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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



HILL, WALTER -VIOLENCIA, ESTILIZACIÓN DE LA

Sangre neón y balas*

Fernando Santullo Barrio
Conceptos como, por ejemplo, "autor" o "artesano" resultan perfectamente cuestionables en la medida de que, en muchas ocasiones son parte de metadiscursos que adjudican determinado sentido no solo a los films de un director sino al cine en general


Todo en el parque tiene colores metálicos: los árboles oscuros y goteantes, los empapados bancos de madera, el piso mojado, las luces de neón que se reflejan en él. Y muy especialmente, la cara blanca y plateada del primero de los Baseball Furies, la pandilla que controla Central Park por las noches. Una larga fila de jóvenes vestidos de beisbolistas, con bates de aluminio en sus manos y rostros pintados à-la-Joker corre delante de la cámara mientras la música de Barry De Vorzon suena contenida e hipnótica durante toda la secuencia. Gracias a escenas de tensa violencia como esta y a un sostenido ritmo a lo largo de sus noventa minutos, The Warriors se convirtió en el filme de pandillas por definición. Y aunque fue realizada en 1979, la película de Walter Hill no ha sido superada en sus cuotas de acción y violencia juvenil urbana.

Como buena parte de la obra de Hill, The Warriors logra ser a la vez realista y mitificadora. La violencia que aparece en pantalla alude tanto al caos real imperante en las calles de Nueva York durante los setenta como a la imagen que los medios, especialmente el cómic, habían construido sobre ese caos. En eso reside precisamente su carácter "mítico": sus personajes son arquetípicos y carecen de matices, sus pandillas son mucho más estilizadas que las reales y los motivos de la violencia importan menos que su plástica.

Tomando en cuenta que Hill ha dirigido y producido muy diversas cosas, es posible afirmar que su sello de "autor" es precisamente esa peculiar mitificación de la violencia urbana, en donde pandilleros, ladrones y outsiders son los antihéroes que al final de cada film, después de haber librado mil batallas, quedan con las manos tan vacías como al comienzo. Eso sí, con la certeza moral de haber hecho todo lo que estaba a su alcance.

Carrera "industrial"

Hill nació el 10 de enero de 1942, dos días después que el físico Stephen Hawking y siete antes que el boxeador Muhammed Alí, en Long Beach, California, Estados Unidos. Realizó sus estudios universitarios en la Universidad Estatal de Michigan y durante buena parte de la década del sesenta trabajó en la extracción de petróleo y en la construcción. En 1968 realizó su primer trabajo como Segundo Asistente de Director en el film The Thomas Crown Affair, iniciando una de las carreras más influyentes y menos conocidas dentro del llamado "cine industrial" de Hollywood.

Después de haber realizado un par de películas más como asistente, en 1972 Hill escribió el guión de Hickey & Boggs, film policial que fuera dirigido por Robert Culp y que tuviera por estrellas al propio Culp y a Bill Cosby. En el film también participaban los entonces jóvenes y sanos Michael Moriarty y James Woods, juventud y salud distribuidos en ese mismo orden.

Después de un nuevo trabajo como asistente, esta vez de Woody Allen en Take the money and run (Robó, huyó y lo pescaron), el siguiente paso de Hill fue adaptar en forma notable la novela de Jim Thompson The getaway. El estilo de Thompson siempre privilegió la tensa y violenta relación entre sus personajes, a veces en desmedro de la verosimilitud de la trama. La labor de Hill fue adaptar esa tensión al estilo eminentemente visual del director Sam Peckimpah. El film, también de 1972 y con Steve McQueen como protagonista, es uno de los indudables clásicos del western.

Esa adaptación le abrió algunas puertas, por lo que un par de años mas tarde y después de haber escrito los guiones de las películas El ladrón que vino a cenar y The Mackintosh man, Hill debutaría como director con Hard Times, también conocida como El Peleador Callejero. En el film, un entonces poco conocido Charles Bronson despachaba sin demasiada compasión a cuanto se le ponía adelante. A diferencia de otras películas del género, en donde el protagonista es una máquina de picar carne pero tiene un lado amable, Bronson era simplemente una máquina de picar carne. El Peleador Callejero es un film duro que dio la pauta del estilo crudo y parco que Hill desarrollaría a lo largo de su carrera.

