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ISSN 1688-1672

 



SEVEN - BARROCO


Juego de escritura

Mario Maciel

Una arquitectura mística cuyos principios nadie verá hasta el final, cuya lógica inexorable nadie comprenderá hasta que sea un acto, una concatenación ritual que
definitivamente será parte de este mundo, en su totalidad de hecho y de concepto


El juego de ingenio de los mensajes del asesino serial de Seven, de David Fincher: crípticos, minuciosos, inencontrables, están regidos por un patrón que sólo el homicida domina, pero que, sin embargo, quiere dar a conocer, dejando pistas que finalmente componen su propósito.

Es la ausencia de comunión de sentido, donde las reglas de juego no son compartidas. En ese agujero de sentido, él irrumpe con un juego para el cual crea las reglas, las inventa, las practica, las oculta: la inclusión de nuevos principios, es la forma que rige la gestación de un nuevo ambiente, un mundo: es como desdoblar una tela, para volver a doblarla, pero de otro modo, con otros criterios. No hay legibilidad, no hay reconocimiento, no hay huellas.

El killer se quita la piel de la punta de los dedos para no dejar huellas digitales, para no existir en este lado del mundo, para no ser legible, como sus mensajes: graffitis imperceptibles, escritos crípticos en superficies inusuales, detrás de un refrigerador, detrás de un cuadro, borrados y vueltos a borrar. En la suspensión de reglas evoluciona el barroco: se sumerge en su propia invención, en su propia circularidad, la de sus propias reglas, en una autorreferencialidad compleja que se exterioriza parcialmente, que no deja ver la totalidad, la visión de conjunto, pero que aun así refiere a cosas concretas, de este mundo, y de la literatura: las sagradas escrituras, los pecados, y también los pecadores.

El ocultamiento es parte del juego, o mejor, todo el juego.
El barroco enloquece al intérprete por el exceso de envoltorios. John Doe crea su nueva ley con la suficiencia
de un demiurgo minucioso y estricto, ley para la que cierta literatura clásica podrá funcionar como recurso de interpretación, y revelar algo: la guía es Dante, Milton, Chaucer, la Biblia. Una arquitectura mística cuyos principios nadie verá hasta el final, cuya lógica inexorable nadie comprenderá hasta que sea un acto, una concatenación ritual que definitivamente será parte de este mundo, en su totalidad de hecho y de concepto.

Los crímenes y el estilo de los crímenes serán su obra, la sustancia terrenal de su humilde y divina misión. Los detectives caerán en la trampa. Cuando logran descifrar las reglas, ya es tarde. "Aún no se ve el acto completo. Pero cuando esté terminado, será... La gente apenas podrá comprenderlo. Pero no podrá negarlo." (John Doe).
A las 07.00 PM la escena estará concluída: un solo hombre creó las reglas para decidir el destino de otro, de otros, de sí mismo. Descifrarlas es ya haber entrado en su mundo.

[Diciembre/1998]

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