Como se comprueba año tras año, la obra integral
de Orson
Welles
(1915-1985) todavía está lejos de ser bien conocida.
Fue definido varias veces como un "director de directores",
por la sencilla razón de que su cine fue mucho mejor apreciado
por sus colegas que por el público. En ese sentido llegó
a ser el realizador norteamericano más influyente después
de David Wark Griffith, aunque nunca tuvo un éxito de taquilla
considerable y la industria prescindió rápidamente
de él. Su situación económica personal se
vio amenazada durante la mayor parte de su vida pero esa larga
crisis no lo alejó de la cámara; más bien
lo hizo aferrarse a ella. Una solución consistió
en escribir y actuar en las películas de otros para poder
financiar las propias, pero además había que vivir
y ese recurso sólo resultó parcialmente exitoso.
A las obras mal distribuidas y mutiladas por sus empleadores se
sumaron las que él mismo no logró completar y exhibir.
La culpa
la tuvo la guerra.
El gobierno de Roosevelt comenzó a preocuparse por la
actitud de Latinoamérica frente el conflicto hacia 1940
y emprendió una política conocida como "buena
vecindad" que tendía a estrechar vínculos
culturales y sobre todo comerciales. En Hollywood, esa política
produjo varios filmes de ambiente sudamericano y publicitados
viajes de personalidades especialmente célebres, empezando
por Walt Disney. El ingreso de los Estados Unidos en el conflicto
(diciembre
1941)
y la neutralidad ambigua que mantendrían algunos países
(como la
Argentina)
intensificaron la preocupación de la Oficina de Asuntos
Interamericanos. Su coordinador, Nelson Rockefeller, era también
uno de los accionistas mayores de la productora R.K.O. y como
tal presionó lo suficiente como para que la empresa hiciera
su parte y cumpliera con el deber patriótico.
Cuando le
comunicaron la necesidad de realizar un filme que promocionara
las buenas relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica,
Orson
Welles
se encontraba sumergido en la preparación de varios proyectos
para la productora, luego del estreno de Citizen Kane.
Uno de esos proyectos llevaba el título It's All True
y, según el plan original, debía quedar integrado
por cuatro episodios que compartían un planteo semidocumental.
Como uno de ellos, titulado My Friend Bonito, ya se encontraba
en producción y ofercía la ventaja adicional de
transcurrir en México, OW sugirió conservarlo y
reemplazar los restantes con otros temas latinos.
La
idea fue aceptada, se acordó que uno de los temas sería
el célebre carnaval de Río de Janeiro y en febrero
de 1942 OW llegó al Brasil con apoyo oficial y el respaldo
económico de la R.K.O.
En
realidad, a OW el carnaval y Sudamérica le interesaban
poco, pero se trataba de cumplir con lo que entendía su
deber. No recibió salario alguno por los ocho meses que
pasó en Brasil, aunque por su parte R.K.O. negoció
en privado con el gobierno una compensación de 300.000
dólares a favor de la empresa, por haberse ocupado del
proyecto.(1) Deber o no
deber, había que responsabilizarse de la inversión
ante los accionistas.
Una vez
en Río, OW se entusiasmó con el samba y filmó
con abundancia el carnaval con la idea de elaborar ese episodio
alrededor de la música, durante el proceso de montaje.
El material expuesto, buena parte en colores, era enviado periódicamente
a Los Ángeles para su revelado. Poco después, Welles
encontró tema para el tercer episodio de It's All True
en la historia verdadera de cuatro pescadores, nativos de Fortaleza,
que habían atravesado 1650 millas en balsa para llegar
hasta Río, ver al presidente Vargas y solicitar atención
a sus precarias condiciones de vida. La proeza los hizo célebres
y su líder, conocido como Jacaré, se convirtió
en héroe popular. OW se
entrevistó con él, indagó sobre el tema y
le propuso participar en una reconstrucción filmada de
aquella hazaña.
El
rodaje de ese tercer episodio comenzó en mayo y Welles
decidió titularlo Four Men On a Raft (Cuatro
hombres sobre una balsa). La dirección ejecutiva de
R.K.O. había cambiado y maldecía a OW por varias
razones, especialmente porque el indescifrable metraje del carnaval
no se correspondía con ningún guión. Por
otro lado, Jacaré se ahogó el primer día
de la filmación, mientras se reconstruía la llegada
de los pescadores a Río.
