"La gente
puede mirar Ed Wood y decir: es completamente inventado
e irreal, pero para mí es como son las cosas en este momento" Tim Burton
Tim Burton: "Estoy en una
posición extraña. Los independienetes me ven como
alguien que forma parte del sistema de estudios. Y en el sistema
me ven como alguien con mucha suerte. Pero no me encuentro dentro
del sistema. No salgo por ahí con miembros de la Academia,
por decirlo de algún modo. No estoy atrincherado allí.
De manera que no tengo muchos amigos en ninguno de los dos mundos"(1)
La
situación de Burton en Hollywood es realmente curiosa
y se debe a una combinación de personalidad, buena suerte,
talento y sucesivos éxitos de taquilla. Nadie sabe explicarse
cómo fue que Disney financió sus dos primeros cortometrajes,
Vincent (1982) y Frankenweenie
(1984), cuando Burton
no tenía ninguna experiencia previa como realizador y
además resultaba obvio que ambos cortos no se parecían
en nada a la producción regular del estudio: Vincent
es la historia expresionista de un niño que anhela ser
Vincent Price, entre otras cosas para poder hacer a su tía
a la cacerola; Frankenweenie narraba la obsesiva cruzada
emprendida por un joven en pos de la resurrección de su
perro salchicha.
El deseo de poder ser otra cosa ante la dificultad de poder asumirse,
la voluntad de entregarse a emprendimientos apasionados y la
cinefilia son elementos que aparecen en toda la obra de Burton.
"Lo
que ellos (los productores) no comprenden sin importar
la forma en que yo sea considerado en Hollywood, es que uno todavía
está tratando de hacer algo: el cine todavía es
una forma de arte. Y que al creer algo, uno atraviesa
la misma angustia que cualquier artista. Pero esto no se les cruza
por la cabeza. Uno puede soportarlo un tiempo, y reírse
de ello, pero llega un momento en que debe terminarse, porque
se vuelve redundante y uno se enoja más y más. Me
doy cuenta de que ahora me enfurecen cosas que antes toleraba,
y es que hay un punto de saturación. Yo entiendo lo que
pretenden, es muy simple: tomar esta película, hacerla
comercial, hacerla bien, hacer con ella un montón de dinero.
Yo entiendo eso, me parece muy bien. Pero ya no puedo soportarlo
más".
Un
año antes, la noticia de que Tim Burton iba a filmar una
biografía de Edward D. Wood Jr., considerado el peor director
de la historia del cine, despertó tanta perplejidad como
expectativa. Desde la elección de semejante tema quedaba
claro que Burton estaba resuelto a hacer uso de la libertad creativa
que le garantizaba el colchón de dólares obtenido
con sus películas previas, en particular Batman
Returns. La prolongada y compleja elaboración de
The Nigthmare Before Christmas (El extraño mundo de Jack,
de Henry Selick)
ya había supuesto un riesgo mayor y sus recaudaciones
terminaron por justificarlo, de manera que Burton se encontraba
en estupendas condiciones para darse otro gusto exótico.
El
proyecto demoró más de lo esperado porque Burton
estaba decidido a que se tratara de un filme en blanco y negro
mientras que la empresa Columbia le pedía color. El realizador
había transado reiteradamente durante la producción
del primer Batman, pero esta vez no cabía esperar
una marcha atrás. Ya durante la preproducción de
Edward Scissorhands, un proyecto tan personal como Ed
Wood, el astro Tom Cruise se permitió sugerir a
Burton que agregara una escena para establecer claramente la
virilidad de su personaje. En consecuencia el filme se hizo con
Johnny Deep.
Finalmente,
Ed Wood fue realizada para Touchstone, la subsidiaria
de Disney. Corresponde suponer que todos los riesgos estaban
debidamente calculados y que nadie se sorprendió mucho
cuando la recaudación del filme resultó bien modesta.
Era lógico. Hubiese sido la primera vez que algo vinculado
a Wood produjera réditos. Como su protagonista, el filme
nació de espaldas a la industria: se pudo sospechar con
fundamento que su distribución internacional sería
pobre y su público, en consecuencia selecto. Para un cinéfilo,
es un compromiso irresistible. Para un snob, es la gloria.
"El
lado positivo de quedar encasillado, puesto en una caja, ser
percibido mal, es que en cierto sentido se obtiene una libertad
total. Uno puede vestirse como quiera, comportarse como quiera.
