Al recompensar a Abrahm por su
obediencia filicida con una descendencia “tan numerosa como la arena
del mar”,[1]
Javhé parece haber olvidado que una obsecuencia aún más absoluta
cunde, en el obsoleto paraíso uruguayo de la racionalidad moderna,
que no sólo pretende depositar el contenido de la historia en un
cilindro municipal, sino además ir, uno por uno, al grano de cada
contenido de Antel-Arena.[2]
Un único contenido de grano permanece, sin embargo, incólume ante
tal catástrofe bíblica contenida en los contenidos del Cilindro
Municipal de Montevideo: el contenido de “contenido”.
En efecto, esta historia comienza por un término, que conlleva una
manera clásica de ponerle fin: un diccionario. Alentándonos a hacer
uso del diccionario de la Real Academia Española, el ingeniero
Grompone[3]
no soslaya su fidelidad tecnológica, ya que tal instrumento se
encuentra on-line. Ahora ¿no sería el mismo diccionario una fuente
de los mismos contenidos antes de ser incorporado on-line, o
incluso, tomado de un anaquel, si se quiere, desde una escalera de
biblioteca? En ese caso, la definición de “telecomunicaciones” que
el propio Grompone encuentra “perfecta”, tal como la provee la
legislación nacional en la materia, no hubiera agregado ni una jota
al contenido del mayor diccionario de la lengua (en particular
porque es en el grano de sus contenidos que se funda el abordaje que
propone, el mismo enunciador, ante la cuestión jurídica que suscita
Antel-Arena).
Entonces ¿cómo entender que las telecomunicaciones, entendidas como
las entiende Grompone, incorporan los contenidos tan sólo en cuanto
los extienden? Si la tecnología no hace sino extender los
contenidos, no se ve cómo podrían las telecomunicaciones proveer el
criterio para entender lo que se transmite a distancia, incluso de
diccionario, ni menos, para gobernarlo. Por ende, la pretensión de
Antel a configurar a través de una Arena la mejor generación de
contenidos, se encontraría con una contradicción clásica: lo extenso
(de la transmisión a distancia) se opondría a lo intenso (del
contenido a transmitir).[4]
Lo que inhabilitaría a Antel no sería la legislación nacional, ni la
malversación habitual de sus contenidos por la partidocracia
uruguaya, sino la propia impropiedad de la extensión para contener
el contenido de “contenido”. La antena, todo lo electromagnética que
se quiera, se hundiría en la trivialidad, falta de contenido.
En su contraposición a Grompone, Omar Paganini[5]
pretende que el planteamiento idiomático de la cuestión legal
encierra un sofisma. Para dejar en evidencia la truculencia
reductora que le imputa al primero, denuncia la falacia que incluye
la “generación de contenidos” como “parte” de las
telecomunicaciones. Le parece tan inadecuado incluir la “parte”
“generación de contenidos” en el todo “telecomunicaciones”, como la
“parte” “producción de soja” en el “todo” “transporte naviero”, o la
parte “generación de niños” en el “todo” “transporte escolar”. Cree
así Paganini denunciar un sofisma asestado mediante el idioma,
cuando lo que hace es usar el idioma de los sofismas para asestar la
noción de “contenido” en tanto “esencia apropiada”, válida por igual
para el transporte fluvial o la gestación biológica, como para la
“premisa menor” de un silogismo.
Si aplicáramos la noción de “parte” como sinónimo de “contenido”,
sin diferenciación conceptual entre la enunciación lógica y la
agregación de segmentos físicos, o la complementariedad de elementos
biológicos, debiéramos entender que la pata del caballo es el
contenido del caballo. O que la veta de mineral es el contenido de
la estratificación geológica. Pero parece difícil que el contenido
“contenido” se use en tal sentido, a no ser en tanto
“telecomunicación” entre el idioma y los referentes, lo que nos
retrotrae por la vía más insospechada, a un sustancialismo acerbo
vestido de “objetividad”, según la más pura acepción de metafísica
que Ricoeur imputa, más allá del silogismo, al aristotelismo.[6]
En tanto “forma parte” del ordenamiento de la forma en el cosmos
griego, la “parte” es “contenido” en cuanto articula (“mediáticamente”,
para una percepción “anacrónica” que leyera el planteo griego desde
la contemporaneidad) la mediación entre la premisa mayor y la
conclusión.[7]
En ese punto Aristóteles creyó haber resuelto un problema de
“telecomunicación” de la theoria griega, planteada por la
intangibilidad de las formas ideales platónicas, en cuanto tal
inaccesibilidad de la idealidad desafiaba a la mediación, ante un
cosmos integrado en todas sus “partes”, de cara las unas a las
otras.[8]
Tanto la noción de telecomunicaciones como extensión de contenidos,
que sostiene Grompone, como la noción de “contenido” provista por la
mediación aristotélica entre las formas y los casos, que Paganini
pretende disolver en la observación empírica, llevan por igual a
ignorar que la noción de “contenido” no se diluye en la transmisión
(“telecomunicacional” en un sentido lato de la teoría) que
constituye la tradición, sino que es la sucesiva traducción de
“esencia” y de “idea”, a través de distintos contextos semánticos.
