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ISSN 1688-1672

 



JINGLE - BOLO INFORMATIVO

Todos toman jugolín*

Gustavo Espinosa
Lo importante es que el jingle funcione. Y al parecer, lo hace de muy diversos modos: desde el que, referencial y preciso, nos ilustra sobre ciertas curiosidades en el comportamiento del Universo ("del abuelo al chiquilin/todos toman Jugolin..."


Las estrategias de la apariencia, los
simulacros de la seducción nos desvirgaron -con cierta torpeza- la oreja, hace muchos años: hoy la oreja prostituta acepta sin resistencia y, casi siempre, sin placer, el éxtasis orgiástico de los jingles.

Los creativos siguen creyendo en la eficacia del género, entonces, este se multiplica (desde la multinacional ubicua hasta la ferretería de la esquina hacen oír su canción), y crece acumulando posibilidades, engordando antropofágicamente su competencia. Con los años el jingle puede haberse vuelto opaco y elusivo (todo el contenido de un reclame de Nevada es la repetición tenue y digital de la letra A; una botella de vino se esconde tras estas trascendencias: "son las cosas limpias de la vida/cosas que nos llenan de emoción/el cariño puesto en esas cosas/son la historia misma del amor"), pero esas sutilezas comparten la tanda con las desnudeces más elementales y transparentes: "tome mate con Auxana/la más rica y la más sana". Por otra parte la historia del jingle debe observar ciertos axiomas: el tiempo es veloz; el tiempo es oro.

Hace medio siglo lo siguiente era un jingle político:

Oh señor Colón
oh que papelón
es el que hará el batllismo
en esta elección
(estribillo)

Oh señor Colón, a martinez Trueba
¿quién lo votará?
ahí está la hueva

Mayo antiayer se vio en un espejo
Tortorelli y él
van a ir parejos
(estribillo)

Ha dicho Colón que de ningún modo
con tanto calor
usa sobretodo

Mayo sonará y sonará Trueba
porque viene ya
una nueva era
(estribillo)

La mosqueta ya va a quedarse sola
porque el pueblo está
harto de hacer cola
Ni César, ni Andrés, ni Blanco Acevedo
porque son los tres
el batllismo fiero.
(estribillo)

Semejante antigualla monoaural habrá sido compuesta para catedralicios receptores a válvula cubiertos con carpetitas de crochet. Confrontada con la de ciertos productos más actuales que funcionan como fugaces grifas fónicas ("la casa de las telas" "Quartz means Casio") aquella duración se mide por eras: el jingle se transistoriza. El amable radioescucha, sin embargo, sabe que no son tan breves las producciones de Ruben Rada para El País y que acaso no sea dos veces bueno el poema sinfónico compuesto para una cooperativa de ahorro y crédito ("Hoy te estoy contando el cuento/que soñar es como ahorrar... como el vuelo de aquel ave que presagia libertad...", etc.). Aunque la miniaturización es la regla, no es entonces cuestión de tamaño.

Lo importante es que el jingle funcione. Y al parecer, lo hace de muy diversos modos: desde el que, referencial y preciso, nos ilustra sobre ciertas curiosidades en el comportamiento del Universo ("del abuelo al chiquilin/todos toman Jugolin...", "los camiones de Barraca Central/rapidito van a cualquier lugar"), hasta el motivo que pone en las ondas un alma efímera (la nena confesaba su neurosis: "me vuelven loca los fiambres de Otonello"; ahora el beach boy galactófago grita que "todo lo que quiero es biotop", mientras la chacinería mayestática se pone a cantar su fanfarria: "sabemos; en Cativelli sabemos").

El autoritarismo imperativo ("No se haga malasangre") así como el desmontaje metalinguístico (otrora frecuentísimo en publicidad: "Almacén Don Remigio, sinónimo de higiene y calidad", "Quartz means Casio") parecen ir cediendo espacio a otras artimañas más ladinas de persuasión, a una riquísima poetización que siempre ha manejado el jingle: recuérdese la densa figuración de ciertos clásicos ("Tengo pasta de buena cocinera... glu-glu-glu-glutina..."; "desde que uso aceite Torino está hecho un aceite mi lindo marido..."). Pero véase también, en piezas más recientes, cómo al jingle le llega su golpe de dados, cómo se hace concreto o se comprime hasta el hai-ku: "A go-go/a gozar/con Godet", "Devoto/de tarde/descuenta/de todo".

Adiós, estilo

En cuanto a su formulación musical se ha dicho (1) que el jingle es un "modelador cultural" que a fuerza de reiteración confina a una celda de tonalidad clásica en la cual no se permite la visita de John Cage. No pidamos a la tanda piezas en forma de jingle todo se lo traga: el Aleluya de Haendel lanzó "La República", Carmen vende detergente, la vieja murga del Gallo Luis se ha transformado en heteróclito collage de Broadway, la rumba frankfrutera y brown sugar de Carlos Schnneck, la balada serratoide de Banesto, el ciote de yerba Campeón (".....campeona de las yerbas/que el amargo conserva/hasta el último rincón...") cantado por Santiago Chalar, only you puerilizado a la Bugsy Malone, el tango robotizado de Aliscafos, el funky, el rap y -siempre- el rock and roll ("no quiero imitaciones ni fastuosidad").

