempo juega, ríe, canta, sufre, es segregado
por sus compañeros aquí y allá, lee historia
mexicana, empieza tímidamente a hacer signos y garabatos
en algunas cuartillas en blanco (
"desde mi adolescencia escribí poemas").
La crisis adolescente lo sorprende en pleno estallido estudiantil.
En El laberinto de la soledad leemos: "El adolescente,
vacilante entre la infancia y la juventud queda suspenso un instante
ante la riqueza infinita del mundo". En esos años
"en suspensión" Octavio se involucra en la huelga
que se lleva adelante en 1929, con el cierre de colegios y facultades
durante meses, para lograr la autonomía universitaria.
Más de medio siglo después, recordaría sus
tiempos de aspirante a bachiller, de lecturas fervorosas de los
poetas del orbe hispanoescribiente: "En 1930 ingresé
a la Escuela Nacional Preparatoria en donde se cursaban, en aquella
época, los dos últimos años de bachillerato.
Muy pronto, con mis amigos de entonces, casi todos aprendices
como yo, comencé a leer a los nuevos poetas de España
y de América. En unos pocos meses saltamos de los modernistas
hispanoamericanos - Lugones, Herrera
y Reissig, López Velarde - a la poesía moderna
propiamente dicha: Huidobro y Guillén, Borges
y Pellicer, Vallejo
y García Lorca. Los poetas españoles me deslumbraron."
Al año siguiente co-funda la Unión de Estudiantes
Pro-Obreros y Campesinos y asiste a la apertura de escuelas nocturnas
para los trabajadores. Son años agitados en México
y en el mundo. Son años de experimentación lírica:
publica sus primeros versos en la revista Barandal, que
él mismo funda. En 1933 publica su poemario fundacional
Luna Silvestre, inencontrable en nuestros días.
Por esos tiempos de academia, estudio, bohemia y lecturas de
fermento poético, Paz se entera en las aulas universitarias,
que llega a México el poeta español Rafael Alberti
con su esposa. Cinco décadas más tarde recuerda:
"Los Alberti pasaron varios meses en México y
durante esa temporada los visité con cierta frecuencia.
Vivían en un pequeño apartamento de un edificio
moderno en Tacubaya, hoy en ruinas. Rafael tenía 33 años
y yo 21. Él era un poeta célebre y yo un desconocido;
sin embargo nunca adoptó el tono de maestro sino el del
amigo de mayor experiencia y saber. Algo que nos unió
casi inmediatamente fue nuestro origen: él es gaditano
y yo, por mis abuelos maternos, vengo del Puerto de Santa María
y de Medinasidonia. Acostumbrado al trato un poco ceremonioso
de los poetas mexicanos de entonces, Alberti me pareció
la negación de la solemnidad; chispeante, más satírico,
a ratos un fuego de artificios y otros un surtidor de ocurrencias."
Un vestido y un
fusil
En 1937 publica Raíz
del hombre, con una gran recepción del público
y de la crítica en la prensa mexicana. Viaja por Yucatán
y se empapa de la problemática indígena y del mundo
maya.
Fluyen vientos de amor en la circunstancia de Octavio, porque
el "amor no es una
invención. Hay una persona que existe objetivamente y que
yo necesito".
Elena Garro, hermosa y de vestir distinguido, cautiva a Octavio
en los corredores de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM:
"Un día
comienza a tus pies
pelo mano blancura no son nombres
para este pelo esta mano esta blancura
lo visible y lo palpable que está afuera
lo que está adentro y sin nombre
a tientas se buscan en nosotros
siguen la marcha del lenguaje
cruzan el puente que les tiende esta imagen
como la luz entre los dedos se deslizan
como tú misma entre mis manos
como tu mano entre mis manos se entrelazan"
Poco antes de viajar a España para asistir al II Congreso
Internacional de Escritores e Intelectuales Antifascistas para
la Defensa de la Cultura, invitado quizás por su libro
No pasarán!, se casan. Elena escribiría
de esta experiencia española sus Memorias de España,
1937; Octavio talla con palabras encendidas su "Elegía
a un joven muerto en el frente de Aragón", dedicado
al entrañable amigo y compañero de militancia juvenil,
José Bosch.
Junto a textos de César
Vallejo y Miguel Hernández (a
quien Paz conoció entre el fragor de la pólvora
y los cantos de la saga republicana, "vestido de pana y con
alpargatas"),
el poema del mexicano, puede ser convocado al guerniquiano tapiz
de trilzura y dolor que constituye la lírica que tematiza
la Guerra Civil española:
"Has
muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto cuando apenas
Tu mundo, nuestro mundo, amanecía.
