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ISSN 1688-1672

 



CIRCO Y TEATRO - SAINETE - GROTESCO -

Circo y teatro: el espectáculo y el público en el Río de la Plata entre 1880 y 1930 (II)*


Gerardo Ciancio

El sainete español gana espacios en los gustos del público y en los bolsillos del empresario: danza, canto, intrigas amorosas melodramáticas, un humor directo y llano y un pintoresquismo costumbrista, hacen funcionar la receta

 

De Madrid a Buenos Aires

El "género chico criollo" es descendiente directo del denominado "género chico español" surgido en medio de la crisis que vivió España durante el oscuro reinado de Isabel II y la revolución de 1868.

Los empresarios teatrales de la península se ven obligados a buscar una solución para paliar el déficit que surge como resultado de la vertiginosa caída de la venta de entradas. En el teatrillo madrileño de "El Recreo" comienzan a brindarse funciones por horas, al accesible precio de 50 centésimos por sección.

La idea de los actores madrileños, José Valles, Antonio Riquelme y Juan José Luján, quienes formaron la primer compañía de "teatro por secciones", fue un éxito rotundo. Poco tiempo después las piezas del género chico recorren todo el país, para proyectarse luego a otros rincones del mundo. Al Río de la Plata llegan compañías españolas a presentar piezas como "La Gran Vía" ,"revista de actualidad" de Felipe Pérez González, o "La Verbena de la Paloma", zarzuela de Ricardo de la Vega.

Una galería de tipos de las barriadas madrileñas desfila delante de un público "verbenizado" ( el calificativo es de Florencio Sánchez). El sainete español gana espacios en los gustos del público y en los bolsillos del empresario: danza, canto, intrigas amorosas melodramáticas, un humor directo y llano y un pintoresquismo costumbrista, hacen funcionar la receta.

Algunos autores rioplatenses comienzan, tímidamente a estrenar sus obras, como respuesta al "efecto sainete" producido en el público. A comienzos de 1890, el argentino Miguel Ocampo estrena "De Paso por aquí", una pieza en un acto en la que la clave humorística se centra en las alusiones al coyuntura finisecular.

Un personaje llamado "Pueblo", exclama "El oro no subiría /si se fijasen en mí".

En abril del mismo año, Nemesio Trejo, conocido payador y cantautor provinciano, presenta "La fiesta de Don Marcos", sainete que enjuicia el doble discurso reinante "Aquí el disfraz está de moda \ los más tenemos dos caras \ y se hacen cosas tan raras \ que el contarlas incomoda." , dice un personaje.

En los picaderos del circo y en los escenarios del teatro, se ponen en escena revistas y zarzuelas criollas, piezas en un acto, con bailes, cantos y una suerte de coreografía precaria. Aquí está el embrión del sainete criollo.
El 27 de enero de 1898, en la carpa de los Podestá y en el mismo año en que Pepe decide guardar para siempre su traje de Pepino 88, se presenta por primera vez, una revista: "Ensalada criolla de Enrique de María, un remedo acriollado de la zarzuela "La Gran Vía". Se reiteran esquemas del modelo madrileño, como por ejemplo la escena donde tres cuchilleros del arrabal se presentan al público:

"Rubio- Soy el rubio Pichinango.
Pardo- Yo, el pardito Zipitrías.
Negro- Yo nunca niego la cría,
Soy el negro Pantaleón"

La visión ingenua de la realidad, donde el delincuente es el gracioso, el que provoca el gesto risueño de la platea, el que cae simpático, se repite hasta el hartazgo. Casi un calco de las "tres ratas" de "La Gran Vía" ( "Soy el rata primero....-Y yo el segundo...-Y yo el tercero.."), el esquema se reitera en "Los escruchantes" (1911) de Vacarezza:

"-Yo soy Mingo el gran punguista y restrillante.
Maceta- Yo soy Maceta el gran bochero y xiacador.
Bacharra- Yo Bacharra, yo Bacharra, el escruchante..."


