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ISSN 1688-1672

 



SÁNCHEZ, FLORENCIO - TEATRO RIOPLATENSE


Un Florencio todavía florido*

Gerardo Ciancio
Una y otra vez, como regresando a un viejo mito fundacional, a un clásico venerado, a las raíces del fenómeno espectacular regional, las distintas compañías teatrales han puesto en escena sus piezas urbanas y rurales, sus sainetes


Toda la escena teatral rioplatense del siglo que finaliza ha estado signada por la sombra desgarbada de Florencio Sánchez
(1875 - 1910), por los potentes textos dramáticos que su pluma -al dorso de servilletas o almanaques de cafés, como lo quiere el mito- ha parido, por los juegos que a partir de ellos, el sistema teatral se ha permitido.

Dos docenas de textos constituyen la obra completa del autor de Barranca abajo, incluyendo en esa cifra las tres piezas que corrieron el extraño albur de la desaparición y por ende, el misterio. Poco más de diez años de escritura y toda una centuria de estrenos. Porque si algo ha ofrecido la producción sanchiana es su posibilidad de representación.

Una y otra vez, como regresando a un viejo mito fundacional, a un clásico venerado, a las raíces del fenómeno espectacular regional, las distintas compañías teatrales han puesto en escena sus piezas urbanas y rurales, sus sainetes.

Por otra parte la tradición escolar se apropió -casi con "naturalidad"- de la obra del dramaturgo. Programas liceales, grupos de teatro escolar, profesores y maestros, textos de estudio y de lectura curriculares, retornan periódicamente a las páginas de Canillita, Moneda Falsa, El Desalojo, En Familia y Barranca Abajo.

¿Cómo puede una obra de las características de la de Florencio Sánchez sostenerse con frescura y vigencia en el campo intelectual, en la dimensión educativa y en el imaginario de los pueblos de ambas orillas del Plata?

Comoedia est imitatio vitae speculum consuetudines et imago veritatis: la locución latina podría ofrecer una respuesta confortable para esta interrogante.

En un trabajo que ya referí y reseñé en las páginas de Insomnia
(N°79), intitulado Florencio Sánchez entre las dos orillas (Galerna, 1998), nueve estudiosos del fenómeno teatral de ambas bandas se congregan para realizar un asedio a la obra de nuestro dramaturgo. Allí Osvaldo Pellettieri anota: "[...] su tiempo, su verosímil atado a los supuestos de la opinión común de su época ya no existen. Incluso el manejo del discurso de sus personajes puede parecer inactual. Sin embargo, la visión de sus sainetes, al igual que parte de sus obras 'largas' como Los muertos, En familia y de la deslumbrante Barranca abajo, nos muestran una lúcida forma de debatir nuestros problemas, de pensar profundamente nuestros países".

En ese mismo lugar, firmas como las de Noé Jitrik y Roger Mirza proponen nuevas formas de lectura y representación. Ambos abogan por la vigencia del teatro de Sánchez, y no niegan la posibilidad de "un rescate efectivo, no celebratario ni precariamente monumentalista" de su obra.

Ya en el estribo del siglo, la crítica vuelve a la carga sobre la obra de Sánchez. En el libro El 900
(Tomo I, 1999) coordinado por Oscar Brando, se recuperan diversos artículos y textos de valor documental y hermenéutico, entre ellos: la conferencia leída por Joaquín de Vedia en el Teatro Nacional Norte poco después del fallecimiento del dramaturgo y publicada en 1911; el trabajo de David Viñas 'Florencio Sánchez y la revolución de los intelectuales' (1964); el artículo (transcripto fragmentariamente) 'Tres miradas sobre Barranca Abajo' de Antonio Larreta, publicado originalmente en el ya legendario volumen 6-7-8 (1950) de la revista Número.

Otros trabajos completan esta interesante muestra que vindica no sólo la validez del universo y el discurso teatral sanchianos, sino que testimonian la asombrosa vigencia de muchos enunciados de la crítica acerca de su obra.

Creo que las palabras que cierran el ensayo 'Florencio Sánchez: Vida y obra en tres actos', del propio Brando
(y luego de haberse leído este incisivo estudio en su totalidad), apuntan con certeza hacia el meollo del asunto: la contemporaneidad de Sánchez, más allá del nivel textual en sí, radica en el acercamiento crítico, o mejor, en el modo en que la mirada crítica se instale frente a su obra:

"Se aproxima el siglo de representaciones y, con distintos argumentos, vuelven a plantearse la pertinencia y la vigencia de la obra de Sánchez. Es posible que una estética menos dogmática que la del medio siglo y a su vez más ecléctica ( si es esa la que predomina en nuestros días) reconozca en Sánchez algo más que la tutela del bronce o las dos o tres obras 'que se salvan'. Es probable que esa mirada vea como virtudes los altibajos y aun como movimientos voluntarios los desniveles que el dramaturgo impuso en su obra con el fin, quizá, de democratizar el mundo representado [..] Ambición pionera, coagulación súbita y un proyecto para el teatro rioplatense profundamente integrador, precoz y sorprendentemente masmediático: las tres fases desembocan en un espacio, parlante o mudo, que tiene como nombre propio Florencio Sánchez."


* Publicado originalmente en Insomnia

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