Habiendo adquirido ya cierto prestigio como guionista, Hill adaptó la excelente novela de Ross Macdonald, La piscina de los ahogados. El film fue dirigido por Stuart Rosenberg y tenía como protagonista a Paul Newman, quien exigió que el nombre del detective Lew Archer, figura emblemática de la novela negra estadounidense, fuera sustituido por Lew Harper, apellido que el actor ya había usado exitosamente en el film Harper de 1966. Entre los nombres de la película aparecen Joanne Woodward, Melanie Griffith y Anthony Franciosa. El único gran cambio introducido a la novela original (además del nombre del protagonista) fue el traslado de la acción del sur de California a Nueva Orleans.

Un año después de realizar el guión de Dog and Cat, una película para TV, Hill dirigió en 1978 su segundo film: The Driver, conocido en español como Desafío. Ryan O´Neal, Bruce Dern e Isabelle Adjani eran los protagonistas. Ascética y directa, The Driver es para un buen número de críticos uno de los puntos de partida del policial cinematográfico que se desarrollara en la presente década.

Los ejércitos de la noche

1979 fue uno de los años más atractivos en la carrera de Hill. En primer lugar, llevó a cabo su primer trabajo como productor, debutando en el rubro nada menos que con Alien de Ridley Scott. Si bien también fue uno de los responsables del excelente guión, nunca fue acreditado como tal.

En segundo lugar realizó The Warriors, film que para unos cuantos de sus adeptos es el mejor de su filmografía. Swan, Ajax, Cleon, Snow, Cochise, Cowboy, Rembrandt y Vermin eran los miembros de The Warriors, una pandilla de Coney Island. Con el fin de establecer un plan que les permita controlar la ciudad, todos los pandilleros organizados de Nueva York se reúnen en un estadio del Bronx. Durante su discurso, Cyrus, líder de los Riffs, la pandilla convocante a la cita, es asesinado de un disparo. Los Rogues, autores del crimen, señalan a los Warriors como responsables y allí comienzan los problemas.

Desarrollada en una sola noche, la película narra el regreso de la pandilla hasta su territorio, situado a mas de medio centenar de kilómetros del lugar de reunión. Pero el problema no es solo la distancia: los Warriors nunca salieron de su barrio y deben atravesar toda la ciudad de Nueva York para volver a él.

Perseguidos por todas las pandillas de la ciudad y por la propia policía (responsable intelectual del asesinato de Cyrus), los Warriors viven una pesadilla nocturna en el mejor estilo Hill: persecuciones sobre calles mojadas, neón por todas partes, luchas en el metro cubierto de graffittis, en fin, violencia al mejor estilo western adaptada a la urbe. El ritmo del film es trepidante y, dentro de un correcto desempeño general, se destaca la muy buena actuación de Michael Beck como Swan, líder de los Warriors.

La cruda y estilizada descripción de la violencia nocturna de Nueva York provocó las iras de las autoridades de la ciudad en el momento del estreno. Peor todavía, cuando Cyrus afirma en el film que los pandilleros superan cinco a uno a los policías, esta diciendo la verdad: a fines de los setenta las pandillas eran el gobierno nocturno de la ciudad y la proporción entre agentes de la ley y delincuentes era aproximadamente esa.

El estreno del film provocó varios conflictos entre pandilleros, inclusive dentro de las salas de exhibición, dejando varios muertos y heridos como macabro saldo. Hill siempre ha rechazado su responsabilidad sobre esos problemas señalando que "la culpa es de la prensa que convirtió eso en un escándalo". Y efectivamente, el estreno de The Warriors fue tan escandaloso que bajó rápidamente de cartel y solo circuló en una versión recortada que Hill vituperó siempre y le llevó a enviar una carta al gobierno de Francia, señalando que la censura que se aplicó a la copia que circuló en ese país era "un insulto a la dignidad del individuo y los ideales democráticos".

Si, como afirma Hill, lo único que ha tratado de hacer desde que está en el negocio es "un maldito western", es claro que The Warriors es uno de los ejemplos más acabados de este intento, básicamente porque las definiciones del film se apoyan en criterios morales clásicos: el bien y el mal.

Y la bondad y maldad de los personajes son importantes tan sólo en la medida en que proporcionan antagonismos que impulsen la acción. No hay en The Warriors juicios exteriores a lo que está ocurriendo en la pantalla, es decir, no hay nada que no sean los propios valores exhibidos por los protagonistas en su accionar.