José González Castillo, prolífico sainetero, afirmaría en una conferencia de 1937 que "el género chico español, ofrecía un modelo magnífico de copiar. El chulo era el original graciosísimo de nuestro compadrito porteño. La chulapa, nuestra taquera de barrio, el pelma sablista de los Madriles nuestro vulgar pechador callejero, las verbenas nuestras milongas, las broncas nuestros bochinches".

Luego de aburrirse frente a reiterativos espectáculos de piezas breves francesas, italianas y españolas, el público comenzó a hastiarse, hacia la tercera década del siglo XX, del esquemático sainete criollo. Empero, no se puede negar que se actuó generalmente frente a públicos participativos, compenetrados con las historias representadas sobre las tablas, incluso, por momentos, violentos.

Un cronista bonaerense anota en su crónica: "En la presentación de anoche una de las artistas más apreciadas se vio obligada a retirarse del escenario del Pasatiempo porque a un grupo de jóvenes se le ocurrió no dejarla cantar. La artista se puso a llorar implacablemente, dándole al incidente una importancia que en realidad no tenía. También fue otra víctima el actor Rogelio Suárez, que siempre ha merecido la aprobación de nuestro público. Parte de la platea reaccionó a favor de los artistas y al final la policía debió desalojar la sala."

Cuando se presenta "M'hijo el dotor" en el Solís, en 1908, sin el conocimiento del autor, se produce en escándalo famoso en la historia del teatro regional. El público pide entre una salva de aplausos que Florencio Sánchez se presente en el escenario.

Pero el dramaturgo, en franco litigio con la empresa, declara que sale "por respeto al público". La actriz lo interrumpe, llora y gana la simpatía de la platea. Los espectadores, que desconocen la intriga del asunto, arman un alboroto y muestran su hostilidad hacia el autor. Sánchez es detenido por la policía "por promover escándalo"

Algunos capocómicos aprovechan la posbilidad que ofrecen estos espectadores participativos y prontos a salir de sus butacas. Florencio Parravicini se presenta por primera vez en un escenario encarnando un personaje menor de una pieza menor "Los ambulantes". "Parra" habla con el público, rompe los límites de la ficción escénica e incluso deja en evidencia el escondite del apuntador cuando le propina algunos puntapiés.

César Tiempo relata uno de los tantos episodios que tuvieron a Parravicini como protagonista: "Cierta noche se presentaba una pieza dramática intitulada "la Crumira" ["crumiro" se denominaba en la jerga gremial a quien rompía la huelga. N:A.]. Foppa estaba en el palco con unos amigos dispuesto a saborear los efectos de su drama. De pronto entra en escena una viejecita que se acerca al grupo de huelguistas y les pregunta qué es lo que están haciendo ahí. Algunos de los actores menos desconcertados le explican que están en huelga. Entonces la vieja estalla y los increpa: - ¿ No les da vergüenza, atorrantes? Vayan a trabajar enseguida, o llamo a la policía. ¡ Vamos, vamos! Y los mete a empujones a través del portón del decorado que representaba la fábrica. La vieja era Parravicini. Foppa quiso matarlo."

El público que asistió a los espectáculo saineteros durante décadas, gentes provenientes de las gradas circenses, de las plateas de teatrillos de barrio, va condicionando los vaivenes estéticos y económicos de las distintas puestas en escena. A la interna del circuito autor \ actor \ público se suceden incidentes que dibujan una instantánea de aquel entonces.
Cuando Enrique García Velloso estrena "El corneta de Belgrano", interpretado por actores españoles, es abucheado por el público. El autor se asoma para gritarles su respuesta "¡Gracias, imbéciles!".

Un hado negativo signó otro estreno de García Velloso. La trama de "El chiripá rojo", ambientada en la época de Rosas, dispone que el sargento de mazorqueros debe morir antes de caer el telón final, en manos de Isabel. El público aplaudió la escena frenéticamente. Abelardo Lastra, actor español que encarnaba al militar, no se levantó de las tablas. Murió en el escenario debido a un ataque cardíaco.