Llevabas en los ojos, en el pecho,
Tras el gesto implacable de la boca,
Un claro sonreír, un alba pura"
En esas ciudades españolas
-Valencia, Barcelona, Madrid- en las que según rememora
el poeta "caían bombas y estallaban obuses, había
poco que comer y mucho que padecer", en las que sesiona
el Congreso de Escritores y se anatemiza a André Gide
por su agresión verbal a la Unión Soviética,
con el voto negativo de Paz, éste se reencuentra con Alberti,
vestido en una fiesta de disfraces de "domador de un circo
quimérico".
En esa España convulsionada y sufriente, de milicianos
y de la Pasionaria, el autor de Cuadrivio publica Bajo
tu clara sombra y otros poemas sobre España, prologado
por Manuel Altolaguirre. De esa Madrid agredida y resistente,
Octavio Paz nos dice: "Recuerdo las bombas y los escombros,
las calles a obscuras y la gente con hambre, un batallón
de soldados muertos de sueño doblando una esquina y las
colas de las mujeres en las panaderías; también
recuerdo la extraña, alegre animación de la ciudad
martirizada, la fiebre y la pasión compartidas, la terca
esperanza ..."
Octavio quiso enrolarse, hacerse miliciano, y recibió
una respuesta contundente: "Tú puedes ser más
útil con una máquina de escribir que con una ametralladora."
El futbolito y la
creación
Después vino
París, fue a París. Recorrió sus calles
con castaños, sus museos, sus cafés. Elena Garro
y León Felipe -que los acompañó en la aventura
parisina- transportaron la guerra de allende los Pirineos, a
una metáfora bélica de mesa: el futbolito. Según
cuenta la esposa de Paz, pasaban "la noche entera pegados
a aquella mesa de fútbol. León Felipe era la República
y yo era Franco y combatíamos con fiereza." Octavio
se indignaba de tanta insensatez lúdica, dicen que llegó
a decir,
" -Es una locura perder la estancia en París jugando
al futbolito..."
Una vez en México
trabaja en El Popular, se hace cargo de Taller, "antecedente
y modelo de la mayoría de los suplementos y revistas literarias
de México", y se distancia de sus amigos y compañeros
comunistas. No acepta el pacto de Stalin con Hitler y menos aún
el asesinato de Trotsky. Es el año 1939: nace Laura Elena
Paz Garro (La Chata), su única hija, futura
voz de la lírica femenina mexicana:
"Nombras
el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
Y el espacio se vuelve
Un transparente campo de batalla"
Un incidente con Pablo
Neruda, cónsul chileno en México, a quien había
conocido en España, lo lleva a escribir en la prensa mexicana:
"Neruda no representa a la Revolución de Octubre;
lo que nos separa de su persona no son las convicciones políticas
sino, simplemente, la vanidad... y el sueldo".
Son los años '40, de guerra y crisis mundial, de intentos
de fundar revistas (por ejemplo
El hijo Pródigo como contrapartida a Cuadernos
Americanos),
de siete oficios: Paz escribe canciones para el cine de su país,
trabaja como bancario, prepara una antología de poesía
española, publica el poemario Entre la piedra y la flor.
En 1943 viaja becado
a Estados Unidos, estudia y se asume equis andacalles por las
avenidas neoyorquinas que poco más de una década
antes había recorrido Federico García Lorca. En
un ensayo sobre la poética de Walt Whitman, escrito tiempo
después, Paz argumenta: "La actitud norteamericana
puede condensarse así: todo aquello que no participa de
la naturaleza utópica de América no pertenece propiamente
a la historia; es un hecho natural, y por tanto, no existe; o
sólo existe como obstáculo inerte, no como conciencia
ajena. El mal está fuera: forma parte del mundo natural
-como los indios, los ríos, las montañas y otros
obstáculos que hay que domesticar o destruir- o es una
realidad intrusa (el pasado inglés, el catolicismo español,
la monarquía, etc.). La Revolución de Independencia
de los Estados Unidos es la expulsión de los elementos
intrusos, ajenos a la esencia americana".
El viento de las
vírgenes
A mediados de los '40
comienza a trabajar en el Servicio Diplomático y viaja
nuevamente a Estados Unidos (asiste
a la fundación de la ONU)
y a París. Ahora es el baño en las aguas revueltas
del surrealismo lo que le absorbe sus días:
"El surrealismo ha sido el escupitajo en la hostia y
el clavel de dinamita en el confesionario y el sésamo
ábrete de las cajas de seguridad y de las rejas de los
manicomios. [...] El surrealismo ha sido el clavo ardiente en
la mente del geómetra y el viento fuerte que a medianoche
levanta las sábanas de las vírgenes."
Conoce a André Breton a quien frecuenta y de quien escribe
en 1966 estando en nueva Delhi: "Para él los poderes
de la palabra no eran distintos a los de la pasión y ésta,
en su forma más alta y tensa, no era sino lenguaje en
estado de pureza salvaje: poesía. Toda su búsqueda,
tanto o más que exploración de territorios psíquicos
desconocidos, fue la reconquista de un reino perdido: la palabra
del principio, el hombre anterior a los hombres y a las civilizaciones.
