Las Galaxias, trabajo realizado por Haroldo de
Campos
a lo largo de años (1963-1979) es una serie de
textos poéticos que radicaliza, por uno de sus posibles
ángulos, los postulados de la poesía concreta. La
verbivocovisualidad (término tomado del Finnegans
Wake y que pasó a ser la designación del triple
juego, semántico, gráfico y fónico, en que
debía moverse la poesía) necesitaba probarse, arriesgarse
en un esfuerzo poético-narrativo que instaurara, como Pound
en los Cantos, como pocas veces a lo largo de la historia
de la poesía, un género nuevo: en este caso, el
que surge de la yuxtaposición a velocidad de fragmentos
en evolución constante inacabada, y que lucha contra la
solemnidad monológica para exponer su propio proceso de
realización.
Los textos de las Galaxias son, en cierto sentido, poemas
en prosa, en los que la descripción o la narración
de una historia está apoyada en el despliegue de procedimientos
poéticos (la rima, el ritmo, la paronomasia). Digo en
cierto sentido porque la categoría de poemas en
prosa es, más exactamente, utilizada como frontera, un
lugar de cruce entre la narrativa y la poesía, entre el
avance de la linealidad y la permanencia de la función
poética.
Una de las líneas de fuerza de esa permanencia es el sonido:
las palabras y las frases se desplazan a lo largo de los textos
como bloques de fragmentos-eventos (expresión
del mismo Haroldo) que proceden por contagio semántico:
la vecindad crea parentescos, en una operación metonímica
que figura el desarrollo novelesco como despliegue de impulsos
sonoros, pero también de citas de textos, de neologismos,
de pasajes a otros idiomas.
La oralidad empuja desde adentro y dinamiza al texto, va (casi)
a más velocidad que lo verbal: amparado en una voluntad
totalizadora, Haroldo
de Campos
convierte esa velocidad en un parámetro de cambio y un
mecanismo de derivación, por el que algunos elementos
gramaticales cambian de función para enhebrar
un fragmento con otro. En las Galaxias, todo se suma,
nada se subordina, y así se convierte en un espectáculo,
una galaxia de signos (todo a la vez).
Es también
notoria, gracias a la supresión de puntos y comas, la búsqueda
de una imperturbabilidad enunciativa: en las Galaxias,
más que en ningún otro texto, nadie habla, fenómeno
que podría asociarse o bien a la ilogicidad surrealista
o al dramatismo connatural al poema en prosa; de Campos zafa de
ambos peligros gracias a un oído sintáctico
que lleva permanentemente la atención hacia las razones
propias del texto.
Finalmente:
la diseminación de los referentes, apenas tocados
por el hilo discursivo, apunta a una coherencia en el fervor del
proceso de la escritura, que justificaría
los arrastres semánticos de cualquier material pero también
la reflexión metalingüística: de ahí
la denominación de ensayos agregada a Galaxias
en el título.
A medio camino entre la lectura del mundo y la
invención de un mundo, De Campos mostró cómo
se puede escribir poesía sin renunciar al relato ni al
ensayo: un conjunto de textos en que la palabra queda en el aire,
se metamorfosea y baja con relieve, una sensualidad que la impone
como un hecho en la historia del lenguaje poético de este
siglo.
*Publicado
originalmente en Insomnia
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