Porque de todos modos dirán: "Bueno, así es
Tim". Si se quiere esa libertad es un poco triste, un poco
freak, pero tiene sus beneficios. Y creo que Beetlejuice muestra
por completo el lado positivo de ser incomprendido, de ser categorizado
como algo diferente. ¡El puede hacer lo que se le antoje!
Es horrible y todo el mundo lo sabe, de manera que convierte
todo ello en su fantasía"
Edward
D. Wood Jr. vivió obsesionado con la idea de hacer películas,
concretó varias, fracasó sucesivamente, incursionó
en la pornografía y murió
en 1978 a los 54 años, aniquilado por el alcohol y la miseria.
Fue un auteur, no sólo porque escribió y
produjo sus filmes, sino también porque una somera revisión
de los mismos revela preocupaciones recurrentes y personales,
aunque en la historia del cine no haya existido una disociación
tan extrema entre la voluntad de expresarse y la capacidad para
hacerlo. La popularidad de alguna de sus películas (Glen or Glenda, 1953; Plan 9 from Outer Space,
1956) se hizo pública en forma
simultánea a su muerte. A esa altura se sabía muy
poco sobre él -y lo poco que se sabía era increíble-,
de manera que desde el principio fue imposible diferenciar la
realidad de la leyenda: una y otra se alimentaron mutuamente y
el resultado de esa combinación proporcionó una
sólida base para el culto a su obra. En esos términos
Ed Wood ha llegado a ser un mito contemporáneo tan sólido
como Valentino, Marilyn, James Dean, Gardel, aunque con
menos adeptos.
En
1991 el investigador Rudolph Grey publicó una biografía
de Ed Wood (Nigthmare
of Ecstasy; Feral House, Portland), tras diez años de
realizar entrevistas y compilar datos. Con tanto respeto como
astucia, Grey aporta todo tipo de precisiones sobre la obra de
Wood, pero sólo se aproxima al personaje propiamente dicho
a través del testimonio de quienes lo conocieron. En su
fragilidad y hasta en sus contradicciones, esa suma de recuerdos
agrega dimensión a la leyenda a la vez que conserva la
distancia suficiente como para preservarla.
Burton
y sus guionistas (Scott
Alexander, Larry Karaszwski) siguieron un procedimiento parecido.
Por un lado dedicaron buena parte del metraje a la cuidadosa
recreación de los filmes y a la textual puesta en escena
de muchas anécdotas del libro de Grey. Por el otro, inventaron
libremente sobre la tradición del mito, que otra vez sale
de la experiencia con nuevos bríos. Si en el caso de Wood
la frontera entre la realidad y la ficción nunca fue muy
precisa, ahora el filme -alegremente- la hace desaparecer por
completo.
"En
primer término, realmente odio esa condenada mierda acerca
del "niño interior", en particular porque se
está volviendo cada vez más común (...)
La he escuchado referida a mí, cuando dicen que "no
ha perdido ese toque infantil". Toda esa boludez
de que hay que "apelar al niño que llevamos dentro"
y de que deben hacerse películas que hagan eso, es el
lastre de algún tipo de mierda yuppie. Lo relaciono con
una forma de retardo mental. En cambio, estoy muy interesado
en de dónde venimos y qué somos. ¿Qué
somos? Esa es una pregunta verdaderamente interesante. Pero me
niego a ser percibido como sostenedor de esa "cualidad infantil",
porque en realidad no conozco ningún niño y no
sé de qué hablan"
La
acción del filme comienza hacia 1948, cuando Wood dirige
en Hollywood una desastrosa puesta de Casual Company,
una obra teatral propia sobre sus experiencias como marine en
la Segunda Guerra Mundial. Johnny Deep compone puntualmente al
Wood de las fotos y las anécdotas: pintón, bigotito
a la Errol Flynn, cinéfilo, escritor compulsivo, optimista
a toda prueba. Burton reconstruye el rodaje de sus tres filmes
más célebres (Glen
or Glenda, Bride of the Aton y Plan 9 from Outer
Space)
y se detiene en los integrantes del grupo de colaboradores que
lo rodea: un pintoresco homosexual llamado Bunny Breckinridge
(memorable
Bill Murray),
una estrella de TV llamada Vampira (Lisa Marie), el gigantesco luchador Tor
Johnson (George
"The Animal" Steele), el profeta Criswell (Jeffrey Jones) y en particular Bela Lugosi,
anciano, quebrado y morfinómano, capturado a la perfección
por Martin Landau. (2)
Algunos
datos son rigurosamente ciertos: Wood acostumbraba vestir ropas
femeninas y sentía verdadera pasión por los sweaters
de angora; el fotógrafo de sus películas era daltónico;
el pulpo de goma que utilizaron en Bride of the Atom fue
robado de un depósito de los estudios Republic; Wood y
sus compañeros tuvieron que bautizarse para hacer Plan
9 porque el dinero provenía de una congregación
bautista. También es cierto que Wood debió dar
el papel central de Bride of the Atom al hijo de su mayor
inversor, y que Plan 9 from Outer Space pasó a
llamarse así a causa de los bautistas, que encontraban
ofensivo el título original Grave Robbers from Outer
Space.