"La decadencia del western vino cuando los directores quisieron usarlo para explicar teorías psicoanalíticas -señaló Hill en una reciente entrevista- sin embargo funcionan mejor cuando trabajan con material moral y cuando responden a los esquemas de la tragedia griega".

Mitología urbana

A The Warriors y el conflicto que provocó, siguió The long Riders, film de 1981 que contaba como protagonistas a David, Keith y Robert Carradine, James y Stacey Keach, Randy y Dennis Quaid, y Christopher y Nicholas Guest. En ese film Hill sustituyó a Barry De Vorzon por Ry Cooder como responsable de la banda sonora, iniciando una larga sociedad que perdura hasta sus más recientes trabajos.

En esta ocasión Hill se despachó haciendo efectivamente un western, centrando su historia en el mito de los hermanos Frank y Jesse James. En la película, la pandilla integrada por los hermanos James, Younger y Miller se dedica a asaltar diligencias, bancos y trenes en el Missouri de la pos Guerra Civil estadounidense. Según han señalado diversos críticos, a partir de este film, Hill comenzó a hacer pesar los aspectos visuales sobre los argumentales.

Si bien esto es bastante cuestionable (siempre que una película no se pretenda realista, el argumento puede responder solo a la lógica de la propia película), es cierto que The long Riders tiene varios momentos en donde la plástica de la violencia supera en forma notoria la propia acción y su lugar en la trama.

El siguiente trabajo de Hill fue Southern Comfort, una brutal película desarrollada en los pantanos de Lousiana, el profundo sur de los EEUU, y que tuvo como protagonistas a Keith Carradine, Powers Boothe y Fred Ward. A pesar de que el film es prácticamente una cult movie, no cuenta con buenas ediciones en video y es prácticamente inconseguible en Uruguay.

En 1982 Hill realiza 48 horas, con Nick Nolte como Jack Cates, un feo y gordo policía blanco, y Eddy Murphy como Reggie Hammond, un convicto negro y apuesto, dueño de un botín de medio millón de dólares que espera su liberación para ir a gastarlos. La química que surgió entre los dos actores es prácticamente palpable y el film se apoya en buena medida en ella.

En 48 horas Hill logró un notable equilibrio entre la comedia y el más puro cine de acción. Las mujeres, como en toda su filmografía, son un elemento problemático: en 48 horas aparecen sólo como policías o prostitutas. Como en The Warriors, en la noche quien tiene el control de las cosas es el delincuente y no el policía.

Rock and roll

"Con Streets of fire he intentado hacer lo que yo hubiera considerado una película perfecta en mi adolescencia. He puesto todos esos excepcionales ingredientes por los que sigo teniendo simpatía: coches lujosos, besos bajo la lluvia, trenes en medio de la noche, persecuciones a gran velocidad, peleas entre pandillas, músicos de rock, motocicletas, bromas en medio de situaciones críticas y cuestiones de honor".

La cita es larga pero vale la pena porque de alguna manera Hill está hablando no sólo de su siguiente film sino de la mayor parte de sus intenciones a lo largo de toda su carrera.
Subtitulada Una fábula de rock and roll, Streets of fire es de alguna manera una estilización del universo del rock en el más puro estilo comic: la fecha es imprecisa, podrían ser los cincuenta, los sesenta o un futuro mas o menos cercano, los malvados lo son en forma abritraria y monolítica, el sexo es siempre una promesa pero nunca aparece en forma explícita y, en definitiva, deja de importar ante los valores que se ponen en juego.

Por eso, el honor como sustento de acciones varoniles y arriesgadas, es el centro y motor del film. Michael Pare, con su cara de cármica, calzó a la perfección en el rol del justiciero Tom Cody, Diane Lane fue la dulce cantante de rock Ellen Aim que debía ser rescatada de las garras del malísimo Raven, a cargo de Willem Dafoe, responsable por lejos de la mejor actuación del film.

La economía de recursos narrativos y la parquedad del montaje estiraron todavía mas lo que ya era marca registrada de Hill: los diálogos son mínimos, plagados de notables frases y las secuencias se montan en función de este minimalismo épico. El guión, en donde muchos críticos han visto debilidades, fue responsabilidad de Larry Gross y el propio Hill.