Entonces más que la melopeya maquiavélica ejecutada según las partituras del marketing
(la publicidad está siempre bajo sospecha paranoica de exceso de diseño, de manipulación minuciosa) en estos lares la espesa diversidad del jingle es ruido. Es el timbre disforme, la identidad acústica de un ambiente desleído.

Apuntamos a apostar

Si la naturaleza y funciones del jingle son huidizas y proteicas, no lo son menos, desde hace una década, las del resto del menú del atestado dial uruguayo.
Diversas modalidades de lo difuso y lo vago ondulan por el éter, traban toda transcodificación, se niegan a las maniobras del metalenguaje.

En otros tiempos (iluminismo radial) Wimpi se recluía desde las cinco de la mañana hasta las siete de la tarde en su gabinete con ventana a la calle. Allí libretaba once programas radiales. La radio transistorizada ha desechado aquellas usinas de escritura: hoy todo se resuelve -y se disuelve- en el aire. Todo fluye espontáneamente hacia la baja definición. Trabajo de campo: sintonice el lector los espacios de apertura que Sonia Breccia o Jorge Traverso improvisan en sus respectivos programas, grábelos y luego -lápiz y papel- trate de desgrabarlos. El resultado probablemente será el fluído electrónico de la conciencia, la deliscuecencia joyceana de la sintaxis.

Sucede que mientras aquí y allá se perora sobre la "calidez" de la radio, mientras otros medios miran y muestran la radio procurando acaso aquella propiedad térmica (Solos en la madrugada, Dos al toque, Buenos días Vietnam, Decalegrón, Llamadas de medianoche, etc.), la radio pierde calor y nitidez. En esta suerte de proceso de enfriamiento se acuñan (y expanden) modismos y modelos.

Ultimanente, por ejemplo, la esfera de lo público llega a nuestra oreja como un impreciso probabilismo donde la única agencia posible es la apuesta: "la Troupe Ateniense apostó a la alegría y a la reunificación de todos los uruguayos...", "nuestra apuesta es a tenerlos siempre en compañía....", "en Mapá apostamos a la vida....", "Carnaval 1998 apuesta a la risa". Así las cosas, entre las cabezas parlantes que, de cuando en cuando, intentan modular la amplitud del azar
(Rafael Bayce, Gerardo Caetano, Fernadno Andacht, Carlos Maggi, en Sarandí, en El Espectador, en Nuevotiempo), el favorito sigue siendo José Angel Tuana, logorreico rey del escolaso.

Este estilo que aleja y difumina las cosas, que oculta su contexto tras las abstracciones amplísimas (la vida, la alegría y la reunificación, la filosofía futbolística rioplatense, lo que significa el accionar de una escuadra bien balanceada, la esencia de tus sentidos) convierte a cada speaker en un timbero trascendente, especie de Pascal radiofónico, cuando no en francotirador: "una de las cosas a las que hay que apuntar es a saber comprar....", "Punta apunta cada día más a la exclusividad de sus clientes....", "... apuntar a que algún día reine la cordura y se pueda apuntar a espectáculos realmente profesionales".

Etapa terminal en este tránsito a la borrosidad es lo inarticulado. El enunciado se desfleca: mientras el sexólogo, el poeta, el guía turístico o el nutricionista responden, el/la entrevistador/a irradia suspiros de éxtasis o de inteligencia. No lejos de allí, el rapsoda salvaje, de la oral deportiva lobo aullador el blues de los domingos, gutura, gruñe y farfulla de rambuyé.


Estómagos rumiantes- Cabezas borradoras

No obstante los broadcasters letrados se niegan a abandonar ciertos macrolibretos: racionalizan, clasifican, especializan el aire, emiten encuestas y pesquisas que pitagorizan la realidad mistificando el número. Néber Araújo describía esta actitud con una metáfora: "las cabezas capaces de digerir lo que el satélite entrega". No se trata al parecer y como podría pensarse, de un estómago de rumiante (2) que tritura y mezcla ofreciendo al oyente algo apto para una nueva masticación: por los intersticios del ambiente normatizado la radio sólo segrega bla-bla abstracto, impreciso bolo informativo que se desfibra en interjecciones y disonancias, mera oralidad evanescente.


Notas:

(1) Semanario DECADAUNO 31/03/93, PP 15.
(2) Haroldo de Campos ("De la razón antropofágica") atribuye esta metáfora a Machado de Assis.

* Publicado originalmente en la República de Platón

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