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ISSN 1688-1672

 



FEMINEIDAD DE LA DROGA - KIF - FÁRMACO

Droga en dragón

Bruno Mazzoldi
Todo chutero que se respete, todo morfinómano que se espete una y otra vez, no solamente aspira a la autofecundación en endogamia absoluta, sino también a parodiar a la madre para odiarla mejor


"Gotta spell on me baby / turning my heart into stone / I need you so bad / my Junk-Woman / I can't leave no more"
Carlos Santana, Black magic Woman.

La femineidad de la droga no necesita ser desmentida. Por algo Venus y venenum son palmas jimaguas, es decir de idéntica raíz. Y por algo las florescencias de la Hierba tienen nombre de mujer, trátese de Rosa María caribe o de Mulatinha brasileña, amén de otras latitudes. Menos obvio sería su maternalismo paródico.

La défonce francesa o "desfonde" alude a la tóxica disolución de las estabilidades; el italiano sballo, empréstito de tahúres, indica el pasarse de puntos en la veintiuna del sentido, así como la rota dibuja la circunscripción de la "crisis de abstinencia"; mientras lo que mitifica el norteamericano al volverse "de piedra" o stoned por aquí es experimentable a título de "traba" en correspondencia a la interrupción de las cadenas operacionales.

Hacer del obstáculo un vehículo, de la detención un acceso, es la paradoja del viaje inmóvil que manifiestan en su homofonía el árabe Kief, "reposo", y la marca marroquí de cierto carburante para alfombras voladoras, el Kif. En Marruecos justamente circula un llamado a la temperancia del marijuanero que proyecta el cuadrilátero de la alfombra hacia paredes de horno: "Es el kif como su fuego: poco calienta y quema mucho".

Mas ninguna expresión como la mejicana hornearse me parece concentrar el sinsentido fetal de la traba medúsea en vientre candente de vaca de Falaris. Digo vaca, pues, aunque la máquina del miserable milagro sea asimilable al horno en forma de toro que para deleite del tirano de Agrigento transformaba en cantos sublimes los gritos de quienes se retorcían en sus entrañas, la extraña lógica del encabalgamiento del adentro y del afuera inherente a la identidad asintótica de droga y drogado, por la que quien mete varillo se mete en él, compele a explotar la imagen refundiendo el metal de Falaris en el de Pasifae, en la concha acústica de su madre saturante, la que se pare a sí mismo, que se da a luz al rojo vivo.

Más allá de la movediza frontera entre hábito y dependencia, de chicharra a jeringa, la ansiedad de la aguja y la fiebre de la perforación sugieren que todo chutero que se respete, todo morfinómano que se espete una y otra vez, no solamente aspira a la autofecundación en endogamia absoluta, sino también a parodiar a la madre para odiarla mejor.

Remito a dos relatos de Andrés Caicedo, uno de los más fecundos drogadictos del siglo, apareados en la edición original, para ilustrar cómo el cuchillo, con que El Atravesado se hunde en el ombligo de araña metido en la mitad del túnel del relato que lleva al centro del aro de un eclipse y de la mirada de su madre, desdobla la hipodérmica desechable con que el protagonista de Maternidad inyecta medio gramo de la mejor cocaína en las venas de su esposa, para substituirla y substraerle el hijo.

El fruto de la maternidad d(e)rogada, el hijo robado con peluca de Anthony Perkins, cuando no es un texto, porque fármaco puede ser también negrura de letras y piel de página, es absorto aborto de escritura indescifrable, tarjeta perforada de computadora tartamuda, o, en el mejor de los casos (o sea en el hipotético instituto amazónico de enseñanza primaria que fuese administrado por los propios jívaros que suministran yajé a los muchachos escépticos y poco dispuestos a las creencias tradicionales) como asegura el etnólogo Michael Harner, quien persistiese en la dieta recomendada por Timothy Leary, de cuerno diario y ácido semanal, figuraría en un rincón del aula verde, coronado de capirote asnal.

En la menos escolar hipótesis de un alquimista la misma corona depararía una chance: el dragón del caos, que ciñe las sienes cerrando su rueda, puede devorar la placenta venenosa sobre la que se proyecta el viaje, que ha incoporado su término, y escupir el principio de un nuevo orden.

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