En 1971, cuando Harry
Callahan aparece por primera vez en las calles de San Francisco,
nada hace preveer que terminará por convertirse en un personaje
de leyenda en la extensa galería del cine policial. De
edad indefinida (aunque se
le adivinan unas 40 primaveras al menos), de formación atlética aunque
algo duro, bastante tosco y huraño pero con algo de macabro
humor, poco querido hasta por sus propios compañeros, Harry
Dirty Callahan no parecía tenerlas todas consigo
para ganarse la admiración del gran público. De
rígidas tendencias conservadoras en una época de
protestas, el personaje ganó por derecho propio -y gracias,
por supuesto, a los trabajos de Clint
Eastwood- un lugar de honor entre los herederos del mejor
cine negro desde la
década del '40.
Cuando el genial Don
Siegel se encontró con el personaje ideado por los hermanos
Harry Julian y Rita M. Fink, no tuvo dudas de que iba a caerle
como anillo al dedo a Eastwood y así se lo hizo saber
a los productores de la Warner Bros. Todos estuvieron de acuerdo
y así comenzó el rodaje de Harry el Sucio
(1971), primero de una exitosa serie de cinco
que se extendería por diecisiete años, hasta llegar
a The Dead Pool (Sala
de espera al infierno, 1988).
La primera, claro, marcó el camino. La dupla Siegel/Eastwood
sabia cómo sacarle el jugo al guión de los Fink
hasta sus últimas gotas.
Harry Callahan es un
inspector de policía con un concepto particular de la
justicia: dispara primero y pregunta después. Viudo (su mujer murió atropellada por
un borracho), detesta
tanto la resaca criminal que pulula por San Francisco como a
la policía corrupta y toda la maquinaria político/judicial
que termina por entorpecer el trabajo. Pero nada odia más
que quienes utilizan demasiado ketchup en sus hotdogs.
Así es Harry. Expeditivo,
impiadoso, sin el menor sentido romántico del héroe
clásico. Su mejor compañera es la Magnun 44 que
lo acompaña siempre: "mucho más eficaz,
leal y silenciosa que cualuier mujer", según declara
en Magnun Force (Magnun
44, 1973). En la
versión original de Siegel, Eastwood no sólo deja
las bases que habría de desarrollar en las siguientes,
sino también varias claves que serían tomadas en
cuenta por varios filmes del presente.
La huida del sicópata
en el autobús escolar, por ejemplo, parece haber servido
de base para muchas escenas de Speed (Máxima
velocidad, 1994)
así como su recorrdia por la ciudad en busca teléfonos
para dialogar con el villano aparece también en Die
Hard 3 (Duro de matar
3, John Mc Tiernan, 1995).
Siegel le imprime a su personaje un humor por momentos delirante
que acrecienta el absurdo de la violencia. Cuando debe salvar
a un suicida, lo hace diciéndole el asco que le producirá
ver sus sesos en el suelo. Y lo salva, si bien Harry reniega
de la gloria. Por tres veces intentarán, él u otros,
de un modo, explicar su apodo, "el Sucio" y, aunque
no logre explicitarse, el espectador llega a entenderlo.
La aparición
de Harry el Sucio provocó reacciones en favor y
en contra, pero sobre todo la adhesión incondicional del
público. Para la dirección del siguiente opus,
Eastwood recurrió a un viejo amigo, Ted Post. El filme
no repite la intensidad del anterior y la figura de Harry aparece
un poco más lavada, pero de todos modos cuenta con buen
ritmo y un guión (de
John Milius y Michael Cimino)
que tiene sus hallazgos. Aquí, Harry debe medirse con
un escuadrón de la muerte formado por el propio jefe de
policía. Su elección es clara: son tan asesinos
unos como otros y por eso hay que combatirlos.
Sin miedo a la muerte
(The enforcer, 1976,
el título original homenajea aquel de Raoul Walsh con
Humphrey Bogart que se conoció como Sin conciencia, 1951) tuvo como director a James
Fargo, a quien Clint conocía por haber trabajado como
asistente suyo. Tal vez sea el más débil de los
cinco en cuanto a estructura ya que, si bien cuenta con buenas
escenas de acción, a la película le falta algo
del humor y la carnadura de los anteriores. Esto en parte debido
a la inexperiencia de los guionistas, dos muchachos que le dejaron
el libreto al maître del restaurante que Eastwood posee
en Carme. También debutantes fueron el fotógrafo
Charles Short y la actriz Tyne Daly, aunque sus labores resultaron
irreprochables.
Eastwood dejó
pasar siete años antes de volver a Harry. Esta vez, él
mismo produjo y se dirigió en Impacto fulminante
(Sudden Impact, 1983), logrando un filme extraño,
de gran violencia y belleza barroca, sobre todo en su segunda
parte. A partir de la primera mitad, Callahan se ve obligado
a salir por vez primera de San Francisco para investigar una
serie de crímenes contra sujetos de dudosa realidad. Todos
tenían la misma seña de identidad: una bala 38
en los testículos. La asesina será una bella pintora
(Sondra Locke) con quien Harry se involucra
- hasta ahí - afectivamente. Lo interesante es al paradoja
con la que se encuentra finalmente el "duro" inspector:
¿debe arrestar a quien es su reflejo femenino? Jennifer
actúa en venganza luego del fracaso de la justicia ordinaria.
Harry comprende que haría lo mismo.
Impacto Fulminante se convirtió en uno
de los mayores éxitos comerciales de la carrera de Eastwood,
de modo que cinco años después vuleve a intentar
poner a Harry en acción bajo el mando de Buddy van Horn.
Sala de Espera al Infierno es un filme entretenido pero
cuyo guión está demasiado fragmentado como para
atrapar al espectador. Liam Neeson interpreta a un despreciable
director de cine clase B y sobre él recaen todas las sospechas,
pero se esmera tanto en su papel que ni siquiera cuando se devela
inocente uno puede creele. Por otra parte, Harry ahora descarga
su ira contra el periodismo amarillista, lo último en
la escala del establishment que le faltaba atacar.
A pesar de sus vacilaciones,
Harry Callahan salva el pellejo como personaje a lo largo de
todos sus filmes. El tipo está más allá
de cualquier crítica. Y el que no lo crea así,
puede vérselas con el susurro humeante de su cañón.
* Publicado
originalmente en M Cine Nº 5
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