Teatro en el teatro

No faltaron dramaturgos que intentaron analizar las relaciones público \ personajes, ficción \ realidad, dentro del discurso de sus obras. Alejandro Berrutti en "Tres personajes a la pesca de un autor"
(1927), crea un personaje italiano, Pascual, que acude a pedirle al acutor de la obra que retire el sainete de "cartelera" porque es "ofensivo" para él y su familia:

"Autor- Yo no me meto con usted, no con nadie en concreto!
Pascual- ¿Ah, no? Vamo a ver, ¿ a quién se refiere esta obra? Yo me llamo Pascuale Tagliatelli, osté ha puesto Pascuale Sfogliatelli; mi mojere se llama Isolina, osté le ha puesto Carolina... mi coñada Felisa, osté le ha puesto Carolina...mi coñada Felisa, osté ha puesto Elisa. Yo soy un sastre italiano, osté lo ha puesto iguale, haciéndole caracterizarse la cara lo mismo que yo (...) Sepa siñor, que la gente de mi barrio casi toda ha visto la obra, e desde esta mañana soy ojeto de burla de lo vecino. Vario paisano mío que víveno al conventillo de enfrente se hanno hecho un plato e me se ríeno en la cara. ¿Cómo se arregla esto? Yo no veo más que do camino: o matarlo a este sojeto ( el autor) o que se deshaga la comedia"


Ya en una etapa de maduración del sainete y con el surgimiento del grotesco -género no siempre discernible-, estos diálogos de Berrutti y su diseño dramático están muy lejos del sainetito conventillo -triángulo amoroso- final feliz:

"Pascual- Así es muy fácile escrebir para el teatro, e decirle después al público "Señore...esta comedia ha sido oservada de la realidá"
Autor- No crea que es tan fácil.
Pascual- ¡Y còme no va a ser fácil!...Se deste modo l'autore no pone nada suyo. Copia a un sastre italiano como yo, por ejemplo; copia al tendero de enfrente, que es gallego; al vigilante de l' asquina que es cordobeso; a un chofero de tachímetro, que es catalán; ajunta esto tipo en un cafetín para que discutan entre ellos, e te háceno un sainete. El público no se ríe per la gracia que pone l'autore, se ríe del modo come hablamo nosotro e de nuestra caricatura..."

El mundo del sainete

Amén de su propuesta humorística y musical, el sainete criollo incursiona en la exploración de la realidad. Indaga en el entorno inmediato, recorre los motivos urbanos, refleja, a su manera, el impacto de la modernidad: el cine, conocido por "teatro del silencio", la radiofonía, el tranvía, el automóvil, son objeto de pesquisas y recreación teatral.

Leemos en "El guarda 323"
(1915) de Discépolo y Da Rosa cómo se molestan los pasajeros del tranvía eléctrico por la ineptitud e inoperancia de la máquina. En "¡Cómo se pasa la vida!" de Alberto Novión, un personaje se queja del "biógrafo" y sus nefastas consecuencias:

"Padre Nicola - Otra cosa inmorale é lo chinematógrafo...Debíano hacer do diversione. una pelo ombre e otras per la mojiere... Perque ustede se habranno fijado que cuando stá la luche no habla má nenguno...Sacramento! Ademase...te dano cada títolo de perícola! Fegúrense que l'altro día soy visto un cartele nel biógrafo que decía: "pimpollo roto"...!"

El sainete incorpora al tango. Innúmera es la bibliografía del género musical rioplatense, pero poca es la que establece las relaciones entre el teatro breve y el tango.

