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ISSN 1688-1672

 



HARRY EL SUCIO - SIEGEL, DON - EASTWOOD, CLINT - CINE NEGRO -


Harry el único*

Christian Kupchik
Harry Dirty Callahan no parecía tenerlas todas consigo para ganarse la admiración del gran público. De rígidas tendencias conservadoras en una época de protestas, el personaje ganó por derecho propio -y gracias, por supuesto, a los trabajos de Clint Eastwood- un lugar de honor entre los herederos del mejor cine negro


En 1971, cuando Harry Callahan aparece por primera vez en las calles de San Francisco, nada hace preveer que terminará por convertirse en un personaje de leyenda en la extensa galería del cine policial. De edad indefinida
(aunque se le adivinan unas 40 primaveras al menos), de formación atlética aunque algo duro, bastante tosco y huraño pero con algo de macabro humor, poco querido hasta por sus propios compañeros, Harry Dirty Callahan no parecía tenerlas todas consigo para ganarse la admiración del gran público. De rígidas tendencias conservadoras en una época de protestas, el personaje ganó por derecho propio -y gracias, por supuesto, a los trabajos de Clint Eastwood- un lugar de honor entre los herederos del mejor cine negro desde la década del '40.

Cuando el genial Don Siegel se encontró con el personaje ideado por los hermanos Harry Julian y Rita M. Fink, no tuvo dudas de que iba a caerle como anillo al dedo a Eastwood y así se lo hizo saber a los productores de la Warner Bros. Todos estuvieron de acuerdo y así comenzó el rodaje de Harry el Sucio (1971), primero de una exitosa serie de cinco que se extendería por diecisiete años, hasta llegar a The Dead Pool (Sala de espera al infierno, 1988). La primera, claro, marcó el camino. La dupla Siegel/Eastwood sabia cómo sacarle el jugo al guión de los Fink hasta sus últimas gotas.

Harry Callahan es un inspector de policía con un concepto particular de la justicia: dispara primero y pregunta después. Viudo (su mujer murió atropellada por un borracho), detesta tanto la resaca criminal que pulula por San Francisco como a la policía corrupta y toda la maquinaria político/judicial que termina por entorpecer el trabajo. Pero nada odia más que quienes utilizan demasiado ketchup en sus hotdogs.

Así es Harry. Expeditivo, impiadoso, sin el menor sentido romántico del héroe clásico. Su mejor compañera es la Magnun 44 que lo acompaña siempre: "mucho más eficaz, leal y silenciosa que cualuier mujer", según declara en Magnun Force (Magnun 44, 1973). En la versión original de Siegel, Eastwood no sólo deja las bases que habría de desarrollar en las siguientes, sino también varias claves que serían tomadas en cuenta por varios filmes del presente.

La huida del sicópata en el autobús escolar, por ejemplo, parece haber servido de base para muchas escenas de Speed (Máxima velocidad, 1994) así como su recorrdia por la ciudad en busca teléfonos para dialogar con el villano aparece también en Die Hard 3 (Duro de matar 3, John Mc Tiernan, 1995). Siegel le imprime a su personaje un humor por momentos delirante que acrecienta el absurdo de la violencia. Cuando debe salvar a un suicida, lo hace diciéndole el asco que le producirá ver sus sesos en el suelo. Y lo salva, si bien Harry reniega de la gloria. Por tres veces intentarán, él u otros, de un modo, explicar su apodo, "el Sucio" y, aunque no logre explicitarse, el espectador llega a entenderlo.

La aparición de Harry el Sucio provocó reacciones en favor y en contra, pero sobre todo la adhesión incondicional del público. Para la dirección del siguiente opus, Eastwood recurrió a un viejo amigo, Ted Post. El filme no repite la intensidad del anterior y la figura de Harry aparece un poco más lavada, pero de todos modos cuenta con buen ritmo y un guión (de John Milius y Michael Cimino) que tiene sus hallazgos. Aquí, Harry debe medirse con un escuadrón de la muerte formado por el propio jefe de policía. Su elección es clara: son tan asesinos unos como otros y por eso hay que combatirlos.

Sin miedo a la muerte (The enforcer, 1976, el título original homenajea aquel de Raoul Walsh con Humphrey Bogart que se conoció como Sin conciencia, 1951) tuvo como director a James Fargo, a quien Clint conocía por haber trabajado como asistente suyo. Tal vez sea el más débil de los cinco en cuanto a estructura ya que, si bien cuenta con buenas escenas de acción, a la película le falta algo del humor y la carnadura de los anteriores. Esto en parte debido a la inexperiencia de los guionistas, dos muchachos que le dejaron el libreto al maître del restaurante que Eastwood posee en Carme. También debutantes fueron el fotógrafo Charles Short y la actriz Tyne Daly, aunque sus labores resultaron irreprochables.

Eastwood dejó pasar siete años antes de volver a Harry. Esta vez, él mismo produjo y se dirigió en Impacto fulminante (Sudden Impact, 1983), logrando un filme extraño, de gran violencia y belleza barroca, sobre todo en su segunda parte. A partir de la primera mitad, Callahan se ve obligado a salir por vez primera de San Francisco para investigar una serie de crímenes contra sujetos de dudosa realidad. Todos tenían la misma seña de identidad: una bala 38 en los testículos. La asesina será una bella pintora (Sondra Locke) con quien Harry se involucra - hasta ahí - afectivamente. Lo interesante es al paradoja con la que se encuentra finalmente el "duro" inspector: ¿debe arrestar a quien es su reflejo femenino? Jennifer actúa en venganza luego del fracaso de la justicia ordinaria. Harry comprende que haría lo mismo.

Impacto Fulminante se convirtió en uno de los mayores éxitos comerciales de la carrera de Eastwood, de modo que cinco años después vuleve a intentar poner a Harry en acción bajo el mando de Buddy van Horn. Sala de Espera al Infierno es un filme entretenido pero cuyo guión está demasiado fragmentado como para atrapar al espectador. Liam Neeson interpreta a un despreciable director de cine clase B y sobre él recaen todas las sospechas, pero se esmera tanto en su papel que ni siquiera cuando se devela inocente uno puede creele. Por otra parte, Harry ahora descarga su ira contra el periodismo amarillista, lo último en la escala del establishment que le faltaba atacar.

A pesar de sus vacilaciones, Harry Callahan salva el pellejo como personaje a lo largo de todos sus filmes. El tipo está más allá de cualquier crítica. Y el que no lo crea así, puede vérselas con el susurro humeante de su cañón.

* Publicado originalmente en M Cine Nº 5

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