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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 




Nuevos modos de aprender

Carlos Rehermann

Los programas son de uso cada vez más fácil y de aprendizaje más veloz. Los propios programas contienen las instrucciones necesarias para aprender a manejarlos. ¿Qué significa, entonces, aprender a manejar una computadora?

Los maestros y profesores, pero sobre todo los administradores de la enseñanza, insisten en educar a los niños para que sepan manejar computadoras. Aducen que de lo contrario no podrán conseguir un buen trabajo en el futuro. Por lo tanto, se estimulan los cursos de informática, lo cual resulta completamente inútil.

Se aprende a leer y escribir (clásicas herramientas para el aprendizaje escolar) una vez y para siempre. Pero es completamente inútil hacer un curso de computación si uno no comienza a utilizar una máquina de inmediato: en pocos meses habrán cambiado los programas y los circuitos, de tal forma que aquel conocimiento adquirido se revelará inútil.

Los programas son de uso cada vez más fácil y de aprendizaje más veloz. Los propios programas contienen las instrucciones necesarias para aprender a manejarlos. ¿Qué significa, entonces, aprender a manejar una computadora?

Casi el único requisito para aprender a manejar una computadora es usarla, algo que no ocurría antes con los medios tradicionales de aprendizaje (el lápiz y el libro).
Hace veinte años, las computadoras eran habitaciones donde entraban algunos científicos. Hoy son electrodomésticos, con todo lo que eso significa: aparatos fáciles de transportar, de uso hogareño, capaces de ser vendidos y comprados por seres apenas razonables. Como la clave es la venta, es un axioma que no puede haber impedimentos tales como la necesidad de un curso.

De acuerdo con los tiempos que corren, en que el comercio dicta la mayoría de las normas de convivencia en el planeta, el acto esencial para el aprendizaje del uso de las nuevas herramientas informáticas es la compra.

Cuando se adquiere una computadora se compra a la vez un conjunto de programas que permiten el autoaprendizaje. Y el mecanismo se multiplica como la estructura de un fractal: una vez aprendido el manejo básico de la máquina y sus programas, el usuario elabora una estrategia para otros aprendizajes, cada día se le abren nuevos panoramas, encuentra posibilidades de desarrollo que antes no imaginaba.

Muchos padres, inquietos por la formación de sus hijos, intentan comprar, en algún momento de sus vidas, una enciclopedia, objeto caro, aparatoso, si bien resulta decorativo en la biblioteca del living. La enciclopedia más famosa y fidedigna es, desde hace unos doscientos años, la Britannica.

Hasta el surgimiento del CD, había que comprarla en treinta tomos. Hace pocos meses, la Enciclopedia Británica anunció que dejaba de publicarse en forma de libro. Se adujeron motivos ecologistas (protección de los árboles); pero si se considera que durante el último año en todo el mundo no se llegó a vender diez ejemplares en formato libro, uno diría que la Enciclopedia no es un peligro para los bosques.

De cualquier manera, la Enciclopedia en CD es cara. Pero desde que apareció Internet, por algunos dólares anuales uno puede suscribirse y recorrer on line todo su contenido. El caso es que hace algunas semanas se anunció que ahora el acceso sería gratuito. En pocas horas, luego de anunciada esa noticia, casi quince millones de usuarios intentaron ingresar a su sitio en Internet.

Quien no tenga computadora, no podrá acceder a la Enciclopedia Británica. Así de simple.

Las formas de la enseñanza se están desplazando desde las estructuras didácticas producidas por especialistas hacia interacciones alumno-computadora reguladas por programadores. El verdadero desafío de la enseñanza no es producir cursos para aprender a usar computadoras, sino intervenir en la programación en tanto especialistas en didáctica.

Los modos de pensar, de razonar, de concebir, de crear, de las generaciones que hoy crecen delante de un teclado de computadora le deberán mucho más a unos programadores ansiosos por facilitar la relación con las máquinas (es decir, por vender cada vez más computadoras) que a los educadores que escriben libros sobre cómo enseñar a usar computadoras.

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