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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



 

PAZ, OCTAVIO -

Apuntes para llegar a Octavio Paz*

Gerardo Ciancio

Desde el ensayo, desde la poesía, desde la polémica, desde la prensa, desde la televisión, Octavio Paz va transformándose en un hombre-totem, en un intelectual al que se escucha, se consulta o se repudia

 

De los grandes personajes de la cultura americana (ciudadano, además, de la aldea global) que construyeron el s. XX, que poblaron el imaginario colectivo de metáforas y de modos de escriturar el verso y la prosa, que postularon un mundo de palabras y de ideas personalísimo y al mismo tiempo, universo de signos en rotación plural y compartible, el mexicano Octavio Paz (1914-1998), es quizás, uno de los que gozará de mayor perdurabilidad en la memoria de los hombres venideros, en las sintaxis creativas de los futuros "monos gramáticos" que se abracen al (y se abrasen en él) arte de la poesía, en los discursos de las historias vivas que los hermeneutas del tiempo se encargarán de alimentar:

"Todo era de todos
todos eran todo
sólo había una palabra inmensa y sin revés
palabra como un sol
un día se rompió en fragmentos diminutos
son las palabras del lenguaje que hablamos
fragmentos que nunca se unirán
espejos rotos donde el mundo se mira destrozado
"

Ese afán vital de interrogar al lenguaje, a los signos del mundo y de los trasmundos posibles, al amor y sus maneras de administrar el corazón de las gentes, a las ciencias y a las filosofías de oriente y de occidente; ese permanente cuestionar al conocimiento, al arte, a la sensibilidad (pos)moderna, a los ideologemas de turno presentes en los textos propios y ajenos; esa búsqueda incesante de porqués, de sentidos, encarnada en una actitud combativa, torbellinesca, apasionada, dicen de una personalidad compleja, polémica, en irrenunciable estado de creación. Hombre signado por la poiesis, Paz fue un volcán de erupción perenne en vida, y es, su escritura, lava que se proyecta irreversiblemente por todo el s. XXI.

Cuando cumplía sus jóvenes 80 años, Enrique Krauze enunciaba estas palabras que intentan delinear un perfil del hombre - poeta, del animal - político, del esteta - enamorado:
"Imagínate un filósofo griego, un tribuno romano, un humanista del Renacimiento, un poeta metafísico, un sabio de la Ilustración, un revolucionario girondino, un rebelde romántico, un poeta del amor, un anarquista natural, un héroe de la razón, un politeísta secular, un fervoroso socialista, un socialista desencantado, un incómodo liberal, un crítico apasionado. Todas esas corrientes de civilización, y muchas más, asumidas, encarnadas, recreadas por una sola persona. Eso es, aproximadamente, Octavio Paz"

El hijo del limo

Nieto de Ireneo Paz Flores, un periodista amante de la lectura y de los libros, combatiente contra las fuerzas francesas invasoras ("mi abuelo, al tomar el café / me hablaba de Juárez y de Porfirio / ... / y el mantel olía a pólvora "); hijo de otro periodista, el doctor en leyes Octavio Paz Solórzano, zapatista de las huestes del Ejército Libertador del Sur y precursor de la Reforma Agraria mexicana, y de una descendiente de andaluces llamada Josefina Lozano, el futuro autor de Libertad bajo palabra nació el 31 de marzo de 1914 en una casa del barrio de Mixcoac ("tres sílabas nocturnas / un antifaz de sombra sobre un rostro solar"), cuando aún esta barriada era un pueblo apartado, y los vecinos del lugar decían "Vamos a México" cuando iban al centro:

"Mis palabras
al hablar de la casa, se agrietan.
Cuartos y cuartos habitados
Sólo por fantasmas,
Sólo por el rencor de los mayores
"

Aprendió el inglés en el exilio, a los seis años, cuatro antes de la muerte de su abuelo "autor de novelas históricas según el gusto del s. XIX", en una escuela californiana, luego de que la familia se instalara en Los Ángeles. Aprendió francés con Amalia Paz, una tía solterona y muy culta que lo inició en la literatura gala: Michelet, Rousseau, Víctor Hugo. Incursiona en su lengua materna escuchando a sus ancestros, hablando con sus amigos, leyendo a los clásicos. Una fuerte conciencia lingüística, entramada en los embriones de sólidos vínculos con el lenguaje y con el modo de pensar la palabra, comienzan a echar raíces en su mente:

