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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 





ECONOMÍA VERDE -

Una alternativa: la economía verde*

Guía del Mundo

La economía ecológica o verde pretende rediseñar la economía para desalentar desde un principio las consecuencias negativas y fomentar aquellas positivas. La economía verde supone que la humanidad puede regenerar las comunidades y los ecosistemas y que el cambio cualitativo positivo es posible; en tanto, la economía ambiental sigue dedicándose al control cuantitativo

Una economía verde no sólo consideraría asuntos financieros, sino que comprendería cuestiones ambientales y hasta espirituales y priorizaría el crecimiento cualitativo sobre el cuantitativo. Intentaría medir el valor real de los productos y servicios más que simplemente tomarlos por su valor monetario de intercambio. Finalmente, haría visibles muchas de las importantes tareas realizadas fuera de la economía formal y,  al mismo tiempo, pondría en el debe los  daños a los sistemas naturales de la Tierra.

La economía verde, también conocida como economía ecológica, no se limita a las consideraciones ambientales, como puede implicar su nombre. Abarca también consideraciones sociales y ambientales, así como inquietudes espirituales de los individuos, factores históricamente pasados por alto por los estudios económicos, y propone elaborar un modelo nuevo para la economía. Este modelo, según Brian Milani, autor de Designing the Green Economy (1) (Diseñando la economía verde), debe instaurar la democracia directa, satisfacer las necesidades de todos y armonizar la actividad humana con la naturaleza.

Muchos aspectos de la vida cotidiana quedan excluidos de la economía política más aceptada, que está orientada hacia la medición de la producción industrial y el intercambio de dinero. En general, los productores y los consumidores sólo toman en cuenta sus propios costos y beneficios directos al tomar decisiones, más allá de los costos y beneficios de la sociedad como un todo. Los ejemplos de estas alternativas (costos o beneficios que se transfieren a la sociedad en general) pueden ser positivos o negativos. Un ejemplo común de una externalidad negativa es la contaminación, que es producida por un fabricante pero afecta a muchas personas más. Esa contaminación perjudica a los trabajadores y vecinos de la fábrica, pero no directamente al lucro del fabricante –por lo tanto, el fabricante no considera el efecto de la contaminación–. Un ejemplo de una externalidad positiva sería una vacuna que no sólo beneficia a quien la recibe, sino también a la sociedad en general porque reduce la posibilidad de que la enfermedad se propague a otros. Las medidas económicas vigentes no fueron diseñadas para tomar en cuenta externalidades; por eso dejan la tarea de gestionarlas al Estado, el cual debe fomentar o desalentar estas externalidades según su parecer.

Economía verde contra economía ambiental

La economía ambiental ofrece maneras de medir las externalidades y proporcionar a los legisladores mejores herramientas para su trabajo. La ecológica o verde va más allá de estos esfuerzos y pretende rediseñar la economía para desalentar desde un principio las consecuencias negativas y fomentar aquellas positivas. La economía verde supone que la humanidad puede regenerar las comunidades y los ecosistemas y que el cambio cualitativo positivo es posible; en tanto, la economía ambiental sigue dedicándose al control cuantitativo. Mientras la economía ambiental se ha insertado cómodamente en el paradigma económico vigente sin realizar cambios fundamentales, la economía verde implica el diseño de un sistema económico nuevo que tome en cuenta más que lo material y el dinero. La economía verde podrá utilizar las herramientas económicas ambientales para elaborar los precios mediante los costos sociales y ambientales, pero reconoce que a largo plazo esas medidas no generarán los cambios necesarios. Mientras la economía ambiental se pregunta cómo la economía industrial puede perjudicar menos al ambiente y a la gente, la economía verde pregunta por qué la economía tiene que ser destructiva en primer lugar.

Algunas características de la economía verde

1) El problema con el PIB

Otra de las omisiones del saber predominante es que toda actividad que no implique el intercambio de dinero no es medida ni valorada por los indicadores del progreso económico. Esto es especialmente problemático ya que los indicadores económicos con frecuencia se utilizan como indicadores de progreso social. En el mismo sentido, toda transacción que sí implique el intercambio de dinero es tomada en cuenta, sin importar si ha generado valor real en la sociedad o no. Es por este motivo que los desastres ambientales que requieren una limpieza intensiva, como los derrames de petróleo, aumentan el Producto Interno Bruto (PIB) si la actividad económica generada por la limpieza es superior a la actividad económica que se hubiera producido sin la existencia del derrame. Dado que el PIB se utiliza como indicador del progreso, al incrementarse gracias a este tipo de desastres envía una señal ambigua acerca de un hecho que es devastador para el ecosistema y la salud humana. Para encontrar un ejemplo de elementos excluidos del cálculo del PIB basta con fijarnos en el cuidado de los niños y los ancianos, una tarea que por lo general no es remunerada y es realizada por mujeres. Aunque nadie negaría el valor que conlleva esta labor, el PIB la pasa por alto y su aporte a la sociedad no se mide. En cambio, los indicadores económicos miden y fomentan la producción material por sí sola más allá de si esa acumulación material es útil o sirve un propósito en la sociedad.