En realidad, visto desde la perspectiva de un cómic, el guión dista mucho de ser débil o incoherente. Cuando, después de haber rescatado a la chica del film y de que ésta le pida que se vayan juntos Tom Cody se niega, es claro que es lo único que un héroe podía hacer para seguir siéndolo. De lo contrario, se hubiera convertido en un marido y eso es tarea prohibida para los héroes.

Mención aparte merece la excelente banda de sonido del film, llena de excelentes canciones de Ry Cooder, Tom Petty, Stevie Nicks, Dan Hartman, la banda estadounidense The Blasters y los británicos The Fixx entre otros. El soundtrack fue tan bueno que se convirtió en un mediano suceso de ventas en su momento, siendo disco obligado en la fiestas adolescentes de ese entonces.

Una década activa

En 1985 Hill realizó Brewster Millions, un film poco importante en su carrera, armado más bien como un vehículo para la promoción del actor cómico Richard Pryor quien, apoyado por John Candy, debía gastar un millón de dólares en 24 horas. A este film seguiría Crossroads de 1986, en donde Ralph Macchio (conocido por su Karate Kid) interpretaba a un joven guitarrista que pretendía convertirse en blusero.

Para eso, debía no sólo seguir los pasos de su maestro, un veterano músico de blues (interpretado por Joe Seneca), sino derrotar en un duelo instrumental nada menos que a Steve Vai, uno de los guitarristas de mejor técnica en el mundo. También en ese año, Hill escribió el guión del film Blue City y se hizo cargo de la historia y la producción ejecutiva de Aliens, la violenta secuela de la película de Scott, dirigida por el hoy muy famoso James Cameron.

Un año después realizó, sin pena ni gloria una suerte de remake de La pandilla salvaje de Peckinpah en el Extreme Prejudice, conocida como Traición sin límite, con Nick Nolte, Powers Boothe y María Conchita Alonso.

1988 encontró a Hill involucrado con el musculoso Schwarzenegger en Infierno Rojo. Allí la mole austríaca hacía las veces de policía ruso en misión en Chicago, su compañero era James Belushi como el ingenioso policía estadounidense que hace de necesario contrapeso a la dureza monolítica del representante del Soviet Supremo. Persecuciones nocturnas en calles mojadas, neón por todos lados, brutales choques de ómnibus, humor en situaciones peligrosas, amistades viriles, todo el mundo Hill se encuentra presente a pesar de que cierto aire de comedia mainstream aliviana en buena medida la derrota final que caracteriza sus films.

Regreso con gloria

Una de las mejores novelas de John Godey, conocido por su best seller Pelham Uno Dos Tres, es The three worlds of Johnny Handsome. En 1989 Hill realizó una excelente versión del libro con Mickey Rourke como Johnny "Handsome" Sedley. El film recibió poca atención de parte de critica y público, quizá precisamente por ser uno de los mas personales de Hill (basta recordar lo que sucedió con The Warriors).

Sedley es un delincuente que tiene el rostro deforme y se encuentra en prisión debido a la traición de sus compañeros durante un asalto. Partiendo de la base (algo ridícula) de que su historial delictivo se debe a la fealdad de su rostro, en la cárcel le es ofrecido un tratamiento regenerativo que lo dejara como nuevo, tanto que queda idéntico a Mickey Rourke. Pero, como bien dice a Johnny el Teniente A.Z. Drones (Morgan Freeman) "yo te conozco por dentro": "Handsome" Sedley sigue siendo un criminal y su único fin es vengarse de quienes lo traicionaron.

Una buena novela como base, notables secuencias de acción, mucho brillo, cámara lenta y disparos, más un final oscurísimo subrayado por la notable música de Ry Cooder hacen de Johnny Handsome uno de los mejores films de Hill.

Ese mismo año realizó un par de capítulos para la serie televisiva Tales from the Crypt de la cadena HBO, en calidad de director y productor ejecutivo. Cutting Cards y The man who was dead se encuentran entre lo mejor de Hill, mostrando en forma directa su maestría para crear atmósfera y tensión en escasos minutos.

En 1990 Hill dirigió Otras 48 horas, en donde repetía la fórmula de su predecesora: buena química actoral entre Nolte y Murphy, acción vertiginosa, balazos y final feliz. El único problema es que parte de la base de que todo el mundo vio la pelicula anterior, por lo que unas cuantas cosas quedan muy poco explicadas (o se hacen chistes que aluden al film previo).