"El tejido lingüístico revela historias diferentes: en España, la persistencia de la pluralidad medieval; en América el centralismo del Imperio Español y su final disgregación: 19 países (si cuento a una colonia, Puerto Rico, y a varias pseudonaciones inventadas por las oligarquías nativas y el imperialismo norteamericano). El español de España está más pegado a la tierra y a las cosas, es un idioma sustancialista. El de América, más que hundirse en el suelo, parece extenderse en el espacio"

Al mismo tiempo juega, ríe, canta, sufre, es segregado por sus compañeros aquí y allá, lee historia mexicana, empieza tímidamente a hacer signos y garabatos en algunas cuartillas en blanco
( "desde mi adolescencia escribí poemas").
La crisis adolescente lo sorprende en pleno estallido estudiantil. En El laberinto de la soledad leemos: "El adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud queda suspenso un instante ante la riqueza infinita del mundo". En esos años "en suspensión" Octavio se involucra en la huelga que se lleva adelante en 1929, con el cierre de colegios y facultades durante meses, para lograr la autonomía universitaria.

Más de medio siglo después, recordaría sus tiempos de aspirante a bachiller, de lecturas fervorosas de los poetas del orbe hispanoescribiente: "En 1930 ingresé a la Escuela Nacional Preparatoria en donde se cursaban, en aquella época, los dos últimos años de bachillerato. Muy pronto, con mis amigos de entonces, casi todos aprendices como yo, comencé a leer a los nuevos poetas de España y de América. En unos pocos meses saltamos de los modernistas hispanoamericanos - Lugones, Herrera y Reissig, López Velarde - a la poesía moderna propiamente dicha: Huidobro y Guillén, Borges y Pellicer, Vallejo y García Lorca. Los poetas españoles me deslumbraron."

Al año siguiente co-funda la Unión de Estudiantes Pro-Obreros y Campesinos y asiste a la apertura de escuelas nocturnas para los trabajadores. Son años agitados en México y en el mundo. Son años de experimentación lírica: publica sus primeros versos en la revista Barandal, que él mismo funda. En 1933 publica su poemario fundacional Luna Silvestre, inencontrable en nuestros días.

Por esos tiempos de academia, estudio, bohemia y lecturas de fermento poético, Paz se entera en las aulas universitarias, que llega a México el poeta español Rafael Alberti con su esposa. Cinco décadas más tarde recuerda: "Los Alberti pasaron varios meses en México y durante esa temporada los visité con cierta frecuencia. Vivían en un pequeño apartamento de un edificio moderno en Tacubaya, hoy en ruinas. Rafael tenía 33 años y yo 21. Él era un poeta célebre y yo un desconocido; sin embargo nunca adoptó el tono de maestro sino el del amigo de mayor experiencia y saber. Algo que nos unió casi inmediatamente fue nuestro origen: él es gaditano y yo, por mis abuelos maternos, vengo del Puerto de Santa María y de Medinasidonia. Acostumbrado al trato un poco ceremonioso de los poetas mexicanos de entonces, Alberti me pareció la negación de la solemnidad; chispeante, más satírico, a ratos un fuego de artificios y otros un surtidor de ocurrencias."

Un vestido y un fusil

En 1937 publica Raíz del hombre, con una gran recepción del público y de la crítica en la prensa mexicana. Viaja por Yucatán y se empapa de la problemática indígena y del mundo maya.
Fluyen vientos de amor en la circunstancia de Octavio, porque el "amor no es una invención. Hay una persona que existe objetivamente y que yo necesito".
Elena Garro, hermosa y de vestir distinguido, cautiva a Octavio en los corredores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM:

"Un día comienza a tus pies
pelo mano blancura no son nombres
para este pelo esta mano esta blancura
lo visible y lo palpable que está afuera
lo que está adentro y sin nombre
a tientas se buscan en nosotros
siguen la marcha del lenguaje
cruzan el puente que les tiende esta imagen
como la luz entre los dedos se deslizan
como tú misma entre mis manos
como tu mano entre mis manos se entrelazan
"

Poco antes de viajar a España para asistir al II Congreso Internacional de Escritores e Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, invitado quizás por su libro No pasarán!, se casan. Elena escribiría de esta experiencia española sus Memorias de España, 1937; Octavio talla con palabras encendidas su "Elegía a un joven muerto en el frente de Aragón", dedicado al entrañable amigo y compañero de militancia juvenil, José Bosch.