La primera obra en donde se ejecuta y se baila un tango es "Justicia criolla"
(1897), pero es verdadero éxito del dos por cuatro en escena llega con el estreno de "Los dientes del perro" (1918). En esta obra de González Castillo y Alberto Weisbach, una escena se desarrolla en un cabaret. La orquesta de Roberto Firpo, instalada en medio del escenario, ejecuta el tango "Mi noche triste", cantado por la actriz Manolita Poli. La obra se mantiene en cartel todas las noches del año. Entre otras razones, el éxito se debe a que la letra es de Pascual Contursi y en el año anterior al estreno había sido grabado por Gardel.

Desde ese entonces la estética sainetera raramente no incluye en su propuesta espectacular, una orquesta en vivo, aprovechando la escenografía de ambientes en cafetines y en cabarets. Samuel Linnig escribe la letra de "Milonguita" con tal éxito que lo lleva a escribir el libreto del sainete homónimo estrenado en 1922. El filón temático se lo brindan los versos de Evaristo Carriego: "La costurerita que dio el mal paso". En el caudro II de "Milonguita", Esther, " la calandria del cabaret Francois", canta a pedido de "la muchachada":

"En la orquesta lloró el último tango .\ te ajustaste nerviosa el antifaz \ y saliste conmigo de aquel baile \ más alegre y más rubia que el champagne"

Hacia la estética del grotesco

El mozo andaluz, el viejo napolitano encargado del conventillo, el obrero alemán, la sirvienta gallega, toda esta constelación de inmigrantes inunda el sainete durante su etapa de desarrollo. Los actores se especializan en componer distintas machiettas. L a propia tragicidad que van cobrando algunos personajes italianos en el sainete, y la influencia de la dramática de la patria de Pirandello, devienen en los complejos seres del grotesco discepoleano. El proceso es lento, gradual.

En 1906 se estrena el "sainete lírico dramático" "Los disfrazados" del uruguayo Carlos Mauricio Pacheco, pariente de Julio Herrera y Obes. en la obra, que se desarrolla en el arquetípico patio de conventillo "con cierta limpia alegría de día de fiesta" y en "una tarde carnavalesca", las palabras de algunos personajes cobran un espesor reflexivo ajeno a la liviandad del sainete de la época:

"Malatesta- ¿Y por qué no se disfraza ?
Andrés- Todos vivimos disfrazados, mi estimado amigo. Un hombre gasta muchas caretas al fin del año
"

Pietro, el protagonista del sainete, responde siempre con una frase formularia "Eh, miro l'humo". En determinado momento explica el significado de su hermética respuesta , declara sus angustias, asume su anagnórisis frente al público:

"Pietro- ( con energía mirando hacia su pieza) E mire don André...osté me parece mecor que los otro...Míreme bien, haga er favor. Yo soy un zonzo ¿eh? Mire cómo me trata la quente...Osté lo sabe, mi moquier é mala, é mala como una fiera, e me engaña con otro hombre, e sa ríe, sa ríen los dos, sa ríen porque yo soy un stúpido. Todos sa ríen y me miran co'l desprecio porque yo no grido...perque yo miro l'humo sempre., sempre así...E soy un povero, digraziato que no tengo fuerza para gridar come un leone ¿sabe? E mordere con toda la rabia que tengo"

La xenofobia, el discurso anti-inmigratorio , que cobró visos de intolerancia y violencia en la realidad, tuvo su correlato en la ficción sainetera. Un personaje de Pacheco manifiesta su rechazo al extranjero:

"Este inquilinato sucio acaso vuelva a ser lo que fue. tengo la esperanza de pasearme de noche por estos corredores blancos de luna, sin oír el ronquido de esa gente...ni las discusiones en lengua extraña, ni el olor de los guisos, todo ese barullo odioso a mi sensibilidad."

La vida en esas múltiples torres de Babel se patentiza en la síntesis que C.M.Pacheco pone en boca de un personaje en su sainete "Pájaros de presa"
(1912):

"Maridos que pegan a sus mujeres y viceversa, obreros sucios y borrachos, anarquistas de hojalata, chiquilines que se trompean, viejos terribles, muchachas secas por la fábrica, sesiones de órgano callejero con baile y todo, olor a kerosén."


* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 21

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