Dos años mas tarde realizó Trespass, conocida en español como Oro y cenizas, en donde, como ya había hecho en The Warriors, el mundo real era eliminado para instalar a sus protagonistas en medio de la violencia y la tensión de las situaciones límites. La búsqueda de un tesoro en una edificio abandonado y la presencia de una pandilla negra en el lugar, colocan a Bill Paxton, Ice T, William Sadler y Ice Cube en un violento conflicto en donde lo racial importa menos que los motivos personales que conducen a la violencia y la muerte.

Trespass es uno de los mejores y menos valorados films de la decada que termina, en donde en forma intencional, Hill elimina todo rastro de glamour de su violenta anécdota, yendo contra la corriente de violencia luminosa y gratuita que comenzaba a inundar Hollywood directamente desde Hong Kong.

También en 1992, se hizo cargo del libreto y la producción (ambos compartidos) de Alien 3, la excelente y claustrofóbica película de David Fincher. En el film, la Teniente Ripley llega por accidente a un planeta prisión casi abandonado en donde los guardias no tienen armas ya que no hay a donde huir. Una pesada atmosfera de terror y un extraño aunque coherente culto religioso extendido entre los presos, son algunos de los puntos que pueden anotarse a Hill, dentro de una de las mejores películas de ciencia ficción de los ultimos años.

El cercano oeste

En medio del nuevo auge (?) del western producido por la excelente Los Imperdonables y la más convencional Danza con lobos, Walter Hill dirigió Geronimo: an american legend, en donde Wes Studi protagonizaba al gran jefe indio y Jason Patric hacia las veces de su antagonista. Pese a haber sido un virtual fracaso comercial, el film (de 1993) es uno de los mejores western de los noventa, teniendo en su haber la notable fotografía de Lloyd Ahern y la muy buena música de, una vez mas, Ry Cooder. Un film intenso en donde Hill retrata a Gerónimo como "un marginal, un tipo que odiaba el autoritarismo y que peleó toda su vida".

Un par de años mas tarde, después de haber realizado una nueva adaptación de The getaway de Thompson (ahora protagonizada por Alec Baldwin y Kim Basinger) y de haber producido otro par de capítulos de Tales from the crypt, Hill realizó en 1995 Wild Bill, con Jeff Brigdes como Wild Bill Hickok, el mítico personaje del oeste que fuera miembro del circo de Buffalo Bill, explorador del ejercito y varias otras cosas más. Realizando un arbitrario (des) balance entre la mitología del personaje y la verdad documentada sobre su vida, Hill realiza un homenaje al lejano oeste y a todo el cine western en general.

De la misma forma que un humanizado Wild Bill comienza a ver la inutilidad de la violencia que lo rodea (tal como ocurre con los veteranos personajes presentados por Eastwood en Los Imperdonables), su anecdotario es intencionalmente desfigurado a los efectos de amplificar el mito que sobre él existe.

Volvió dirección con Last man standing, de 1996, un poderoso western que debe tanto a ese género como a la más pura novela negra. En realidad, esto no tiene nada de asombroso ya que la novela negra es en varios sentidos la continuación urbana de la violencia característica del western así como de sus personajes arquetípicos.

Uno de los reclamos de la crítica hacia Last man standing es su cercanía con Cosecha Roja, la paradigmática novela de Dashiell Hammett escrita en 1927. Sin embargo, el mismo reparo puede hacerse a la mitad de las películas de los hermanos Coen (especialmente a Miller´s Crossing, cuyo argumento es un calco de La llave de cristal también de Hammett),algo que nadie se ha molestado en hacer, básicamente porque los films de los Cohen funcionan y eso es exactamente lo que ocurre con la mas reciente creación de Hill: funciona a la perfección.

Smith, un misterioso gángster interpretado por Bruce Willis llega a Jericho, Texas, con la intención de pasar la noche y seguir su camino. Un "comité de bienvenida" destroza su auto y le sugiere que busque otro sitio para dormir. El corrupto sheriff local (Bruce Dern) le confirma que en ese lugar no será ayudado por nadie por lo que Smith hará justicia por mano propia, eliminando a uno de los mejores pistoleros de una de las dos pandillas que rivalizan por el control del pueblo. A partir de allí, el recién llegado se las ingenia para que ambos grupos literalmente se destrocen uno a otro, realizando una suerte de limpieza en el estilo de Cosecha Roja, obviamente sin preguntarse dónde esta el bien y el mal.

