Dos espantosas leyes, firmadas por un
militar
golpista que usurpó durante algunos años la presidencia de
Uruguay, llamado Alfredo Baldomir, sirven hoy al ministro de defensa
nacional para invadir el espacio que Alicia encontró del otro lado del
espejo.
Se trata de la
Ley de instrucción militar, fechada en 1940, y la
Ley de
defensa pasiva, dos años posterior. La primera establece un prolijo
número de instrucciones para convertir un ser humano en zombi. La
segunda presenta la idea de orden social propia de un orate con síndrome
obsesivo compulsivo.
Según un artículo publicado en el semanario Búsqueda el 9 de mayo
de 2013, “el Ministerio de Defensa entiende que Uruguay no está
preparado para enfrentar con eficiencia una catástrofe, y por eso
comenzó a estudiar si es viable llevar a la práctica la legislación
disponible”.
El
ministro de defensa dijo a Búsqueda que “incluso vamos a
desarrollar nuestra propia industria militar”. ¿Qué quiso decir el
ministro con una frase tan enigmática? Tradicionalmente la industria
bélica es resultado de un aparato industrial sofisticado y casi
invariablemente autosuficiente, algo que en Uruguay no existe. Pensar en
una industria militar nacional es un despropósito práctico. Pero incluso
si ocurriera un milagro y naciera la industria uruguaya, ponerse a
fabricar insumos bélicos sería un retroceso ético.
Según el mismo semanario, el Director de Formación del Ministerio de
Defensa dijo que “es necesario que la nación debata estos temas, porque
si no son comprendidos luego es muy difícil llevarlos al plano
operativo”.
La
manera de construir la frase muestra a las claras que el debate al que
invita el Director de Formación es en realidad un simple proceso de
aleccionamiento: debemos “comprender” estos temas para que puedan ser
llevados por la milicia a un “plano operativo”. Es la idea que un
militar puede tener de “debate”: convencer buenamente a alguien de que
no tiene razón. O, con una frecuencia mayor, convencerlo malamente. Es
que esa gente anda armada, no hay que olvidarlo. A quien tiene porte de
armas no se le puede pedir que tenga una idea clara de lo que es un
debate.
El
Director de Formación explica que “todos los países serios […] se
plantean estos temas y los resuelven”. De inmediato pone ejemplos de
“países serios”: Vietnam, Cuba, Israel, Alemania, Gran Bretaña y Estados
Unidos. El experto ministerial se acerca peligrosamente a un estado
psicopático al comparar países con vocación bélica, fundados bajo fuego,
invasores e invadidos, con Uruguay. Es cierto que Uruguay fue durante
mucho tiempo (un siglo, hasta Masoller) un territorio en guerra. Pero no
parece razonable comparar aquel desierto salvaje con el país que ahora
somos.
Luego el Director de Formación dice algo que nos permite vislumbrar su
manera de ver el mundo: “[el planteo de estos temas] nada tiene que ver
con socialistas o liberales, católicos, protestantes, etcétera”. La
frase desnuda un pragmatismo apolítico en el peor sentido posible. Esa
manera de pensar se basa en una lógica en la que no interesa la verdad,
sino el hecho de que siempre hay dos bandos, y de ahí necesidad de tener
fuerzas armadas listas para la acción. Hoy para darle a los católicos,
mañana a los liberales, pasado a los anarquistas. ¡Habrá balas para
todos, y además made in Uruguay!
No
se le puede pedir otra cosa, y en el fondo uno termina por sentirse
inclinado a aceptar que siga existiendo algo tan poco recomendable como
un ejército, al menos para que mentalidades semejantes puedan encontrar
un lugar donde liberar sus pulsiones.
¿Pero por qué el ministro de defensa siente la necesidad de convertir a
toda la población en milicia? Manifestó a Búsqueda que comparte
la imagen que se encuentra en las hórridas leyes que ahora quiere
rescatar del olvido: “el pueblo reunido y armado como en la época de
Artigas”. El pueblo armado ¿para qué?
Es mejor el castigo
La
ley sobre instrucción militar dice:
Artículo 9º.- La
instrucción Militar comprende:
A) La instrucción de gimnasia pre-militar
para los jóvenes de diez a dieciocho años de edad.
B) La instrucción de tiro y la
gimnasia tendiente al mejoramiento físico de los reservistas del
Ejército, la Marina y la Aeronáutica.
C) El fomento, para los voluntarios
contratados del atletismo intensivo y de los juegos de riesgo con fines
de educación militar.
D) La instrucción de los cuadros.
E) La instrucción colectiva de las
unidades.
Las primeras deben considerarse
como preparatorias de la instrucción colectiva de las unidades, que
resume toda la instrucción militar.
Artículo 10º.- Los
ciudadanos que cumplan dieciocho años de edad y pasen a integrar la
Reserva Activa recibirán, durante tres años consecutivos, instrucción
física y militar intensiva, en la que se emplearán de ciento sesenta a
cuatrocientas ochenta horas por año.
Cuando dichos ciudadanos cumplan
veintiún años y hasta que tenga treinta, sólo estarán obligados a
concurrir a las maniobras anuales a que se refiere el artículo 16.
Es decir que en vez de entrar a la
universidad, los jóvenes deberán pasar tres tenebrosos años, quizá los
más vitales y provechosos de sus vidas, aprendiendo a blandir armas con
la finalidad de prepararse para una catástrofe.
Tiene un alto grado de belleza el castigo que se impone a quienes traten
de evadir la honorable responsabilidad de aprender a matar al prójimo:
Artículo 21º.- Todo
ciudadano que gestione dolosamente su excepción a la instrucción
militar, será destinado por el término de tres meses, a prestar
servicios en una unidad del Ejército o de la Marina.
Es decir, si uno trata de evadir tres años de instrucción, lo castigan
con tres meses de lo mismo. Inteligencia militar, diría Groucho Marx.
Disciplina versus obediencia
El
Director de Formación
explica que “para enfrentar una contingencia hay que estar preparado
con algún tipo de organización desde el Estado para poner a funcionar
todas las capacidades de la nación”.
¿Por qué alguien en su sano juicio creería que las fuerzas armadas son
capaces de poner a funcionar todas las capacidades de la nación? ¿De qué
capacidades está hablando? ¿Qué capacidades adquiere un joven al que se
le priva de una vida civilizada entre los 18 y los 21 años? ¿Por qué
las “catástrofes” y las “contingencias” que imagina el Ministerio de
Defensa requieren la presencia de rebaños armados?
En un programa de radio El Espectador emitido el día siguiente a la
publicación de la noticia, el escritor Carlos Maggi expresó una idea
extravagante pero recurrente en nuestra sociedad. Dijo: “Yo pienso que
una dosis mínima de disciplina aplicada en una sociedad anárquica como
es el Uruguay actualmente sería un progreso”. Se refería a la disciplina
que existe en una institución militar.