Junto a textos de César Vallejo y Miguel Hernández
(a quien Paz conoció entre el fragor de la pólvora y los cantos de la saga republicana, "vestido de pana y con alpargatas"), el poema del mexicano, puede ser convocado al guerniquiano tapiz de trilzura y dolor que constituye la lírica que tematiza la Guerra Civil española:

"Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto cuando apenas
Tu mundo, nuestro mundo, amanecía.
Llevabas en los ojos, en el pecho,
Tras el gesto implacable de la boca,
Un claro sonreír, un alba pura
"

En esas ciudades españolas -Valencia, Barcelona, Madrid- en las que según rememora el poeta "caían bombas y estallaban obuses, había poco que comer y mucho que padecer", en las que sesiona el Congreso de Escritores y se anatemiza a André Gide por su agresión verbal a la Unión Soviética, con el voto negativo de Paz, éste se reencuentra con Alberti, vestido en una fiesta de disfraces de "domador de un circo quimérico".

En esa España convulsionada y sufriente, de milicianos y de la Pasionaria, el autor de Cuadrivio publica Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España, prologado por Manuel Altolaguirre. De esa Madrid agredida y resistente, Octavio Paz nos dice: "Recuerdo las bombas y los escombros, las calles a obscuras y la gente con hambre, un batallón de soldados muertos de sueño doblando una esquina y las colas de las mujeres en las panaderías; también recuerdo la extraña, alegre animación de la ciudad martirizada, la fiebre y la pasión compartidas, la terca esperanza ..."
Octavio quiso enrolarse, hacerse miliciano, y recibió una respuesta contundente: "Tú puedes ser más útil con una máquina de escribir que con una ametralladora.
"

El futbolito y la creación

Después vino París, fue a París. Recorrió sus calles con castaños, sus museos, sus cafés. Elena Garro y León Felipe -que los acompañó en la aventura parisina- transportaron la guerra de allende los Pirineos, a una metáfora bélica de mesa: el futbolito. Según cuenta la esposa de Paz, pasaban "la noche entera pegados a aquella mesa de fútbol. León Felipe era la República y yo era Franco y combatíamos con fiereza." Octavio se indignaba de tanta insensatez lúdica, dicen que llegó a decir,
" -Es una locura perder la estancia en París jugando al futbolito..."

Una vez en México trabaja en El Popular, se hace cargo de Taller, "antecedente y modelo de la mayoría de los suplementos y revistas literarias de México", y se distancia de sus amigos y compañeros comunistas. No acepta el pacto de Stalin con Hitler y menos aún el asesinato de Trotsky. Es el año 1939: nace Laura Elena Paz Garro (La Chata), su única hija, futura voz de la lírica femenina mexicana:

"Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
Y el espacio se vuelve
Un transparente campo de batalla
"

Un incidente con Pablo Neruda, cónsul chileno en México, a quien había conocido en España, lo lleva a escribir en la prensa mexicana: "Neruda no representa a la Revolución de Octubre; lo que nos separa de su persona no son las convicciones políticas sino, simplemente, la vanidad... y el sueldo".

Son los años '40, de guerra y crisis mundial, de intentos de fundar revistas
(por ejemplo El hijo Pródigo como contrapartida a Cuadernos Americanos), de siete oficios: Paz escribe canciones para el cine de su país, trabaja como bancario, prepara una antología de poesía española, publica el poemario Entre la piedra y la flor.

En 1943 viaja becado a Estados Unidos, estudia y se asume equis andacalles por las avenidas neoyorquinas que poco más de una década antes había recorrido Federico García Lorca. En un ensayo sobre la poética de Walt Whitman, escrito tiempo después, Paz argumenta: "La actitud norteamericana puede condensarse así: todo aquello que no participa de la naturaleza utópica de América no pertenece propiamente a la historia; es un hecho natural, y por tanto, no existe; o sólo existe como obstáculo inerte, no como conciencia ajena. El mal está fuera: forma parte del mundo natural -como los indios, los ríos, las montañas y otros obstáculos que hay que domesticar o destruir- o es una realidad intrusa (el pasado inglés, el catolicismo español, la monarquía, etc.). La Revolución de Independencia de los Estados Unidos es la expulsión de los elementos intrusos, ajenos a la esencia americana".

El viento de las vírgenes

A mediados de los '40 comienza a trabajar en el Servicio Diplomático y viaja nuevamente a Estados Unidos (asiste a la fundación de la ONU) y a París. Ahora es el baño en las aguas revueltas del surrealismo lo que le absorbe sus días:
"El surrealismo ha sido el escupitajo en la hostia y el clavel de dinamita en el confesionario y el sésamo ábrete de las cajas de seguridad y de las rejas de los manicomios. [...] El surrealismo ha sido el clavo ardiente en la mente del geómetra y el viento fuerte que a medianoche levanta las sábanas de las vírgenes."

