Poco a poco nos hemos acostumbrado
a esta nueva palabra que se introdujo como muchas otras en el
habla cotidiana. Zapping, que no deriva ni de Frank Zappa ni de
zapato, tampoco tiene nada que ver con la insurrección
zapatista. Zapping, al igual que resetear (oprimir el botón
que dice reset cuando se cuelga el ordenador), linkear
(visitar los subrayados de una home-page de internet)
y el fuck que aparece en toda película norteamericana
que se precie, es una palabra que al principio rechina pero que
luego se pega inevitablemente a nuestras vidas.
Especialmente si accedemos a más de cuatro canales de
televisión, porque no existe en nuestro idioma un término
para denominar la acción de oprimir el botón del
control remoto y echar un vistazo rápido de lo que podemos
ver.
El zapping no es sólo el hecho de cambiar de canal, supone
una nueva forma de mirar, de interactuar con la televisión.
Es cierto que el espectador que practica zapping no está
obervando a la manera tradicional, pero sin acusarlo de insatisfacción
vouyeurística o de otras enfermedades que diagnostican
quienes temen al futuro (más exacto sería decir
presente), en realidad presencia otra cosa diferente.
Es espectador de la fragmentación, esa palabreja usada
hasta el hartazgo en los ochenta. Pero también puede acercarse
con esta práctica a la globalidad,
palabreja usada hasta el hartazgo en lo que va de los noventa.
Espectador que genera, sin lugar a dudas, un nuevo concepto de
tirano que realiza su propio montaje con la basura enlatada que
recibe a través de un cable o en el futuro directo desde
un satélite.
Ni mejor ni peor que el que se detiene en un canal durante un
tiempo determinado, el que practica zapping puede mirar al mismo
tiempo las noticias de un cadena internacional, una película
de clase B, un partido de fútbol y un clip musical, mientras
espera encontrar algo que lo entretenga completamente. Adecúa
el pasatiempo televisivo de acuerdo a su estado de ánimo,
buscando entre más posibilidades lo que necesite o lo que
más se acerque a su deseo.
Claro que el salto a la televisión satelital parece ser
demasiado brusco, generando que los usuarios padezcan de una
desinformación muy grande al contratar el servicio que
se ha idealizado por intermedio de la publicidad.
Es importante precisar que no es la cantidad de la oferta lo
importante sino la capacidad de hacer un buen zapping con las
señales que se le ofrezcan. De nada sirve tener 30 canales
de cine a disposición si usted es demasiado exigente en
la materia. Seguramente Cinemateca siga siendo su mejor opción.
También serán desechables los canales de deporte
o los informativos si a usted no le interesan, o le provocará
un cisma familiar el exceso de partidos de fútbol programados
a toda hora.
No termine, como siempre, comprándose ese artefacto de
mil posibilidades que después apenas si usa tres. Aprenda
a usar por los menos quince y siéntase satisfecho, porque
el zapping lo llevará a una nueva forma de mirar la televisión.
* Publicado
en Posdata
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