2) El valor de lo no valorado

La economía verde se propone tomar en cuenta lo verdaderamente valioso al concentrarse en el valor de uso de las transacciones y los productos y no a su valor de intercambio. Esto haría que muchas de las actividades invisibles mencionadas anteriormente recuperaran la visibilidad, como el trabajo realizado en el hogar, que es la base y el sostén del resto del trabajo de la sociedad, o la labor voluntaria en la comunidad, que la economía monetaria también ignora. Una forma de hacerlo es mediante las encuestas del empleo del tiempo que indagan en qué utilizan su tiempo las personas, y no cuánto tiempo dedican a realizar trabajo remunerado. El Informe de Desarrollo Humano del PNUD calculó que 16 billones de dólares de la producción mundial permanecían invisibles, y que las mujeres producían 11 billones de esa cifra. En comparación, el PBI para ese año se calculó en 23 billones.

Otro estudio(2) categorizó 17 ecosistemas distintos y asignó valor a sus funciones en función de su capacidad para brindar respaldo a las necesidades humanas. La suma de los servicios de estos ecosistemas se calculó en 33 billones de dólares, lo cual es superior al PBI del planeta.

3) Una auténtica economía de servicios 

Al concentrarnos en los valores de uso es posible avanzar hacia una auténtica economía de servicios. La economía verde nos exhorta a olvidar la definición más aceptada de economía de servicios, por la cual todos los empleos fabriles se desplazan desde los países industrializados hacia los países en desarrollo, mientras la mano de obra de los países industrializados se concentra en los servicios de hotelería y alimentación y demás empleos de «servicios». Los servicios en la economía verde son aquellos proporcionados para satisfacer una necesidad. Esto implica hablar de movilidad y no del número de autos fabricados, y concentrarnos en las maneras de producir calor y luz en lugar de fábricas que utilizan energía de combustibles fósiles. Un ejemplo concreto de una compañía que intentó hacerlo es la estadounidense Interface Flooring. Otrora una fabricante de alfombras, Interface Flooring reencauzó su actividad hacia los materiales para pisos y el suministro de ese servicio a sus clientes. Eso implicó una forma distinta de conducir sus negocios. En lugar de venderles a sus clientes el material físico, les alquilan a los clientes el servicio y transfieren los costos materiales a la propia compañía. Ahora, en lugar de reemplazar cientos de metros cuadrados de alfombra cada vez que una parte de la misma se desgasta o ensucia, utilizan su diseño consistente en baldosas de alfombra para cambiar sólo la parte que debe sustituirse. Esto reduce sus costos, así como la carga para los basurales y el ambiente.

4) El trabajo en los sistemas naturales

Tomar distancia de la producción y el consumo de materiales y energía también permite comenzar a trabajar en los sistemas naturales para seguir los flujos naturales. Una forma de hacerlo es aprovechar el uso de materiales y energía utilizando los sobrantes o desechos como insumos en otros procesos, ya sea en la fábrica o en la comunidad. Este tipo de «ecología industrial», que reconoce que el desecho de un organismo es el alimento de otro, es solo un ejemplo de las medidas que se toman para reducir los flujos de materiales. Trabajar a una escala adecuada para el ecosistema  y reconocer las regiones biológicas son formas adicionales de trabajar dentro de los sistemas naturales que al mismo tiempo proporcionan la base para una democracia más directa debido a su naturaleza descentralizada.
 

Notas:

[1] Brian Milani, Designing the Green Economy, Rowman & Littlefield 2000.

[2] R Constanza, R d'Arge, R de Groot, S Farber, M Grasso, B Hannon, K Limburg, S Naeem, RV O'Neill,  J Paruelo, RG Raskin, P Sutton, M van den Belt, ‘The value of the world's ecosystem services and natural capital’, in Nature, 387 (6230):255, 1997. 


*Publicado en La Guía del Mundo

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