OW
recibió la orden de regresar cuanto antes a los Estados
Unidos pero, en lugar de hacerlo, se propuso finalizar el episodio
de los Jangandeiros. Con lo que restaba del dinero de la producción
y acompañado por un equipo mínimo, OW se fue a
Fortaleza, eligió a sus protagonistas entre los lugareños
y reanudó la filmación, que se prolongó
hasta julio. Reconstruyendo el trayecto de los jangadeiros, Welles
rodó también algunas escenas en Recife y en Salvador.
En agosto regresó a los Estados Unidos previo paso diplomático
por otros países de Latinoamérica.
Para
entonces, la dirección ejecutiva de R.K.O. se había
deshecho de Welles y de su pequeña unidad de producción.
El realizador supo al llegar que todo su personal había
sido expulsado de sus oficinas en la productora, que el carácter
oficial de su misión ya no tenía ningún
peso, y que The Magnificent Ambersons -rodado antes de
partir- se había estrenado sin publicidad en una versión
mutilada. Sobre el comportamiento de OW en Brasil circularon
desde entonces toda clase de rumores, la mayor parte de los cuales
apuntó a su presunta irresponsabilidad y dispersión.
Lo cierto es que ellos no bastan para dar cuenta de la caída
en desgracia del realizador, que no logró dirigir otra
película durante cuatro años.
Tampoco
modifican algunos datos documentados que, sin embargo, fueron
distorsionados por diversos autores: en primer lugar, OW no fue
a Brasil por iniciativa propia, como sugiere el ensayista Charles
Higham; en segundo lugar, durante toda la producción sólo
se gastó poco más de la mitad del dinero previsto.
Mientras
se dedicaba a sobrevivir con trabajos como actor y haciendo programas
de radio, además de colaborar activamente en la campaña
política de Roosevelt (1944), OW guardó
la esperanza de completar It's All True en un futuro cercano.
Según recordó después, "Parte de
mi acuerdo con Fox para interpretar y producir Jane Eyre
era que ellos me comprarían el material de It's All
True, y así poder montarlo y terminarlo, pero nada
de eso sucedió. Hice muchos esfuerzos para lograrlo, porque
sabía que había una fortuna en esa película
durante aquellos años en los que ese tipo de música
latinoamericana estaba de moda. Y allí teníamos
la cosa verdadera. Hubiera sido muy comercial en aquel momento,
no ahora. Pero nunca resultó. Lo intenté todo.
Estuve cerca, cerca, siempre cerca. Y perdí muchos años
de mi vida..."
Durante
todos esos años creció la leyenda alrededor del
filme. El episodio pasó a ejemplificar el drama del realizador
genial aplastado por la maquinaria de un sistema frío
y mercantilista, para algunos, o el caso extremo del egomaníaco
irresponsable, para otros. Mientras pasaban los años y
se equilibraban los tantos, las historias del cine podían
recordar con amargura que todo el asunto tenía un precedente
muy similar en el caso de ¡Que viva México!,
de Sergei Eisenstein.
En
1985 aparecieron en un depósito norteamericano 314 latas
con el material de It's All True, en parte sin revelar.
El material fue a parar razonablemente a manos de Richard Wilson,
que además conservaba toda la documentación vinculada
a OW y a la empresa R.K.O. En 1986 Wilson terminó un montaje
del episodio de los jangadeiros. Poco después Robert Stam
y Catherine Benamou emprendieron una investigación definitiva
sobre todo el caso It's All True, trasladándose
a Brasil y México para desempolvar allí algunos
documentos nunca revisados. Apoyándose en los trabajos
de Wilson, Stam y Benamou, el investigador Bill Krohn terminó
un fascinante largometraje documental que se llama precisamente
It's All Tru.
A esta
altura, el vapuleado título puede aplicarse también
a los argumentos con los que OW había defendido el filme,
de sus detractores a lo largo de los años.