El surrealismo fue su orden de caballería...".
1949 trae consigo Libertad bajo palabra, un libro de poemas
del que se apropiarán los jóvenes poetas, y los
aspirantes a serlo, como libro de culto. La escritura lírica
paciana ha cuajado en estos versos (como
luego lo haría en los 584 de Piedra de sol en 1956); es también "la
víbora que se desliza entre las piernas de la mujer del
crítico". Provocación y fe creativa; transgresión
y fractura. La experiencia estética de contacto con el
surrealismo, la acumulación de lecturas, la continua praxis
escritural, construyen una firma poética claramente identificable,
inconfundible:
"Llegó
la música y nos arrancó la lengua
la gran boca de la música devoró los cuerpos
se quemó el mundo
ardió su nombre y los nombres que eran su atavío
no queda nada sino un alto sonido
torre de vidrio donde anidan pájaros de vidrio
pájaros invisibles
hechos de la misma sustancia de la luz"
Seis años después,
en las páginas de El arco y la lira reflexiona
en torno al fenómeno de la poesía. Reflexión
aluvional, irreflexión ordenada, flexión del pliegue
lírico y de las estructuras lógicas. Implosión
y explosión simultáneas del homo aestheticus:
"La poesía es conocimiento, salvación,
poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo,
la actividad poética es revolucionaria por naturaleza;
ejercicio espiritual, es un método de liberación
interior. La poesía revela este mundo; crea otro. [...]
Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración,
respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío,
diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación
la alimentan.[...] Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación,
compensación, condensación del inconsciente"
Un alto surtidor
que el viento no arquea
Los viajes a Oriente
-y las largas estadías en la India-, las lecturas de los
clásicos budistas y taoístas (quizás
inducidas por el padre de Elena Garro, lector del Baghavad
Ghita y de los textos sagrados orientales), las traducciones de Matsuo Basho,
la recuperación del haikú japonés,
de la lírica china, incrementan su caudal estético,
asisten a su universo poético, y le permiten tener una
visión del mundo descentrada del canon occidental.
Según cuenta Elena Poniatowska en la biografía
de Octavio Paz titulada Las palabras del árbol
(Plaza Janés, 1998), "Buda era tu personaje
favorito de la historia, me confesaste, por dos razones: porque
renunció a ser dios y porque, con ese mismo acto, renunció
a ser hombre. De hecho, Buda no existió, explicabas, pero
el ideal del hombre debería ser aniquilar la conciencia,
la idea de hombre."
La explosiva renuncia a la Embajada en India, es una marca más
en los violentos hechos del '68: Paz se niega públicamente
a representar al gobierno mexicano después de la matanza
de Tlatelolco: "los empleados / municipales lavan la sangre
/ en la Plaza de los Sacrificios". Ya hacía cuatro
años que se había casado en segundas nupcias con
María José Tramini, una joven corsa que lo acompañó
hasta su muerte: "sus ojos / el pacto del sol del verano
con el sol de otoño"
Desde el ensayo, desde la poesía, desde la polémica,
desde la prensa, desde la televisión, Octavio Paz va transformándose
en un hombre-totem, en un intelectual al que se escucha, se consulta
o se repudia. Pero nunca se deja de atender. Aunque sea para
denostarlo (o para quemar
un muñeco con su imagen en la plaza pública). Desde los 58 números
de Plural, y luego desde la prédica de Vuelta,
el autor de Topoemas, marca una línea de pensamiento,
una ética de trabajo y un derrotero estético para
el continente. Será en 1990, con el del Premio Nobel (en sus arcas curriculares ya descansaban
más de dos docenas de galardones), que el mexicano cobrará una
imagen mundial de amplia resonancia y denso espesor, aunque él
mismo declara que "no es un pasaporte a la inmortalidad".
Leer la vasta producción de Octavio Paz es uno de los mejores
ejercicios intelectuales y sensibles que se pueda realizar en
solitario. Acceder a este mundo de palabras de un hombre que tuvo
la conciencia plena de estar en tránsito y, al mismo tiempo,
de permanecer en las incisiones de su escritura,
implica un esfuerzo que deviene en placer. Placer de saberse uno
signo entre los signos, eterno caminante de la floresta baudelaireana,
expuesto siempre a una nueva experiencia estética, a una
nueva manera de significarse y descubrir, entre los signos rotados,
un sentido nuevo, un devenir inacabado, una manera de hacer el
discurso o el amor sin prurito de clausura:
"Soy
una historia
una memoria que se inventa
nunca estoy solo
hablo siempre contigo hablas siempre conmigo
a oscuras voy y planto signos"
*Publicado originalmente en Insomnia Nº 46
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