Se lo considere un arte,
una ciencia, una disciplina humanística, una receta demoníaca
o una mera patraña, hace unos veintitrés siglos
que la astrología -en la forma en que hoy la conocemos-
es parte de la cultura humana. Semejante persistencia sugiere
que hay algo en ella terriblemente interesante, aunque sin duda
los hombres no se han puesto todavía de acuerdo acerca
de lo que sea. Por lo tanto, la astrología parece merecer
tanto interés como cualquier otra cosa.
Los malentendidos
Probablemente el principal
problema con que se enfrenta quien quiera aproximarse tranquilamente
al conocimiento de la astrología
es la increíble cantidad y dimensión de malentendidos
acerca de ella que debe sortear. Esta nota, por supuesto, no pretende
aclararlos. Cualquiera que intente estudiar esta disciplina de
manera seria y constante se encontrará incontables veces,
a lo largo de su estudio, tanto con falsas "pruebas"
como con absurdas "refutaciones" de la astrología.
Y probablemente una parte importante del trabajo de enterarse
de qué va la astrología, implica aprender a reconocer
unas y otras antes de seguir adelante.
Hablar sobre astrología
implicó siempre meterse en un terreno en el cual las creencias
involucradas tocan cuestiones tan importantes para la mayor parte
de las personas que el debate racional rápidamente se
oscurece. Parte de la responsabilidad la tiene sin dudas la propia
astrología y muchos astrólogos, quienes hablan
y piensan en términos que, no sólo para nuestros
contemporáneos, sino para cualquier ser humano de cualquier
época, parecen irracionales. Más adelante intentaremos
analizar por qué ocurre semejante cosa.
La otra parte de la responsabilidad, a menudo mayor, la tienen
aquellos que intentan descalificar a la astrología sin
tomarse el trabajo de conocerla. Parten de un prejuicio, se nutren
de su propia ignorancia específica acerca de aquello sobre
lo que pretenden pontificar, y llegan inevitablemente a afirmaciones
absurdas y carentes de sentido. Muchos de ellos se consideren
a sí mismos 'científicos', y sin duda lo serán
en alguna u otra especialidad, pero su actitud respecto de la
astrología es la de meros dogmáticos, oficiantes
de una fé cientificista.
Lo que se debate cuando
se habla de astrología parece, hoy, distinto de lo que
se debatía en el siglo II antes de Cristo, o de lo que
se debatía durante el Renacimiento. Sin embargo, bajo
agendas que aparentemente van cambiando, algunas cuestiones básicas
siguen siendo las mismas. La primera y más importante
de ellas es la que involucra la dicotomía libre albedrío-predeterminación.
La segunda, la del status de la astrología como conocimiento
verdadero o conocimiento falso -en este casillero entra la guerra
de la ciencia oficial contra la astrología-. La tercera,
la natural desconfianza que genera en cualquier persona la existencia
de un saber pretendidamente tan poderoso. La cuarta, cuestiones
de índole doctrinario: la Iglesia Católica se ha
opuesto -y actualmente se sigue oponiendo- a un conocimiento
que, de tener algo de cierto, otorga a los hombres simples un
lenguaje para dialogar con aquello que es más grande que
ellos, llámese Dios o el orden del universo.
Fueron los griegos
quienes "a la contemplación de las estrellas,
a su magia y sus conjuros añadieron la filosofía,
añadieron la geometría y el pensamiento racional
sobre ellos mismos y su universo, para crear así el arte
de la astrología". (T.
11)
"Los libros
sobre el tema caen generalmente en tres categorías. En
primer lugar están los libros de astrólogos o simpatizantes
que en algunas ocasiones son útiles para explicar cómo
funciona la astrología, pero casi siempre resultan ahistóricos
-a veces en forma burda- y del todo acríticos. En segundo
término están los libros de los que atacan a la
astrología. Los del pasado son útiles algunas veces
como fuentes de información, aunque la mayoría
son por lo menos tan acríticos y ahistóricos como
los del primer grupo. En tercer lugar están las historias
y esquemas populares, que a últimas fechas han aumentado
en número pero no es valor. Prácticamente ninguno
cita las fuentes originales y la mayoría parecen haber
sido copiados uno del otro, con todo y generalizaciones, notas
de pie de página y errores."
Hay, en consecuencia,
cuatro actitudes posibles, y tres reales, hacia la astrología.
Una es apoyar la astrología rígida, creer en un
destino inapelable así como en los vínculos necesarios
entre las pautas celestiales y los acontecimientos terrenales
en las vidas de los hombres. Para aquellos que sostienen este
criterio, el valor de la astrología radica en la presciencia
de lo inevitable, ya que como dice Ptolomeo (Tetrabiblos
I, 3): "Incluso
respecto a las cosas que habrán de suceder por necesidad,
su impredecibilidad normalmente ocasiona una confusión
demencial o una alegría inconmensurable, mientras que
la presciencia acostumbra y sosiega al alma mediante la representación
de aquello que ocurrirá como si estuviera presente, y
la dispone para recibir cualquier cosa que aconteciera con serenidad.
Luego, están
aquellos que rechazan dicho determinismo y creen en la libertad
del hombre, y que, en consecuencia, no pueden aceptar la astrología
rígida. Éstos se ubican en dos clases: hay algunos
que rechazan el destino, pero sostienen que las estrellas proporcionan
una cierta guía, ya sea con respecto al carácter
o incluso a acontecimientos futuros, dándonos libertad
para modificar nuestro comportamiento a la luz del conocimiento
que obtenemos de la astrología. Éstos son los partidarios
de la astrología flexible, y la mayoría de los
astrólogos modernos parecerían pertenecer a esta
categoría. Por último están aquellos que
rechazan toda astrología, rígida o flexible, ya
sea sobre bases religiosas o de otro tipo, o creyendo en la libertad
del hombre o apegándose a cierto determinismo científico
o de otra índole. Estas tres actitudes son antiguas, y
la cristianización de Europa sorprendentemente casi no
marcó diferencia alguna".(13)
Sobre la irracionalidad del astrólogo
¿Hay algo en la astrología
que hace que sus practicantes sean marginales crónicos
de la cultura?
Probablemente son muchos
los lectores que esperaban que esta nota se dirigiera a explicar
cuál es la "influencia" que Marte o Venus tiene
en determinados sujetos, o que hiciese una descripción
de aquellas personas con ascendente Piscis. Es muy poco probable
que esos lectores nos hayan acompañado hasta aquí.
Pero a aquellos que hayan llegado, debemos decirles que, debido
a todo lo que se ha expuesto, semejante deseo es simplemente
imposible de llenar. Nada puede sustituir a la experiencia de
consultar a un buen astrólogo, si es que encuentran alguno.
En Montevideo existen un puñado de excelentes estudiosos
de la disciplina. Esta ciudad y Buenos Aires tienen una larga
y bien merecida buena fama en el mundo de la astrología
"seria", debido a una llamativa cantidad de practicantes
que -muchos de ellos inmigrantes europeos llegados antes o a
mediados de este siglo- trajeron con ellos un conocimiento sólido
que desarrollaron y comunicaron a ambos lados del Plata.
* Publicado
originalmente en Insomnia, Nº 42
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