George P. Landow es profesor de Lengua Inglesa e
Historia del Arte en la Universidad Brown y ha participado, desde
1985, del proyecto educativo sobre hipermedia e hipertexto, primero
en el Institute for Research in Information and Scolarship (IRIS)
y desde 1988 en coordinación con el Departamento de Servicios
Informáticos de la misma Universidad. Dicho proyecto ha
concluido recientemente.
Ya
en un libro anterior, Hipertexto, el profesor Landow
se refería al tema de reconfigurar al autor, al texto
y por consiguiente la educación literaria en la actividad
descentrada de producir escritura en la red. Se trata básicamente
de explicitar la configuración virtual de miles de bloques
de información liberados del soporte físico táctil
del libro para entender su reconfiguración digital.
Ahora,
una nueva antología sobre el tema, -Teoría del
hipertexto de George P. Landow (compilador), Paidós,
Barcelona, 1997- contiene once artículos académicos,
en tres partes, que tratan sobre los diversos aspectos y autores
involucrados con el tema de la hipermedia y la intertextualidad
virtual. Los trabajos parecen encaminados
a responder la pregunta de Landow:
¿Qué puede hacer el crítico en la edad
del hipertexto?
A pesar
de tantos paquetes y teorías, el hipertexto no deja
de ser un concepto asombrosamente sencillo. Consiste simplemente
en una conexión directa entre una posición
en el texto y otra. El término general de hipertexto,
que abarca la misma diversidad de obras y objetos textuales
que la tecnología de la imprenta, incluye sistemas algo
diferentes. Al considerar las implicaciones y retos del hipertexto
a la teoría, debe tenerse presente que éste puede
presentarse como sistema independiente o en red, y también
como sistema sólo de lectura o de difusión, y como
sistemas que permiten al lector crear enlaces y breves anotaciones
o incluso que le conceden el mismo acceso que al escritor. Con
lo cual tenemos que la característica principal del hipertexto
es la discontinuidad, el salto, el traslado
repentino de la posición del usuario en el texto.
Pero
además de las diferencias entre documentos hipertextuales
debidas a los sistemas, otras surgen de sus autores, géneros
y propósitos. Así pues, el hipertexto puede aparecer
en forma de obra individual, que a su vez puede
ser tanto una trama escrita para ser leída línea
por línea como una adaptación de una obra impresa,
a veces con tantos añadidos como para ser un híbrido;
por otra parte, también puede presentarse como agrupamientos
de subconjuntos hipertextuales.
Si
bien la mayoría de las tramas hipertextuales existen
como unidades relativamente separadas, se dividen en diversos
géneros y modos, tales como didáctico, de consulta,
constructivo, y lo que Landow denomina literario.
Cada uno de ellos requiere una estilística distinta y
proporciona al usuario una experiencia muy diferente.
Por ejemplo, mientras que la utilización de obras de consulta
como los diccionarios y las enciclopedias hipertextuales o multimedia
implica sobre todo sencillas funciones de recuperación
de información y provoca poca desorientación en
el lector, ciertas formas de hipertexto didáctico -como
un juego informático que incluya nociones de geografía,
por ejemplo- y literario -como una novela en CD Rom que incluya
una estructura en árbol con opciones que el lector debe
tomar- convierten la exploración, el descubrimiento
e incluso la desorientación en elementos cruciales del
encuentro del lector con ellas.
Sobre
todo en comparación con el mundo de la imprenta,
los enlaces son el factor más importante del hipertexto.
Al considerar la idea general de libro electrónico, se
insiste en que éste existe en forma de códigos
electrónicos y no como marcas físicas en una superficie
física; siempre es virtual, siempre es un simulacro del
que no existe ejemplo físico. Es por ello que Landow y
los demás autores consideran necesario estudiar las implicancias
literarias, culturales y políticas del hipertexto, que
guardan relación
con los sistemas y los documentos que contienen.
Debe
disociarse la textualidad digital de la experiencia
de su lectura con un artefacto dado. Muchas de las personas enfrentadas
a la textualidad informática confunden la experiencia
de leer dicha textualidad con la tecnología particular
mediante la cual es leída. Afirma Landow que
en sus clases utiliza la proyección a color. "Los
sistemas
de proyección fijados en el techo, que permiten desplazarse
por la sala sin tapar el proyector y leer desde varios puntos
ventajosos, liberan al lector del terminal. Cabe esperar que,
finalmente, alguna forma de esta tecnología liberará
a todos los lectores del mundo digital de la necesidad de sentarse
delante de pantallas de ordenador."
La
conferencia electrónica
El
mundo digital reconfigura la enseñanza, prosiguiendo el
proceso iniciado primero con el invento de la escritura, y luego
de la imprenta, y libera al estudiante de la necesidad
de estar en presencia física del profesor. Esa libertad
presenta la ventaja de poder compartir recursos escasos entre
instituciones y de proporcionar los cimientos de lo
que algunos enseñantes denominan "educación
a distancia": estudiar fuera de las facultades y universidades.
Landow
sostiene que la poderosa combinación del texto digital
y de las redes electrónicas reconcibe en sus mismos fundamentos
las nociones de comunicación erudita creando nuevas formas
para la misma. La velocidad de la comunicación en las
redes informáticas modifica la experiencia de la edición.
La conferencia electrónica
produce una textualidad con múltiples autores que el participante
experimenta como una mezcla de características clave del
discurso y de la escritura.
