Cuando se escribe una columna se ejerce una forma de cortesía
que se mueve en el límite de la hipocresía. No
se sabe bien si el empleo de esa forma es muestra de talento
para escribir o mera capacidad de engañar al prójimo.
Se trata del uso del sujeto de las frases.
Los lectores saben, desde el momento en que comienzan la lectura, que se trata de una opinión.
Es cierto que la opinión está presente aun en la
noticia más escueta y trivial; pero es más fácil
utilizar un sujeto de tercera persona cuando se redacta una noticia.
Si se lee: "Un avión Concorde se incendió
y cayó cerca de París", en realidad todos
los lectores saben que la frase correcta sería: "Una
persona me dijo que un avión Concorde se incendió
y cayó cerca de París". Se trata de lo
que los gramáticos llaman una oración compleja transpuesta
sustantiva.
Lo único que podemos considerar verdadero, si confiamos
plenamente en el periodista, es que una persona le dijo que un
avión se incendió y cayó; la parte de la
oración que viene después de la conjunción
que depende de la confiabilidad de quien dice haber visto el
accidente. Es decir, en casi toda noticia delegamos el crédito
en el periodista: si confiamos en él, daremos por buenas
sus fuentes, pero eso no elimina el hecho de que las noticias
dependen de dos sujetos: el que sabe y el que difunde. Ambos,
por otra parte, tienen intereses específicos que tenderán
a sesgar el discurso.
En cambio, una columna tiene el carácter explícito
de opinión. El título de cualquier columna admite
ser precedido por la oración "Yo creo".
Aquí es donde la redacción se torna importante,
aunque se trate sólo de una cuestión de modales.
El terror del columnista a la palabra
"yo" y a las conjugaciones de verbos en primera persona
es compartido por muchos políticos, que utilizan la forma
mayestática para referise a sí mismos. Este punto
es particularmente interesante.
Mayestático significa relativo a la majestad. Muchas personas,
al hablar en público, dicen nosotros en lugar de yo. Los
lingüistas distinguen dos usos de este plural: los que en
inglés se denomina plural of social inequality,
(estrictamente, mayestático), que proviene de un agrandamiento
del yo dentro del nosotros (nosotros
= YO + ustedes, ellos);
y un plural de modestia, donde se disminuye el yo (nosotros = yo + USTEDES, ELLOS). Lo hermoso es que la misma
frase puede ser interpretada como plural mayestático o
como plural de modestia: "Nosotros creemos que el país
necesita bla bla bla". Es fácil que un delegado
del pueblo se convierta en dictador, sin cambiar un pelo su discurso,
sólo produciendo un cambio en el modo como los receptores
de su discurso interpreten su plural.
La misma ambigüedad se encuentra en los columnistas. El
uso del plural suele esconder megalomanía detrás
de la modestia. Algunos enfrentan con valentía el problema
usando generosamente el yo, para explicitar que se trata de una
opinión personal. Hay una tercera opción, que consiste
en esforzarse por lograr una redacción exenta de primeras
personas, suponiendo que los lectores son conscientes de que
la columna expresa opiniones del columnista. Pues hay cierta
agresividad penosa en hacer notar esa verdad evidente: que lo
que se escribe es una opinión de quien escribe; eso ya
se sabe.
Yo quería asumir hoy la primera persona para trasmitir
una experiencia que exige esa forma subyacente e infrecuente
de sujeto, pero se me fue el espacio en explicar ese cambio de
estilo, de manera que lo dejo para la próxima.
* Publicado
originalmente en Insomnia, Nº 138
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