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INFORMACIÓN INÚTIL -
Todo
a 88*
Carlos
Rehermann
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El informe meteorológico tiene una función,
como discurso, similar a la fábula de La Fontaine de la
cigarra y la hormiga. Nos enseña a ser previsores y ahorrativos.
El boletín meteorológico es una escuelita de ahorristas |
En la ciudad de Nueva York había
una tienda en la que todos los objetos de consumo podían
adquirirse a ochenta y ocho centavos de dólar. Seguramente
no fue la primera de esta clase, pero sí una de las más
famosas. Ahora también en Montevideo
hay pequeños comercios de precio fijo, donde la compra
se motiva a sí misma. La posesión del objeto comprado
adquiere valor sin importar el objeto. Lo que vale es el acto
de la apropiación mediante una compra.
Se trata de una rotación de la motivación -puesto
que un razonamiento simplista favorecería la idea de comprar
algo, y no de comprar algo-, que invade muchas
áreas de la cultura.
Las noticias de la mañana ofrecen ejemplos de la nula
importancia que tiene el contenido. (Por
lo demás, la forma indirecta de pago por el acto de escuchar
la radio no debe engañarnos
con respecto al carácter de comprador que tiene el oyente).
El origen del despropósito de los temas informativos debería
buscarse en el nacimiento del boletín meteorológico.
No fue sino hasta la década de 1950, cuando se dispuso
tanto de buenas redes de comunicación, como de instrumentos
sofisticados de medición de la velocidad del viento, la
presión y la temperatura en todo el espesor de la atmósfera,
y, por otra parte, cuando las computadoras estuvieron disponibles
para realizar cálculos complejos, que el desarrollo de
la ciencia del clima adquirió su madurez.
Si uno quiere, puede considerar casual que el desarrollo del
marketing y la publicidad haya sido contemporáneo con
el surgimiento de los boletines meteorológicos. Si bien
es indudablemente útil, ya que permite tomar diversas
medidas de protección, el boletín meteorológico
radial no tiene ninguna utilidad. Tanto nos hemos acostumbrado
a recibir diariamente el dato numérico de la temperatura
del aire, la humedad relativa y la presión, que nos parece
que esos números nos informan algo.
Pero casi ningún escucha sabe qué es un hectopascal
(sería mejor que supieran
quién fue Pascal, o qué relación hubo entre
Pascal y Newton para que la física los relacionara mediante
el homenaje de poner sus nombres a ciertas unidades), y casi ninguno es capaz de
vincular el porcentaje de humedad con la temperatura que lo determina
en ese momento: el boletín meteorológico permite
una sustitución de la sensación corporal personal
por un conjunto de datos sin significado. Pero nos hemos acostumbrado
a prestarles atención, o al menos a considerar adecuado
que al comenzar el informativo se mencione la temperatura y la
humedad del aire.
Lo que importa entonces es el hecho de recibir el informe (como oyentes, mediante la compra indirecta
de tiempo de antena, el valor por el que la empresa emisora evalúa
el discurso que difunde).
Ese acto implica que el escucha es una persona previsora: sabe
si debe llevar abrigo o paraguas cuando sale por la mañana
hacia su trabajo. También es un abandono de la religión:
Dios no proveerá. El informe meteorológico tiene
una función, como discurso, similar a la fábula
de La Fontaine de la cigarra y la hormiga. Nos enseña
a ser previsores y ahorrativos. El boletín meteorológico
es una escuelita de ahorristas.
Coincidente con todo a ochenta y ocho y el informe del tiempo,
pero mucho más cómico, es el conjunto de informaciones
económicas que propalan las radios por la mañana.
El índice NASDAQ, el Dow Jones, los porcentajes
de alza o baja de las bolsas de Tokyo o Londres, ocupan un dilatado
tiempo de antena.
Sería bueno conocer cuántos oyentes saben realmente
qué es una Bolsa de valores; cómo se define el
Dow Jones o qué significa el NASDAQ. Se puede sospechar que pasarían
la prueba menos de una docena. Saber que Rembrandt usaba blanco
de plomo, Monet blanco de zinc e Iturria usa blanco de titanio
en sus pinturas, sería tan útil para la audiencia
como conocer el Dow Jones de ayer; el carácter de la información
inútil que acepta una comunidad ilustra profundamente
acerca de su personalidad.
* Publicado
originalmente en Insomnia |
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