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ISSN 1688-1672

 



MALENTENDIDOS DE LA ASTROLOGÍA

Arte y/o patraña*

Aldo Mazzucchelli
Lo que se debate cuando se habla de astrología parece, hoy, distinto de lo que se debatía en el siglo II antes de Cristo, o de lo que se debatía durante el Renacimiento. Sin embargo, bajo agendas que aparentemente van cambiando, algunas cuestiones básicas siguen siendo las mismas

Se lo considere un arte, una ciencia, una disciplina humanística, una receta demoníaca o una mera patraña, hace unos veintitrés siglos que la astrología -en la forma en que hoy la conocemos- es parte de la cultura humana. Semejante persistencia sugiere que hay algo en ella terriblemente interesante, aunque sin duda los hombres no se han puesto todavía de acuerdo acerca de lo que sea. Por lo tanto, la astrología parece merecer tanto interés como cualquier otra cosa.

Los malentendidos

Probablemente el principal problema con que se enfrenta quien quiera aproximarse tranquilamente al conocimiento de la astrología es la increíble cantidad y dimensión de malentendidos acerca de ella que debe sortear. Esta nota, por supuesto, no pretende aclararlos. Cualquiera que intente estudiar esta disciplina de manera seria y constante se encontrará incontables veces, a lo largo de su estudio, tanto con falsas "pruebas" como con absurdas "refutaciones" de la astrología. Y probablemente una parte importante del trabajo de enterarse de qué va la astrología, implica aprender a reconocer unas y otras antes de seguir adelante.

Hablar sobre astrología implicó siempre meterse en un terreno en el cual las creencias involucradas tocan cuestiones tan importantes para la mayor parte de las personas que el debate racional rápidamente se oscurece. Parte de la responsabilidad la tiene sin dudas la propia astrología y muchos astrólogos, quienes hablan y piensan en términos que, no sólo para nuestros contemporáneos, sino para cualquier ser humano de cualquier época, parecen irracionales. Más adelante intentaremos analizar por qué ocurre semejante cosa.

La otra parte de la responsabilidad, a menudo mayor, la tienen aquellos que intentan descalificar a la astrología sin tomarse el trabajo de conocerla. Parten de un prejuicio, se nutren de su propia ignorancia específica acerca de aquello sobre lo que pretenden pontificar, y llegan inevitablemente a afirmaciones absurdas y carentes de sentido. Muchos de ellos se consideren a sí mismos 'científicos', y sin duda lo serán en alguna u otra especialidad, pero su actitud respecto de la astrología es la de meros dogmáticos, oficiantes de una fé cientificista.

Lo que se debate cuando se habla de astrología parece, hoy, distinto de lo que se debatía en el siglo II antes de Cristo, o de lo que se debatía durante el Renacimiento. Sin embargo, bajo agendas que aparentemente van cambiando, algunas cuestiones básicas siguen siendo las mismas. La primera y más importante de ellas es la que involucra la dicotomía libre albedrío-predeterminación. La segunda, la del status de la astrología como conocimiento verdadero o conocimiento falso -en este casillero entra la guerra de la ciencia oficial contra la astrología-. La tercera, la natural desconfianza que genera en cualquier persona la existencia de un saber pretendidamente tan poderoso. La cuarta, cuestiones de índole doctrinario: la Iglesia Católica se ha opuesto -y actualmente se sigue oponiendo- a un conocimiento que, de tener algo de cierto, otorga a los hombres simples un lenguaje para dialogar con aquello que es más grande que ellos, llámese Dios o el orden del universo.

Fueron los griegos quienes "a la contemplación de las estrellas, a su magia y sus conjuros añadieron la filosofía, añadieron la geometría y el pensamiento racional sobre ellos mismos y su universo, para crear así el arte de la astrología". (T. 11)

"Los libros sobre el tema caen generalmente en tres categorías. En primer lugar están los libros de astrólogos o simpatizantes que en algunas ocasiones son útiles para explicar cómo funciona la astrología, pero casi siempre resultan ahistóricos -a veces en forma burda- y del todo acríticos. En segundo término están los libros de los que atacan a la astrología. Los del pasado son útiles algunas veces como fuentes de información, aunque la mayoría son por lo menos tan acríticos y ahistóricos como los del primer grupo. En tercer lugar están las historias y esquemas populares, que a últimas fechas han aumentado en número pero no es valor. Prácticamente ninguno cita las fuentes originales y la mayoría parecen haber sido copiados uno del otro, con todo y generalizaciones, notas de pie de página y errores."

Hay, en consecuencia, cuatro actitudes posibles, y tres reales, hacia la astrología. Una es apoyar la astrología rígida, creer en un destino inapelable así como en los vínculos necesarios entre las pautas celestiales y los acontecimientos terrenales en las vidas de los hombres. Para aquellos que sostienen este criterio, el valor de la astrología radica en la presciencia de lo inevitable, ya que como dice Ptolomeo (Tetrabiblos I, 3): "Incluso respecto a las cosas que habrán de suceder por necesidad, su impredecibilidad normalmente ocasiona una confusión demencial o una alegría inconmensurable, mientras que la presciencia acostumbra y sosiega al alma mediante la representación de aquello que ocurrirá como si estuviera presente, y la dispone para recibir cualquier cosa que aconteciera con serenidad.

Luego, están aquellos que rechazan dicho determinismo y creen en la libertad del hombre, y que, en consecuencia, no pueden aceptar la astrología rígida. Éstos se ubican en dos clases: hay algunos que rechazan el destino, pero sostienen que las estrellas proporcionan una cierta guía, ya sea con respecto al carácter o incluso a acontecimientos futuros, dándonos libertad para modificar nuestro comportamiento a la luz del conocimiento que obtenemos de la astrología. Éstos son los partidarios de la astrología flexible, y la mayoría de los astrólogos modernos parecerían pertenecer a esta categoría. Por último están aquellos que rechazan toda astrología, rígida o flexible, ya sea sobre bases religiosas o de otro tipo, o creyendo en la libertad del hombre o apegándose a cierto determinismo científico o de otra índole. Estas tres actitudes son antiguas, y la cristianización de Europa sorprendentemente casi no marcó diferencia alguna".(13)


Sobre la irracionalidad del astrólogo

¿Hay algo en la astrología que hace que sus practicantes sean marginales crónicos de la cultura?

Probablemente son muchos los lectores que esperaban que esta nota se dirigiera a explicar cuál es la "influencia" que Marte o Venus tiene en determinados sujetos, o que hiciese una descripción de aquellas personas con ascendente Piscis. Es muy poco probable que esos lectores nos hayan acompañado hasta aquí. Pero a aquellos que hayan llegado, debemos decirles que, debido a todo lo que se ha expuesto, semejante deseo es simplemente imposible de llenar. Nada puede sustituir a la experiencia de consultar a un buen astrólogo, si es que encuentran alguno. En Montevideo existen un puñado de excelentes estudiosos de la disciplina. Esta ciudad y Buenos Aires tienen una larga y bien merecida buena fama en el mundo de la astrología "seria", debido a una llamativa cantidad de practicantes que -muchos de ellos inmigrantes europeos llegados antes o a mediados de este siglo- trajeron con ellos un conocimiento sólido que desarrollaron y comunicaron a ambos lados del Plata.

* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 42

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