Conoce a André Breton a quien frecuenta y de quien escribe en 1966 estando en nueva Delhi: "Para él los poderes de la palabra no eran distintos a los de la pasión y ésta, en su forma más alta y tensa, no era sino lenguaje en estado de pureza salvaje: poesía. Toda su búsqueda, tanto o más que exploración de territorios psíquicos desconocidos, fue la reconquista de un reino perdido: la palabra del principio, el hombre anterior a los hombres y a las civilizaciones. El surrealismo fue su orden de caballería...".

1949 trae consigo Libertad bajo palabra, un libro de poemas del que se apropiarán los jóvenes poetas, y los aspirantes a serlo, como libro de culto. La escritura lírica paciana ha cuajado en estos versos
(como luego lo haría en los 584 de Piedra de sol en 1956); es también "la víbora que se desliza entre las piernas de la mujer del crítico". Provocación y fe creativa; transgresión y fractura. La experiencia estética de contacto con el surrealismo, la acumulación de lecturas, la continua praxis escritural, construyen una firma poética claramente identificable, inconfundible:

"Llegó la música y nos arrancó la lengua
la gran boca de la música devoró los cuerpos
se quemó el mundo
ardió su nombre y los nombres que eran su atavío
no queda nada sino un alto sonido
torre de vidrio donde anidan pájaros de vidrio
pájaros invisibles
hechos de la misma sustancia de la luz
"

Seis años después, en las páginas de El arco y la lira reflexiona en torno al fenómeno de la poesía. Reflexión aluvional, irreflexión ordenada, flexión del pliegue lírico y de las estructuras lógicas. Implosión y explosión simultáneas del homo aestheticus:

"La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. [...] Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan.[...] Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente"

Un alto surtidor que el viento no arquea

Los viajes a Oriente -y las largas estadías en la India-, las lecturas de los clásicos budistas y taoístas (quizás inducidas por el padre de Elena Garro, lector del Baghavad Ghita y de los textos sagrados orientales), las traducciones de Matsuo Basho, la recuperación del haikú japonés, de la lírica china, incrementan su caudal estético, asisten a su universo poético, y le permiten tener una visión del mundo descentrada del canon occidental.

Según cuenta Elena Poniatowska en la biografía de Octavio Paz titulada Las palabras del árbol
(Plaza Janés, 1998), "Buda era tu personaje favorito de la historia, me confesaste, por dos razones: porque renunció a ser dios y porque, con ese mismo acto, renunció a ser hombre. De hecho, Buda no existió, explicabas, pero el ideal del hombre debería ser aniquilar la conciencia, la idea de hombre."

La explosiva renuncia a la Embajada en India, es una marca más en los violentos hechos del '68: Paz se niega públicamente a representar al gobierno mexicano después de la matanza de Tlatelolco: "los empleados / municipales lavan la sangre / en la Plaza de los Sacrificios". Ya hacía cuatro años que se había casado en segundas nupcias con María José Tramini, una joven corsa que lo acompañó hasta su muerte: "sus ojos / el pacto del sol del verano con el sol de otoño"

Desde el ensayo, desde la poesía, desde la polémica, desde la prensa, desde la televisión, Octavio Paz va transformándose en un hombre-totem, en un intelectual al que se escucha, se consulta o se repudia. Pero nunca se deja de atender. Aunque sea para denostarlo
(o para quemar un muñeco con su imagen en la plaza pública). Desde los 58 números de Plural, y luego desde la prédica de Vuelta, el autor de Topoemas, marca una línea de pensamiento, una ética de trabajo y un derrotero estético para el continente. Será en 1990, con el del Premio Nobel (en sus arcas curriculares ya descansaban más de dos docenas de galardones), que el mexicano cobrará una imagen mundial de amplia resonancia y denso espesor, aunque él mismo declara que "no es un pasaporte a la inmortalidad".

Leer la vasta producción de Octavio Paz es uno de los mejores ejercicios intelectuales y sensibles que se pueda realizar en solitario. Acceder a este mundo de palabras de un hombre que tuvo la conciencia plena de estar en tránsito y, al mismo tiempo, de permanecer en las incisiones de su escritura, implica un esfuerzo que deviene en placer. Placer de saberse uno signo entre los signos, eterno caminante de la floresta baudelaireana, expuesto siempre a una nueva experiencia estética, a una nueva manera de significarse y descubrir, entre los signos rotados, un sentido nuevo, un devenir inacabado, una manera de hacer el discurso o el amor sin prurito de clausura:

"Soy una historia
una memoria que se inventa
nunca estoy solo
hablo siempre contigo hablas siempre conmigo
a oscuras voy y planto signos
"


*Publicado originalmente en Insomnia Nº 46

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