Así,
Wood llegó a ver un modelo en Orson Welles, porque también él
actuaba, producía, escribía, dirigía y tenía
problemas con sus productores. Burton saca todo el partido posible
de esa relación y llega a establecer un encuentro casual
entre ambos, en el que Welles (Vincent
D´Onofrio)
inspira a Wood a soportar las presiones de los bautistas y terminar
Plan 9 a como de lugar. Es más sutil y divertida
la idea de que Wood tuvo su propio Citizen Kane en Glen
or Glenda. Ese filme debió ser un panfleto sensacionalista
sobre el cambio de sexo, tema cadente a partir de la operación
del ex soldado Goeorge/Christine Jorgensen, pero Wood lo convirtió
en un alegato personal al interpretar en ella a un travesti que
desea ser respetado como tal para librarse del sentimiento de
culpa que le impone una sociedad intolerante.
Bela
Lugosi, Jr. ha advertido públicamente (3) que el filme exagera el retrato de soledad
y decrepitud de su padre, puntualiza que Wood no fue el único
que estuvo junto a él en esos últimos años
y que allí faltan, entre otras personas, su última
esposa y él mismo. Pero lo que Junior considera una injusticia
parece más bien una deliberada metonimia: Burton tenía
que subrayar la intimidad entre ambos personajes si quería
que en ese exacerbado Lugosi final pudiera verse un anticipo
del final de Wood, que fue ciertamente atroz.
"La
tragedia tiene sentido.
Creo que, en última instancia, la vida es trágica,
pero de un modo muy positivo. Todos morimos. Es trágico.
Uno atraviesa muchas cosos trágicas en la vida, pero eso
no es necesariamente malo. Por eso me gusta exponer la tragedia
de un modo divertido. Eso es lo que me encantó de Pee Wee'Big Adventure:
el protagonista se encontraba metido en algo, de un modo apasionado,
y no importaba exactamente en qué. Estaba allí"
Para
Burton, el hecho de que Wood y sus amigos no hayan tenido la
menor capacidad para expresarse en términos cinematográficos
convencionales carece de toda importancia. Lo que le interesa
es la pasión con la que se esfuerzan en intentarlo, a
pesar de cualquier obstáculo exterior o propio.
Por
eso Ed Wood comienza con un virtuoso plano secuencia que
aplica todas las posibilidades técnicas de los '90 a la
reproducción del diseño de títulos que Wood
quiso para Plan 9 y sólo pudo concretar de un modo
muy precario. Es por eso también que termina con el estreno
del mismo filme, pero ese estreno es por primera vez exitoso
y lo asiste un público mucho más amable y abundante
que el que en realidad abucheó al filme en 1957, lo que
debe entenderse como un anticipo de las verdaderas multitudes
que adorararían a Plan 9 años más
tarde.
Ambas
licencias no sólo tienen que ver con la citada abolición
de los límites entre ficción y realidad, sino también
con la estoica recompensa que, a ojos de Burton, la pasión
de Wood mereció y en su momento no tuvo.
Notas:
(1) Las citas
textuales de Tim Burton proviene de una entrevista con David
Breskin, publicada en el libro Inner Views Filmmakers in Conversation
(Faber & Faber, Boston/Londre, 1992).
(2) Burton, a su vez, mantiene una colaboración regular
con la productora Denise DiNovi y con el mismo Danny Elfman.
Cuando Elfman no estuvo disponible para Ed Wood, Burton recurrió
a Howard Shore, compositor habitual de su cineasta preferido,
David Cronenberg.
(3) En Los Angeles Times, domingo 23 de octubre de 1994.
*Publicado
originalmente en M Cine Nº 4, agosto 1995
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