Más grave aún es que tal noción de “telecomunicaciones”, entronizada
como fatal articulación tecnológica de contenidos, o ganada por una
supuesta neutralidad de la gestión económica, conlleva tanto la
defensa de un reduccionismo tecnológico como la aceptación de un
indeterminismo empresarial.
La historia no precipita el maná de su contenido en “tecnología”, de
manera tal que las telecomunicaciones proveen la Arena en que se
dirime el cotejo entre los intereses de la empresa estatal y las
empresas multinacionales, como termina por afirmarlo Grompone. Menos
aún “los negocios” proveen un difuso criterio de “gente” y “empresas
de todos los rubros” apaciblemente contrapuesto a los razonables
“oligopolios naturales”, de manera que no nos queda por delante sino
confiar en la “neutralidad de la red”, que según Paganini, se
presenta tan justamente mediada como un “justo medio” –incluso el de
la “premisa menor”.
La falencia crítica que trasuntan por igual el fatalismo artefactual
y la indeterminación empresarial, desprecia de la metafísica todo lo
que ignora de la teoría de la comunicación. El “determinismo
tecnológico” de McLuhan dejó, por el contrario, estampado que “un
medio es el contenido de otro medio”,[9]
de forma tal que disolvió la diferencia entre las
“telecomunicaciones” y la “generación de contenidos”, puesto que la
tecnología pauta los contenidos tanto como éstos se plasman en
contextos artefactuales propios. Por otro lado, la teoría del
discurso disolvió la pureza de los contenidos en “el medio” de la
formalización del lenguaje, en tanto calibró la teoría como “caja de
herramientas”,[10]
en cuya panoplia instrumental ningún contenido queda al margen de la
habilidad del usuario, ni de la entidad del problema que se pretenda
resolver.
La tragedia crítica que asola al Uruguay se hace patente en que no
sólo el rey está desnudo,[11]
sino que además cierta acepción mirífica de la tecnología lo hace
aún más transparente.
Notas:
[1]“Tu
descendencia será como las estrellas del cielo” en
Nos ponemos en camino
http://nosponemosencamino.blogspot.com/2013/01/tu-descendencia-sera-como-las-estrellas.html
(Acceso el 30/04/13)
[2]
La empresa estatal de telecomunicaciones (Antel)
y la Intendencia Municipal de Montevideo
se ha asociado para construir una Arena mediática,
generando acusaciones de inconstitucionalidad
de la oposición. Ver “Mujeres de Arena”
Montevideo Portal (23/04/13)
http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_198643_1.html
[3]
Grompone, J. “ANTEL nuevamente en la lucha”
Voces (11/04/13) p.8.
[4] Serrano, G. (2005)
Conocimiento versus forma lógica. La querella en torno al silogismo
1605-1704, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, pp.207 a 211.
Versión electrónica en
http://www.bdigital.unal.edu.co/1442/6/05CAPI04.pdf (Acceso el
01/05/13).
[5] Paganini, O. “La generación de contenidos y las
telecomunicaciones”
Voces (18/04/13), p.4.
[6] Ricoeur, P. (1990) « Individuo e identidad
personal » en Sobre el Individuo, Paidós, Barcelona, p.70.
[7] Brun, J. (1961) Aristote et le Lycée,PUF, Paris,
p.41.
[8] Op.cit.p.38.
[9] Mc.Luhan, M.
(1996) Comprender los medios de comunicación,
Paidós, Barcelona, p.30. Versión electrónica en
http://cedoc.infd.edu.ar/upload/McLuhan_Marshall__
Comprender_los_medios_de_comunicacion.pdf
[10] Foucault, M.
(1979) Microfísica del poder, Ed. de la Piqueta, Madrid, p.79.
Versión electrónica en
http://sociologicahumanitatis.files.wordpress.com/2009/10/foucault-m-microfisica-del-poder-espanol.pdf
(Acceso el 01/05/79)
[11] Amir, H.
“Sastrería del desastre” Henciclopedia
http://www.henciclopedia.org.uy/Columna
H/HamedSastreriadeldesastre.htm (Acceso el 01/05/13).
* Publicado originalmente en
<http://ricardoviscardi.blogspot.com/>
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