La diferencia entre el liberalismo y el anti liberalismo es,
como todas las diferencias binarias producidas por la mente,
una diferencia que se supera a sí misma al ser formulada,
dejando como residuo algunos sonidos, briznas de pasto, fierros
viejos y esfuerzos dialécticos que son arrastrados en
vaivén por la mar. En esto último consiste su historia,
y lo único que se ve son, acaso, esos residuos de su superación.
Arrebujándonos cómodamente en ellos, en esos debris
de la Razón que está muerta a la izquierda del
Padre, cual hurgadores posmodernos de exquisitos cadáveres
modernos, veamos algún episodio.
Por ejemplo, el amigo
Faig Garicöits observa la carnestolenda, y constata que
se trata de un ejercicio colorido y cacofónico del imaginario
anti liberal. Como buen liberal, Faig va, y lo publica. Como
quien dice: "consideremos esto, considerémoslo
atentamente, demostradme mi error".
Recibe respuestas de variado tipo, que en su totalidad parece
que consideran al carnaval una maravilla artística y libertaria,
y al liberalismo una categoría político ideológica
(cuasi-partidaria) que atribuyen a La Derecha.
Pero ¿cómo puede hacerse semejante identificación
liberal/ antiliberal con izquierda/derecha, o con derecha/izquierda?
Las actitudes liberales y anti liberales cortan sin ningún
orden previo a quienes
se autoidentifican con las más variadas identidades partidarias,
políticas, religiosas -y futbolísticas-.
En cambio, no es difícil percibir al liberal por su actitud
juguetona y discutidora y su abandonarse a la razón, y
al anti liberal por su énfasis obsesivo con la Verdad y
el Bien.
Para mostrar la contradicción,
digamos que una columna de respuesta al artículo de Faig
-hasta podríamos admitir que no es una columna de vocación
anti liberal- se publica sin embargo en un periódico que
explícitamente se identifica
con la 'izquierda',
que explícita y mayoritariamente se identifica con el
EP,
que explícita y mayoritariamente se identifica con Tabaré Vázquez,
que implícita y mayoritariamente se identifica con la verdad
encarnada en el pueblo,
que mayoritariamente se identifica con todo lo bueno, lo puro
y lo incontaminado por el poder (por ahora).
Observe el lector
que esta retahila de sentidos atribuidos en la cual imaginariamente
el periódico se inscribe constituye una suerte de pirámide
o cono -¡Ave, Bernhardt!- anti liberal. Que es antiliberal
se puede ver en su estructura de vocación vertical - y
por cierto, para nada esto significa que lo anti liberal se concentre
en la izquierda -.
C o n v i e n e n a l l i b e
r a l i s m o, e n c a m b i o, d i s c r e t o s y p r o v i
s o r i o s e n s a y o s d e o r d e n, a d o r n a d o s c
o n v a s t a s e x t e n s i o n e s h o r i z o n t a l e s
e n q u e l o s
e s p í r i t u s p u e d a n c o m e r c i a r, n e g
o c i a r, i n t e r c a m b i a r, h o l g a r, p a c e r y
r e f l e x i o n a r p e r i p a t é t i c a m e n t
e.
Es propia del
anti liberalismo
la construcción de estructuras
legitimadoras de fábrica mo-
numental. En lugar de dudar,
afirman, fundan, y tienen cla-
ro a dónde van a paso firme.
(Ay! Casi nunca llegan
allí donde van, porque la vida es traidora. Pero no dejan
de intentarlo, guiados por un absoluto afán de seguridad.)
La primer actividad
del que se asegura consiste en hacerse fuerte, y hacerse fuerte
consiste en construir murallas y proveerse de proyectiles.
Para ambas cosas sirven
ladrillos. En la construcción de esas murallas, no importa
que los ladrillos usados sean falsos o absurdos. No comporta
inmoralidad, para el talante anti liberal, acusar a su enemigo
de lo que no es, ni fue, ni será.
No importa inmoralidad
confundir al lector diciéndole que un liberal que plantea
honestamente una idea es asimilable a un mandamás de la
dictadura. El saber anti liberal no es duda, diálogo,
sino ladrillo útil para el anti liberal. Lo construye,
lo cocina, y lo usa a su mejor arbitrio. Lo anti liberal da una
clase de pensador cuyas ideas son sus esclavos: no las respeta,
no las conoce, no les paga: las usa como le viene bien, sin dar
cuenta a nadie.
Mientras tanto, observando
cómo el viento de la historia - que ya no sopla, y es una
típica metáfora del anti liberal usada para decretar
la obsolescencia de quienes no piensan como él - nos camina
por encima -a nosotros, y también a los murgueros anti liberales, que los hay-, construyamos
caligramas en honor a su majestad última, que no es la
Verdad, sino la música.
* Publicado
originalmente en Posdata Nº 104
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