Varios
autores coinciden en señalar que, en el hipertexto,
las funciones de lector se funden con las de escritor,
y que la división entre ambos se va difuminando. La particular
importancia de la textualidad en red -es decir
de la textualidad escrita, almacenada y leída en una red
informática- se manifiesta cuando la tecnología
convierte
a los lectores en lectores-escritores o "lectoautores",
ya que cualquier contribución o cambio introducido por
un lector, pronto se encuentra al alcance de los demás
lectores.
Hillis
Miller afirma que "el libro electrónico resultará
potencialmente democrático y anticanónico, no en
virtud
de una decisión ideológicamente motivada, sino
a causa de su naturaleza tecnológica". Pero, no todos
los sistemas de hipertexto actuales incluyen la democratizante
y crucial característica de permitir al lector contribuir
al texto. Los teóricos no deben confundir, como lo hace
el propio Miller, los efectos de los sistemas sólo de
lectura y los de los sistemas de lectura y escritura.
La
traducción de un libro a hipertexto implica en su modo
ideal aprovechar plenamente todas las posibilidades que ofrece
el hipertexto e incluir además materiales adecuados para
éste, como obra de otros expertos, comentarios de críticos
y materiales creados por otros autores que utilizaron el libro
impreso.
Los
enlaces electrónicos, que difuminan los límites
de cualquier texto informatizado, también conllevan una
aceleración casi increíble de ciertas funciones
de referencia. Este cambio drástico en la escala temporal
de la consulta de un texto de referencia convierte la experiencia
del lector en una continua clase práctica, puesto que
la mayor velocidad
y comodidad de las definiciones enlazadas hacen que el usuario
las utilice como una especie de láminas ilustrativas.
Tanto
si se lee en sistemas autónomos como en sistemas
en red, las tramas hipertextuales presentan dos estructuras fundamentalmente
distintas: la primera depende básicamente del libro lineal
mientras que la segunda hace realidad la organización
dispersa, en red y centros múltiples, inherente al enlazamiento
electrónico. La transposición de libros,
o de subsecciones de libros, como relatos cortos o poemas, al
hipertexto produce necesariamente una organización axil
en la que las referencias, variantes textuales y otros complementos
del texto principal irradian de él como las ramas de un
árbol.
El concepto mismo de texto principal unificado, tan característico
de la tecnología de la imprenta, exige semejante organización
axil, al menos para la información primaria enlazada con
dicho texto. La importante capacidad del hipertexto para reutilizar
la información crea inevitablemente dichas estructuras
en red.
¿Qué
harán los estudiantes y teóricos de la literatura
en un reino electrónico?
Diez
autores contribuyen son otros tantos textos al libro colectivo
compilado por Landow. Algunos de los conceptos fundamentales
de estos ensayos contribuyen a un fragmentario mapa teórico
del hipertexto, mientras va quedando explícito el poder
que esta nueva tecnología de la información tiene
para reconfigurar las premisas básicas de nuestra cultura
sobre textualidad, autoría, propiedad creativa, enseñanza
y una extensa de gama de temas.
Espen
Aarseth en su ensayo No linealidad y teoría literaria
señala que un texto no lineal es un objeto de comunicación
verbal que no consiste simplemente en una secuencia fija
de letras, palabras y frases; es un texto cuyas palabras o secuencias
de palabras pueden variar de lectura en lectura debido a la forma,
las convenciones o los mecanismos del texto. Pero, se vuelve
necesario evitar la idea más bien absurda de que el autor
y el lector se están convirtiendo
en una misma persona y liberar al texto de que se lo identifique
con sus lecturas y escrituras.
Martin
Rosenberg, por su parte, en Física e hipertexto, plantea
que la reconceptualización del yo entendido como una multiplicidad
compleja es un planteamiento alternativo
al énfasis occidental acerca de la unidad del ser.
El yo unificado produce varias formas de opresión, ésta
supone, al momento de realizar la diferencia de géneros,
que una persona sea considerada objeto y no sujeto, radicando
su identidad como si ésta fuera una posesión construida
con varios materiales elementales en el tiempo.
Gunnar
Liestol en Wittgenstein, Genette y la narrativa
del lector en el hipertexto observa que el hipertexto reconfiguraría
la manera de concebir los textos.
Las facilidades de manipulación, navegación individual
y la liberación de estructuras autoritarias impuestas
aportarían nuevas prácticas de escritura y de lectura.
Al crear alargamientos siguiendo enlaces que conducen a más
material sobre un mismo tema, el lector de hipertexto
se desplazaría en un nivel de un "hiper" discurso
generado por el acto de leer, por encima y además del
hilo narrativo tradicional.
Los
autores de Teoría del hipertexto coinciden en que
es fundamental, para completar el proceso de contar una historia,
o de intercambiar una narración, que el receptor
se muestre constructivo y produzca, o reproduzca una comprensión
coherente del mensaje. Con lo cual afirman que el significado
nunca está contenido ni garantizado solamente por el texto,
sino que requiere, obviamente, del compromiso del lector y de
su relación creativa para con el texto. El usuario interpreta
o actúa en interfase con un ordenador. La no linealidad
se ha considerado como uno
de los sellos distintivos del hipertexto, definido más
frecuentemente como lectura o escritura no lineal o no secuencial.
El
nuevo debate sobre el hipertexto replantea algunos problemas
clásicos, anticipados por la opera aperta producida por
la intuición creadora de los artistas, especialmente en
referencia a las implicaciones estético-cognitivas del
collage, la instalación, la visualización del texto
y el happening.
* Publicado
originalmente en Insomnia, Nº 22.
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