Cuando el co-productor Arthur Sarkissian le planteó el asunto a Hill en 1994, este no se mostró demasiado a gusto con la idea de realizar una remake de un film tan poderosamente expresivo como lo es Yojimbo de Akira Kurosawa. "Tuve que ser convencido de que había una historia que usara el material básico (de Yojimbo) y que siguiera teniendo sentido por si mismo" señaló Hill en una entrevista realizada en el momento del estreno.

Finalmente, Hill "americanizó" la historia (que de cualquier forma ya era un western), trasladando la acción del Japón de 1860 al turbulento estado de Texas durante la época de la Ley Seca. Willis y Dern son acompañados por Christopher Walken, William Sanderson, David Patrick Kelly, Ned Eisenberg y Karina Lombard.

Si bien la asociación con Cosecha Roja es más o menos evidente, en realidad Last Man Standing tiene una gran similitud argumental con Corkscrew, un excelente relato corto del propio Dashiell Hammett. Tanto en el cuento como en el film: 1- la acción se desarrolla en un polvoriento y corrupto pueblito del desierto, 2- un forastero llega y logra que las bandas rivales que dominan el lugar choquen entre sí, 3- ese forastero se distingue poco y nada de los matones que combate. Corkscrew es el relato policial de Hammett más cercano al western, de la misma forma que el film de Hill puede ser considerado su western que más se aproxima al policial.

Sustituyendo el neón por los implacables blancos del sol del desierto, el asfalto mojado por el polvo y la arena, cambiando delincuentes juveniles por cowboys, Hill profundiza una vez más su estilizada versión de la violencia, una versión en donde importan menos los juicios globales sobre el problema (algo típico de directores como Oliver Stone) que los motivos individuales que llevan a los personajes al conflicto. Y una vez iniciada la contienda, los valores de cada uno de ellos determinarán que lado de la mecha ocuparán y si llegarán al final o no.

Luego de haber producido la nueva secuela del monstruo creado por el suizo R.H. Giger, Alien Resurrection, Hill se encuentra trabajando en tres proyectos: el primero de ellos es una versión de la vieja serie ¡Combate¡ y que tendría a Bruce Willis como el sargento Saunders, que fuera interpretado por Vic Morrow; el segundo film lleva por nombre Icarus y también sería protagonizado por Willis; el tercero se llama Supernova, ya está siendo filmado y tiene a Lou Diamond Phillips, James Spader y Angela Bassett en los protagónicos.

Industria y autor

El principal problema que reviste lanzar una mirada sobre el cine de Hill es que no es sencillo encontrar un sello de "autor" que distinga su obra de la de lo que se suele llamar "artesanos de Hollywood". Esta dificultad se presenta especialmente si se dan por obvias algunas de las categorías con las que se mide la obra de un director. Conceptos como, por ejemplo, "autor" o "artesano" resultan perfectamente cuestionables en la medida de que, en muchas ocasiones son parte de metadiscursos que adjudican determinado sentido no solo a los films de un director sino al cine en general.

Por supuesto, esta discusión esta abierta y resulta un poco pretensioso pensar que puede ser resuelta en una nota sobre Walter Hill. Lo que sí es claro es que muchas de las categorías con que buena parte la crítica mide el cine no dan cuenta de la obra de muchos creadores.

Los films de Hill son precisamente un ejemplo de esta flaqueza: viendo lo que ha sido su labor en las diversas áreas en que ha incursionado, es visible un sello Walter Hill que da denominador común a su trabajo como director, productor y guionista. Esto no impide que, simultáneamente, sus films no muestren una especial ambición conceptual en el sentido más clásico: sus personajes no se cuestionan sobre la vida y la muerte salvo a balazos; ninguno de sus guiones cuestiona las bases del sistema, salvo desde el binomio bien - mal, presente en la mayor parte de sus films bajo el modelo de la tragedia griega.

Más que de la vida y el futuro de la humanidad, la obra de Walter Hill parece estar hablando de la vida y el futuro del cine.


* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 56

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