It's
All True se
estrenó durante el London Film Festival (edición 1993), fuera de programa y con escasa
información previa. La primera parte del filme condensa
la complicada historia del proycto en testimonios e imágenes
documentales. Así llega a saberse que Welles emprendió
el rodaje de la historia de los jangadeiros con la sincera convicción
de que la difusión del filme mejoraría las condiciones
de vida de esos nativos. Ese compromiso se convirtió en
pasión tras la muerte de Jacaré y esa misma pasión
lo llevó a terminar el rodaje, bajo precarias condiciones
técnicas y económicas. El filme incluye el testimonios
de algunos supervivientes brasileros de ese rodaje y entre ellos
el de su protagonista femenina, que cuarenta años después
declara de un modo conmovedor: "Yo fui descubierta por
Orson Welles".
De
esos testimonios y de la consulta de periódicos de la
época y de algún documento oficial, surge con solidez
una nueva interpretación de los acontecimientos. Sencillamente,
al presidente Getulio Vargas le desagradó la relación
de Orson Welles con Jacaré, su molesto interés
en el recuerdo de una hazaña popular y su actitud abirtamente
antirracista. Parece claro que el gobierno brasileño no
tardó en considerar la idea de Four Men On a Raft
como una invasión poco grata en asuntos de política
interna. En Estados Unidos, esa inquietud oficial debió
repercutir dolorosamente sobre la Oficina de asuntos Interamericanos.
Richard Wilson resume en una frase memorable la esencia del problema
con It's All True: "Sólo tenían
que hacer un documental turístico para quedar bien. Pero
se les ocurrió enviar a Orson". Antes de que
comprendieran su error, el documental turístico se había
convertido en un alegato social.
La segunda
parte del filme consiste en la reconstrucción de Four
Men On a Raft. Comienza con la construcción de una
balsa y la descripción de situaciones cotidianas en un
pequeño pueblo de pescadores. Hay un romance entre dos
jóvenes que culmina en boda y que se interrumpe trágicamente
con la muerte del muchacho mientras pesca. Durante los funerales,
un gupo de voluntarios resuelve dirigirse a la capital para reclamar
mejores condiciones de trabajo. El heroico viaje comienza, en la
balsa del principio. Sucesivos planos dan cuenta de las dificultades
del trayecto, con un extremo de elocuencia durante un tramo desértico
en el que el grupo debe cargar con la balsa hasta reencontrar
el agua.
La
llegada a Río tiene un impacto deliberado, porque Welles
opuso la precariedad de la balsa y sus tripulantes a los barcos
y yates que fondean cerca del puerto, y a los bañistas
que toman el sol en la playa.
Como
precedentes históricos más directos de Four
Men On a Raft podrían citarse Redes (Fred Zinnemann, 1934) y hasta cierto
punto Moana (Robert
Flaherty, 1926),
pero formalmente tiene más relación con las diagonales
de ¡Que viva México! y en particular con
el fascinante trabajo del fotógrafo Floyd Crosby para
Tabu (Murnau,
1931).
OW mantuvo
la atención en el drama grupal pero además, fiel
a un estilo, buscó imágenes muy contrastadas
y ángulos bajos, que a menudo obtuvo cavando fosas para
la cámara y su operador. Sólo construyó un
decorado, una plataforma elevada móvil sobre la que reprodujo
la balsa y ubicó a sus tripulantes, con el fin de obtener
planos cortos y contrapicados de la embarcación sacudida
por las olas.
Como
es lógico, el nuevo montajista optó por respetar
con devoción cada plano de Welles y se puede suponer con
fundamento que su realizador le hubiese proporcionado un dinamismo
característico que Four Men On a Raft no tiene.
Un
acompañamiento musical nuevo, por momentos muy eficaz,
reemplaza a la banda sonora que nunca llegó a existir.
Los realizadores de It's All True fueron plenamente conscientes
de que sólo lograrían aproximarse a una intención.
Por si hubiera necesidad de recordarlo, el filme termina con
algunas de las escenas que OW rodó en Technicolor durante
el carnaval de Río. Four Men On a Raft pudo reconstruirse
en base a su línea argumental, pero nadie sabe qué
habría hecho Orson Welles con ese carnaval si lo hibiesen
dejado jugar un par de años con su moviola.
Nota:
(1) Este dato
fue establecido por Richard Wison, asistente de OW en Brasil,
en un documentado artículo para Sight and Sound, Londres,
otoño europeo de 1970.
*Publicado
originalmente en M Cine Nº 1
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