Se habla mucho de raíces últimamentoe. O últimamente
se habla mucho de raíces. ¿Porqué la disyuntiva,
el cero de la "o", entre los dos asertos?
Lo que puede entregar
a la imaginación el primero, serían raíces
aferradas a la substancia de estos días. Mientras el segundo,
inclinaría la lectura hacia otra interpretación:
tales raíces no tendrían necesariamente su asidero
en el presente, y, lejos de crecer como manglares en marismas
de actualidad, simplemente proporcionarían argumentos
para la conversación y el debate en el día de hoy.
Por no hablar de congresos y asociaciones en pro de la identidad
cultural, pues a eso apunta la metáfora vegetal: sustentar
el tronco de la certeza identificatoria colectiva e individual.
¿Quién la
socava? El neo-colonialismo. De paso el término "neo-colonialista",
es colonialista si sugiere una puntería histórica
renacentista, la que corresponde a la mira de la oposición
entre los prefijos paleo y neo, por donde se nos
cuadra todo un blanco evolucionista,
progresista, vanguardista.
El colono entonces no solamente
pone en duda esa certeza, sino que, además, lo hace después
de haber escarbado la oquedad necesaria para la instalación
de su exigencia, del totem de la nostalgia de lo que fue. La erección
fantasmática desdobla la del colono mismo, tronco de emigrante
sin raíces, mejor dicho poste auto-telefónico: "¿Aló?
¿Soy yo mismo?".
Hay que añadirle
a Franz Fanon -quien decía que el colonizado es envidioso-
que el colono no lo es menos, y del colonizado. Es él
que contagia la ansiedad de la raigambre. No por nada invidus
tiene a la vez sentido activo y pasivo. Y no hay cultura que
no haya asumido los dos papeles, sin que se sepa quién
fue el primer desenraizado, a menos que no hablemos de teología.
La identidad
viene siempre de otra, de otra parte. La nuestra, la mía,
la de este texto que
viene de otro, del que podría dar el título,
y de otros que ignoro.
Así que ni poste
nostálgico de anclaje central, ni ausencia de centro del
rizoma puramente operacional, esa suerte de raíz sin árbol
(reciclaje metafísico
de Deleuze-Guattari: la rizosfera como triunfo del presente plano).
Queda la disyuntiva.
¿Qué se le puede arrancar? Regaliz: para chupar,
golosina y remedio, metida en la boca como en la tierra, palabra
de palo.
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