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ISSN 1688-1672

 



YO - COLUMNA PERIODÍSTICA -

Por qué yo*

Carlos Rehermann

Es fácil que un delegado del pueblo se convierta en dictador, sin cambiar un pelo su discurso, sólo produciendo un cambio en el modo como los receptores de su discurso interpreten su plural


Cuando se escribe una columna se ejerce una forma de cortesía que se mueve en el límite de la hipocresía. No se sabe bien si el empleo de esa forma es muestra de talento para escribir o mera capacidad de engañar al prójimo. Se trata del uso del sujeto de las frases.

Los lectores saben, desde el momento en que comienzan la lectura, que se trata de una opinión. Es cierto que la opinión está presente aun en la noticia más escueta y trivial; pero es más fácil utilizar un sujeto de tercera persona cuando se redacta una noticia. Si se lee: "Un avión Concorde se incendió y cayó cerca de París", en realidad todos los lectores saben que la frase correcta sería: "Una persona me dijo que un avión Concorde se incendió y cayó cerca de París". Se trata de lo que los gramáticos llaman una oración compleja transpuesta sustantiva.

Lo único que podemos considerar verdadero, si confiamos plenamente en el periodista, es que una persona le dijo que un avión se incendió y cayó; la parte de la oración que viene después de la conjunción que depende de la confiabilidad de quien dice haber visto el accidente. Es decir, en casi toda noticia delegamos el crédito en el periodista: si confiamos en él, daremos por buenas sus fuentes, pero eso no elimina el hecho de que las noticias dependen de dos sujetos: el que sabe y el que difunde. Ambos, por otra parte, tienen intereses específicos que tenderán a sesgar el discurso.

En cambio, una columna tiene el carácter explícito de opinión. El título de cualquier columna admite ser precedido por la oración "Yo creo". Aquí es donde la redacción se torna importante, aunque se trate sólo de una cuestión de modales. El terror del columnista a la palabra "yo" y a las conjugaciones de verbos en primera persona es compartido por muchos políticos, que utilizan la forma mayestática para referise a sí mismos. Este punto es particularmente interesante.

Mayestático significa relativo a la majestad. Muchas personas, al hablar en público, dicen nosotros en lugar de yo. Los lingüistas distinguen dos usos de este plural: los que en inglés se denomina plural of social inequality,
(estrictamente, mayestático), que proviene de un agrandamiento del yo dentro del nosotros (nosotros = YO + ustedes, ellos); y un plural de modestia, donde se disminuye el yo (nosotros = yo + USTEDES, ELLOS). Lo hermoso es que la misma frase puede ser interpretada como plural mayestático o como plural de modestia: "Nosotros creemos que el país necesita bla bla bla". Es fácil que un delegado del pueblo se convierta en dictador, sin cambiar un pelo su discurso, sólo produciendo un cambio en el modo como los receptores de su discurso interpreten su plural.

La misma ambigüedad se encuentra en los columnistas. El uso del plural suele esconder megalomanía detrás de la modestia. Algunos enfrentan con valentía el problema usando generosamente el yo, para explicitar que se trata de una opinión personal. Hay una tercera opción, que consiste en esforzarse por lograr una redacción exenta de primeras personas, suponiendo que los lectores son conscientes de que la columna expresa opiniones del columnista. Pues hay cierta agresividad penosa en hacer notar esa verdad evidente: que lo que se escribe es una opinión de quien escribe; eso ya se sabe.

Yo quería asumir hoy la primera persona para trasmitir una experiencia que exige esa forma subyacente e infrecuente de sujeto, pero se me fue el espacio en explicar ese cambio de estilo, de manera que lo dejo para la próxima.


* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 138

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